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Coronavirus
No saldremos de esta crisis con un New Green Deal
El Pacto Verde que se propone desde diversos gobiernos se basa en grandes inversiones para la transición energética que estimulan el crecimiento y es difícil que algo que estimule el crecimiento sea solución a la crisis climática.
Los ministros de medio ambiente y cambio climático de diez países europeos se han movilizado estos días para pedir una salida “verde” a la crisis económica que se derivará del covid-19. Piden que la Comisión Europea no sustituya el Pacto Verde Europeo, propuesto antes de que la pandemia, por una vuelta a la desregularización ambiental y las energías sucias en un intento de salir de la crisis económica a cualquier precio.
Aunque, como dice esta declaración, es deseable que la salida a la crisis económica no se haga a costa de empeorar todavía más la crisis climática, debemos ser un poco escépticos sobre las posibilidades de que ese Pacto Verde o “New Green Deal” aporte realmente “soluciones para dar respuesta a la crisis económica provocada por el virus del covid-19” .
En primer lugar porque este Pacto Verde se basa en grandes inversiones para la transición energética que estimulan el crecimiento y es difícil que algo que estimule el crecimiento sea solución a la crisis climática. Tampoco tenemos la certeza de que un “Green Deal” vaya a ser rentable, ya que inversiones como la rehabilitación de edificios, las energías renovables, la economía circular y la recuperación de la biodiversidad, a pesar de ser técnicamente muy interesantes, han tenido un éxito bastante magro en épocas de bonanza.
Existen soluciones comunes a la crisis del covid-19 y el cambio climático. Lo que necesitamos para superar ambas es lo mismo, pero dudo que las soluciones pasen por los manidos esquemas keynesianos que se asocian al New Green Deal
Sin embargo, existen soluciones comunes a la crisis del covid-19 y el cambio climático. Es más, creo que lo que necesitamos para superar ambas es lo mismo, pero dudo que las soluciones pasen por los manidos esquemas keynesianos que se asocian al New Green Deal. Más bien creo que lo que necesitamos es recuperar eso que podemos llamar “Old Brown Wisdom” o “viejos saberes marrones”, es decir, valores “terrestres” compatibles con la sostenibilidad que se asemejarían al suelo sobre el que se podría asentar una economía verde. Sin ellos, un Green Deal apenas puede prosperar, porque estaría intentando echar raíces sobre el cemento de los valores del capitalismo consumista, completamente opuestos a la ecología.
Para que la economía circular tenga éxito, por ejemplo, debe haber previamente una conciencia de la escasez de los recursos que haga ver la importancia de reciclar casi al 100% prácticamente todo, pero esto choca de lleno con la mentalidad consumista del usar y tirar, mentalidad que se necesita para mantener la ficción del crecimiento perpetuo. Para que recursos naturales como las aguas, los suelos o el clima se puedan gestionar de forma mínimamente sostenible es preciso contar con mecanismos de autolimitación y cooperación que chocan contra el individualismo y la competencia que rigen la economía capitalista. Una sociedad sostenible debe ser capaz de llegar a un equilibrio con su entorno, pero en un mundo donde la competitividad entre individuos, empresas y naciones es la norma, el equilibrio es imposible porque quien deja de crecer es relegado y colonizado.
Podemos llamar “saberes marrones” a todas esas actitudes que son necesarias para construir sociedades sostenibles. Algunas de ellas, como la conciencia de los límites, el equilibrio y la gestión de los bienes comunes, estaban presentes en las sociedades tradicionales y fueron menospreciadas por la economía capitalista. Otras son valores cuya importancia estamos descubriendo recientemente, como el aprecio por los cuidados que permiten la reproducción de la vida y la cooperación dentro del respeto a la libertad y la diferencia.
Desde los años 80 sabemos que la humanidad ha superado la biocapacidad del planeta y está sobrexplotando numerosos ecosistemas y fuentes de recursos. Desde la crisis de 2008 es también evidente que estamos haciendo lo mismo en el aspecto social
Estos “saberes marrones” son especialmente importantes ante cualquier tipo de crisis porque fortalecen las bases físicas y humanas de una sociedad y le aportan resiliencia. La resiliencia es vital en este siglo porque, como afirman ya numerosas voces, estamos acercándonos a patrones de colapso, que no son otra cosa que el resultado de pretender crecer a toda costa a pesar de que la base que sostiene el crecimiento esté agotada y sobrexplotada.
Desde los años 80 sabemos que la humanidad ha superado la biocapacidad del planeta y está sobrexplotando numerosos ecosistemas y fuentes de recursos. Desde la crisis de 2008 es también evidente que estamos haciendo lo mismo en el aspecto social: crecemos a base de sobrexplotar a las personas con salarios cada vez más bajos, condiciones laborales cada vez peores y vidas cada vez más precarias. La pandemia del covid-19 no es sino un choque inesperado que ha añadido más carga sobre una base ya exhausta, acentuando el patrón de colapso. Por ello, las soluciones a la crisis del covid-19 son las mismas que las de la crisis climática: resolver la insostenibilidad estructural adoptando una actitud de cuidado que consiga regenerar la base “terrestre”, tanto biológica como social, que nos sostiene.
Como dice Yayo Herrero, “el gran problema civilizatorio que tenemos [es] una economía que, cuando crece, destruye las posibilidades de seguir viviendo de forma digna, y cuando decrece, como ahora, con la lógica de poder que hay, cae violentamente sobre las personas más pobres y vulnerables”. Es preciso romper esta lógica porque, ni tenemos recursos para seguir creciendo mucho más, ni podemos seguir haciendo caer todas las consecuencias sobre los más débiles sin que eso tenga consecuencias nefastas para la sociedad en su conjunto y todos sus miembros.
Esta crisis sanitaria nos ha hecho ver claramente que las soluciones solo pueden ser colectivas, cooperativas y basarse en la responsabilidad y los cuidados
Cada vez es más evidente que, si no queremos colapsar estrepitosamente, necesitamos evolucionar hacia economías postcapitalistas no crecentistas y, aunque no va a ser fácil diseñar una economía nueva, ya existen corrientes alternativas que nos aportan elementos muy válidos. Una inspiración imprescindible es la que aporta la economía feminista con su noción de cuidados y su énfasis en poner la vida en el centro. Otra aportación básica es la de la economía biofísica, que nos permite medir la economía en unidades físicas y no únicamente monetarias, ya que es la única forma de reconocer los límites de los bienes que no se pueden reemplazar por dinero. También necesitamos abandonar la competitividad generalizada para sustituirla por grandes dosis de cooperación y, en ese sentido, la economía del bien común ofrece una perspectiva interesante al orientar la competición hacia el prestigio social basado en la responsabilidad.
Esta crisis sanitaria nos ha hecho ver claramente que las soluciones solo pueden ser colectivas, cooperativas y basarse en la responsabilidad y los cuidados. Esos mismos valores, sumados a la conciencia de los límites, son precisamente la “base marrón” que necesitamos para encontrar soluciones, tanto a la crisis económica post covid-19 como a la crisis ecológica. Sólo esa “Old Brown Wisdom” que fortalece nuestra base social puede permitirnos superar los duros choques a los que nos está sometiendo esta pandemia. Sólo sobre nuevos valores compatibles con la sostenibilidad podremos construir ese New Green Deal que nos permita, también, superar el choque del cambio climático.