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Comunicación
La pandemia me hizo digital
¿Cómo podemos retomar lo que habíamos dejado pendiente a principios del 2020?
Empiezo lanzando esa pregunta al aire, imagina que la pregunta se hace en un descampado y a voz de pulmón, gritando como si quisieras que los dioses te escucharan, los dioses prepandémicos que nos han abandonado. Es un grito de disconformismo, es un grito casi con lamento e ira, un grito que evoca a la ofensa de la ruptura del rumbo social que se estaba construyendo (...), ¿se estaba? Bueno, no nos distraigamos, imagina el grito a toda pastilla, ahí, ese que deja sordo a los que lo escuchan, es la guerra declarada en una frase: ¡¿Cómo podemos retomar lo que habíamos dejado pendiente a principios del 2020?!
Y aquí estamos, más digitales que nunca y con ganas de volver a lo que fue y que no éramos capaces de valorar, ¿quién iba a pensar que por poco se va a la mierda la humanidad?, nadie. No podíamos ni imaginar lo que hemos vivido: clausura, limitaciones, restricciones, el poder judicial mostrando su fuerza, los negocios cayendo y las grandes empresas forrándose; el sistema cogiendo las riendas y enseñándote que sí, que estás dentro aunque creas que no. ¡Ey tú, underground, sí, te estoy hablando a ti! Porque te guste o no, habitamos dentro de una época que hará historia como la debacle cultural, no lo olvides, es el momento de capa caída que el arte llora y, sabes una cosa, parece que al mundo se la pela pensar en ello porque siempre hay cosas más importantes que el arte. El arte… ay, amiga, date cuenta.
El arte, a veces lejos, allá donde el mar afila su herramienta.
Hablemos de ello: lo que el mundo de las multinacionales considera arte es otra cosa a lo que los ciudadanos de pie consideramos arte, digamos que donde ellos ven capital y beneficios, nosotres les observantes, vemos disfrute…, pero… ¿Y el autor? ¿Ese rezagado dónde se queda?, ¿dónde dejamos al creador en la ecuación y la logística del arte? Qué cositas, verdad. El autor, esa ternurita que a veces se nos olvida como el engranaje maestro de la terminología del arte. Culus quinetum orbe. Errare humanum est, perseverare autem diabolicum, et tertia non datur.
Buah, por un momento he pensado que sabía latín, pero no, es la era digital que me da las herramientas para hacer traducciones o lo que me apetezca con un simple tecleo. Muchas personas se habían visto reacias al mundo digital hasta que la pandemia vino a darles una lección de humildad.
Aquellos que hablaban de la era digital como vulgares profanos, han caído tras las caricias pandémicas del encierro. No hay quién se salve de la mandanguita digital sound system tras el entierro del mundo analógico. Y que suenen las trompetas con sintetizadores conectados por bluetooth emitidos desde spotify premium. Que las redes sociales nos escuchen y se burlen de lo absurdo, que la IA sea nuestro apoyo emocional y las plataformas de películas nuestro ocio. Que el arte sea encriptado y que el ruido engalane nuestras vidas. Que la distancia sea el olvido y las pantallas nuestras amantes. Gracias señor del online por brindarnos estas propuestas para mantenernos en casa sin contacto humano. A este paso de “lo digital siempre es mejor”, ¿quién quiere volver a lo de antes?
Pero no nos perdamos, por favor. Retomemos lo de párrafos atrás, ¿dónde queda el autor en las situaciones digitales? Dejemos que queden claras las anotaciones sobre su importancia tácita y la necesidad de cuidar la materia prima del arte, sí, lo has leído bien: Materia prima del arte y no la forma, el formato o sus medios. No, hablamos del autor, the creator, tha masta, da fucking boss.
Si bien es cierto que la explosión digital ayuda a la difusión de diferentes procesos culturales, también ha generado una sobreproducción de información visual y sonora que ha convertido que las búsquedas, utilizando una anticuada antología, sean como buscar una aguja en un pajar. Search me now, aquí me tienes, ¡mírame!, ¡likéame!, ¡follouséame!
Cabe aquí la reflexión del who is who in tha winwin: Digital vs No Digital.
¿Será posible generar un estado social óptimo donde lo digital y lo analógico convivan en paz construyendo un ecosistema socio-cultural sostenible? ¿Será posible, dadas las nuevas modalidades, ofrecer un respeto económico al autor? ¿Será posible darse cuenta de que no solamente las grandes producciones del arte son arte?
Si la pandemia nos ha hecho digitales —c ́mon bro—, quizá sea el momento de buscar de qué nos sirve tener al alcance de nuestras manos cualquier tipo de información, o casi cualquiera. Puede ser que este “parón” del mundo también sirva de impulso para nuevos modelos dentro del sistema económico de la cultura, quizá. Y ya puestos, tal vez sea buen momento para analizar cómo se vive la cultura y de qué forma podemos contribuir a su enriquecimiento, digo, ya estando, ¿por qué no enriquecer algo que nos nutre y ayuda a sobrellevar esto que llamamos vida, ya sea digital o analogifiestas?
Mucha reflexión, amiga, pero pandemias o no, digital el mundo o no, no olvides que el autor, con nombre o no, es la base del planteamiento artístico. Ya, la pandemia me hizo digital, es verdad, ¿pero hasta qué punto nos hemos hecho más o menos tontos tras la pandemia? Ahí está el tema.
Ya te digo, mucha reflexión, pero no te preocupes, te dejo un link por si te apetece escuchar temas de fanzines. B-analizar Fanzines, tu podcast amigue.
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Un anarquista es un Hombre pulcro, que cree en la cultura, que hace todo lo posible por ser feliz, que cree en La Libertad y que hace por alcanzarla. Es un Hombre que estudia, que busca su vocación en su labor, que trabaja, que cree que no hay diferencias entre seres humanos, que le gusta el arte, que le gusta la lectura, que le gusta el cine.
Un anarquista es un Hombre que no bebe y, si bebe, es por algún motivo razonado.
Un anarquista es una persona que se autogestiona, o sea, que hace las cosas por si mismo.
Un anarquista es un Hombre que disfruta con la música y, sino, es porque la música es mala o no es música.
Un anarquista es un Hombre que piensa antes de actuar y, si no actúa, es porque no lo ha pensado bien antes.
Un anarquista es un Hombre que siente que la palabra "Hombre" corresponde a toda la humanidad, no sólo a un género.
Un anarquista es en definitiva un Hombre que sabe de lo que va La Vida. Todo lo demás, no es un anarquista.
Decidme: ¿hay muchos anarquistas en el mundo?
Yo creo que, en el fondo, todos somos anarquistas.
Tú: puede.
Yo: hasta el final de "La Idea".