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Ganadería
Las macrogranjas ponen en riesgo la vida en los pueblos y agravan la despoblación
Ubicado en plena Reserva de la Biosfera del Valle del Cabriel, Cardenete es un tranquilo pueblo de la serranía baja de Cuenca. El bienestar de sus 486 habitantes vuelve a verse amenazado por el proyecto de una explotación ganadera industrial de la que saldrán, sumado a la macrogranja ya existente, 15.700 cerdos de cebo y 58.000 lechones al año. Habrá 13 cerdos de cebo por habitante, sin contar los lechones, que se traduce en un consumo enorme de agua por parte de las macrogranjas, 39 millones de litros al año, casi el doble de lo que consume el pueblo. Y sin apenas generar empleo, dos trabajadores en total, al tratarse de instalaciones altamente automatizadas.
Al excesivo consumo de agua, hay que sumar la cantidad ingente que producirá de purín, compuesto principalmente de excrementos, equivalente a 15 piscinas olímpicas al año, por lo que se necesitarán 164 hectáreas de tierra de labor para ser esparcidos. Se calcula que este purín se transformará en 34 toneladas de nitrógeno.
La contaminación por nitratos de las masas de agua subterráneas podría afectar directamente al abastecimiento del municipio de Cardenete, cuyo manantial de Ojos Claros depende de dichas aguas subterráneas. Además, también puede estar en riesgo el abastecimiento de otras poblaciones que dependen de las mismas aguas. En Cataluña, donde el modelo de ganadería industrial lleva más tiempo funcionando, el 41% de sus acuíferos están contaminados por nitratos según la Agencia Catalana del Agua (ACA) y superan el límite que la Organización Mundial de la Salud recomienda para el consumo humano.
Los pueblos de Cuenca se movilizan
Pero el de Cardenete no es el único caso. Otros pueblos como Almendros, Mota del Cuervo, Villalba de la Sierra, Villar de Domingo García, Barajas de Melo o Quintanar del Rey, entre otros, han luchado o están en estos momentos haciéndolo para impedir que se instale una macrogranja en sus municipios.
Las explotaciones ganaderas intensivas no han parado de crecer en la provincia de Cuenca. Solo en los últimos diez años la cifra de cabezas de cerdos se ha multiplicado por cuatro (datos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha), mientras la población ha caído un 8% (datos del INE). El mayor aumento se ha producido en los últimos tres años, pasando de 245.325 cerdos en 2017 a 530.261 en 2020. Esto se debe a la apuesta del Gobierno de Castilla-La Mancha por el modelo de ganadería intensiva, sobre todo del sector porcino y en menor medida del aviar.
El boom de la ganadería industrial en Castilla-La Mancha comenzó tras considerar al sector “porcino de engorde y la avicultura de carne” como estratégico (Orden 3/6/2016), lo que implicaba generosas subvenciones para los promotores. Con la pandemia, el gobierno regional simplifica aún más los trámites administrativos para instalar nuevas macrogranjas aprobando la Ley 5/2020 de Medidas Urgentes para la Declaración de Proyectos Prioritarios.
Favorecidos por esta normativa, las grandes empresas cárnicas eligen pueblos de escasa y envejecida población, donde saben que apenas hay contestación social. Además, cuentan con la complicidad de las instituciones públicas, que no vigilan el impacto de esta industria en cuestiones tan básicas como la calidad del agua o el aire y no fomentan proyectos alternativos y sostenibles que atraigan a población joven.
Por un modelo respetuoso de ganadería
En 2017 nace Pueblos Vivos Cuenca, la asociación que agrupa y organiza los movimientos vecinales de las localidades afectadas, con el fin de frenar la expansión de macrogranjas porcinas y proteger el futuro del medio rural de esta provincia. Se realizan charlas informativas para dar a conocer la problemática, se llevan a cabo movilizaciones y protestas y se lucha por la vía legal para evitar el daño medioambiental, social y económico de este modelo que quiere imponerse en las zonas rurales.
Desde Pueblos Vivos Cuenca se apuesta por una ganadería respetuosa con el entorno, por el modelo tradicional extensivo. Son patentes los perjuicios que el sistema industrial de producción cárnica provoca a diferentes niveles: a los consumidores, que merecen una carne de calidad; a los animales, sometidos a unas condiciones terribles de sufrimiento; al entorno natural y sus aguas, que son contaminadas con los nitratos de los purines; al patrimonio cultural, que se devalúa al lado de estas instalaciones industriales; y a la salud pública, amenazada por las superbacterias resistentes a los antibióticos que se originan en las granjas intensivas. Incluso los promotores locales de macrogranjas pueden verse afectados por este sistema ya que son rehenes de las grandes empresas integradoras y de los vaivenes del mercado internacional de la carne.
El proyecto de una nueva macrogranja pone en peligro la reserva de la Biosfera del río Cabriel, uno de los más limpios de Europa, y es necesario unir fuerzas para proteger y cuidar de este entorno. Para evitar este despropósito, Pueblos Vivos Cuenca ha lanzado un crowdfunding en Goteo que cubra los gastos de defensa legal y ayude al mantenimiento de las diferentes actividades de la asociación.
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Por fin, algo sensato que leer después de los desatinos de la mayoría de políticos (Sánchez, Planas, Casado, Page, Vara…) enfrentados con el Ministro de Consumo, Alberto Garzón, el único cuerdo entre tanto ignorante o manipulador.
¡Fuera la macrogranjas!