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Estados Unidos
“Tuvimos un sueño, ahora toca despertar”
Cincuenta años después del asesinato en Memphis de Martin Luther King Jr., la ciudad en la que perdió su vida uno de los líderes más importantes del movimiento por los derechos civiles es un ejemplo devastador del fracaso de la lucha por la igualdad racial en los Estados Unidos.
En 1966, dos años antes de que una bala atravesara su cuello en el balcón de la habitación 306 del Motel Lorraine de Memphis, la popularidad de Martin Luther King Jr. en Estados Unidos era del 37%. Según las últimas encuestas, 50 años después de su asesinato, el presidente del país, Donald Trump —cuya victoria electoral fue celebrada por grupos supremacistas blancos como el Ku Klux Klan—, es más popular de lo que lo era el reverendo en los años en que el movimiento por los derechos civiles consiguió sus grandes logros legislativos. Hoy, en el día de la conmemoración de su muerte, King Jr. es una figura elogiada y reivindicada por la narrativa oficial del país, aunque sea a costa de limar las aristas más afiladas y críticas de su discurso.
“Hay un consenso nacional, una aceptación de la figura de Martin Luther King Jr. como el líder del movimiento de los derechos civiles, pero esta forma de presentarlo es problemática, porque hubo otra mucha gente involucrada. Con él se consiguió la igualdad legal entre razas, pero la narrativa oficial omite sus críticas sobre la injusticia económica, el imperialismo estadounidense o la Guerra de Vietnam. Incluso al final de su vida empezó a tratar el tema de la justicia de género, aunque él mismo recibió críticas de sectores feministas negros”. Sharon Stanley, profesora del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Memphis, describe un panorama de racismo endémico en Estados Unidos: “King era consciente de que la demanda de igualdad racial iba mucho más allá de la igualdad racial por ley. Y ese es un tema que este país no ha afrontado jamás seriamente. Cuestiones como las estructuras institucionales que perpetúan la desigualdad. En ese sentido, no ha habido ningún avance significativo desde los tiempos de Martin Luther King Jr.”.
Caminar por las calles del centro de Memphis es hacerlo por la metrópolis más pobre de los Estados Unidos. Aunque muchas organizaciones de base la denuncian, la gentrificación no puede maquillar el desolador paisaje de abandono y pobreza en los alrededores del Motel Lorraine, hoy Museo Nacional por los Derechos Civiles. El centro de Memphis parece por momentos una ciudad evacuada después de una catástrofe. Durante horas apenas se ven gente ni coches circulando. Por los alrededores del gigantesco pabellón de la NBA, donde juegan los Grizzlies, el equipo de Marc Gasol, matan el tiempo personas sin hogar, pobres de solemnidad. Todos ellos negros. Son el 63% de la población local. De ellos, el 32,3% vive bajo el umbral de la pobreza, que afecta al 44,7% de los niños de la ciudad. El primer contacto con la ciudad produce un fuerte impacto.
En 2018 hay poco o nada que celebrar. La realidad para la comunidad negra se parece mucho a la de 1968, cuando King Jr. se acercó a Memphis para apoyar la huelga de los trabajadores de la limpieza
“Desde la perspectiva de un relaciones públicas entiendo que no quieras contarle a la gente que viene de España que Memphis tiene esos niveles de pobreza infantil, ni que el 26% de nuestros ciudadanos vive en la pobreza. Sin embargo, si lo que vamos a hacer es honrar al doctor King, que vino a Memphis para ponerse del lado de aquellos a quienes les estaban robando su salario, de aquellos que trabajaban demasiado y les pagaban por debajo, lo que tenemos que hacer es contar la historia tal y como es. El relato gubernamental quiere hacer de esta ocasión una celebración, pero se trata de una conmemoración”. Lo que apunta el reverendo baptista Earl J. Fisher explica por qué gran parte de la población local siente ajenos los actos oficiales por el 50 aniversario del asesinato de Martin Luther King Jr. En 2018 hay poco o nada que celebrar. La realidad para la comunidad negra se parece mucho a la de 1968, cuando King Jr. se acercó a Memphis para apoyar la huelga de los trabajadores de la limpieza. La muerte de dos trabajadores fue el detonante de una protesta con la que buscaban dignificar su trabajo. Cincuenta años después, Cleo Smith sigue limpiando la ciudad y cobra apenas 16 dólares la hora.
