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Culturas
A cuántos pasos para la cultura social
En las últimas dos décadas se ha multiplicado la investigación sobre la relación de la cultura con la salud y el bienestar: se cuentan más de 3.000 estudios recopilados en un análisis publicado por la Oficina para la Región Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el que se hace un llamamiento sin precedentes a los gobiernos europeos para incluir las artes en sus políticas sanitarias, impulsando la colaboración intersectorial, y subrayando no solo la promoción y prevención de la salud desde la disciplina cultural, sino para la gestión y tratamiento de la enfermedad.
Países como Reino Unido ya cuentan con un evidente calado institucional, el llamado ‘art in health’, otros como España caminan a su debida velocidad por esta misma senda, con puntos de inflexión como la declaración institucional, en septiembre del año pasado, del Senado al Gobierno de España para considerar la cultura como un bien esencial. “Debemos incluir el arte y cultura en el marco de la atención sanitaria ya que la música, el arte y las actividades culturales producen grandes beneficios para nuestro cuerpo y nuestras emociones”, reza el texto original.
Hoy ya existen proyectos de referencia en el escenario nacional que no solo saben de estos beneficios, sino que su práctica diaria los hace patentes. Es el caso de Fundación Cultura en Vena, creada en 2019 por Juan Alberto García de Cubas, cofundador y Director General de la asociación Música en Vena durante casi una década. “En todos estos años impulsando la música en directo en el ámbito sanitario, tomo conciencia de la importancia de la cultura en la salud y en el bienestar de las personas, así como de la necesidad de influir en las políticas sanitarias y culturales. También vimos la oportunidad de crear un sector de actividad profesional, artístico y económico alrededor de este paradigma y la necesidad de investigación clínica sobre estas prácticas”, explica.
“Si se cultivan las relaciones entre el ámbito sanitario y el artístico-cultural la que sale ganando es la salud pública”, dice Felipe G. Gil, de Zemos98
El proyecto Concomitentes, que aterriza en 2013 como versión española de Nouveaux Commanditaires, apuesta por una producción de arte contemporáneo que responde a necesidades sociales. El mediador de uno de los cuatro proyectos actuales, Felipe G. Gil, de Zemos98, y un grupo de enfermeros de la UCI Pediátrica del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria de Tenerife trabajan para responder, a través de un producto cultural, a las carencias emocionales generadas durante la hospitalización. “Si se cultivan esas relaciones entre el ámbito sanitario y el artístico-cultural la que sale ganando es la salud pública. Una noción que trasciende a lo que sucede en un hospital, y dónde la cultura y el arte tienen algo que decir, ya que la gente que trabaja en este ámbito se pronuncia sobre las cuestiones de cómo hacer la vida más vivible, cómo mejorar la manera en que habitamos las ciudades o cómo mejorar la convivencia o la empatía”, señala el mediador de Concomitentes.
Por su parte, Música para Despertar, creado en 2013 por Pepe Olmedo, trata a través de ‘la banda sonora de una vida’ enfermedades ligadas a la demencia: “Empezamos a ver cómo personas con un alzhéimer muy avanzado, con los que era imposible comunicarnos a nivel verbal, abrían ciertos canales de respuesta a través de la música. Así es que pensamos: esto es algo que tienen que saber más personas”. Aparte del trabajo desarrollado en las residencias, se ha potenciado la formación de profesionales, familiares o voluntarios en el uso de estas terapias, además de activar una intensa labor de concienciación con vídeos que han conseguido un gran impacto en redes sociales.
El camino no ha sido fácil, como explican desde Cultura en Vena: “Cuando empecé, no existía en absoluto la sensibilidad que ahora empieza a aflorar. Aunque había literatura científica y casos de éxito en otros países, la reacción de los gerentes de hospitales era aún de extrañeza y cierto escepticismo. Había que hacer grandes esfuerzos y gestiones para tener la autorización para llevar música en directo, fueron años de preparar el terreno y abrir camino. Ahora existe un conocimiento en las instituciones sanitarias de que esto es no sólo admisible, sino recomendable, aunque queda mucho por hacer”.
