We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Deportes
El verdadero escándalo de la Supercopa
Antes de articular cualquier pensamiento mínimamente elaborado sobre la Supercopa, quería compartir la sensación extraña que me produce escuchar de nuevo el nombre de Arabia Saudí en los grandes medios de comunicación.
Parece que por fin se habla de esa monarquía absolutista. No porque en enero bombardeara una cárcel y matara a más de 80 personas en Yemen, no porque siga utilizando el hambre como método de hacer la guerra —recordemos, un crimen de guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional— ni tampoco porque un prestigioso informe para Naciones Unidas dijera en noviembre que en Yemen han fallecido 377.000 personas y que actualmente muere un niño cada nueve minutos debido a los bombardeos, el hambre y las enfermedades.
Nada, eso no tiene importancia. Lo relevante es hablar de Arabia Saudí porque a Gerard Piqué, un futbolista que juega a ser empresario, le han pillado en sus corruptelas con Luis Rubiales, el actual presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Resulta que estos visionarios han aprendido de las andanzas de Juan Carlos, un maestro en labrar amistades con los peores sátrapas. Gracias a esas enseñanzas, aparte de dar lecciones sobre emprendimiento, son capaces de llevarse el dinero pa la saca mientras nadie los mira.
Perdonad que insista, pero es desconcertante que se hable de Arabia Saudí. Ni una palabra acerca de la gravísima situación humanitaria y ni una palabra acerca de que en la actualidad existe una oportunidad para la paz en Yemen, tal como avanzó la experta Leyla Hamad Zahonero en esta entrevista en El Salto.
Conviene hacer este ejercicio: qué pasaría si los medios de comunicación no informaran sobre los crímenes de guerra de Putin en Ucrania, ni de que se estuvieran produciendo importantes conversaciones de paz entre Putin y Zelenski con mediación de la ONU. Qué pasaría si, además, los países occidentales aparte de no mover un dedo por la paz, suministraran inmensas cantidades de armamento a Putin y prácticamente ningún medio dedicara cinco minutos a esta noticia. Qué opinaría si, por ejemplo, fuera más importante para los medios ingleses hablar más del oligarca ruso Roman Abramovich y del Chelsea que de lo que ocurre en Ucrania. Sería indignante, ¿verdad?
El servilismo de los medios causa cierto bochorno tal como se ha podido ver en el caso de la periodista Susanna Griso al comentar en directo un mensaje que le acababa de mandar Juan Carlos desmintiendo las informaciones que lo relacionaban con Piqué
Es más indignante todavía darse cuenta de que España podría tener un papel fundamental a la hora de presionar a las monarquías del Golfo Pérsico para que dejen de asesinar a la población en Yemen. España tiene muy buenas relaciones con las monarquías del Golfo, pero por desgracia durante estos años la diplomacia española ha preferido ignorar el sufrimiento de un pueblo entero. Recordemos que nuestro país no solo ha apoyado diplomáticamente la guerra, sino que además ha hecho negocio con ella, ha llegado a acuerdos de “lucha contra el terrorismo” con las mismas monarquías fundamentalistas que lo aplican o lo patrocinan. Para rematar la faena, Juan Carlos se exilia a Emiratos Árabes y los medios de comunicación apenas dicen nada de que se haya marchado a la “Pequeña Esparta” de Oriente Próximo. El servilismo de los medios causa cierto bochorno tal como se ha podido ver en el caso de la periodista Susanna Griso al comentar en directo un mensaje que le acababa de mandar Juan Carlos desmintiendo las informaciones que lo relacionaban con Piqué.
Al final, parece que Pablo Elorduy tenía bastante razón cuando comentó que “la guerra de Yemen es esa pregunta que no nos hacemos y una respuesta que permanece herméticamente sellada”. Por desgracia, la segunda década del siglo XXI nos trae nuevas preguntas que parecen seguir el mismo patrón. Es el caso de las terribles noticias que llegan de Afganistán.
Esto nos recuerda lo fácil que es caer en el vicio occidental de ser incapaz de cuestionar lo que nuestros gobiernos hacen mal. La administración Biden decidió robar el dinero de los afganos hace poco. Eso, unido a la llegada de los talibanes y a las sanciones, puede causar una de las peores hambrunas de las últimas décadas. A ese respecto, el medio Al Jazeera habla de que hay lugares en Afganistán donde la población ha tenido que vender los riñones para sobrevivir.
