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Llueve sobre mojado. Este fin de semana se ha celebrado un aquelarre fasctista en Madrid, donde fuerzas iliberales, llegadas de los más pintorescos lugares, han mostrado diversas y distópicas propuestas, todas ellas con un denominador en común, el odio hacia los más desfavorecidos, los más débiles, los emigrantes….
Pero por encima de todos los allí reunidos ha sobresalido el ultimo experimento gaseoso llegado desde Argentina, y cuyo nombre no voy a mencionar. Me niego a citar a uno de los tipos más zafios de nuestra historia reciente. Sin duda es el ejemplo de verborrea mental, de aporofobia extrema, de psicopatía social. Es el Robin Hood de los ricos. Lo acojonante, y perdonen por la expresión, es que una parte nada desdeñable de la clase trabajadora, de la clase media, o de nuestros jóvenes ríen las gracias de estos psicópatas. Han perdido la conciencia de clase y son sometidos y oprimidos. ¡Vivan las “caenas”!
Todo lo que está sucediendo no es un ataque al orden liberal, todo lo contrario, es una consecuencia del orden neoliberal establecido hace cuatro décadas
Todo lo que está sucediendo no es un ataque al orden liberal, todo lo contrario, es una consecuencia del orden neoliberal establecido hace cuatro décadas. Caído el muro de Berlín, el mercado se convirtió en la entidad más poderosa de la política democrática occidental. Según este nuevo catecismo, las exigencias humanas y democráticas solo podían satisfacerse en la medida en que se sometían a las fuerzas inquebrantables del “mercado”, al que debe darse el máximo margen de acción para coordinar la gran diversidad de decisiones económicas y controlar con eficacia la demanda y la oferta. Obviamente, y así lo asumieron, el mercado no podía garantizar el pleno empleo, la justicia distributiva o la protección del medio ambiente.
Pero para poder vender la burra de la bondad del libre mercado necesitaban un relato. Para ello contaron con el apoyo inestimable de una parte de la academia. El problema es que todos y cada uno de los supuestos utilizados por estos académicos, todas y cada una de las hipótesis empleadas, todos y cada uno de los modelos matemáticos propuestos son mercancía averiada. ¡Tanto papel mal empleado, se podía haber dedicado a otros menesteres! Como ya detallé en un artículo previo, es lo que tiene la “Macro Moderna”: cuando se aplica en la vida real es incapaz de mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía, llevando la desigualdad de renta y riqueza a niveles extremos, propios de los años 30 de la preguerra. La “Macro Moderna” es una “pseudo-ciencia”, cualquier modelo macro keynesiano de los 60 predice mucho mejor.
Distopías que superan el guion de la Naranja Mecánica
El personajillo de los exabruptos, llegado de Argentina, y cuyo nombre me niego a citar, está sometiendo a su país a una terapia de shock que convierte en juego de niños el guion de La Naranja Mecánica. Distopía desatada. Pero no solo es Argentina. El fascismo está repuntando en Occidente. Primero con piel de cordero, con su verdadera cara oculta, ésa que debería haber quedado grabada en los rostros de todo hombre de bien, especialmente de aquellos dedicados a la vida pública, para que no se volviera a repetir la ignominia. Ahora ya sin careta. Van a tumba abierta. Parafraseando la canción de Golpes Bajos, corren malos tiempos para la lírica.
Hace varios años se publicó en la London Review of Books un artículo sublime, que describe a esta tropa, Robin Hood in a Time of Austerity, algo así como “Robin Hood en Tiempos de Austeridad”, del escritor y periodista británico James Meek. Se trata de una pieza larga, exquisita, profundamente desoladora, angustiosa, inquietante. Las élites manipulan, enfangan y ponen sus sucias manos hasta en los conceptos más románticos, en esos sueños y héroes de la literatura popular presentes en el subconsciente de los más desfavorecidos, los despreciados, los humillados. Y de eso va el artículo, de cómo los poderosos se han apropiado del mito de Robin Hood para su beneficio.
El auge de un nuevo totalitarismo, sin complejos, es una consecuencia lógica del sistema político surgido al albor del orden neoliberal
En esta nueva versión de Robin Hood los otrora pobres y débiles -desempleados, discapacitados, refugiados…- han sido recolocados en el cuadro conceptual donde solíamos situar a los más ricos y poderosos. Son ellos, la categoría social previamente etiquetada como “pobre”, a quienes se les acusa de vivir en grandes casas, revolcarse en el lujo y no tener ganas que trabajar. Les presentan como vagos, perezosos, parásitos. Mientras que los que antes se consideraban ricos, ahora, por obra y gracia del lenguaje, se les presenta como aquellos que trabajan muy duro para obtener una recompensa más o menos justa. Y bajo ese lenguaje perverso, “hay que apoyar a esta nueva categoría de pobres”, los otrora ricos. ¡Qué indignidad, qué vergüenza!
Pero las razones últimas, el auge de un nuevo totalitarismo, sin complejos, es una consecuencia lógica del sistema político surgido al albor del orden neoliberal. Nos referimos a la farsa de la democracia actual, donde lo que importa es la opinión de unos pocos. El sentir de los ciudadanos es irrelevante, sus anhelos despreciados, la democracia secuestrada.
Mientras que sus propuestas suponen un retroceso en términos de libertades y derechos civiles, su programa económico lleva a niveles extremos la protección de los que más tienen
El desaguisado argentino, VOX, Meloni, Le Pen, Trump, Bolsonaro, … son la consecuencia final lógica de un sistema de gobernanza que ya ha fracasado, el neoliberalismo, pero que, para perpetuarse en el poder, a las élites me refiero, con el apoyo de cierta clase media, y la inoperancia de la izquierda, se ha acabado quitando la careta. Los del aquelarre de este fin de semana en Madrid son neoliberales en stricto sensu, que no liberales. Mientras que sus propuestas suponen un retroceso en términos de libertades y derechos civiles, su programa económico lleva a niveles extremos la protección de los que más tienen. Supone consolidar una combinación de políticas económicas, sociales, educativas, etc., claramente regresivas, ineficaces e injustas, desplegadas en las últimas tres décadas por el establishment político y económico, y vociferadas como verdades absolutas por su aparato mediático. Ambas concepciones, neoliberalismo y liberalismo, no son equivalentes, aunque la deriva de muchos liberales, social-liberales e incluso socialdemócratas acabe en una confusión de confusiones.
Hoy más que nunca es necesaria una nueva hoja de ruta radical que, en primer lugar, como condición necesaria, pase por recuperar el poder y la democracia para la ciudadanía, ahora en manos de unos pocos multimillonarios, caprichosos, egoístas, psicópatas. Esto va de libertad, de igualdad y de fraternidad. Todo lo demás, barbarie.
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En la película El hoyo, se representa muy bien el desprecio que siente cada estatus social por los que quedan por debajo de él.
Lo cual explica también porque tantos desfavorecidos de nuestra sociedad son afectos a la ultraderecha, ya que les ofrece el "españolismo" como tabla de salvación a su complejo de inferioridad de ocupar el último escalafón y tener así por debajo a quien escupir (argumento de la película).
Excelente artículo, como siempre. Uno de los grandes problemas es que partidos como el SPD alemán están poniendo la alfombra roja al fascismo.