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Marxismo
'Panafricanismo y Comunismo', de Hakim Adi
En 1956, George Padmore, militante e intelectual afrocaribeño de Trinidad y Tobago, considerado uno de los más destacados luchadores por la descolonización de África, publicó una de sus obras más conocidas: ¿Panafricanismo o comunismo? (Dennis Dobson, 1956). Este libro, muy influyente en su época, planteaba que existían dos grandes movimientos ideológicos que estaban orientando el proceso de descolonización en África: el panafricanismo y el comunismo. Después de un análisis sobre los orígenes y desarrollo de cada movimiento, Padmore los declaraba incompatibles y se decantaba de forma contundente por un panafricanismo de carácter socialista, planteando que el comunismo en África había derivado en un servilismo colonial hacia la URSS, que impedía la verdadera liberación de los pueblos y naciones del continente.
Frente a esta hipótesis de incompatibilidad, Hakim Adi, historiador británico y uno de los más relevantes investigadores sobre la temática a nivel mundial, planteó desde el estudio histórico una hipótesis diferente: el panafricanismo y el comunismo no tienen por qué ser incompatibles. Para sostener el argumento el autor desarrolló una investigación durante más de una década en diversos archivos de todo el mundo, publicando sus resultados en 2013 en el libro Panafricanismo y Comunismo (Africa World Press, 2013), cuya traducción al castellano podemos disfrutar gracias a la reciente edición publicada por la editorial Bellaterra (2023). En esta obra se investiga en profundidad un caso concreto donde se demuestra la convergencia entre ambos movimientos, como fueron las estrategias, tácticas, orientaciones, resoluciones, instituciones y diversas acciones que la Komintern, también conocida como la Internacional Comunista o III Internacional, impulsó para atender la situación de la población trabajadora negra africana y afrodescendiente. Se presenta así una investigación histórica, sostenida en una impresionante revisión bibliográfica y de archivos en varios países, que pone especial énfasis en el estudio del nacimiento y desarrollo del Comité Sindical Internacional de Trabajadores Negros (ITUCNW, por sus siglas en inglés), una sección de la Profintern (Internacional Sindical Roja, adherida a la Komintern) que durante los años 20 y 30 lideró bajo orientaciones panafricanistas la agenda política de los trabajadores negros en África y las Américas en el marco del movimiento comunista internacional. En definitiva: en este libro se plantea que fue y es posible y deseable la existencia de un panafricanismo comunista o un comunismo panafricanista.
Habrá a quienes les sorprenda esta hipótesis. Quienes conozcan un poco de la historia de las relaciones entre el panafricanismo y el comunismo podrán objetar con muchos argumentos, también sostenidos en casos concretos, que existe bastante incompatibilidad entre ambos horizontes, veamos algunos de ellos.
Marxismo
Los marxismos del Sur y la descolonización de la economía política
Diferentes orígenes y estrategias
El origen del panafricanismo se suele situar hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX en movimientos, activistas e intelectuales de la diáspora africana críticos con el proceso de esclavización masiva de población africana liderado por las potencias occidentales. Figuras como Olaudah Equiano o Quobna Ottobah Cugoano habían sido esclavizados de niños en África y, después de una vida de explotación en plantaciones de América, consiguieron liberarse y convertirse en líderes del movimiento abolicionista en Inglaterra a finales del siglo XVIII. Otros líderes abolicionistas negros de la época, como Paul Cuffe o Prince Hall, promovieron la propuesta del “regreso a África”, planteando que la mejor solución para terminar con la esclavitud era volver al continente de sus antepasados, teniendo un relativo éxito con la fundación de algunos asentamientos que eventualmente se consolidaron en la zona de Sierra Leona y Liberia. Aunque el término “panafricanismo” no estaba todavía inventado, en estos primeros activistas e intelectuales críticos con el proceso esclavista atlántico encontramos ya una clara conciencia de la importancia de la lucha por la liberación de toda la población africana afectada por la industria esclavista.
