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Coronavirus
Los psicólogos recomiendan: apaga la tele, o al menos modera su uso
La crisis del covid19 ha provocado una saturación informativa que afecta de forma determinante al estado de ánimo y a la salud mental de la población. Los profesionales del sector recomiendan limitar nuestra exposición al bombardeo mediático.
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Una omnipresente curva con más pinta de recta —por el momento— que de otra cosa; cifras que aumentan; testimonios de personas en situaciones difíciles; imágenes de hospitales saturados, de militares en las calles, de policías sancionando, de avenidas desiertas; teorías de todo tipo; opiniones del último mono; reportajes de lo inimaginable…
La sobresaturación informativa sobre todo lo relativo al virus covid19, con miles de noticias que dejan a la población en un estado de ansiedad e incertidumbre, es uno de los temas estrella en videollamadas y conversaciones telefónicas, y lo es más que nunca tras dos semanas de estado de alarma y el consiguiente aislamiento. Se trata de un bombardeo inédito durante una situación global de semejante calibre, en una muestra clara de los extremos a los que la sociedad de la información, hiperconectada como nunca jamás antes, puede alcanzar.
En términos psicológicos, esta crisis es un evento vital estresante, un momento de emergencia en el que el miedo puede llegar a campar a sus anchas en nuestras mentes, lo que puede dar paso a lo irracional. De un día para otro, la vida de 47 millones de personas residentes en España —y de un tercio del planeta— ha dado un vuelco y, como señala una de las guías elaboradas por el Colegio Oficial de Psicólogos (COP) de Madrid a raíz de la crisis, “vivir una situación como la que estamos genera incertidumbre cuanto menos y en muchos casos provoca miedo, llegando a producir incluso situaciones de ansiedad”. Los medios —admitámoslo—, aún con su labor fundamental informativa, a menudo no ayudan demasiado a sobrellevar todo esto.
Interruptor de pantalla
Seguro que el lector ha escuchado últimamente una frase similar a “yo hoy he apagado la tele” o “no quiero ver más noticias”. Así que la primera pregunta sobre este bombardeo mediático es si, efectivamente, hay que apagar el interruptor de la pantalla de turno. La respuesta de Anabel González, psiquiatra en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña especializada en trauma, es clara: “Sí, directamente”.
Esta profesional se encuentra estos días recopilando datos, junto a un equipo de investigadores de Galicia y de la zona de Sevilla, para elaborar un estudio sobre el impacto emocional que ha generado la crisis del coronavirus tanto a personas con patologías psicológicas previas como a quienes no las han tenido. Partiendo de la base de que “situaciones que suponen un riesgo potencial contra la vida o la integridad física tienen potencial de producir trastorno por estrés postraumático y patologías psiquiátricas diversas, como ansiedad y depresión”, tal como señalan desde el equipo, el objetivo es ver cómo respondemos ante esta “situación extremadamente excepcional de confinamiento, alarma social y riesgo sanitario”, según la definen.
En toda esta historia los medios de comunicación son una pieza clave en nuestra percepción de la realidad. Y aunque González aboga por apagar el interruptor, matiza su respuesta. “Necesitamos tener información para saber a qué atenernos, porque es una situación incierta y van cambiando los criterios para protegernos, pero cuando leemos muchas cosas, en lugar de entender, nos saturamos y no entendemos absolutamente nada”.
Ante la abundancia de fake news, tenemos una oportunidad de oro para eliminar definitivamente de nuestras vidas plataformas donde el bulo y el interés político de la élite de turno es regla
Manuel Oliva, psicólogo clínico en Center Psicología Clínica, a quien remiten a El Salto desde el COP de Madrid, señala que estar sobreinformado no es estar mejor informado: “Estar conectado todo el día a la información actualizada al minuto no es ni útil ni práctico. La sugerencia que doy es informarse una vez al día, bien por la mañana, bien por la noche, para saber el estado de la situación y si hay necesidades o pautas nuevas”.
Según explica, un consumo excesivo de noticias añade más incertidumbre a nuestra mente, a la par que fomenta el miedo. “Desde el punto de vista psicológico no aporta nada, porque no tenemos bajo nuestro control más que una cosa, nuestro propio comportamiento en cuanto a cumplir las medidas de seguridad y de prevención; y el exceso de información nos lleva a sentir menos control y más incertidumbre y angustia”.
