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Argelia
Bouteflika cede ante el clamor de la calle y retira su candidatura a un quinto mandato
Tras semanas de movilizaciones Abdelaziz Bouteflika ha retirado su candidatura a un quinto mandato. Las elecciones en Argelia —previstas inicialmente para el 18 de abril— se retrasan y la calle celebra con escepticismo por lo que está por venir.
Ayer 11 de marzo, el presidente argelino Abdelaziz Bouteflika retiró su candidatura a las elecciones previstas el 18 de abril. Su renuncia es el resultado de intensas movilizaciones que arrancaron en febrero —ante el anuncio de que el mandatario se presentaría por quinta vez a la presidencia del país— y han tenido las calles como escenario, sucediéndose las manifestaciones, huelgas de estudiantes y docentes. El anuncio transcendió antes de que regresara de Suiza hoy, donde llevaba dos semanas recibiendo cuidados médicos. La avanzada edad y precario estado de salud de Bouteflika lo han tenido alejado durante años del espacio público, a pesar de ocupar la presidencia del país. Tras su retorno a Argelia se desconoce su estado de salud.
Tras el anuncio de la retirada, en Argel, cientos de jóvenes salieron a celebrar lo que perciben como un triunfo de las movilizaciones, reuniéndose en la plaza Marcel-Audin, epicentro de la contestación. En París o Marsella, ciudades francesas de gran presencia argelina, también se dieron manifestaciones espontáneas. Sin embargo, la noticia se recibió con prudencia, y el ciclo de protestas no se da por finalizado hasta que no se obtenga un cambio en el régimen. Pues, como declaraba una manifestante al periódico Liberation, el anuncio no altera mucho la situación en relación a la semana pasada cuando Bouteflika comunicó que, en caso de ganar las elecciones, renunciaría al poco tiempo. Así, atrasar los comicios supone alargar el mandato del presidente, y dar tiempo a su círculo para organizar la continuidad del poder.
Bouteflika accedió a la presidencia en 1999. Militar con una larga carrera política contó con el crédito de contribuir a la reconciliación nacional tras la guerra civil que asoló el país en la década de los 90. Desde entonces se ha presentado su figura como garante de estabilidad, tanto hacia el interior del país como de cara a la comunidad internacional. Su rol como facilitador de las relaciones comerciales con las potencias occidentales —sus reservas de gas natural lo convierten en un actor clave— le ha granjeado también el respaldo de países EEUU, Francia o España.
El mandatario magrebí de 82 años —que lleva prácticamente sin dirigirse al público desde que un incidente cerebrovascular le obligara a usar silla de ruedas en 2013— no ha dejado a ninguna otra figura de consenso para garantizar el relevo. Sus opositores y las miles de personas —muchas de ellas jóvenes— que llevan semanas manifestándose en la calle, apuntan a que los círculos de poder estarían trabajando para mantener el control del país y garantizar los privilegios y negocios de los que goza el entorno del presidente, acusado de corrupción y opacidad.