A lo largo del siglo XIX, siendo abolida la esclavitud de forma paulatina en las diferentes potencias occidentales, la población africana y afrodescendiente continúo sufriendo una intensa explotación y expolio de sus recursos. En el caso de África, sus diferentes pueblos sufrieron la invasión de la gran mayoría de sus territorios por parte de las potencias occidentales en el llamado proceso de “imperialismo moderno” o “nuevo imperialismo”. Y, en el caso de la población afrodescendiente, ubicada en su mayoría en el continente americano, la abolición de la esclavitud no supuso su liberación real, como trabajadores libres tuvieron que enfrentarse a una realidad de persecución racista y superexplotación brutal de su trabajo generalizada. Es en este contexto cuando, a finales del siglo XIX, apareció el término de panafricanismo para referirse al movimiento que, con una conciencia común de la explotación histórica, planteaba la unión y la lucha de la población africana y afrodescendiente por su liberación.
El origen del movimiento panafricanista, ya nombrado como tal, se ubica en la I Conferencia Panafricana celebrada en Londres en 1900, donde se reunieron diversos líderes y activistas de África y la diáspora afrodescendiente de las Américas para establecer una agenda política común. En la conferencia se acordó un plan de lucha por la descolonización de África y el Caribe, promoviendo el autogobierno para sus naciones, así como la consecución de derechos civiles y políticos para la población afrodescendiente allí donde viviera. La mayoría de los participantes de esta reunión fueron hombres negros que se habían criado en familias de clase media, habiendo tenido acceso a educación superior y al desarrollo de profesiones cualificadas o actividades empresariales, lo que les facilitaba tener roles de liderazgo en el impulso económico y político de estas iniciativas.
En este libro se plantea que fue y es posible la existencia de un panafricanismo comunista o un comunismo panafricanista
Por tanto, la diferencia entre ambos movimientos, panafricanismo y comunismo, es clara en relación con sus orígenes. Además de que parten de contextos diferentes, es evidente la diferente orientación ideológica. En el caso del panafricanismo, en sus orígenes, predominó una visión ubicada en la experiencia de sus liderazgos, radicados en la clase media negra y con una visión marcadamente liberal, mientras que en el caso del comunismo se abogó por una visión crítica de la economía política y la ideología del capitalismo, radicada en la experiencia de la clase trabajadora. Aunque existían puntos convergentes, como la crítica al colonialismo, al racismo y la superexplotación de la población negra, las soluciones propuestas por el panafricanismo se mostraban más reformistas en cuanto a lo que el sistema capitalista significaba, mientras que el comunismo planteaba una propuesta radicalmente revolucionaria y crítica del capitalismo. Es decir, existió en la conformación de estos dos movimientos una diferencia de base difícil de conciliar: mientras que en el panafricanismo se privilegiaba el análisis de la crítica al racismo, en el comunismo se privilegiaba el análisis de la crítica al clasismo. Ambos movimientos entendían que ambas cosas, el racismo y el clasismo, estaban relacionadas y eran importantes, pero el panafricanismo optaba por poner en el centro la cuestión racial mientras que el comunismo ponía en el centro la cuestión de clase. Por esta y otras razones, en sus orígenes, el panafricanismo y el comunismo no fueron movimientos que se influyeran mutuamente de forma relevante.
Otro punto de tensión entre el panafricanismo y el comunismo fueron sus diferencias estratégicas frente a problemas concretos. Por ejemplo, ante la situación de racismo estructural que sufría la población afrodescendiente en las Américas, el panafricanista jamaicano Marcus Garvey planteó como solución un nacionalismo negro liderado por una burguesía negra, que en ningún caso planteaba una crítica radical al capitalismo e, incluso, en algunos momentos fue cómplice de grupos racistas como el Ku Klux Klan, debido a que estaban de acuerdo en la idea de que la población blanca y negra no compartieran territorio vital. El desarrollo del garveyismo fue paralelo a la creciente entrada de militantes negros en los movimientos y partidos comunistas, quienes caracterizaron este movimiento como un enemigo. Otro ejemplo fue el desencuentro a raíz de la invasión italiana de Etiopía en 1935. Los movimientos panafricanistas consideraron que el movimiento comunista internacional no reaccionó a la altura de los acontecimientos, debido a su giro estratégico hacia los frentes populares. Para muchos panafricanistas la posición de los frentes populares significaba en la práctica la alianza estratégica del comunismo con potencias capitalistas imperialistas para frenar el auge del fascismo, por lo que la agenda anticolonial, antiimperialista y antirracista quedaba relegada a un segundo plano.
