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Historia
Elcano: el regreso de los quintos centenarios
La figura del navegante Juan Sebastián Elcano se convierte en un fetiche político-comercial suplantando el complejo y enriquecedor debate histórico.
El pasado 7 de enero el diario ABC recogía bajo el título “El Rey marino y seguidor de Elcano” la crónica sobre lo acontecido el día anterior en el Palacio Real con motivo de la celebración de la Pascua Militar. El trabajo periodístico realizado por Almudena Martínez-Fornés, enviada del periódico monárquico en la Casa Real desde 2002 y eficiente enaltecedora de todo lo que tiene que ver con la familia de los borbones, destacaba la indumentaria marinera elegida por Felipe VI para “reivindicar los 500 años de la primera vuelta al mundo”. El propio monarca español decía en el acto que la circunnavegación realizada por Juan Sebastián Elcano había sido “un gran acontecimiento de nuestra historia, de la historia mundial”, y que en los próximos años se debería “recordar y valorar como se merece”. La hagiógrafa proseguía diciendo que “se trata de una proeza de la Armada española a la que Don Felipe se siente muy próximo como Rey, porque aquella expedición la promovió la Corona española”.
Esta crónica ofrece una síntesis clarificadora, no solo de la mentalidad nacional hispana heredera intelectual de Menéndez Pelayo, (donde la derecha no está sola) en la que la Castilla de vocación conquistadora e imperial funciona como quintaesencia y sinónimo de lo español, sino también de sus intenciones a la hora de celebrar, repitiendo el formato V Centenario, el periplo del navegante guipuzcoano.
El pactismo cultural necesario
Ya en noviembre de 2011, el Gobierno de Zapatero creaba la Comisión Nacional para la Conmemoración del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, comisión que el Gobierno de Mariano Rajoy suprimiría año y medio después como una medida “necesaria para la reducción del gasto público”. El Gobierno del PP debió de sopesar mejor el alcance político y económico que tenía este aniversario y en junio de 2017 volvió a crear y regular esta comisión auspiciada por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y bajo la presidencia de honor de la monarquía española. El Gobierno declaraba el acontecimiento de “excepcional interés público”, y ofrecía incentivos y beneficios fiscales (de hasta un 90%) a las entidades que desearan contribuir tanto en la realización de actividades como en la difusión de aquellas programadas. Este es un dato significativo, ya que confirma que el formato V Centenario, utilizado ya en el 92, subordina la historia y la cultura a intereses mercantiles, suprimiendo el necesario y enriquecedor debate histórico y sustituyendo este por una historia oficial desprovista de polémica.Desde muchos sectores se es consciente de la importancia simbólica e ideológica de esta conmemoración. Odón Elorza reivindicaba desde su blog el 6 de noviembre 2017, de una manera más inteligente, “una mirada no hegemónica” y más atenta a aspectos como la importancia y la destreza del mundo euskaldun en la construcción de naves marítimas. Proponía una coordinación de todos los entes institucionales (Comisión Nacional para la Conmemoración, Junta de Andalucía, diputaciones de Sevilla y Cádiz, ayuntamientos de Sanlúcar de Barrameda y Fundación Elkano Mundubira 500) que iban a participar en la celebración “ante el riesgo de una dispersión y desconexión de eventos”. El exalcalde de Donostia, sabedor de que venimos de un 1 de octubre con gente apaleada en Catalunya en nombre de la democracia y la sacrosanta unidad nacional española, y de un posterior discurso de Felipe VI que sonrojó a sociedades de países europeos con larga tradición monárquica, sugería en definitiva no utilizar la celebración para seguir inflando el globo del nacionalismo español, que en términos de rentabilidad electoral premia fundamentalmente a los dos partidos de derecha pura y dura: Partido Popular y Ciudadanos.
Desde Euskadi, el apoyo institucional al V Centenario se realizaba a través de Mundubira 500: Elkano Fundazioa. Los impulsores son el Gobierno vasco, la Diputación de Gipuzkoa, la Mancomunidad Urola Kosta y el Ayuntamiento de Getaria (localidad natal del navegante). Al respecto, la edición digital del diario Noticias de Gipuzkoa recogía la presentación oficial de la fundación en Getaria, realizada el día anterior con una fuerte presencia institucional. La crónica aporta información muy valiosa en cuanto a los enfoques e intereses que, desde Gipuzkoa y las instituciones vascas, se proyectan sobre la conmemoración: “La fundación pretende impulsar la cultura, el turismo, la industria marítima, el comercio...”. El propio diario remarcaba en negrita el concepto “atraer el turismo”, objetivo subrayado verbalmente por el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, y reforzado con la presencia del consejero socialista de Turismo, Alfredo Retortillo. A nadie se le escapa que el turismo se ha convertido en una actividad económica al alza por estos lares, fomentada y exhibida como sinónimo de “normalización política” por parte de un Gobierno vasco que prefiere obviar sus efectos negativos: precariedad laboral, degradación salarial, desaparición del comercio tradicional en ciudades como Donostia, subida de precios en el ámbito del ocio, gentrificación galopante que empieza a afectar a núcleos no urbanos... Todo queda momentáneamente aplacado con la habitual declaración de intenciones de las instituciones entusiastas del turismo: “Trabajamos por un turismo sostenible”. Viendo que una ciudad como Donostia se acerca al paradigma de Barcelona en esta materia, lo más suave que se puede decir es que a la “sostenibilidad” le falta cierta concreción práctica.