Por su parte, Pepe Olmedo puntualiza que si bien la musicoterapia es una disciplina que se lleva trabajando muchos años, el cambio real ha venido con la profesionalización y proliferación de este tipo de iniciativas en países como Francia, Italia, Estados Unidos con Music and Memory, o Latinoamérica.
Una redefinición del concepto de cultura
La misma historia de la medicina ya muestra un concepto de sanación que reunía la fisiología con lo emocional, no siendo hasta los siglos XVIII y XIX cuando se impone un modelo centrado en lo anatómico. Con la teoría psicoanalítica de Freud se muestra que la mente puede ser causa de enfermedad, y en los años 80 se marca un modelo biopsicosocial que trabaja sobre un concepto de salud no meramente física, sino conectada con el estado psíquico, hábitos o entorno social. En este cambio entra la cultura. “Hace falta introducir una cierta pedagogía institucional para no ver el arte y la cultura como un mero escaparate que genera entretenimiento y ocio que, es importante, el arte también tiene derecho a que sea una mera distracción, pero hace falta más apoyo en cuanto a legitimidad, a lo económico e importancia que se le otorga cuando va de la mano con lo social”, explica Felipe G. Gil.
“Lo que nos ofrece la cultura, un acervo casi inabarcable sobre lo humano y lo divino, completa muchas lagunas que puede dejar una medicina demasiado centrada en las tecnologías y la medicación”, sostienen desde Cultura en Vena
“Lo que nos ofrece la cultura, un acervo casi inabarcable sobre lo humano y lo divino, completa muchas lagunas que puede dejar una medicina demasiado centrada en las tecnologías y la medicación farmacológica. Hemos invertido muchísimos recursos y energía en un plato de la balanza: en estos avances, que salvan vidas. Pero la asistencia sanitaria está incompleta si el otro plato permanece vacío, es necesario un soporte complementario que nutra esas carencias, y las artes pueden constituir un bisturí emocional excelente para completarlas”, concluye García de Cubas.
Humanización del entorno hospitalario
Cuando se ve cómo un bebé prematuro con dificultades en la lactancia se alimenta por primera vez mientras una cantante le susurra un bolero; una niña en estado catatónico reaccionando al escuchar un pandero; a un enfermo de alzhéimer emocionándose con El Lago de los Cisnes; o ves instalado un piano vertical en una UCI de traumatología, la evidencia se impone como una realidad y la cultura encuentra su espacio. En palabras del fundador de Música para Despertar: “La ciencia ha demostrado, con respecto al alzhéimer, que se borran mucho antes cosas tan importantes como el nombre de tu hijo que las canciones que marcaron tu vida, las áreas cerebrales que se encargan de la memoria musical están menos atrofiadas, incluso en fases muy avanzadas de la enfermedad”.
Hoy, en un escenario prácticamente sostenido desde la filantropía privada, se hace un llamamiento a colaborar en red entre estas organizaciones que trabajan por un objetivo común: subrayar el papel de la cultura en el bienestar de las personas. Desde Cultura en Vena lo tienen claro: “Poco a poco hay que articular y definir una necesidad sociosanitaria real que lleve a las instituciones a crear los marcos legislativos necesarios para que las prácticas artísticas se integren en los protocolos sanitarios como una realidad justificada, estable y duradera”. Para Concomitentes, el mensaje se une al contexto sanitario: “Lo que ha pasado con la pandemia nos pone frente a muchísimos problemas, defender la idea de la salud como un bien común, como algo que hay que cuidar, no solo desde las instituciones sanitarias sino también social y culturalmente, es lo que nos abre la puerta a que esto pueda suceder”.
Sin saber si hablamos de un rescate de prácticas del pasado, de la reformulación del presente o de la proyección del futuro, viene bien recuperar las palabras de Jean Monnet, uno de los fundadores de la Unión Europea: “Si tuviera que empezar otra vez, empezaría por la cultura”.