También, Naciones Unidas advierte de que la situación es desesperada y que se necesitan urgentemente fondos. ¿Qué hacen los gobiernos en Europa y en España? No prestar los fondos suficientes y no asumir por lo tanto nuestra responsabilidad en esta tragedia. ¿Qué hacen los grandes medios de comunicación? Hablar de Piqué y Rubiales. Es desesperante…
Pero hablemos por un momento de Piqué. Antes de entrar en las andanzas del futbolista y de su compinche Rubiales, me gustaría comentar que este artículo no parte de un odio al fútbol. Aparte de que no es así, no creo que sea ni el mejor enfoque ni la mejor estrategia. Tiene más sentido plantearlo de otra forma: “¿por qué jugar en Arabia Saudí es contradecir a Maradona?”, se podía leer en la revista de fútbol Líbero. En este texto pequeño se podía leer una advertencia: “la pelota no se mancha”. Por desgracia, Piqué y Rubiales no siguieron este consejo.
No descubro nada diciéndolo, pero creo que la crítica debe fundamentarse en dos puntos: el primero es que el fútbol profesional se ha convertido desde hace tiempo en un gigantesco negocio. En estos tiempos de capitalismo descontrolado, todos sabemos lo que significa. Es obvio que, en buena medida, el problema es estructural, lo que propicia que el fútbol profesional acabe en manos no solo de multimillonarios y oligarcas, sino también de criminales y, en última instancia, de regímenes autoritarios como el reino saudí, que busca blanquear las graves violaciones de los derechos humanos con entretenimiento y espectáculos deportivos (sobra lo de deportivo).
El segundo punto es la responsabilidad individual que han tenido Gerard Piqué y Rubiales. Lo interesante del primero es que responde a la cultura del gran emprendedor. Hace unos meses se podía ver al defensa del Barcelona en El Hormiguero idealizando la cultura emprendedora de los Estados Unidos y señalando que Amancio Ortega era “un ejemplo” porque “creó una empresa de moda hace muchísimos años y le ha ido muy bien”.
También tuvimos que soportar sus lecciones sobre la envidia que corroe a la sociedad española y que genera que “se le empieza a buscar que si los impuestos, que si no sé qué, que si no se cuánto”. El futbolista se quejó de que no se valoraba “lo bueno y todo lo que aporta [Amancio] para el país” y afirmó que esto no era un mensaje “ni de derechas ni de izquierdas”.
Es cierto que decir estupideces no tiene por qué ser de derechas o de izquierdas. Lo curioso de todo esto es que los grandes empresarios terminan convirtiéndose —gracias a la acción de una mano invisible— en grandes sanguijuelas que dependen de lo público para prosperar. En el caso de Piqué es todavía más grave si tenemos en cuenta que ese dinero viene de una monarquía asesina que no solo ha destrozado Yemen durante los últimos siete años, sino que es uno de los regímenes más brutales que existen en el mundo.
Siendo justos con Piqué, habría que hablar de sus otros proyectos de emprendimiento. Uno importante tiene que ver con un deporte que, a diferencia del fútbol, practico y sigo con interés: el tenis. No hace falta comentar que también es un gran negocio y un deporte caracterizado por el corporativismo, tal como recordaba insistentemente el excelso escritor David Foster Wallace en su clásico El tenis como experiencia religiosa.
Comento esto porque Piqué tuvo el dudoso honor de cargarse una tradición tan bella como la Copa Davis. No es algo que solamente opine yo y cuatro frikis amantes del tenis clásico, sino que es por ejemplo la opinión del ex número uno del mundo, Leyton Hewitt, que reconoció sentirse “muy decepcionado” con la competición de Piqué y aseguró que “esta no es la Copa Davis”. Conviene destacar sus palabras porque no dejan en muy buen lugar al Piqué empresario: “Hace cuatro años que no nos piden opinión. Esto está liderado por un jugador de fútbol y su empresa. Es algo totalmente distinto a lo que se ha visto en el tenis para un torneo así de grande. La ITF no ha venido y me ha preguntado mi opinión, ni a mí ni a ningún australiano, que ha tenido la mayor de las tradiciones aquí, junto a otros dos o tres países más durante más de 100 años. Esto ha cambiado a peor. Hemos perdido algo especial”.
De todas formas, no solo es destrozar una tradición entera, sino también haber convertido la Copa Davis en un sitio idílico para explotar a los trabajadores. La estudiante de periodismo Raquel Ares resumió lo que había sido trabajar en este nuevo proyecto empresarial del futbolista del Barça: “De una cita deportiva que podría haber sido una gran oportunidad y una experiencia positiva solo nos queda el recuerdo de unas condiciones de trabajo deplorables. Todos allí coincidimos en que, para este tipo de eventos, lo ideal sería invertir desde el primer momento en unas condiciones de empleo dignas que no convirtiesen una ilusión en una tortura”.
Con la Supercopa ocurrió algo parecido. Pasó a la historia el formato de partido único y el futbolista olió dinero fresco en la nueva Final Four. Gracias a sus tejemanejes con su compinche Rubiales, desvelados por El Confidencial, consiguió una comisión de 24 millones de euros de la dictadura asesina de Arabia Saudí. Ahí está la clave de todo. Sin dinero público a estos empresarios de mentira se les hunde el chiringuito.
