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Música clásica
Made in America: Ives, Bernstein, Jusid
En enero de este 2019, y después de muchos meses de obras en el Teatro Monumental, la Orquesta y Coro de RTVE ha podido volver a la que es su casa. El jueves 24 de enero pude asistir a uno de los conciertos de esta temporada 2018-2019, que han bautizado como “La luz de la armonía”.
En esta ocasión el programa estaba protagonizado por la Sinfonía n.º 1 “Jeremiah” de Leonard Bernstein (EE UU, 1918-1990), del que ya hemos hablado en este blog y cuya obra pudimos escuchar el año pasado en muchos auditorios con motivo del centenario de su nacimiento. Esta sinfonía estaba precedida por la pieza “The Unanswered Question” de Charles Ives (EE UU, 1874-1954) y por dos piezas de Federico Jusid (Buenos Aires, 1973), compositor actual que ejercía también esa tarde como director invitado de la Orquesta. Se trataba de Tango Rhapsody, pieza para dos pianos y orquesta ejecutada por los hermanos Luis y Víctor del Valle, y la pieza Kinetic Overture, que presentaba como estreno absoluto dedicado a la Orquesta y Coro de RTVE.
Charles Ives es una figura bastante curiosa dentro de la historia musical americana, ya que vivió casi toda su vida como músico aficionado, dedicándose a cosas tan poco estimulantes como la correduría de seguros. Quizá esa libertad de estar en las sombras del sistema musical fue la que le permitió experimentar con lenguajes vanguardistas a los que muchos grandes autores llegarían años más tarde. Ives no fue reconocido por el mundillo musical hasta la década de 1940 (algo en lo que justamente Bernstein sería clave), y esta obra en particular no se escuchó públicamente hasta 1946. En esta pieza de 1908, que forma parte del pequeño ciclo Dos contemplaciones, aparecen tres grupos instrumentales bien diferenciados. De un lado, el grueso de las cuerdas de la orquesta. Por otros, a modo de discursos que dan respuesta al bloque principal, aparecen la trompeta, situada detrás del escenario y un pequeño grupo de viento madera (flauta, etc.) situado en este caso en el segundo anfiteatro del Monumental.
Jusid, al que he de decir que no conocía ni como director ni como compositor, ejerció con notable maestría la conducción del programa, pero además es de destacar el espíritu didáctico y de familiaridad con el público, que mostró al comenzar el concierto dirigiéndose a los espectadores, hablando de Charles Ives y de la importancia de la pieza que iba a representar. Todo un homenaje, por otro lado, al maestro Bernstein y su gran espíritu divulgador.
Federico Jusid, pianista de formación, ha dedicado gran parte de su carrera a la composición de música para publicidad, cine (Loving Pablo de Fernando León de Aranoa, La noche de doce años de Álvaro Brechner, Neruda de Pablo Larraín, El secreto de sus ojos de Juan José Campanella, etc.) y televisión (Fariña, La catedral del mar, Isabel, Carlos rey emperador, etc.), ámbito en el que tiene un impresionante currículum que, desde el año 1994, abarca más de sesenta largometrajes y más de treinta series de TV.
Hay que agradecer enormemente a la Orquesta de RTVE que nos brinde la ocasión de ver y escuchar en directo obras de un compositor contemporáneo de extraordinaria calidad, y en este caso bajo su dirección y además con un estreno absoluto. Parece una obviedad, pero no lo es, cuando muchas de las grandes orquestas del circuito se dedican exclusivamente a revisitar a los grandes clásicos, pero no dan oportunidades a los jóvenes compositores actuales.
La primera de sus piezas que pudimos escuchar fue Tango Rhapsody, un pequeño concierto para dos pianos y orquesta compuesto por encargo del Dúo Tiempo-Lechner para su estreno en el festival Algerich de Lugano en 2010, y que también publicaron en disco en 2012. En esta ocasión lo interpretaron los hermanos Víctor y Luis del Valle, jóvenes pianistas españoles con una prometedora carrera que brindaron una interpretación viva, aderezada también de una pequeña representación actoral, tal y como fue concebida la pieza (en este caso a modo de una pelea “entre hermanos”).
