Cachemira
Activistas cachemires apelan a la solidaridad internacional frente a la escalada de la represión

En la Cachemira ocupada por la India cada vez se cuestiona y criminaliza más el derecho al disenso.

Cachemira protestas
Protestas en Cachemira en 2010. (Flickr/Kashmir Global)
Traducción: Tomás Pereira Ginet
29 mar 2019 06:00

Mientras que el Premio Nobel de la Paz de 2018 se otorgó a quienes trabajan para poner fin a la violencia atroz de utilizar las violaciones como arma de guerra, los que denuncian las mismas prácticas en Cachemira se enfrentan al silenciamiento y la represión. A pesar de que el uso de la violación ha alcanzado proporciones épicas en el territorio ocupado por la India, y de que parece estar creciendo un sólido movimiento no violento contra la ocupación, la comunidad internacional desconoce en gran medida estas cuestiones. Esto se debe al éxito que ha tenido la India al presentarse a sí misma como la “democracia más grande del mundo” y la tierra de Gandhi y la no violencia, a la vez que impide que los periodistas extranjeros entren en Cachemira y somete a los resistentes cachemires a penas de prisión o acciones todavía peores.

Hameeda Nayeem, que preside el Centro de Estudios Sociales y de Desarrollo de Cachemira, conoce bien el proceso. Su esposo, Nayeem Ahmad Khan, es uno de los presos políticos que ha sido encarcelado repetidas veces desde 1984, en parte por convocar huelgas pacíficas y movilizaciones masivas en protesta por el aumento de la militarización y las violaciones en grupo llevadas a cabo por las fuerzas armadas indias.

En toda la sociedad de Cachemira existe una fuerte y preocupante sensación de que las cosas pueden empeorar aún más a medida que se cuestiona cada vez más el derecho a la disidencia 
“En virtud de la Ley de Seguridad Pública de la India, que se ha utilizado una y otra vez contra las personas que no están de acuerdo con ellos, consideramos que la ley se utiliza como instrumento de tortura e instrumento de represión”, afirmaba Hameeda Nayeem.

En toda la sociedad de Cachemira existe una fuerte y preocupante sensación de que las cosas pueden empeorar aún más a medida que se cuestiona cada vez más el derecho a la disidencia. “Las elecciones no son la verdadera democracia para nosotros aquí”, señaló el defensor de derechos humanos Khurram Pervez, coordinador del programa de la Coalición de la Sociedad Civil de Jammu Cachemira (JKCCS). “La disensión es la verdadera prueba de la democracia para nosotros aquí. En Cachemira, todos los disidentes han sido encarcelados, asesinados y perseguidos. Nunca se ha tolerado la disidencia”.

Con los periodistas extranjeros que ya no pueden entrar en Cachemira y los activistas de Cachemira a los que se les ha prohibido obtener pasaportes o permiso para salir, se teme que se estén planeando medidas represivas aún más intensas. Los miembros de la JKCCS, aunque firmemente comprometidos con la “resistencia no violenta militante”, no han sido inmunes a la represión violenta. Mientras supervisaba las elecciones de 2004 como parte de un proyecto de la JKCCS, a Pervez le volaron la pierna en una explosión de un coche cerca de la remota ciudad de Kupwara, junto a su colega Asiya Jeelani y a su conductor Ghulam Nabi Shaikh, que murieron en la explosión.

“El papel de la sociedad civil aquí es exponer las mentiras del Gobierno y las atrocidades que comete en nombre de la paz”, explicó Imroz

El presidente de la JKCCS, Parvez Imroz, un abogado que ha defendido a muchos activistas cachemires, cree que todavía hay una ventana para el cambio social, pero que se está cerrando constantemente. Se considera que la solidaridad internacional es urgentemente necesaria si se quiere reducir aún más la violencia. 

“El papel de la sociedad civil aquí es exponer las mentiras del Gobierno y las atrocidades que comete en nombre de la paz”, explicó Imroz. “A partir del año 2000, hemos estado haciendo campaña contra la tortura y las desapariciones, y estudiando cómo podemos involucrar a la sociedad civil internacional para que nos ayude a luchar por crear un espacio [para la libertad en Cachemira]”.