‘Informademia’
Las organizaciones del sector han lanzado en estos últimos días diferentes mensajes en cuanto a cómo relacionarnos con los medios de comunicación en estos días de aislamiento social. Desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid inciden en evitar la sobreinformación: “Estar permanentemente conectado no le hará estar mejor informado y, por el contrario, aumentará su sensación de riesgo y nerviosismo innecesariamente”.
La Organización Mundial de la Salud habla directamente de “informademia”, señalando que hay “una sobreabundancia de información, a veces precisa y a veces no, que hace difícil que la gente halle fuentes fiables y seguras cuando las necesitan”. En la misma línea, desde el COP de Madrid piden a la población que contraste la información que comparta en redes sociales y procure difundir solo la que provenga de fuentes oficiales.
En comunicado recogido por otro colegio profesional de psicólogos, el de Cantabria, la Asociación Americana de Psicología aconseja conocer los hechos y adoptar un enfoque más clínico a la hora de seguir la información sobre el virus, para lo que “es esencial basarse en fuentes creíbles en las que se pueda confiar”. Ante la abundancia de fake news, tenemos una oportunidad de oro para eliminar definitivamente de nuestras vidas plataformas donde el bulo y el interés político de la élite de turno es regla.
Monotema: malo para la ansiedad
Creíbles o no, es un hecho que periódicos, radios y televisiones se han lanzado a cubrir casi en exclusiva informaciones sobre el brote de covid19. “Sale mucha información del mismo tema. En otra época los medios hablaban de otras cosas, pero estos días casi el 100% de la información es sobre esto, lo que provoca aún más sobredosis”, expone la psiquiatra. Es una situación que incide especialmente en aquellas personas que ya sufrían alguna patología psicológica cuando llegó esta crisis.
“A personas más vulnerables, bien porque tengan alguna patología previa o porque tengan predisposición a tener más ansiedad, síntomas depresivos o inestabilidad psicológica, esta situación les va a afectar más”, explica Oliva. Las pautas para estos colectivos, en general, son las mismas que para el resto de la población: mantener horarios y rutinas, realizar actividad física, no perder el contacto con el exterior y, en definitiva, como añade este terapeuta, “sentir que uno pertenece a una sociedad que está luchando contra una situación excepcional de alarma”.
Manuel Oliva: “Estar conectado todo el día a la información actualizada al minuto no es ni útil ni práctico. La sugerencia que doy es informarse una vez al día”
Ahora bien, una mayor vulnerabilidad supone más posibilidad de que estas personas se sientan más abrumadas por el contexto y el aislamiento. “Hay que animar a esa persona que se ve un poco sobrepasada, lo cual es normal, a que busque ayuda. Hay teléfonos y dispositivos que se están habilitando para que quienes peor lo están pasando puedan tener una sugerencia, una pauta o un apoyo puntual para sobrellevar mejor la situación”, explica Oliva.
El COP de Madrid ha publicado una Guía para la gestión de la ansiedad en el contexto de aislamiento actual. Para hacer frente a estos trastornos, desórdenes relacionados con el estrés que amplifican un universal y necesario mecanismo de nuestro organismo para hacer frente a una amenaza —patología que afecta al 7,36% de la población española, según la Encuesta Nacional de Salud elaborada por el Ministerio de Sanidad—, esta organización profesional recomienda una serie de pautas. Ante pensamientos nada tranquilizadores como “si me contagio, la evolución de la infección podría matarme”, la COP invita a poner en tela de juicio esos pensamientos ansiosos, anotar los datos objetivos que los provocan y comprobar que esas ideas son irracionales. Sin síntomas, no hay necesidad de dar vueltas a un futurible que solo es una posibilidad. Y si los hubiese, la probabilidad de que nos pase algo serio es mínima.
Además, validar sensaciones normales en situaciones ansiosas —como la sudoración, sentir calor o tener palpitaciones—, mantener hábitos de sueño y alimentación saludables, diseñar objetivos diarios sencillos, cuidar las relaciones sociales y expresar los sentimientos son otras de las pautas que recomiendan desde el colegio profesional. En cualquier caso, Oliva apunta que si la persona siente que no puede con ello, la mejor opción es buscar ayuda profesional.
¿Oportunidad?
Pero padecer alguno de estos trastornos no implica necesariamente pasar peor la primera cuarentena social del siglo XXI. “A personas a las que les costaba salir a la calle y que estaban más metidas en casa esta situación no les ha pillado desprevenidos”, indica Anabel González, Por el contrario, añade: “Aquellas que son un poco más hipocondríacas o que se angustian cuando las cosas escapan a su control, ahora mismo están bastante activadas”.
