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Carta desde Europa
Atención, ¡ilusiones!
No creo que Merkel haga nada para cambiar las cosas. El poder es lo único en lo que cree. Si no fuera detenida por otros actores, su partido, por no hablar de su partido hermano, la CSU, la detendrían. Y no hay razón para esperar tampoco que el Partido Socialdemócrata interceda.
Director emérito del Max Planck Institute for the Study of Societies de Colonia.
Pocas cosas son tan peligrosas en política como sostener ilusiones mediante promesas irresponsables. A medida que se aproximaban las elecciones de 2017, Merkel necesitaba paz en el frente europeo y eso es lo que consiguió de sus socios. Las demandas de reforma de la eurozona, entendiendo por ellas la redistribución económica de los ganadores en favor de los perdedores, se sumieron en un profundo silencio.
El nuevo presidente francés parece que recibió señales de que, una vez que Merkel fuera reelegida, se producirían concesiones por parte de Alemania en lo que atañe a la unión bancaria y a la creación de un fondo monetario europeo, un ministro de finanzas, un presupuesto dirigido a la “inversión” y un parlamento para la Eurozona. Macron pronunció un discurso público al día siguiente de las elecciones alemanas en el que expuso su “visión” de la nueva Europa, que ahora él podría convertir en realidad con la colaboración de su amiga Angela.
Como es bien sabido, Merkel salió duramente derrotada de esas elecciones, al igual que su socio de coalición, el SPD. La presencia en el Bundestag de Alternative für Deutschland y de los liberales del FPD puso en jaque al partido de Merkel e hizo impensable la posibilidad de un rescate de la Eurozona por parte de Alemania. Nadie lo explicitó, pero muchos esperaban el toque mágico de Merkel para invertir el curso de los hechos. Fueron los socialdemócratas esta vez quienes mantuvieron vivas las ilusiones.
Tras dar un giro de 180 grados, decidieron una vez más servir como socio menor en una nueva reedición de la Gran Coalición, la cual ha redimensionado su volumen, porque su cuota de voto se ha encogido hasta el 53%. Cuando su inepto líder, Martin Schulz —que aspiraba a ser ministro de Asuntos Exteriores en el nuevo gabinete de Merkel hasta que fue despedido por su propio partido— apeló a los Estados Unidos de Europa, la prensa europea, especialmente la mediterránea, estalló entusiasta: por fin un gobierno alemán dispuesto a cumplir sus obligaciones europeas.
Un análisis de los precedentes habría revelado que Scholz se convirtió en un viogoroso partidario de la reforma de la Constitución alemana a fin de introducir la obligatoriedad del presupuesto equilibrado
El final de la historia es conocido. Tras Schulz llegó Scholz, que pidió para sí y obtuvo el Ministerio de Finanzas, sucediendo a Schäubel. De nuevo, el júbilo se prodigó por doquier: un ministro de Finanzas socialdemócrata significaba el fin de la “austeridad”. Un somero análisis de los precedentes habría revelado que Scholz había sido el responsble de la reforma del modelo de bienestar social alemán auspiciada por Schröder, para convertirse posteriormente en un vigoroso partidario de la reforma de la Constitución alemana a fin de introducir en la misma la obligatoriedad del presupuesto equilibrado. Y así, en su primer día en el cargo, Scholz confirmó al secretario de Estado para asuntos presupuestarios nombrado por Schäuble y fichó al jefe de Goldman Sachs Alemania como secretatrio de Estado para la política monetaria internacional.
Durante su segundo día, contó en una entrevista que “un ministro de Finanzas alemán es un ministro de Finanzas alemán”. También indicó que la unión bancaria se hallaba realmente lejos, porque, primero, los créditos de dudoso cobro en manos de los bancos italianos, pero no solo, debían ser saneados; que el Parlamento alemán debería tener la última palabra sobre los recursos tributarios alemanes; que sería estupendo disponer de un ministro de finanzas para la Eurozona, siempre que garantizara que los Estados miembros cumplirían con sus límites de endeudamiento, etcétera, etcétera.
No creo que Merkel haga nada para cambiar las cosas. El poder es lo único en lo que cree
No creo que Merkel haga nada para cambiar las cosas. El poder es lo único en lo que cree. Si no fuera detenida por otros actores, su partido, por no hablar de su partido hermano, la CSU, la detendrían. Y no hay razón para esperar tampoco que el Partido Socialdemócrata interceda. Este debe reconectar con sus electores perdidos, muchos de los cuales han optado por AfD. Así, las cosas continuarán como antes: elevadas dosis de retórica en medio de una situación de parálisis, mientras “Europa” continúa su senda de destrucción. El estado de ánimo empeorará tanto entre los gobiernos como entre los votantes. Los alemanes se sentirán azuzados y azuzarán a su vez. Las esperanzas de Macron de ser reelegido como recompensa por las concesiones de Alemania pueden darse por enterradas. Quizá Italia encienda la mecha introduciendo la nueva lira como su segunda moneda o abandonando la eurozona sin contemplaciones. Así de peligroso puede ser comprar paz vendiendo ilusiones.
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:-)