Resulta enternecedor escuchar a Rubiales llamar cariñosamente a Piqué “Geri” [de Gerard] y reconozco que Geri tiene madera de emprendedor español. Como bien se ha podido leer estos días, el pelotazo de Piqué dependía de dar “palos” a Arabia Saudí
Reconozco que esta historia tiene su gracia. Resulta enternecedor escuchar a Rubiales llamar cariñosamente a Piqué “Geri” [de Gerard] y reconozco que Geri tiene madera de emprendedor español. Como bien se ha podido leer estos días, el pelotazo de Piqué dependía de dar “palos” a Arabia Saudí. Ahí se puede ver el nivel ético de nuestras élites.
Resulta interesante pensar que en agosto de 2019 hasta el propio Rubiales tenía dudas sobre este chanchullo. Según El Confidencial, Rubiales “temía la reacción de la sociedad española cuando se supiera que había decidido llevarse la competición a un país en el que rige la ley islámica, existe la pena de muerte y las mujeres son relegadas al ostracismo”. Sin embargo, Geri está hecho de otra pasta. A los grandes emprendedores se la suda lo que opine la gente. Geri le diría a Rubiales que recapacitara: “Rubi, entiendo perfectamente tu postura, pero piénsalo por un momento […] hostia, dale una vuelta”.
Podría parecer que Rubi tenía más principios que Geri, pero quizá sea una conclusión precipitada. Hay una serie de perlas que cuestionan esta primera interpretación. En primer lugar, Rubiales defendió en noviembre de 2019 que la Supercopa jugada en Arabia Saudí se trataba de la “Supercopa de la igualdad”. Apenas había pasado un año desde que el reino saudí descuartizara a Jamal Khashoggi, pero Rubi se atrevía a hablar de igualdad. Insisto, igualdad.
Igualmente, el Presidente de la Real Federación Española de Fútbol justificó la decisión de ir a Arabia Saudí por la “obligación moral por nuestra parte de ir allí a ayudar”. Esto lo sostendría hasta hace poco. En enero de 2022, Rubi tuvo la poca vergüenza de decir que “a nivel ético, lo que estamos haciendo aquí es ayudar mucho al desarrollo de la mujer en el fútbol”.
En el acuerdo con Arabia Saudí, la Real Federación España de Fútbol “introdujo dos cláusulas” con el objetivo de obligar a que pagara a la empresa de Piqué
Hay que reconocer que sin la ayuda de Rubiales, Piqué no habría recibido sus millones. En el acuerdo con Arabia Saudí, la Real Federación España de Fútbol “introdujo dos cláusulas” con el objetivo de obligar a que pagara a la empresa de Piqué. El problema para Geri es que a finales de 2019 todavía el reino saudí no le había pagado y tenía serias sospechas de que los saudíes no les iban a pagar.
Esto condujo a que Piqué se pusiera nervioso y pidiera ayuda a Rubiales: “Nos tienen que pagar a todos. Si no, no se va”. Tal como señala El Confidencial, Rubiales haría “caso a Piqué y se movió para que los saudíes pagaran”.
Tampoco descubro nada diciendo que, al final, estos favorcitos entre millonarios y altos cargos son el pan de cada día. Hay un ejemplo interesante entre Isabel Díaz Ayuso y Piqué. Es muy curioso también que la presidenta de la Comunidad de Madrid recurriera a la ayuda de Geri para comprar mascarillas. La versión oficial es que el futbolista le echó una mano sin recibir compensación económica. Esto puede ser cierto o no serlo. De lo que parece no haber duda es que la Comunidad de Madrid transfirió 5,4 millones de euros a la empresa de Piqué para la celebración de la Copa Davis. De nuevo, estos millonarios golosos son incapaces de sobrevivir sin la ayuda del Estado.
En Madrid esto se llama liberalismo económico, aunque en mi pueblo se denomina puro clientelismo. Casualmente, en la nueva Copa Davis de Piqué se colgó una pancarta gigante donde se podía leer que “en Madrid somos de derecha y de revés”. Otra casualidad de la vida se vio cuando Piqué no quiso contestar a Ibai Llanos cuando este le preguntó si votaría a Ayuso: “Lo de votar creo que es algo que queda para uno mismo, es algo privado. Pero yo con Ayuso la relación que he tenido siempre ha sido buena”.
Conviene detenerse en esto y reflexionar sobre las relaciones entre Geri y Ayuso. Especialmente porque el primero es catalán y la segunda ha hecho carrera representando a la derecha más nacionalista y reaccionaria, precisamente el principal motivo que explica la brutal represión al independentismo en Cataluña.
Esta falta de ética del futbolista se queda en nada si se analiza por un momento lo que significa forrarte (todavía más de lo que estás) gracias al dinero sucio de una monarquía fundamentalista. Geri y Rubi no lo saben, pero acaban de destrozar el mito del gran emprendedor. Me alegro.