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Deportes
Deporte adaptado: la dificultad de llegar al cielo sin alas
Los exigentes requisitos para recibir ayudas públicas obligan a quienes practican deportes adaptados a autofinanciarse o buscar apoyo en empresas privadas para cubrir los altos costes de su actividad.
La importancia de no detenerse. Detrás del deporte adaptado conviven experiencias que versan sobre promesas cumplidas, historias de superación y un lado gris que deteriora lo anterior. Los profesionales entrevistados para este reportaje, entre los que se incluyen desde deportistas amateur hasta campeones del mundo o medallistas paralímpicos, coinciden en lo difícil de iniciarse en una modalidad en la que es necesario ser top mundial para recibir becas públicas.
A su juicio, se trata de “la pescadilla que se muerde la cola”, la paradoja de alcanzar unos Juegos Paralímpicos o posicionarse en grandes competiciones con sus propios fondos o con pequeñas aportaciones de empresas privadas. Además, los altos costes de las prótesis o del material adaptado complican todavía más esta aventura, que llega a ser vista como un bien de lujo. Un privilegio que la Seguridad Social no cubre al considerarlo ocio, pero que para muchos de ellos ha funcionado como terapia o apoyo psicológico.
Algunos abandonaron su carrera por las injusticias deportivas que han sufrido en unas competiciones que, lamentan, “deberían estar presididas por el buen ambiente y apoyo entre compañeros”, no por “las triquiñuelas y criterios incoherentes”. Asimismo, denuncian la necesidad de una mejor coordinación entre la federación nacional y las autonómicas para regular los programas de subvenciones. En términos de perspectiva de género, las deportistas entrevistadas concretan que su repercusión mediática es todavía menor que la de los hombres, a pesar de que la posición del deporte adaptado, en general, “se encuentre relegada al último eslabón”.
INICIO SIN FONDOS
Para Vicky Vilariño, jugadora de baloncesto en silla de ruedas, “las condiciones en todos los deportes adaptados, tanto individuales como grupales, son muy injustas”. Desde su punto de vista, debe producirse un cambio en los criterios de las becas. “Tenemos el mismo mérito que otro deportista que pueda mover las piernas, se nos exige el mismo compromiso, disciplina y talento. No es normal que los requisitos que deben cumplir para la obtención de ayudas sean mucho más asequibles”, asevera.
Vilariño forma parte de las convocatorias de la selección española desde 2003. Esta temporada fue reconocida como deportista de alto rendimiento tras 17 años en el combinado nacional. Ella, junto a sus compañeras, logró hitos históricos como la clasificación para el Mundial de 2018, en el que alcanzaron un sorprendente séptimo puesto, y el pase para los Juegos Paralímpicos de Tokio. Gracias a ello, comenta, han conseguido que el deporte adaptado femenino tenga una mayor repercusión en los medios, a pesar de que siga “por detrás del masculino y a años luz de deportes ‘normales’, por no hablar de fútbol o la NBA”.
“En baloncesto adaptado es el club quien pone el material y cubre los gastos, pero si te quieres profesionalizar no es suficiente”, explica Vicky Vilariño, jugadora de baloncesto en silla de ruedas
“Yo nunca he disfrutado una beca deportiva, ahora con el título de deportista de élite podría optar a alguna ayuda de la comunidad. En baloncesto adaptado es el club quien pone el material y cubre los gastos, pero si te quieres profesionalizar no es suficiente, son elementos muy básicos. Necesitas una silla mejor, más ligera y con mayor movilidad. Te lo tienes que pagar tú”, añade Vicky Vilariño.
Nati Saiz, exjugadora de baloncesto adaptado que también llegó a la selección, coincide en que es “muy complicado rendir y llegar a puestos importantes si no dispones del dinero para pagar una silla mejor o, en otros casos, una prótesis. El material que te ofrecen los clubes es el básico para competir, ellos tampoco pueden ofrecer mucho más, ya hacen bastante”, concluye.
En el año 2004, desde la Asociación de Deportes Olímpicos se crea el programa ADOP, un plan que da apoyo a los deportistas con discapacidad en su preparación para los Juegos Olímpicos. Según Chano Rodríguez, nadador adaptado ganador de 16 medallas en los Juegos Paralímpicos, desde que completó sus primeros largos en 1995 la situación ha mejorado. Aun así, explica que estas ayudas se adjudican en función de los resultados y que “tienen requisitos muy estrictos”.
Chano asegura que lo complicado es iniciarse sin apoyos, aunque reflexiona que eso también les sucede a otros deportistas. Pero los costes de las prótesis, sillas de ruedas o material necesario para practicar estas modalidades son altamente superiores a los de los deportistas ‘normales’. “Por parte de la Xunta hay cierto apoyo cuando ya empiezas a situarte a cierto nivel, te lo proporciona la FGDA. La otra solución es buscar sponsors o financiación privada”, continúa. “En mi caso particular, nunca he tenido apoyo privado, no sé si es por motivo de mi pasado, pero no es algo que me preocupe. Mi trayectoria no se ha basado en el dinero, lo he hecho por el deporte y como expresión de mi vida y mi forma de entenderla”.
