Argentina
La candidatura de Sergio Massa avanza entre los temores de hiperinflación

El candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, camina entre dos frentes: combatir los fantasmas hiperinflacionarios que acechan a la Argentina y mostrarse como la opción más viable ante un Javier Milei desencadenado.
Sergio Massa, en el centro, en un mitin electoral en el conurbano porteño.
Sergio Massa, en el centro, en un mitin electoral en el conurbano porteño. Wikimedia Commons

La Argentina es un país de conflicto presente, donde el carácter antagónico de la política se muestra con claridad y traza fronteras que delimitan identidades visibles. No sólo pensemos en el fútbol o la religión, las identidades políticas pesan, peronistas y antiperonistas vienen tomando las calles de una sociedad algo más plebeya con respecto a algunos de sus vecinos. Cuando nos acercamos a la Argentina de los últimos años nos encontramos con una traducción clara del conflicto visible, la ‘grieta’.

La irrupción y construcción de la hegemonía kirchnerista en la dura resaca del 2001 y la consolidación de una derecha aglutinadora, por fin exitosa, alrededor de Mauricio Macri cavaron una profunda hendidura. Kirchnerismo y antikirchnerismo como el eje ordenante de la política argentina. Se han venido alternando victorias electorales entre ambos bloques en los últimos años. Los primeros más exitosos en las presidenciales y los segundos con una gran capacidad de castigo en las legislativas. En medio de un marco general de una Argentina con problemas económicos graves desde la crisis de las commodities, pero mientras tanto cierta estabilidad política, éxito internacional de sus músicos y hasta el mundial de Messi. 

CFK y Macri ya no irradian tanto como antaño. El sol de mayo se va apagando en estas dos figuras que ya son parte viviente de la historia política argentina

Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y Mauricio Macri ya no irradian tanto como antaño. El sol de mayo se va apagando en estas dos figuras que ya son parte viviente de la historia política argentina. La capacidad de liderazgo al interior de sus respectivos bloques permanece, pero no así su capacidad para movilizar al electorado necesario que les permita volver a la Casa Rosada. Habitamos un momento de interregno, esto que es un espíritu epocal se da con mayor fuerza en la Argentina. Se reconfiguran las cuestiones progresistas, una Cristina proscrita que leyendo la coyuntura renuncia a postular a sus dos pura sangre, Wado de Pedro y Axel Kicillof. El cálculo que hacía la actual vicepresidenta se intuye que era el siguiente: Kicillof debía quedarse en la Provincia de Buenos Aires porque era la única opción competente con vistas a poder conservar un bastión tradicional kirchnerista, mientras que quizás el problema de De Pedro es que no había un convencimiento total por parte del peronismo territorial, los cuatro años al frente del ministerio del Interior no eran suficientes. De este modo, CFK posterga, pero no renuncia, y ahí aparece la figura de Juan Grabois para mantener activas a las bases del peronismo irredento y de más carga justicialista. 

Las internas presidenciales en el peronismo estuvieron destinadas a contentar a esa militancia kirchnerista escéptica con la figura de Massa y por ende para unificar a nivel interno. La inclusión de la precandidatura de Grabois no era una anomalía, era un peaje que había que pasar de cara a no avivar unas disputas en el seno de Unión por la Patria, las cuales habrían sido demasiado costosas durante la campaña presidencial. Asumiendo las contradicciones, tras las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), quedó definida una fórmula presidencial en la que no había ningún representante del ala kirchnerista, algo que no ocurría desde hacía veinte años. Sergio Massa, apoyándonos en palabras del propio Grabois, pasaba a ser “alto, rubio, de ojos celestes... un tipazo”. El exintedente de Tigre no debe despreciar al kirchnerismo porque en los momentos de transición lo viejo todavía conserva fuerza y lo nuevo todavía no ordena.

El Estado intervencionista en horas bajas, el momentum no es 2001. Superar la grieta es la consigna de fondo y ‘lo nuevo y lo viejo’ el nuevo eje ordenante. No es guerra de trincheras en horizontal, sino una división temporal. El juego consiste en que si eres pasado, pierdes. Milei es el que primero avanza, es el gran candidato de lo nuevo. El primero pone las reglas, si eres viejo eres la «casta». Lo viejo son las políticas estatistas. Lo nuevo es el liberalismo, la libertad, ir despeinado o la dolarización. Massa, que es viejo, pero tigre viejo, con olfato felino, pretende salirse de la grieta. Ni más ni menos que en el país del conflicto presente, asocia lo viejo a la división, la fractura, a las identidades marcadas y más veladamente a la propia Cristina. Lo nuevo es el gobierno de unidad nacional. Hace un llamamiento no al gobierno de los partidos sino al gobierno de los mejores, apela a perfiles del PRO, radicales, de la izquierda, hasta liberales. Si bien los grandes temas no quieren ser olvidados, por eso hay quien lo escucha con nostalgia. Patricia Bullrich, la tercera en discordia, pone la música de la grieta, antikirchnerismo aunado a través de las ideas de orden y seguridad.

