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Extremadura
Peropalo 2022: la revuelta de las mujeres
“A ese que llaman Revive y de nombre Peropalo, le ha llegado la sentencia, que tiene que ser quemado” (copla del Peropalo).
Terminaron ya las fiestas, otro año más hemos matado al Peropalo. Es bastante común después de estos días tan intensos y ruidosos sentir que siguen sonando tambores y creer oírlos durante días y días. Suena la lavadora, un coche pasa por la calle y el cerebro y los oídos traicioneros nos confunden, ¿parece que aún oigo tambores? Pero no… este año es diferente, no dejo de oír el retumbar de un coro infinito de mujeres que gritan el nombre de una de ellas, de una de nosotras: Nieves, Nieves, alargando la primera eee y gritamos enfebrecidas que “SÍ SE PUEDE”. Y llevo varios días con el eco de ese grito, y lo saboreo, y lo saboreo, y es como si no pudiera creer lo que hemos vivido, pero claro que lo creo porque estábamos todas ahí abrazándonos y llorando de la emoción.
Martes de carnaval: la rebelión de las mujeres
No me paran de venir a la mente, a los ojos, y al corazón: mil imágenes, las caras de amigas, de vecinas, de mujeres con las que a fin de cuentas te ves, día a día o año a año, en verano y por Peropalo como poco, felices, emocionadas, llorando o con las lágrimas temblando en los ojos como si una estampa de comic manga se tratara. Y hombres, amigos que también nos abrazan y nos felicitan, contentos y felices como nosotras.
No cabe la emoción en el cuerpo, ¿qué llevamos gritando? ¿Minutos? ¿Horas? Que Nieves SÍ PUEDE bailar la bandera, que SÍ SE PUEDE bailar la bandera.
No cabe la emoción en el cuerpo, ¿qué llevamos gritando? ¿minutos? ¿horas? Que Nieves SÍ PUEDE bailar la bandera, que SÍ SE PUEDE bailar la bandera
¿Pero esto qué es? Por si no estabas el martes de Peropalo en la plaza de Villanueva, te invito a que te vengas conmigo a darte una vuelta e intuyas a través de mis disparatados y resacosos recuerdos y de los testimonios de algunas amigas por qué nos sigue temblando la voz cuando te cruzas con las vecinas, ves vídeos que circulan como la pólvora por las redes sociales, o simplemente cuando te ves en la calle y te paras, con cualquiera de las mujeres a comentar.
Villanueva de la Vera, Cáceres, es el pueblo en el que todo el mundo se quiere venir a vivir y más aún desde que hemos protagonizado la campaña navideña de correos “Vive donde quieras”. No exagera la campaña la preciosidad de sus calles, la maravilla de su entorno ni los valores de sus gentes, nuestra hospitalidad, etc. Se dice en la campaña de publicidad que en los pueblos se puede vivir sin máscaras.
Te invito a que te vengas conmigo a darte una vuelta e intuyas (...) por qué nos sigue temblando la voz cuando te cruzas con las vecinas, ves vídeos que circulan como la pólvora por las redes sociales, o simplemente cuando te ves en la calle y te paras, con cualquiera de las mujeres a comentar
En Villanueva una vez al año sus vecinos y vecinas, sin máscaras pero con la cara tiznada de negro carbón por un corcho quemado, vivimos una locura de fiesta. Bueno, una locura no, muchas locuras diversas, porque creo hay tantas fiestas de Peropalo como personas. Se puede pasar El Peropalo y terminar con dolor de pies de tanto bailar jotas o con dolor de costillas de los empujones en los bares. Se puede vivir de día o de noche, ir a acostar al Peropalo o a levantarle, o ambas cosas o ninguna. Lo que parece claro es que El Peropalo es una fiesta antigua, de la cual aun habiendo alguna versión “oficial” en algún folleto turístico, hay tantas versiones como a personas preguntes.