En la pieza se deja traslucir la influencia rítmica y dramática del mundo audiovisual que transita habitualmente su autor, pero también el tango clásico. Se trata de una pieza divertida y rápida en tres partes, la segunda de las cuales incorpora también motivos de jazz. Algún día, por cierto, tendremos que hablar de por qué algunas músicas de raíz popular como el flamenco, el jazz o el tango han podido entrar, bien el solitario o bien en compañía de “lo clásico”, en el circuito de la música “culta”, pero no ha sucedido así con otros géneros. La orquesta se completó hasta los 80 miembros, sumando vientos y percusión a las cuerdas. El público aplaudió la pieza con entusiasmo y los hermanos del Valle aparecieron sobre el escenario para presentar un bis.
La segunda pieza de Jusid se trató de un estreno absoluto, compuesto para esta Orquesta, llamado Kinetic Overture, también muy interesante, y que el autor también tuvo el detalle de presentar a los espectadores. Tal y como él la define, es “una macroestructura que se desplaza gracias al movimiento de las pequeñas partículas que la constituyen”. La obertura está compuesta de tres submovimientos, de esquema lento-rápido-lento, al revés que en el formato clásico. En la primera parte priman las texturas dibujadas por la percusión y los bajos, en contraste con las dos siguientes partes más melódicas.
Para finalizar disfrutamos de la obra del maestro Bernstein, que huelga decir que va mucho más allá de West Side Story y de Broadway. Bernstein, del cual se acaba de publicar en español una biografía firmada por Paul R. Laird, es una de las grandes figuras del siglo XX. Pianista también de formación, gran director y a la par gran compositor, enorme comunicador y divulgador de la música para todos los públicos, bisexual, judío (apoyó al sionismo para la creación del Estado de Israel pero al final de su vida también criticó la opresión contra el pueblo palestino), comprometido políticamente con la izquierda (fue crítico con la Guerra de Vietnam, con el apartheid sudafricano, con la energía nuclear... y simpatizó con los Black Panthers, pasaje sobre el que el periodista Tom Wolfe ironizó en su célebre artículo “Radical Chic”), espiado por ello por el FBI al menos desde el año 1949 y durante la década de los 50, cuando tuvo que comparecer ante McCarthy.
Jeremiah es su primera sinfonía. Con la particularidad de contener una letra en hebreo, fue compuesta en unos años dramáticos para el pueblo judío, en los que Bernstein se sumergió en la cultura de su religión. Fruto de ese estudio son esta primera sinfonía inspirada en la destrucción del templo y la ciudad de Jerusalén en el año 587 a. C., o la Tercera (“Kiddish”) y los Chichester Salms. Los primeros borradores de esta Primera son de 1939 pero no se estrenó hasta 1943, en plena II Guerra Mundial, dando lugar al primer gran éxito de su autor. Ese mismo año debutaría con la Filarmónica de Nueva York, de la que luego sería director titular entre 1958 y 1969.
Para esta pieza final, la orquesta estuvo acompañada por la mezzosoprano islandesa Gudrún Ólafsdóttir, cuya interpretación no lució especialmente, presa de una voz un poco mate y con poca potencia. Jusid y la orquesta, sin embargo, presentaron una interpretación vigorosa que puso fin a un concierto muy destacable.
Hay que lamentar, sin embargo, que el auditorio solo estaba lleno hasta media entrada. Es una pena que un teatro tan céntrico, con unos precios bastante populares (entre los 10 y los 20 €, a los que hay que añadir importantes descuentos, además de las entradas de último minuto por 1 € para menores de 26 años), no se llene más cada día que hay concierto. Quizá también la propia RTVE tendría que hacer más promoción de su orquesta y coro, teniendo en cuenta la potencia comunicativa de varios canales de televisión y radio.
Las siguientes citas del ciclo sinfónico en el Teatro Monumental se pueden consultar aquí, incluyen piezas de Bizet y Berlioz (14 y 15 de febrero), Mozart y Honegger (21 y 22 de febrero) o Bernstein y Lindberg (21 y 22 de marzo).
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