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Arte político
La política como religión: el sueño de Comte
Hoy, los versículos de la Biblia como fuente de verdad han sido sustituidos por los artículos de la Constitución. Esta nueva religión tiene su origen en el sociólogo Auguste Comte, impulsor de los valores científicos e industriales. ¿Vivimos en el sueño de Comte?
Hoy miramos sin lágrimas un mundo sin Dios. Ese fue el sueño de Comte, que se empeñó en aplicar los métodos empíricos a la política. Los fenómenos sociales, decía, al igual que otros fenómenos naturales, tienen ciertas regularidades porque obedecen a ciertas leyes.
Auguste Comte (1798-1857) fue el fundador de la sociología junto con Saint-Simón, del que fue secretario. Fue, además, el inventor del término.
Distinguía entre sociología estática, que estudia las leyes de la organización social y que fundamentan el orden y la moral, y la sociología dinámica, que estudia las leyes que gobiernan el mundo. Propugnó un nuevo orden social: una nueva religión basada en el conocimiento positivo y en el amor. Los valores teológicos, decía, están siendo sustituidos por los científicos e industriales. El valor y el honor de los guerreros estaban siendo reemplazado por el de los emprendedores y por el valor y el honor de quienes luchaban por un cambio social.
Los técnicos en sociología, entendida como ciencia empírica del comportamiento social, debían ser, según Comte, los sumos sacerdotes de la nueva religión. Las mujeres serían las guardianas de la moral.
Su propuesta fue la de un nuevo orden social similar a una nueva iglesia laica. Propugnaba el amor entre los hombres y trataba de crear armonía en base al conocimiento positivo. Proponía rituales (como los religiosos), pues incentivaban la armonía y la cohesión social. Su propuesta de organización política era una copia de la organización eclesiástica, pero el objeto de veneración era el amor a la humanidad, no el amor a Dios.
Expresiones como 'creo en Dios Padre' han sido sustituidas por otras como 'creo en la Justicia'Ernest Renan, (1823-1892) al igual que Comte, propugnaba la creación de una nueva religión basada en el empirismo y en el humanisno laico. Hoy los versículos de la Biblia como fuente de verdad han sido sustituidos por los artículos de la Constitución. La Biblia y la Constitución conforman religiones denominadas “del Libro”, entendido este como texto que orienta al feligrés y señala los límites de lo que es verdad y lo que es bueno (por ejemplo, el principio “La justicia emana del pueblo” es una verdad, entre otras muchas, porque se proclama en la Constitución).
Las homilías sacerdotales han sido sustituidas por los discursos políticos que nos instruyen sobre lo que está bien y lo que está mal, es decir: la moral es dictada por los políticos, no por los sacerdotes.
El concepto democracia, tal y como es utilizado por los políticos, es una fuente de verdad y de bondad, como antes lo eran los dogmas católicos. Todo lo que es antidemocrático es malo y constituye anatema y herejía, aunque nadie sepa qué es ser antidemocrático, por lo que nadie sabe a ciencia cierta si es ángel o diablo. La diferencia con dogmas anteriores es que la Iglesia es precisa con los dogmas. Establece que “Dios creó el mundo” y excomulgaba a quien afirmaba lo contrario y todo el mundo sabía a qué atenerse. El sacramento de la votación, ha sustituido a los sacramentos católicos que requieren manifestación de voluntad.
El concepto de Cuerpo Místico de Cristo (cuerpo: que posee materia y tiene forma; místico: algo sin forma ni materia; de Cristo: hombre y por tanto materia y Dios inmaterial e informe) ha sido sustituido por el ente denominado soberanía nacional, concepto igualmente indescifrable.
Las canonjías, utilizadas para facilitar la vida a primos, sobrinos (nepotes) y amigos de eclesiásticos, son ahora cargos designados a dedo por los sacerdotes de la política. Las ceremonias de investidura, sesiones de cortes, plenos de ayuntamientos, sustituyen a la misa de Pascua, al rosario y al víacrucis entre otras.
Expresiones como “creo en Dios Padre” han sido sustituidas por otras como “creo en la Justicia” para sacralizarla (de ahí la mayúscula), como si la justicia fuera un dogma y no un servicio público de la misma naturaleza que recoger las basuras de las calles o curar en un hospital.
La Santísima Trinidad la conforman el ejecutivo, el legislativo y el judicial, tres órganos distintos y un solo poder verdadero: el del partido en el Gobierno. La casta política política y financiera son los sumos sacerdotes del nuevo orden. ¿El de Comte fue sueño o pesadilla?
Ilustración que encabeza el texto: 'Entrada de Cristo en Bruselas', 1888, James Ensor.