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Criptomonedas
Es el mercado del arte digital, amigo
69.4 millones de dólares. A la una, a las dos... Y a las tres. ¡Adjudicado! Un archivo JPEG en forma de collage, que no existe de forma física, se vendió el 11 de marzo de 2021 por esa astronómica cantidad. Su creador es el artista digital Mike Winkelmann, más conocido como Beeple, que ha desarrollado su carrera experimentando con la tecnología, haciéndose ahora con el mercado digital. Por el cuadro Mujer con los brazos cruzados, de Picasso, bien enmarcado, palpable, tangible, se pagaron 55 millones de dólares en el año 2000.
El primer tuit publicado en Twitter se lo llevó, virtualmente, en marzo de 2021, quien en la puja llegó a los 2,9 millones de dólares. ¡Adjudicado! Y el gif del gato cósmico con cuerpo de tostada y su arcoíris, Nyan Cat, con sus miles de bits, alcanzó los 600.000 dólares. ¡Adjudicado! El arte ha empezado a mutar gracias o por culpa del mercado. Los agentes culturales han de adaptarse y algunos apuestan por una evolución crítica, ética y humanizadora.
Todas estas expresiones tecnológicas, ya sean tuits o bits, entendidas como artísticas, están llegando a los mercados a través del formato Token No Fungible (NFT, por sus siglas en inglés). ¿Eh? Un token es un activo digital dentro de un ecosistema determinado. Su fungibilidad determina la libertad de intercambio. Reduciéndolo a lo absurdo, token significa ficha. La ficha en sí no vale nada, su precio lo determina qué representa tenerla. Un euro tampoco vale, los billetes pueden quemarse. En cambio, aceptamos que podamos pagar con ello. Fungible es un adjetivo que hace alusión a lo que se consume con el uso. Un NFT, por tanto, es una unidad de valor no intercambiable que garantiza que una URL —identificador de dirección de recursos de Internet— es única, de un autor. Un valor digital, claro, que se registra en base al blockchain.
Volviendo a la reducción a lo absurdo y no de forma exacta, blockchain es al NFT como el Banco Central Europeo (BCE) es al euro. Para explicar esto mismo, el abogado Joel Fernández dice que tener una ficha de un ropero te da derecho a recibir el abrigo. Esa autoría registrada a través del NFT puede conllevar, por tanto, que el artista digital tenga una fuente de ingresos. Puedes vender el abrigo o puedes vender la ficha para que alguien se lleve tu abrigo. Como en todos los mercados fundados en la autorregulación, la especulación es parte del juego. ¿Vale menos el abrigo que la ficha porque evitas intermediarios? ¿Hace frío fuera? ¿Te devuelven la prenda arrugada?
Criptomonedas
criptomonedas NFT, ¿ángel o demonio en el mundo del arte digital?
Elgato500euros es un artista zaragozano que reside en Bilbao y estudia Bellas Artes en la UPV/EHU. Decidió sacar a la venta, en formato NFT, una serie de dibujos versionando a los pioneros CriptoPunks, una serie artística de avatares o muñecos simples que ha alcanzado los 7,5 millones de euros en los mercados digitales a pesar de que nacieron en 8 bits y de forma gratuita. El artista, que vive entre Huesca y Euskadi, decidió ponerlos a la venta por 0 de valor de la criptomoneda Ethereum, que es la plataforma de acceso abierto a dinero digital a través del blockchain o tecnología de cadena de bloques. ¿Eh? El blockchain es una base de datos cifrada y segura para las transacciones que además garantiza la veracidad de las operaciones. Como se ha explicado antes, una especie de órgano regulador. A pesar de las características similares, sin ir más lejos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) es muy crítico con los valores cripto: “Los criptoactivos emitidos de forma privada, como el bitcoin, vienen acompañados de riesgos importantes. Equipararlos a una moneda nacional es un atajo nada aconsejable”, señalan desde el propio FMI. El mismo mensaje lanza el BCE.
El artista zaragozano no tiene por objeto hacerse millonario, al menos aún. “Di el paso porque me considero un artista multidisciplinar y era un palo que quería tocar. Me informé y me animé a ello. Sentí curiosidad y creo que es parte del futuro del arte digital, aunque hay mucho que pulir”, observa Elgato500euros, que ve en el arte digital una futura fuente de ingresos.
