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Guerra en Ucrania
Biden duda del origen ruso de los misiles que impactaron en Polonia y enfría el ardor guerrero
El artículo 5 del tratado constituyente de la Organización Tratado Atlántico Norte (OTAN) solo ha sido invocado una vez, tras los ataques del 11S a Estados Unidos pero este 2022 se ha convertido en moneda corriente de las discusiones en torno a la guerra de Ucrania, después de que Vladimir Putin lanzase, el 24 de febrero, su ofensiva militar.
El llamamiento a la activación de ese artículo, que requiere cada uno de los 30 países miembros de la organización proporcione apoyo militar a un miembro que es atacado por un Estado no miembro, ha planeado sobre la información internacional como consecuencia del impacto de un misil en Polonia, que se ha cobrado dos vidas y que se produce en el territorio de un país miembro de la OTAN.
Pero parece que este no será el ataque que desembocará en una declaración de guerra desde la OTAN a Rusia, una potencial III Guerra Mundial que se convirtió en tendencia en Twitter durante unas horas.
El presidente estadounidense Joseph Biden ha asegurado desde Indonesia, donde tiene lugar la cumbre del G20, que hay información preliminar que permite “rebatir” el hecho de que el ataque con misiles que impacto en la localidad polaca de Przewodów llegara de Rusia. “Ya veremos”, concluyó Biden, en cualquier caso.
El ejecutivo polaco, no obstante, ha defendido que antes de pedir una activación del artículo 5 de respuesta de la Alianza Atlántica, se debe discutir el artículo 4, un punto menos definitivo que el 5
Las hipótesis que han sido divulgadas desde las agencias estadounidenses de inteligencia a los medios internacionales sugieren que el impacto procede de un sistema de defensa aérea de Ucrania disparado contra un misil ruso y que este choque se produjo antes de que el misil aterrizase en Polonia. Las mismas fuentes recuerdan que Ucrania tiene misiles de fabricación rusa.
En esa línea se ha expresado Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, que ha declarado en la mañana del 16 de noviembre que el suceso “fue probablemente causado por un misil de defensa aérea ucraniano disparado para defender el territorio ucraniano contra los ataques de misiles de crucero rusos”, antes de defender que el “incidente no es culpa” de Ucrania.
El pálpito de Biden contrasta con la respuesta preliminar dada por Polonia al ataque. El Ministerio de Asuntos Exteriores polaco identificó en la tarde del 15 de noviembre el misil como “de fabricación rusa”. El Gobierno de Andrzej Duda ha asegurado que los restos encontrados corresponden a un misil ruso y ha convocado a consultas a otros socios de la OTAN.
El ejecutivo polaco, no obstante, ha defendido que antes de pedir una activación del artículo 5 de respuesta de la Alianza Atlántica, se debe estudiar la aplicación del artículo 4, que plantea la deliberación cuando “la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada”.
La administración rusa ha tildado de provocación el ataque y la insinuación de su papel en este episodio. “Las fuerzas armadas rusas no han atacado ningún objetivo cerca de la frontera ucraniano-polaca”, ha declarado el ministerio de Defensa ruso. A través de las fotografías, el Kremlin ha identificado los misiles como proyectiles de tipo Ukrainian S-300. “Queremos subrayar que los ataques de alta precisión fueron lanzados sólo contra los objetivos situados en Ucrania y a no menos de 35 kilómetros (22 millas) de la frontera ucraniana-polaca”, se ha defendido el ministerio dirigido por Serguéi Shoigú.
Por su parte, Volodimir Zelensky ha denunciado el ataque como una “escalada significativa” en el conflicto. Ucrania ha sido objeto de ataques redoblados en sus infraestructuras, lo que ha provocado cortes de electricidad, y principales núcleos urbanos desde la retirada de las topas rusas de Kherson llevada a cabo la pasada semana. Kyiv ha estimado que ha recibido el ataque de 90 misiles en este lapso de tiempo.
El discurso de Zelensky por videoconferencia en el contexto del G20 ha insistido en que Kyiv no contempla cesiones de territorio —lo que incluye a la península de Crimea y los enclaves de Donetsk y Lugansk
Tras la retirada de una de las principales ciudades frentes de guerra, que es el colofón a la recuperación por parte de Ucrania de la mitad del territorio perdido desde la invasión iniciada el 24 de febrero, la llegada del invierno es un factor importante en estos momentos para la búsqueda de un alto el fuego.
La congresista demócrata estadounidense Pramila Jayapal ha impulsado una carta en la que los demócratas progresistas han pedido a Biden una mediación para el alto el fuego, algo que los halcones del Pentágono han calificado como “ingenuo”. En dicha carta, congresistas como Alexandria Ocasio Cortez o Ilhan Omar instaban a Biden “a que acompañe el apoyo militar y económico que Estados Unidos ha proporcionado a Ucrania con un impulso diplomático proactivo, redoblando los esfuerzos para buscar un marco realista para un alto el fuego”.
El discurso de Zelensky por videoconferencia en el contexto del G20 ha insistido en que Kyiv no contempla cesiones de territorio —lo que incluye a la península de Crimea y los enclaves de Donetsk y Lugansk, bajo control virtual ruso desde 2014— y exige la liberación de prisioneros de guerra y el regreso de los ucranianos deportados a la fuerza por Moscú.
El reciente viaje a Ucrania de Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de EE UU, ha sido interpretado como un intento de “tantear el terreno” para las conversaciones, habida cuenta de que Sullivan también ha sido el encargado de conversar con los oficiales rusos sobre la posible vertiente nuclear del conflicto. Los comentaristas, sin embargo, señalan que el Gobierno de Zelensky teme una retirada táctica del Kremlin hacia una posible negociación que dé aire al ejército ruso para redoblar sus ataques en la primavera de 2023.
El pasado 10 de noviembre, el general estadounidense Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados, calculó que cien mil soldados rusos —y un número similar de soldados ucranianos— han resultado heridos o muertos durante los casi nueve meses de conflicto.
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A ver qué dice ahora ese loco furioso de guerra y sangre llamado Borrell.
Ah, que está calladito porque su jefe, Biden, le ha dejado a los pies de los caballos.