Es una amarga ironía que incluso en los sectores progresistas y aparentemente pro-gandhianos de la sociedad india, la información y el apoyo a Cachemira sean mínimos en el mejor de los casos. “Estamos comprometidos con la no violencia”, afirmó Pervez, “y nos sentimos muy felices cuando vimos una enorme transformación en la lucha de Cachemira: la expresión principal de la sociedad cachemira se volvió no violenta”.

Pero el apoyo del movimiento pacifista al final del control colonial indio de Cachemira ha sido silenciado por la percepción mundial cuidadosamente construida de que la India es una democracia modelo basada en los ideales pacifistas de Gandhi.

Centrándose en las zonas que se enfrentan a la violencia comunal, los cuadros no violentos disciplinados utilizaban sus cuerpos para crear una línea que separaba a los grupos de civiles armados, o a los civiles que se enfrentaban a los militares

El Swaraj Peeth Trust, que está presidido por Rajiv Vora, constituye una excepción a esta política de “no es nuestro problema”. Han organizado diálogos y formaciones con el objetivo de hacer revivir las prácticas de “las brigadas de la paz” exploradas por primera vez por los seguidores de Gandhi a finales de la década de 1950.

Centrándose en las zonas que se enfrentan a la violencia comunal, los cuadros no violentos disciplinados utilizaban sus cuerpos para crear una línea que separaba a los grupos de civiles armados, o a los civiles que se enfrentaban a los militares. Las formas más exitosas de estos equipos desarmados formaron “las brigadas de la paz” para apoyar a las comunidades que trabajan por la justicia en contextos extremadamente violentos.

Más recientemente, pero bajo circunstancias similares, Vora ayudó a desarrollar un método de cuatro etapas para cultivar y organizar estas brigadas, incluyendo el enfoque en la empatía, la concientización, la capacitación y la acción basadas en la comunidad. En Cachemira, esta metodología se utilizó junto con las campañas de educación utilizando el clásico Hind Swaraj de Gandhi de 1909, su libro principal sobre el “gobierno local” indio como medio para lograr la plena independencia. El trabajo de las brigadas de la paz ayudó a reunir a las comunidades de Cachemira, abriendo con éxito conversaciones en varias ciudades y organizando más de una docena de reuniones sobre metodologías de trabajo para el cambio social.

Pero mientras que el diálogo sobre estrategias y tácticas no violentas dentro de la sociedad civil cachemira ha sido visto por muchos como un acontecimiento positivo, la violencia dentro de los territorios ocupados, iniciada y mantenida por el ejército y la policía local de la India, no ha hecho más que aumentar. Un policía, pidiendo el anonimato e indicando un deseo desesperado de abandonar la fuerza, señalaba: “Todos los días se nos pide que oprimamos a nuestro propio pueblo”.

Con una mayoría musulmana en Cachemira, un ejército de ocupación hindú y la gran mayoría de la tierra bajo control indio, la India es considerada con razón como el principal culpable 
Vora reconoce que Cachemira sigue necesitando una “intervención de pura buena voluntad” por parte de la comunidad mundial de pacificadores. De hecho, ningún diálogo, ni siquiera la buena voluntad, por muy grande que sea, va a resolver la situación sin la plena independencia y soberanía de un pueblo que necesita primero ser reconocido como el único árbitro de su propio destino. En segundo lugar, necesitan una libertad completa y sin trabas —en otras palabras, derechos humanos básicos— para reconstruir su propia sociedad en la línea que elijan.

La complejidad de la lucha radica en parte en la larga historia de variadas tomas de posesión de la tierra habitada por los cachemires. Con una mayoría musulmana en Cachemira, un ejército de ocupación hindú y la gran mayoría de la tierra bajo control indio, la India es considerada con razón como el principal culpable. Pero no es la única fuerza que se interpone en el camino hacia la plena independencia de Cachemira, ya que tanto Pakistán como China también controlan partes de Cachemira.

Las cosas también se complican porque, como me dijo un periodista, las políticas genocidas hacia Cachemira están camufladas en una “aniquilación lenta y gradual”. La ocupación económica, política, cultural, social, terrestre y militar de Cachemira requerirá años de recuperación incluso después del fin de la ocupación. Hoy, Kashmir Life informa de que las cosas se están moviendo en la dirección opuesta, con abusos de los derechos humanos que se acercan al nivel de "crímenes de guerra" manifiestos y que 2018 fue el peor año en más de una década en lo que respecta a la pérdida de vidas.