Arte y tecnología
La tecnología y el arte han funcionado juntos desde hace decenas de años. Sirven a los artistas dependiendo del nivel de innovación del momento. A partir de cierto punto, el desarrollo ha ido tan rápido que ni los propios museos ni agentes culturales han podido asimilarlo de forma correcta. “Debemos ser críticos con la tecnología. Ser conscientes de hasta qué punto mejora lo que ya tenemos”, señala Jon Astorquiza, artista y CEO de ElektrART, un estudio bilbaíno que trabaja en la hibridación del arte y la tecnología.ElektrART ha trabajado sobre el patrimonio industrial de Bilbao, como en su obra Carolaren Arima (El alma de La Carola). Luces y sonidos sobre la gran grúa roja que se yergue en la orilla de la Ría, junto al Museo Marítimo. Desde el estudio también trabajan en instalaciones artísticas inmersivas, como su creación visual y musical de 600 m2 en el aniversario del BEC. Astorquiza es muy crítico con el criptoarte, pero admite que es un formato que “ha llegado para quedarse” y hace hincapié en los elementos positivos que trae consigo: “Más allá de la autentificación, facilita la trazabilidad por el océano oscuro de la red. Además, el artista puede obtener un beneficio económico inmediato de forma transparente. La tecnología en sí misma es una maravilla”. Sin embargo, parece que lo que falla es su uso.
“Se venía hablando de la burbuja desde hace meses y ya ha explotado. Se avisó: el mercado debe regularse. Ahora que China dice que no va a admitir transacciones a través de blockchain, todo ha caído”, señala el CEO de ElektrART. “Partiendo del equilibrio entre el arte y la tecnología, lo analógico y lo digital, nosotros trabajamos en la humanización de la tecnología a través de la creación artística”, concluye.
“Debemos ser críticos con la tecnología. Ser conscientes de hasta qué punto mejora lo que ya tenemos”, señala Jon Astorquiza, artista y CEO de ElektrART
SEACID es uno de los últimos trabajos de ElektrART. Se trata de una obra de arte audiovisual y digital realizada “bajo la captura, análisis e interpretación de datos” de la agencia científica NOOA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica). En estos datos se estudian las alteraciones de temperatura de los océanos en los últimos 140 años. ElektrART quiere denunciar desde el arte digital el incremento alarmante de la temperatura de los mares. La pieza hace referencia, concretamente, a la acidificación de los océanos, que provoca la incapacidad de ciertas especies marinas para desarrollar su exoesqueleto y, por lo tanto, como dice Astorquiza, “su más que segura desaparición”. Esta obra se expuso en junio en el Festival Ecozine de Zaragoza. El arte digital puede ser revolucionario desde muchas esquinas.
Ética en el criptoarte
Marisol Salanova es crítica, gestora y comisaria cultural. Recientemente ha comisariado una exposición virtual de NFT. El resultado, según Salanova, ha sido positivo: “Con la convocatoria buscaba dar visibilidad al trabajo de artistas que por el parón global a causa de la pandemia no había tenido salida, a la vez que tantear qué tipo de creaciones se están planteando para NFT ahora mismo”. La comisaria de exposición, que se presentaba con la ponencia ¿Criptoarte ético? Impulsando la transformación social desde la digital, propone tres factores para cumplir con los criterios morales: “Que el enfoque conceptual aporte a la sociedad, que la plataforma empleada para tokenizar sea sostenible y que el artista se encuentre en el proceso con el menor número de intermediarios posibles”.
“Las buenas prácticas en el criptoarte sí son posibles, en detrimento del deseo capitalista neoliberal”, apunta de forma crítica Marisol Salanova
Tanto la convocatoria como la exposición final tuvieron lugar en el espacio de expresión contemporánea y digital Arteinformado. Carlos Guerrero, director de la publicación, apunta que ha sido una de las convocatorias que más éxito ha logrado en su web. Su objetivo, dice, es contar con “expertos sobre los distintos segmentos del mercado y también identificar a los artistas que se posicionan en ellos”. Entre los temas más comentados y leídos, el arte digital.