Os resumo la fiesta como me la cuenta una amiga, Alma Fernández Gámez, y según a ella se la contaron: durante siglos en Villanueva de la Vera se celebra esta fiesta llamada Peropalo y que coincide con la fecha del Carnaval, y que ni durante la dictadura cuando se prohibió el carnaval ha dejado de celebrarse.
De origen parece ser que pagano, ha ido, como todo en esta vida, modificándose con el tiempo. El guion que conduce la vida de este pueblo durante estos días es la representación de la muerte de un pelele, “el peropalo”, que todos los años revive para nuestro deleite.
De origen parece ser que pagano, ha ido, como todo en esta vida, modificándose con el tiempo. El guion que conduce la vida de este pueblo durante estos días es la representación de la muerte de un pelele, “el peropalo”, que todos los años revive para nuestro deleite
Y nos une gracias al latido, al ritmo de la fiesta que mantienen los tambores de los peropaleros, en un rito infinito de muerte y nacimiento, o simplemente nos une para representar la captura, juicio y posterior castración y linchamiento de un hombre que fue, no sabemos bien, si un judío, un forajido, un violador o un apuesto recaudador de impuestos por el que suspiraban las mujeres y que ponía en entredicho la honra de los vecinos… Según a quien le preguntes, según qué cantar escuches, te irás enterando.
Un rito del que dicen que antes era una fiesta mucho más pequeña, en la que igual solo participaban hombres y pocos y en el que ahora participamos miles de personas cada año, vecinos y vecinas, oriundos y adoptados, emigrados que vuelven cada año, forasteros que viene un año y repiten tras ello. La diáspora que lo añora y a su manera lo vive desde lejos pidiendo sus vacaciones en esta fecha año a año o llorando si no puede venir.
Un rito del que dicen que antes era una fiesta mucho más pequeña, en la que igual solo participaban hombres y pocos y en el que ahora participamos miles de personas cada año, vecinos y vecinas, oriundos y adoptados, emigrados que vuelven cada año
A lo largo de los días, distintos momentos, muchos ritos se suceden. Distintas personas, grupos de personas, tienen roles y papeles diferentes en esa sucesión de momentos con sus rituales de iniciación incluidos.
Una semana antes de las fiestas se pasea la cabeza del pelele en medio de la alegría colectiva. El sábado de carnaval, los quintos, en la actualidad chicos y chicas que cumplen los 18 el año en curso, ponen la aguja, el soporte de madera donde se ubicará posteriormente al Peropalo. Esa misma noche un grupo de “iniciados” confeccionan en secreto el muñeco, el cual, al amanecer, tras la procesión del silencio, pasará a estar expuesto en la aguja.
Sucesivos actos se van sucediendo: paseos, judiás, acostarle, levantarle, cambiarle de postura cada día. Así, bailando jotas, hasta llegar al martes. De primera hora el burro es paseado por las calles, los burreros y las burreras cuidan a día de hoy de que el animal portando al que porta la sentencia del Peropalo, pase por el trance de soportar nuestra fiesta y gritos lo menos mal posible.
Los que fueron quintos el año anterior, son este calabaceros, y se encierran y tienen con sus calabazas un papel muy especial. Durante muchos años los calabaceros solo eran hombres, pero ya hace unos años mujeres que querían ser cababaceras se colaban por la noche vestidas con sacos y tiznadas como ellos pasaban desapercibidas, me cuenta esta amiga que es el primer espacio donde se empezaron a introducir las mujeres. ¿Quién sabe? En la actualidad, hay mujeres calabaceras y burreras con normalidad, y por supuesto los grupos de quintos, son mixtos. Al igual que hay una mujer escopetera.