Este nadador, afincado en Vigo, asegura que siempre se ha tenido “que buscar las castañas” y que muchas veces se le acercan jóvenes con su misma discapacidad para preguntarle con quién pueden contactar para iniciarse, ante lo que responde que “deben entrenar, ser muy buenos y buscarse la vida”.
INJUSTICIAS DEPORTIVAS
Mikel Garmendia fue el primer amputado tibial en completar un triatlón en España. Lo que comenzó como una exigente promesa a su padre acabó con un campeonato de España, otro de Europa en modalidad de duatlón y otro del Mundo de triatlón de larga distancia. En su caso, el deporte fue crucial para retomar la confianza en sí mismo y volverse a querer, recuerda. Aun así, en 2012 abandonó su carrera al considerar que se cumplían “unas injusticias terribles”.
“Fuimos los primeros en competir en España, éramos muy pocos. De repente, en la línea de salida empezaron a participar en mi categoría deportistas con lesiones que no se podían comparar a la nuestra. Tenían sus dos piernas y sus dos tobillos. Yo perdía mucho tiempo en cada intercambio de prótesis”, explica Garmendia.
“Los atletas adaptados profesionales han desaparecido, y solo quedan los de lesiones leves, que son los que acaban aspirando a los podios y las ayudas”, afirma Mikel Garmendia
En cada carrera, Mikel debía emplear tres prótesis, todas ellas pagadas de su bolsillo. “Imagina el dinero que he invertido en poder competir, para que después me aparezcan en línea de meta deportistas con lesiones que les limitan mucho menos que la mía”. Asegura, además, que estos criterios se siguen manteniendo porque a la federación le interesa, lo que a su parecer se refleja en que “todos los atletas adaptados profesionales han desaparecido, y solo quedan los de lesiones leves, que son los que acaban aspirando a los podios y las ayudas”.
Por su parte, tras participar en diferentes competiciones internacionales desde 2010, Urko Egea, pionero del snowboard adaptado en España, cuenta que contactó con el Comité Paralímpico Internacional para acudir al Centro de Deportes de Invierno Adaptados del Vall d’Aran, donde se entrenaba el equipo nacional de esquí adaptado. “Mis recuerdos no son positivos. Me tuvieron un año allí sin hacer nada, me dejaban tirarme detrás de los de esquí y poco más. No me pusieron ni entrenador específico, las competiciones me las seguía pagando yo junto a las ayudas de mi sponsor”.
Urko explica que el coordinador del centro, también seleccionador nacional, recibe financiación tanto de la Federación Española como de empresas privadas. En las ocasiones en las que le han pedido transparencia en las cuentas, continúa Egea, “se negó, al entender que como la mayor parte de los fondos provenía de empresas privadas no tenía por qué mostrarlo”. “Creo que ingresaba grandes cantidades e invertía poco en nosotros, no quería que el deporte prosperara, es una triquiñuela más de las que se mueven en el entorno del deporte. A día de hoy, hasta donde sé, sigue sucediendo lo mismo, aunque ahora sí que hay un entrenador para snow”, explica.
LABOR SOCIAL
Lejos de quedarse con las malas experiencias o manchas que se encontraron a lo largo de su trayectoria, estos deportistas dan prioridad a los aspectos positivos, a los retos superados y a los valores adquiridos. Concuerdan en que gracias al deporte han podido analizar su situación desde una nueva perspectiva, lo que les ha servido como impulso y para crecer como personas. Algunos de ellos, como es el caso de Aitor Puertas, exsnowboarder que participó en los Juegos de Sochi (2014), acude a colegios para concienciar a los más jóvenes de que hay mucha vida detrás de una discapacidad.
“En los últimos años he estado dando charlas en colegios para explicar mi historia. El deporte como terapia. Tengo un par de rodillas de snow que no creo que vuelva a usar y me encantaría ayudar a iniciarse a gente que no se lo puede costear. Hablo de enseñarles a dominarlas y que puedan probar esa experiencia, ojalá a mi me hubiera sucedido lo mismo”, expone Aitor.
Por su parte, Chano Rodríguez también es un habitual de colegios o institutos para explicar su forma de entender la vida, la importancia que tiene para él moverse, afrontar las dificultades y no quedarse parado. “El deporte me ha dado la posibilidad de enseñarle a los más jóvenes que estar en una silla de ruedas no es para estar encerrados. Podemos hacer una vida similar al resto, el único inconveniente, como siempre les digo, es subir y bajar escaleras”, concluye.