Puntos de encuentro
Entonces, con tantas diferencias y discrepancias ¿cómo fue posible la unión exitosa del panafricanismo y el comunismo que nos narra Hakim Adi en el caso de la Internacional Comunista durante los años 20 y principios de los 30? Fue posible, al menos, gracias a dos grandes cuestiones.
Primero, la cuestión teórica. La Internacional Comunista estuvo guiada por el pensamiento leninista en muchos sentidos, destacando su teoría critica del imperialismo y del derecho a la autodeterminación de las naciones. Para Lenin el imperialismo era una muestra de que el capitalismo estaba en crisis, obligado cada vez más a intensificar y consolidar una periferia colonial donde obtener recursos y mano de obra barata. Frente a ello, en las colonias emergían movimientos anticoloniales que expresaban sus demandas en términos nacionalistas, lo cual era interpretado por Lenin como una expresión de nacionalismos de clase que apoyaban la lucha anticapitalista, diametralmente opuestos a los nacionalismos de carácter burgués típicos de las potencias capitalistas. Siguiendo esta premisa, para Lenin el racismo era fundamentalmente una teoría burguesa utilizada para justificar el expolio imperialista y la superexplotación de la mano de obra en las colonias, por lo cual debía ser prioritario enfrentarlo. Para ello, entendió que una visión comunista del asunto debía tratar la especificidad del colonialismo en África y el racismo contra las personas negras, promoviendo una agenda propia para atender este problema dentro del movimiento comunista.
El libro de Hakim Adi es muy útil para quienes desde el paradigma comunista quieran comprender y politizar de forma revolucionaria el problema del racismo y la experiencia histórica de los pueblos negros bajo el capitalismo
Segundo, una cuestión práctica. La existencia cada vez más común de activistas e intelectuales negros que se adherían a los partidos comunistas, como fue el caso del propio George Padmore o de Harry Haywood, que lideraron la agenda propia de la liberación de los pueblos negros dentro de la Internacional Comunista. Se trata de militantes que entendían que, si no se trataba el asunto de una forma específica, el potencial revolucionario de la clase obrera negra podía ser cooptado por visiones liberales del panafricanismo, como fue el caso del garveyismo. Militantes que trabajaban bajo las hipótesis comunistas, que no abandonaban el universalismo marxista ni la centralidad de la cuestión de clase, pero que lograban integrar elementos del panafricanismo cruciales para luchar contra el racismo incrustado incluso en el seno de la misma clase obrera. Entendían, al final y al cabo, y también por experiencia propia, que el panafricanismo es una tradición histórica muy importante en la conformación de la cultura obrera de la población africana y afrodescendiente, que tenía que atenderse de forma específica para impulsar una acertada estrategia revolucionaria para los pueblos negros y que, si no se atendía esta cuestión de forma particular en el movimiento comunista, su potencial revolucionario podía orientarse hacia opciones reformistas.
Estos puntos de encuentro son expuestos e investigados de manera magistral en el libro de Hakim Adi, en donde encontramos la obra más importante sobre la temática hasta el momento publicada. Se trata de un libro muy útil como herramienta académica e intelectual, pero, sobre todo, es muy útil como herramienta política. Podrá servir tanto para quienes desde el paradigma panafricanista se planteen la necesidad de integrar de forma más contundente un análisis de clase en su práctica política, como para quienes desde el paradigma comunista quieran comprender y politizar de forma revolucionaria el problema del racismo y la experiencia histórica de los pueblos negros bajo el capitalismo. En definitiva: es una obra sumamente útil, que rescata una experiencia histórica donde dos horizontes de liberación nacidos en diferentes contextos consiguen dialogar y potenciarse mutuamente, una obra que permite orientar de forma revolucionaria la tan importante y necesaria unión de las luchas de los diferentes pueblos y grupos sociales que sufren el yugo del capitalismo.