Un dólar menos, 15 a la hora, es lo que piden desde Fight for 15 (Pelea por los 15), del que forman parte Antonio Cathey y Hunter Demster. Este movimiento empezó a fraguarse en Nueva York en 2013, cuando trabajadores de McDonalds se unieron para lograr ese mínimo salarial y beneficios de salud. “Gracias a eso, 30 millones de trabajadores en restaurantes de comida rápida de todo el país han visto incrementados sus salarios”, explica Cathey. “Hace cincuenta años éramos la cuarta ciudad metropolitana más pobre, ahora somos la número uno”, denuncia Demster, que culpa al alcalde (blanco) de la ciudad, Jim Strickland, de ofrecer incentivos a compañías que solo ofrecen salarios muy bajos. Compañías como la mensajera Fedex, que tiene contratados a 30.000 trabajadores. De hecho, Memphis presume de su condición de segunda ciudad en el mundo en tráfico de mercancías, aunque parece que este tráfico no deja demasiado rastro en los bolsillos de los trabajadores locales.
Si Martin Luther King Jr. viajó a Memphis para apoyar al sindicato de trabajadores de la limpieza, hoy, cincuenta años más tarde, Antonio Cathey dedica sus esfuerzos a explicar a los jóvenes qué es un sindicato. “La gente desconoce qué son, su lenguaje, cómo funcionan. Tienes que enseñarles todo eso, cómo actuar como un sindicato aunque no lo tengan todavía. Les formamos para afrontar el acoso sexual en el trabajo, a enfrentarse a sus jefes, a cómo pelear por un horario justo, a cómo lograr que te paguen por los días de baja por enfermedad”, describe Cathey, que además forma parte de la Poor People's Campaing (Campaña por la Gente Pobre), promovida por Martin Luther King Jr., y recuperada ahora por los reverendos William J. Barber II y Liz Theoharis, en base a la “tríada demoníaca” que denunció King Jr.: el racismo, la pobreza y el militarismo. Objetivos puestos al día con los que esperan movilizar en las próximas semanas a cientos de miles de personas en todo el país mediante acciones coordinadas de desobediencia civil y una gran concentración el 23 de junio en Washington DC.
“Este país es demasiado rico como para tener la cantidad de pobreza que tiene”, reflexiona P. Moses, activista de Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan). La organización empezó a tomar forma en 2013 en las redes sociales y hoy articula mayoritariamente las demandas de la población afroamericana más joven. “Mi madre fue una activista de la NAACP (Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color), que formó parte del movimiento por los derechos civiles. Ella dice que Black Lives Matter somos los hijos que ellos no pudieron domesticar”, cuenta Moses entre risas, aunque su lucha la ha llevado a pasar un tiempo en la cárcel y a ser calificada de “terrorista” por parte del fiscal del distrito. “Soy negra, soy inteligente, eso me convierte en la persona más peligrosa de esta habitación”, ironiza con orgullo, a la par que señala que “en Memphis hay tanto gente oprimida como deprimida, y así no hay nadie que motive a las masas”.
Black Lives Matter y otras organizaciones de base siguen haciendo un retrato de discriminación racial en Estados Unidos que se asemeja al que combatió Martin Luther King Jr. y el movimiento por los derechos civiles. Medio siglo después, la lucha no es tanto contra las leyes, que entonces legalizaban el racismo, como contra una estructura institucional y una mentalidad racista muy consolidada en el inconsciente de un país que perpetúa, entre otras, la discriminación económica y educativa de la población negra. Cincuenta años después, el ejemplo y la lucha de Martin Luther King Jr. no han perdido vigencia. Como reclama P. Moses, “significa que tuvimos un sueño y ahora es importante que despertemos”.
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el artículo está muy bien,.....
pero es inexcusable que, a estas alturas, no se haga ni tan siquiera mención a que fue asesinado por el propio gobierno de los EE.UU. Según una sentencia judicial firme de 1999 el asesinato de Martin Luther King fue consecuencia de un complot entre el FBI de Edgar Hoover, los servicios de inteligencia y la policia de Memphis.
Esta sentencia se produjo tras una demanda de la familia King. El abogado de la familia, William Pepper, que lleva desde entonces investigando el asesinato de King publicó el año pasado un libro (The plot to kill King) en donde no solo detalla todas las evidencias y pruebas que llevaron a dictaminar la sentencia que condenaba al gobierno de los EE.UU., sino que incluye otras nuevas que demostrarían, sgún el autor, que King llegó vivo al hospital después del atentado y que allí fue asesinado.
Sea como fuere, la implicación del gobierno a través de distintas agencias y policías está muy claramente establecida en la sentencia que ha sido ocultada durante años por ese mismo gobierno y los medios de comunicación corporativos de ese país. Muy hipocritamente (no se puede ser más) el gobierno de los EE.UU. declaró al Dr. King heroe nacional y Bill Clinton aprobó la "King Holiday and Service Act of 1994" que declaraba el día del nacimiento de Martin Luther King fiesta nacional.
Hoy hace 50 años que fue asesinado un revolucionario, una de las pocas personas que podía haber cambiado la infame trayectoria del gobierno que lo mató.