“Si no hablamos nunca de ello, nos pasara factura. Todo lo que no ventilemos en esta etapa se nos va a quedar dentro y puede producir problemas”, señala González
En cualquier caso, esta investigadora da dos claves, válidas para el común de los mortales. La primera, “no autoabandonarnos, porque si nos levantamos a cualquier hora y nos dejamos venir abajo, cuando salgamos levantarnos nos va a costar un montón”. Y la segunda: “Intentar ser nuestros mejores amigos, porque a veces podemos ser nuestros peores enemigos. Nos vamos a ver mucho con nosotros mismos, queramos o no. Lo que nos digamos deber ser parecido a lo que le diríamos a un buen amigo. Lo que hagamos tendría que ser lo que aconsejaríamos a una persona que queremos. Si hacemos uno de esos dos cambios, hasta podríamos sacar provecho de este período”.
Relax, y día a día
Todas los datos apuntan a que nos quedan aún unas semanas de crisis por pasar. “Las medidas que estamos tomando ahora se van a notar, pero no hoy, sino en un tiempo, y mientras tanto vamos a ver que sube la curva, y eso no va a ser muy relajante”, apunta Anabel González. En opinión de Oliva, quien se remite a su experiencia con pacientes durante el estado de alarma, esta segunda semana y los próximos diez días podrían resultar los más difíciles de sobrellevar. Por ello incide en las pautas recomendadas por autoridades y organizaciones del sector, y centrarse en el día a día. “Para que no sea muy difícil de llevar, no hay que echar la vista atrás y ver los días que llevamos confinados ni llevar un calendario viendo lo que nos falta, que es algo que no se sabe. Lo importante es vivir el momento, el día a día. Ver hoy qué podemos hacer. Mañana ya veremos”.
Y es que son varias las etapas por las que, en general, va a pasar la población durante esta excepcional situación. “Empezaremos por el 'no me lo creo', y el 'esto es surrealista, como en una película'; para luego asumirlo y estar un poquito en shock y asustados, con un poquito de bajón; y después llegar a un período de adaptación”, explica la psiquiatra.
“Lo importante es vivir el momento, el día a día. Ver hoy qué podemos hacer. Mañana ya veremos”, indica Manuel Oliva
En cualquier caso charlar sobre el tema ayudará, aunque, una vez más, con moderación. “Es una manera de desahogarse y ventilar un poco las emociones, y es positivo”, apunta Oliva. “Lo que no lo es tanto es estar todo el día hablando de ello, lo que nos lleva a adelantarnos al futuro, pensando en lo que puede ocurrir, y como no tenemos un control de nada, genera un sentimiento de indefensión responsable de que sintamos mucha angustia, tristeza y desolación, lo que puede dar lugar a síntomas depresivos”.
“Si no hablamos nunca de ello, nos pasara factura. Todo lo que no ventilemos en esta etapa se nos va a quedar dentro y puede producir problemas”, añade González, quien resalta que esto podría afectar más a los hombres, más reacios, en general, a hablar de sus sentimientos. Sin embargo, matiza que “en el otro extremo, si estamos todo el día hablando de esto, explotamos. Sobre todo, más que hablar de lo que nos angustia que pase, que no nos ayuda, hay que hablar de cómo nos sentimos”. En definitiva, como resume la psiquiatra: “Hablar de lo que siento sí, juntar agobios entre varios no y hablar todo el día de esto tampoco”. Ahora, a ponerlo en práctica
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Apaga la tele? Pero para siempre no? Se puede aplicar lo mismo a las redes digitales (como Facebook, WhatsApp o Twitter) que vampirizan nuestros datos y nos manipulan politicamente.
Algo que he notado CLARAMENTE es que mi ansiedad se dispara si en casa escuchan de fondo la Sexta y a Ferreras. En cambio, exactamente LAS MISMAS noticias en Canal24h de TVE, sin tanto sensacionalismo, no me alteran ni plín. El intercalar sensacionalismo y amarillismo con tn de anuncios y publicidad me tuvo una semana harta/agitada/ansiosa. Ahora con buena música de fondo no tengo problema alguno en asimilar bastante más información y de mejor calidad que la sensacionalista.
En mi casa si a mi novio se le ocurre poner a Ferreras ya sabe que esa noche no hay sexo. Que elija.
Que conste también que este paralelismo no serviría con la anterior TVE xDDD