Un candidato infravalorado

En el vacío de poder existente en el último período presidencial, mientras Cristina y Alberto ‘Ausente’ Fernández se peleaban, Massa actuaba en silencio y se iba convirtiendo en el hombre fuerte del gobierno. Ahora tiene la oportunidad que tanto ansiaba, pero no lo hace en las condiciones que había imaginado. La gestión de los próximos cuatro años va a ser un quilombo.

Podría parecer de primeras un oxímoron que un ministro de Economía con un 124% de inflación sea candidato presidencial. Esto es causa manifiesta de inhabilitación para candidatear en la gran mayoría de democracias. Ocupar esta cartera ministerial le podría pasar factura sobre todo en los debates, que son obligatorios por ley. Sin embargo, no han acabado por poner en riesgo su campaña porque “los debates no se pueden ganar, pero sí se pueden perder”.

En los debates del 1 y 8 de octubre se vio a un Massa de fácil oratoria, consistente, sabiendo cuál era su base de votantes a activar y también a quién debía interpelar para ampliarla (el electorado femenino o aquel que reside fuera del conurbano bonaerense). Además, se pudo apreciar, especialmente en el primer debate, que buscaba polarizar con Milei. El rival que se encontró Massa no varió los ejes de sus propuestas programáticas, pero sí mostró un mayor temple, aparcando esa excentricidad característica de su figura. No es que fuese más moderado, sino que moduló el tono y el estilo comunicativo. 

El principal riesgo que corre la candidatura de Massa es la frágil situación económica de la Argentina con el fantasma hiperinflacionario acechando

Así pues, el principal riesgo que corre la candidatura de Massa es la frágil situación económica de la Argentina con el fantasma hiperinflacionario acechando. Su gobierno se halla gravemente debilitado y los instrumentos para atenuar la devaluación pasan a ser inútiles. El alto grado de incertidumbre en tiempos electorales se traduce en un aumento de la devaluación. Si a eso se le suma que el candidato mejor posicionado en las encuestas, quien busca una dolarización, incita a la corrida cambiaria, se entra en una espiral que puede acabar generando efectos demasiado perversos para el bolsillo de los argentinos. En el instante que se diese un ciclo hiperinflacionario Massa estaría fuera de la carrera presidencial y el triunfo de Milei sería inevitable.

Todo esto lo que nos dice es que la economía es el principal issue de las elecciones presidenciales argentinas que se llevan a cabo este 2023 y la gestión es el punto de representación más relevante. En Massa y en Milei hay un claro enfoque en la economía, pudiéndose comprobar en sus propuestas al igual que en el modo que abordaron los debates. Tecnocracia como oferta representativa, es decir, la ‘gestión’ como algo crucial para el votante argentino. Por eso, tanto en el candidato tigrense como en el ‘león libertario’ encontramos esa insistencia en su perfil de gestores. No pasemos por alto que la Argentina es ese país en el que el candidato de ultraderecha es acusado de academicista y de hablar difícil en los debates, el político que te saca indistintamente una motosierra o un libro en un mitin.

Si inmediatamente después de las PASO Pato Bullrich era proyectada como la contendiente de Milei en un hipotético balotaje, a unos días de la primera vuelta se perfila como la tercera en discordia. Al haberse posicionado en la grieta y con la fuerte presencia del issue económico, se percibe una Bullrich en posible fuera de juego. Nombrar a Carlos Melconian, una figura de peso en el establishment, como su futuro ministro de Economía no es suficiente. La cuestión no es delegar, sino mostrarse como una candidata que sabe moverse sin complicaciones por el terreno económico. “It’s the economy, stupid!”.

La insistencia de Milei por un gobierno de unidad nacional es una forma de proyectarse como la alternativa al mileísmo

Por otro lado, ese énfasis del presente artículo en evitar infravalorar al actual ministro de Economía se debe a la capacidad de este para potencialmente ocupar mucho espacio. Su insistencia por un gobierno de unidad nacional es una forma de proyectarse como la alternativa al mileísmo. Ahí está su exterior constitutivo, lo cual le permite acercarse al consensualismo, novedad postgrieta.