Si analizamos atentamente los intereses políticos y económicos que brillan en cada declaración, nos daremos cuenta de que en este V Centenario asistiremos a un ejercicio prolongado (tres años de duración) de pactismo político-cultural. En la tierra natal de Cristóbal Balenciaga, cada sector (Comisión Nacional y Elkano Fundazioa) vestirá la figura de Elcano/Elkano a conveniencia y sin estorbarse. El navegante getariarra será a la vez intrépido marinero al servicio de la Corona española, navegante que exhibe la genialidad vasca, “hombre del Renacimiento” precursor del mundo moderno... Pero sobre todo será un fetiche político-comercial. Eso que los más sofisticados denominan “una marca país”.
Confluencia de relatos: una historia ‘ad hoc’
Tanto en el relato fomentado por el Gobierno español como en el propiciado por las instituciones autonómicas, la gesta de Juan Sebastián Elcano abriría el camino a la expansión del comercio a escala planetaria y antecedería la presente globalización. Lo que ocurre es que ningún relato histórico es neutral ideológicamente y este tipo de celebraciones fomentadas por altas instancias del poder económico y político precisan relatos teleológicos que entronizan el mito del progreso, tal como lo entiende el poder, con sus élites políticas y académicas. Esto es: un relato de hazañas y proezas de superhombres que encarnan los valores de la nación previamente asignados. Ese mito eurocéntrico, heredero del positivismo decimonónico, actúa para la ideología liberal como el motor que hace avanzar la humanidad sin descanso y por sendero seguro. Lo que ocurre es que esa historiografía practicada a su servicio invisibiliza necesariamente los impactos, los pueblos, las culturas, los perdedores, la violencia de los poderosos... En definitiva, hace desaparecer la propia Historia como contingencia, que eso es fundamentalmente lo que es la Historia.Desde el comienzo, la expedición de Magallanes y Elkano demuestra que las mentalidades de los dos cabecillas se inscriben en una lógica feudal y de despojo. La violencia practicada contra los indios tehuelches y contra las poblaciones del Pacífico no son residuos de una barbarie premoderna, son los materiales con los que se comenzará a construir el edificio del actual subdesarrollo (el documental del chileno Patricio Guzmán titulado Botón de nácar presenta algunos de los perdedores de esta y otras historias oficiales posteriores: los pobladores patagones). Su gran destreza planificadora en la navegación, y su capacidad para resolver problemas cotidianos y dar seguridad a los suyos, nos hablan de conceptos y categorías que cualquier práctica honesta de la Historia debería recoger. El impacto del divino progreso fue para ellos sencillamente devastador. Además, esta práctica historiográfica, en su empeño por mitificar y abusar del concepto de Renacimiento, omite contextos europeos fundamentales: la violencia contra formas sociales y económicas más horizontales ejercidas por las monarquías y sectores de la nobleza, en pos de una acumulación primitiva de capital y reordenamiento social y político, alcanzará rasgos durísimos. Estamos a muy pocos años de la masacre de campesinos en territorio alemán (1524-1525), y también, como nos recuerda Silvia Federici, ante el inicio de la caza de brujas a gran escala como forma de meter en vereda el mundo femenino más proclive a los lazos comunales, aquellos que tenían que ser disueltos por exigencia del capital mercantil para privatizar la tenencia de la tierra. La división sexual del trabajo era también un requerimiento del nuevo modelo económico que surgía de las tripas del feudalismo. En estos momentos históricos no todo eran grandes viajes que ampliaban el horizonte geográfico conocido por las élites europeas e ilusionaban a los sectores humanistas confirmando sus expectativas; esta es solo una mirada parcial que oscurece la panorámica completa de lo que acontecía en el nacimiento del llamado mundo moderno.
Getaria: epicentro de la celebración y ejemplo de contradicciones
Aunque la dimensión geográfica del evento tiene un carácter estatal, Getaria se perfila, por ser la localidad natal de Elkano, como uno de los principales núcleos de actividades y puestas en escena del V Centenario. Se puede decir que este hecho hace sentir sus efectos disfuncionales de forma especial en la política del Ayuntamiento getariarra. La gestión municipal, gobernada por EH Bildu con mayoría absoluta desde las últimas elecciones municipales, parece de alguna manera vampirizada por esta conmemoración que absorbe energías y trabajo del equipo de gobierno, relegando otras iniciativas ciudadanas a un segundo plano. Sectores importantes de la localidad experimentan la sensación de que todo queda supeditado al éxito de un evento que traerá, como en Bienvenido, míster Marshall, recursos para acometer otros proyectos y necesidades antiguas del pueblo.En parte, esta situación es una herencia política de los sectores que desde gobiernos municipales anteriores solaparon de manera interesada un Plan Estratégico de Turismo con esta celebración, y colocaron la actividad turística como un tótem que todo lo resolvía y alrededor del cual debía girar lo fundamental de la gestión municipal. El Gobierno municipal de EH Bildu que siempre ha estado a pie de obra en los problemas que han surgido en el pueblo, no ha sabido, quizá mal asesorado, tomar distancia de esta herencia ni valorar en lo simbólico los problemas que tiene implicarse en un evento de fuerte carga ideológica a favor del imaginario nacionalista español más reaccionario, precisamente en un contexto histórico muy similar al de hace cien años. Es cierto que los sectores económicos relacionados con la hostelería deben ser atendidos convenientemente, pero un poder público gestionado por la izquierda no puede de ninguna manera renunciar a la razón del equilibrio. No siempre la izquierda en las instituciones puede sacar adelante todos sus proyectos, pero tiene que cuidarse mucho de no convertirse en una izquierda institucionalizada.
Pensar con cabeza propia y crítica este tipo de eventos, y enlazar las celebraciones y las empatías con las víctimas de aquel viaje y los perdedores que se derivaron de aquel modelo de progreso, es algo que conecta de manera directa con el sentido de resistencia de un pueblo como el vasco, que al igual que el catalán, lucha por seguir siendo.