Durante muchos años los calabaceros solo eran hombres pero ya hace unos años mujeres que querían ser cababaceras se colaban por la noche vestidas con sacos y tiznadas como ellos pasaban desapercibidas
El pasado Peropalo, el de 2020, anterior a la pandemia, fue el primero en el que desfilaron mujeres alabarderas, el otro grupo armado que “escolta” a los capitanes. Ocurriendo esto sin conflicto alguno por ninguna de las partes. Como podemos ver, al igual que en la sociedad ha habido un cambio en muchas actividades y profesiones que antes estaban en exclusiva desempeñadas por hombres y hoy con normalidad las realizamos mujeres (y viceversa), así ocurre con la fiesta y los distintos agentes de la misma.
Antes no íbamos a la universidad, no viajábamos sin permiso del marido, no votábamos, no teníamos cuenta de banco propia, no podíamos defendernos de los golpes del marido, no podíamos ser militares...
Antes no íbamos a la universidad, no viajábamos sin permiso del marido, no votábamos, no teníamos cuenta de banco propia, no podíamos defendernos de los golpes del marido, no podíamos ser militares
Uno de los actos principales del martes es la jura de bandera. Para quien no lo sepa, a pesar de su nombre, no es un acto castrense, sino un ritual de baile de la bandera, ese baile, es una exhibición de destreza con un estandarte en la mano y estaba, hasta el martes pasado, reservado a hombres en exclusiva. Sí comentan que hace años alguna mujer ha podido dar una vuelta portando la bandera pero no permitiéndosele bailarla, no pasarla por debajo de las piernas, etc.
Y este año una mujer que ha pedido en años anteriores bailar la bandera y nunca le han dejado, lo ha vuelto a pedir, y me dicen que unos peropaleros decían que no y otros que por qué sí. La capitana de la fiesta dijo que no, que no era el momento. Y parecía que otra vez más se iba a ir sin poder hacer lo que otros pueden simplemente por ser hombres, sea lo que sea que eso signifique.
Intercedió por Nieves la concejala de cultura resaltando que la fiesta es de todas las personas, pero entonces dijeron que paraban la fiesta, y se paró. Una mujer gritó el nombre de Nieves, luego otra, y de pronto, todas las mujeres estábamos gritando el nombre de Nieves. Surgió algo espontáneo, ocupamos el espacio reservado al baile de la bandera, mujeres de todas las edades, hombres, a gritar que sí se puede.
Surgió algo espontáneo, ocupamos el espacio reservado al baile de la bandera, mujeres de todas las edades, hombres, a gritar que sí se puede
Comparto aquí el testimonio de una joven de 18 años del pueblo, Aitana Ybot Fernández:
"Acogimos el momento con la emoción y la tristeza al mismo tiempo; sabiendo que se estaba cometiendo una injusticia, al no dejar que Nieves jurase la bandera por el hecho de ser mujer, pero a la vez notando el furor con el que la gente se alzó con la decisión.
Notar como el pueblo entero se revolucionaba y aclamaba por la igualdad, el calor de la plaza emocionada y clamando justicia, sentir el apoyo de tantas mujeres y hombres, sin importar su edad, todas y todos se alzaron por defender aquello que no era legítimo y pese a que aún no sabemos las repercusiones que traerá la pequeña revolución que vivimos en la plaza durante la jura de bandera, seguro que no habrá sido en vano. Ya que sin duda fue un momento de emoción para todas las mujeres del pueblo, que lo vivimos como un acto de valentía que servirá para que cualquier mujer que en otro año quiera participar, en un día tan importante para el pueblo, se vea con el apoyo para hacerlo y sepa que SÍ SE PUEDE".
Se llevaron la bandera. Y en medio del caos, apareció la magia de la coordinación entre mujeres. Necesitamos una bandera, se han llevado la bandera. Y una mujer miró a otra, y otra buscó a otra, y otra trajo un palo, otra un pañuelo, otra un pañuelo más grande, y entre varias con las manos temblando, lo ataron. Y con una bandera improvisada, la más hermosa, Nieves la bailó y nosotras la aclamamos y la izamos en volandas.