Salida, voz y lealtad postuló el economista Albert O. Hirschmann. La alta lealtad de la facción kirchnerista le permite disponer del voto duro peronista, que podría estar pensando por la opción Myriam Bregman o la abstención si hubiera optado por la salida crítica desde fuera. La debilidad actual del kirchnerismo no implica su autopsia, y apostar por la lealtad le puede permitir luego configurar una voz crítica legitimada a la interna. Continúa siendo un suelo a tener en cuenta, lo que en las elecciones pasadas fue bautizado “Con Cristina no alcanza, pero sin ella no es posible”. Además de tener en cuenta su poder en el legislativo, el voto que mueve CFK es un fenómeno todavía considerable, pero hoy no es suficiente.

Igualmente, dada esa trayectoria y búsqueda clara por el peronismo disidente más allá del kirchnerismo, Massa también puede llegar a obtener el voto de los electores de Horacio Rodríguez Larreta y de la Unión Cívica Radical, dos de los sectores de Juntos por el Cambio (JxC) que no están del todo cómodos con la candidatura de Bullrich. En el escenario actual el titular de la cartera de Economía solo puede conformarse con atraer a los votantes de dichos sectores. Eso sí, en el supuesto de que llegue a la segunda vuelta contra el candidato de La Libertad Avanza, el eje Milei−anti-Milei puede llegar a ser consistente y será más fácil conseguir el apoyo de los políticos vinculados a las ‘palomas’, al radicalismo y en general a las facciones moderadas de JxC.

Faltaría por mencionar una última pata que completa el dispositivo de apoyos de Sergio Massa. Un punto importante que le permitió hace algo más de un año ser nombrado por Alberto Fernández como «superministro» de Economía fue su estrecha relación con el Fondo Monetario Internacional y las instituciones gubernamentales estadounidenses. En consecuencia, es algo que no iba a desaprovechar en estos comicios, por lo que le convierte en el candidato del peronismo y también paradójicamente, o no tanto, en un candidato bien visto por Estados Unidos. Sumado a todo lo anterior, podemos casi hablar de un establishment ampliado de base popular, aunando dos elementos muy propios de la tradición peronista, vocación de poder y espíritu plebeyo.

Los sondeos indican que Milei ganará la primera vuelta y enfrentará en una segunda con el peronista Sergio Massa

Traslandándonos al panorama de los sondeos de opinión, se podría decir que hay prácticamente un consenso entre los institutos demoscópicos en señalar a Javier Milei como el ganador de la primera vuelta. La fórmula Milei-Victoria Villarruel, con todo, no alcanzaría la barrera necesaria que les permitiría ser electos en las elecciones del 22 de octubre. En este sentido, habría un balotaje y el rival que competiría con el libertario por llegar a la Casa Rosada sería Sergio Massa. Asimismo, no se debería obviar la encuesta más reciente de Atlas Intel que dibuja un escenario ciertamente diferente a la tendencia general: Massa primero y Milei y Bullrich disputándose la segunda plaza. Desde este artículo, se apuesta por la cautela y toca esperar a lo que suceda en la contienda electoral.

Ecos del menemismo y horizonte Massa

Ganar o perder, esa es la cuestión. El futuro político de Sergio Massa va a depender del desempeño que tenga en las elecciones presidenciales. La organización del bloque peronista post-10 de diciembre, día de la asunción del nuevo presidente argentino, puede hacerse desde el oficialismo o en la oposición.

La pregunta aquí pasa a ser quién y qué sectores liderarán el peronismo postgrieta, no solo como una candidatura electoral sino como dirección hegemónica y potencial subidentidad peronista principal. Asumimos la idea de que Massa no plantea un horizonte en sentido progresista del espacio peronista, y retomamos al menguante kirchnerismo hoy todavía como facción principal del mismo. En caso de éxito electoral de Massa, el kirchnerismo, al ser condición de posibilidad de la viabilidad de su candidatura como de su potencial e incierto futuro proyecto, se presenta como candidato favorito para el contrapeso interno. ¿Serán tiempos de componer una nueva canción?