Según encuestas recientes, el 90% de los cachemires quieren el fin inmediato de la ocupación. El anhelo de una existencia libre fluye a borbotones en las conversaciones cotidianas. En un viaje en taxi compartido, aparentemente incapaz de contenerse, un cachemir que ahora vive en el extranjero me dijo: “¡Me encanta Cachemira! Tengo todo lo que podría desear aquí: mi casa, mi madre, mi familia, los medios para sobrevivir. Lo tengo todo menos la libertad”.

Artículo original
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Alemania
Elecciones en Alemania La extrema derecha de AfD y la izquierda de Die Linke duplican su apoyo, según las últimas encuestas
Ningún partido podría gobernar en solitario en las elecciones de este 23 de febrero. El partido de extrema derecha AfD quedaría en segunda posición con el 20%, sin posibilidades de liderar un gobierno.
Política
El Salto Radio Podcast | ¿Cancelar la cancelación?
Hablamos con Antonio Gómez Villar, a partir de su libro “Cancelar no es transformar” sobre malos entendidos y límites de esta acción política
El Salto Radio
El Salto Radio Humedales necesarios
Damos un paseo radiofónico por algunos de los humedales de Andalucía, espacios fronterizos entre el mar y la tierra, tan necesarios para nuestra supervivencia. Lo hacemos con Juan Martín Bermúdez, de SALARTE y algunos oyentes.
#32361
29/3/2019 17:49

El fascismo indoeuropeo

0
0
Cine
Kamal Aljafari “Palestina está en la raíz de la situación actual del mundo”
Kamal Aljafari lleva toda su carrera trabajando con materiales de archivo, indagando en las imágenes e interviniendo en ellas para preservar memorias en desaparición y para oponerse al proyecto colonial sionista y su falseamiento del pasado.
Paterna
Paterna Vandalizan el muro de Paterna donde el franquismo fusiló a 2.238 personas
El paredón amaneció este viernes con grandes letras pintadas con spray negro donde se podía leer “Sagredo eres maricón y tarado”, en referencia al alcalde del municipio.
Opinión
Derecho a la vivienda Flex Living: el caballo de Troya de la precarización del alquiler
No es una respuesta moderna a las nuevas formas de habitar la ciudad. El ‘flex living’ no es más que la última jugada del sector inmobiliario y los grandes fondos de inversión para maximizar beneficios a costa del derecho a la vivienda.
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.

Últimas

Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.
Comunidad de Madrid
Movilización por la educación 23F: el día que una veintena de colectivos llenarán de verde Madrid para defender la educación pública
La comunidad educativa de todos los niveles en la enseñanza se prepara para una movilización que arrancará a las 12:00 horas desde Atocha hasta Sol, en la región que menos invierte en educación por estudiante.
Política
El Salto Radio Podcast | ¿Cancelar la cancelación?
Hablamos con Antonio Gómez Villar, a partir de su libro “Cancelar no es transformar” sobre malos entendidos y límites de esta acción política
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.
Galicia
Memoria histórica Cultura, exilio y lucha de las bibliotecarias gallegas durante la Segunda República
Durante los primeros años treinta, las bibliotecas se convirtieron en espacios de trabajo ideales para un modelo de mujer que aspiraba ser independiente y que había manifestado un claro compromiso político. La Guerra acabó con todas sus aspiraciones.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Sindicatos piden el cese de la dirección del Hospital 12 de Octubre tras las obras de remodelación
Los problemas con las nuevas instalaciones han cristalizado en una unión sindical que ha reclamado formalmente el fin de la cúpula de dirección tras ser “ignorados” de manera “sistemática”.
Opinión
Opinión La unidad del anarcosindicalismo es la acción conjunta
Al hilo de supuestos movimientos desde la CGT hacia la unificación con CNT es necesario diferenciar entre lo que es una relación en clara mejora y lo que sería un proyecto real en marcha.

Recomendadas

Líbano
Ocupación israelí Israel incumple el acuerdo de paz y mantiene tropas en el sur de Líbano para “vigilar” a Hezbollah
El Ejército sostiene la ocupación de cinco colinas a lo largo de la frontera tras evacuar sus soldados de decenas de municipios. Miles de civiles regresan a sus casas para descubrir que lo han perdido todo.
Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.