Y con una bandera improvisada, la más hermosa, Nieves la bailo y nosotras la aclamamos y la izamos en volandas
Y esa bandera en un momento de increíble tensión, se le pasó al capitán del Peropalo del año que viene, Cthuchi Zamarra, cerrando el ciclo de la jura de bandera que había empezado el capitán de este año y debía terminar el del año próximo. Y Cthuchi, con su gesto, validó la bandera de las mujeres al jurarla y bailarla. Quién sabe cuántas fuimos luego a darle las gracias. La canción de la capitana valerosa fue cantada en la puerta del Ayuntamiento en uno de los momentos más emocionantes de la velada. Lo que hace que un trapo de colores sea una bandera no le faltó a ese pañuelo. Y empezamos a mirarnos, a abrazarnos, a llorar.
"Una mujer decía sin parar: Ya era hora. Ya era hora. Ya era hora.
Otra confiesa entre lágrimas que ella siempre ha querido bailarla.
Otra me dice, que está harta, que está harta del machismo, de los fascistas, de la prepotencia, que no puede soportarlo más, en su fiesta en su plaza, en nuestra plaza.
Y quien sabe igual otra de lo que está harta es de ser la que se ocupa siempre de la lavadora, de la naftalina y del cuidado de los trajes regionales, de dejar la comida hecha, de llegar de fiesta y encontrar la maleta de los hijos tirada en medio de la casa desde el primer día.
Otra me dice: como no traigan al peropalo para matarlo confeccionamos ahora mismo uno.
Y un hombre me dice: qué bien, qué bien, emocionado con ilusión.
Y otro que iba a haber bailado la bandera y no pudo me dice más tarde que por una causa así no le importa en absoluto no haberla bailado".
En mi opinión lo que hicimos en la plaza al decir que sí se puede, es dejar claro lo que no se puede ya permitir más tiempo.
Lo cantarán las coplas, y habrá versiones, pero llamemos las cosas por su nombre, lo que hicimos cientos, creo que miles de mujeres fue evitar pacíficamente un delito, una ilegalidad, una discriminación por razón de sexo, no solo de Nieves sino de todas las mujeres que hubieran querido hacerlo.
No es que la fiesta tenga que cambiar en pleno siglo XXI, que la fiesta seguirá cambiando siempre mientras siga viva, sino que además nosotras no podemos soportar más una fiesta con espacios prohibidos. Porque la discriminación es ilegal. Y nos amparan la razón y las leyes.
La sociedad avanza, y cuando nos libremos del velo de los prejuicios y veamos que una de cada cien personas tiene algún rasgo de intersexualidad, ya sea genética o morfológica en sus genitales, que la identidad de género no tiene por qué coincidir con el sexo asignado al nacer, y que hay más de dos sexos, veremos que es todo mucho más sencillo al menos respecto a la decisión de quién puede participar en el baile de una bandera en una fiesta. Si nos hacemos pruebas genéticas de cromosomas y de niveles de testosterona, igual más de uno queda sorprendido.
¡Que la baile quien lo desee!
¡Ole Nieves! ¡Ole las dos Marías que este año han salido de Jarramplas en Piornal! ¡Ole todas nosotras! Al igual que en la sociedad sigue habiendo espacios en los que aún no hay verdadera igualdad, en esta fiesta a pesar de esta conquista de este martes, quedan pasos por dar.
¡Ole Nieves! ¡Ole las dos Marías que este año han salido de Jarramplas en Piornal! ¡Ole todas nosotras!
Me han contado que hay varias mujeres jóvenes que quieren tocar el tambor. Espero que lo hagan sin que tengamos que aprendernos sus nombres, con naturalidad y alegría. Porque nos hace mejores como comunidad. Porque lo que a todos y todas nos gusta es pasarlo bien. Con la concordia, el buen humor y el amor que vivimos en este pueblo a diario.
Y sí, sí ha sido una revuelta feminista, porque buscar, reivindicar y exigir la igualdad de derechos es ser feminista.