Un fantasma recorre al peronismo, son los ecos del menemismo. No olvidarse del pasado de Sergio Massa al venir de la militancia de la formación liberal conservadora UCeDé

En tanto, un fantasma recorre al peronismo, son los ecos del menemismo. No olvidarse del pasado de Sergio Massa al venir de la militancia de la formación liberal conservadora UCeDé. Éste acabaría en el peronismo después de que un núcleo destacado del partido creado por Álvaro Alsogaray fuese absorbido por el menemismo. Carlos Menem interpretó la partitura de los noventa y asistimos ni más ni menos que a un paradójico peronismo neoliberal. Aquí, es donde el fantasma parece recorrer toda la Argentina, ecos de menemismo, ecos de los noventa, de la Puna a Tierra del Fuego. Milei entiende el primer Gobierno de Menem como el mejor de la historia, lo cual le sirve en su búsqueda de referentes históricos para tratar de ir aterrizando un proyecto visualizado como desubicado temporal y comparativamente. Por ello, cobra mayor fuerza la idea de Menem como el primero en proponer su medida estrella: la dolarización. Así, «león» y «tigre» nos preguntan al igual que la rapera Sara Hebe en El juego de la luna: “¿Que esperabas que sea si crecí en los 90?”.

Sigamos con el horizonte Massa, la opción de un peronismo dividido o de construir desde fuera del mismo parece poco exitosa, por no hablar del intento previo ya realizado en este sentido con el proyecto Unidos por una Nueva Alternativa. La división del peronismo ya te obliga a encender un fuego pero es que fuera de él hace realmente mucho frío. Además, tenemos un precedente inmediato: la estrategia de Alberto Fernández de tratar de marcar agenda propia solo ha servido para generar tensiones improductivas en el seno del gobierno y para acabar de apuntalar un mandato perdido. Un muerto por hipotermia. 

Se vislumbra un gobierno difícil, la ortodoxia neoliberal de ajuste fiscal o directamente la neoliberalización del conjunto de esferas de lo social mileísta dibujan un futuro difícil que parte de una pesada herencia. Vamos camino de otra década pérdida. Pero entre los carteles de campaña aparecen unas palabras de memoria: “Neoliberalismo nunca más”. Este ‘Nunca más’ es patrimonio de los cuarenta años de democracia que este año celebra la Argentina. Es un ‘Nunca más’ que puede funcionar en un sentido de defensa democrática ante los peligros de encaminamiento autoritario del mileísmo. Ahora, también puede cobrar este sentido económico de oposición frontal a un gobierno de la dolarización o de contrapeso interno a un gobierno de unidad nacional con ecos del menemismo. 

En este artículo hemos buscado poner sobre la mesa que hay cierta infravaloración de la candidatura de Sergio Massa. Aun así, esperamos haber mostrado la ponderación suficiente que no lleve a su sobrevaloración. De tal manera que la candidatura de Massa avanza, pero va caminando por una campo de minas y a la que estalle la hiperinflación, game over. Hemos elegido pensar 2023 más allá de la figura de Javier Milei, entendiendo que se ha alcanzado un cierto punto de saturación en su análisis. En economía se llega a la saturación cuando el nivel de demanda de un producto o servicio alcanza un punto a partir del cual no cabe esperar nuevos incrementos. La saturación provoca cierto efecto pigmalión del fenómeno estudiado. Cambiar el foco, permite ver otras aristas, que además son relacionales y co-constitutivas del fenómeno saturado. 

La victoria de Massa supondría una excepción (solo acompañada del incombustible Partido Colorado en Paraguay) a la tendencia consolidada de victorias opositoras en la región latinoamericana

La victoria de Massa supondría una excepción (solo acompañada del incombustible Partido Colorado en Paraguay) a la tendencia consolidada de victorias opositoras en la región latinoamericana, tesis apuntada por el politólogo Andrés Malamud, quien se enfoca sobre el factor hartazgo como base explicativa de la nueva ola progresista. De acuerdo con el pensador y exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, al no haber una propuesta ambiciosa y creativa que venga empujada por el movimiento popular ni una floreciente renovación de agendas y liderazgos, asistimos a una ola progresista más cansada. Así, se produce el triunfo de la tecnocracia en los interregnos de la democracia, que trata más de administrar y conservar que de transformar y ampliar los horizontes de lo posible. 

Los autores
Andrés González Flores es investigador doctoral en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la UCM. Máster Internacional de Estudios Contemporáneos de América Latina (UCM). Graduado en Ciencias Políticas y en Derecho por la UC3M. Linktree: https://linktr.ee/andresgflores
Raúl Cerro Fernández es Graduado en Ciencias Políticas por la Universidad Carlos III de Madrid. Cursando el Máster Universitario de Estudios Contemporáneos de América Latina de la Universidad Complutense de Madrid. Escribe artículos en una newsletter disponible en Substack.
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