Para evitar que la venta del denominado criptoarte pase a la historia como una simple estafa piramidal, la comisaria de arte Marisol Salanova propone eliminar intermediarios. Además, como profesional de la cultura, Salanova entiende como “crucial” el uso que se vaya a dar a la tecnología. “Las buenas prácticas sí son posibles, en detrimento del deseo capitalista neoliberal”, apunta, muy reflexiva, la crítica.
La selva del mercado
Sólo quería comprar y vender. Empezó a comprar obras asombrado por el mercado de arte digital de NFT. Esperaba a la revalorización para vender y obtener ciertos beneficios. Este inversor, que prefiere mantener el anonimato, explica el estallido de la burbuja: “Todo iba bien y de repente, los valores empezaron a estancarse. Algunos artistas empezaron a sacar demasiadas series de criptoarte. Compré uno por valor de 2.000 dólares con la esperanza de que subiera de precio y no lo hizo. La gente empezó a vender a menos de la mitad del precio de compra y eso afectó al mercado”.
“No sé hasta qué punto el criptoarte es rentable o una locura. Es especulación pura”, admite un inversor desde el anonimato
Este pequeño inversor en arte digital aún posee ese token no fungible por valor de 2.000 dólares sin revalorizar. “No sé hasta qué punto es rentable o una locura. Es especulación pura”, admite. Lo corrobora otro inversor, también desde el su anonimato: “La especulación ha sido brutal desde el principio. En muy poco tiempo se duplica el valor. Compré una obra por 700 dólares, me fui a dormir y a la mañana siguiente se había vendido por 1.400. Eso da ganas de invertir más”. Este segundo inversor siempre ha estado interesado en la escultura o las láminas como forma de expresión artística. Aunque lo que realmente le mueve es el valor futuro, la rentabilidad que pueda obtener. “Al principio pensé que era una tomadura de pelo”, dice respecto a sus inicios en los mercados de NFT. “Eso sí, puse un criterio: solo compro a artistas que me gustan. De ese modo, si no consigo sacar beneficio, puedo quedarme con una obra que aprecio y disfruto”, añade.
Mirada legal
Joel Fernández es el ganador de la séptima edición de los Premios a la Excelencia Cátedra Mutualidad de la Abogacía de Bilbao por su trabajo sobre el impacto de la tecnología de cadena de bloques en el derecho y la abogacía. “Aunque el uso principal del blockchain, por el que se hizo tan famoso, es como soporte de monedas virtuales, puede representar otro tipo de activos, incluso una obra de arte”, dice Fernández. Para explicar los derechos de propiedad de un activo digital, el abogado vuelve al símil con el que empezó su estudio: “Quien tenga ese NFT tiene un derecho sobre esa obra igual que quien tiene la ficha del ropero tiene derecho a recibir un abrigo”.
Pese a todo, los problemas en el marco legal se agravan y amontonan. “Tener un NFT no implica que la obra artística sea legalmente de tu propiedad. Volviendo al ejemplo de la ficha del ropero, si vas con ella al guardarropas te darán el abrigo sin saber si es tuyo o no”, sigue Fernández. Las dificultades actuales también se enzarzan con los intercambios de diferentes criptodivisas, la volatilidad del arte y su brusco cambio de valor.
“Quien tenga ese NFT tiene un derecho sobre esa obra igual que quien tiene la ficha del ropero tiene derecho a recibir un abrigo”, ilustra el abogado Joel Fernández para explicar el mercado del arte digital
Según este abogado, “todo queda en manos” de la Unión Europea, que está desarrollando una normativa con el fin de establecer un marco sobre los criptoactivos (entre los que en principio se encuentran los NFT) para permitir la innovación de manera que preserve la estabilidad financiera y proteja a los inversores. Un paquete de medidas que nos llevarán, parece, hasta 2025. “Mientras tanto, casi todo es expectativa e inseguridad jurídica”, zanja Fernández.
Las incertidumbres, por tanto, parecen apoderarse de un lugar al que aún no todos han llegado. “No creo que los NFT sean algo pasajero, han llegado para quedarse, como una opción más”, asegura Marisol Salanova, que añade y pone el punto final: “Ahora los profesionales de la cultura tenemos una gran labor didáctica por delante”.