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Elecciones
¿Por qué no votar ni a la izquierda?
En el CSOA La Gatonera de Madrid organizaron hace unos días una charla-debate contra la democratización de nuestras conciencias donde las reflexiones giraron alrededor de esta cuestión. ¿Por qué? ¿Por qué no fiarnos ni de la “izquierda” que dice presentarse a las instituciones para mejorar nuestra realidad?
En un coloquio anterior se explicaba que “la democracia es una manera de gestionar el control de la población, no una fórmula mágica que nos hace iguales. Prueba de ello es que seguimos viviendo bajo el yugo del trabajo, la opresión de un sistema jerárquico”. Aseguraban que ningún charlatán demócrata va a cambiar eso, incluso aunque tenga “buenas intenciones”. ¿Por qué? Pues porque el sistema está perfectamente ideado, pensado y estudiado para que nadie ni nada pueda romperlo desde dentro. Imaginemos, siendo bien pensadas, que una persona honrada y con un buen propósito encaminado a solucionar las injusticias, llega a presidenta, alcaldesa, diputada, etc. Creerá que tiene el verdadero poder pero con lo que se encontrará realmente es con un entramado de normas y leyes encaminadas a garantizar el funcionamiento del sistema, pase lo que pase y gane quien gane unas elecciones. Además, en el caso de quienes con buenas intenciones toquen poder, tendrán que hacer frente a una retahíla de tratados internacionales que nuestro país ha firmado y de los que no pueden desentenderse así como así. Cuando hace décadas, por ejemplo, el Partido Español (PSOE) nos vendió la moto de la OTAN lo hizo haciendo hincapié en lo importante que era pertenecer a ese club pero no lo difícil que sería salirse luego de él, ni las consecuencias que esta salida tendría para nuestro país (en caso de querer hacerlo).
El sistema –este sistema- dispone, como nos explicaban en La Gato, de todo un armazón diseñado precisamente para que nada pueda destruirlo. Por lo tanto, formar parte de esa farsa o creer que puede lograrse “algo” desde dentro es una batalla perdida desde el primer segundo.
Durante el coloquio hicimos memoria pasando por algunos movimientos europeos que surgieron precisamente con la “intención” de cambiar las cosas pero que luego, una vez que sus líderes lograron “colocarse” en parlamentos, la realidad fue otra bien distinta. Una vez allí, con el poder de las urnas, los discursos cambiaron, se suavizaron y se adaptaron al sistema para poder vivir de él. La excusa que nos da esta gente es siempre la misma: “no sabíamos que íbamos a encontrarnos con esto y por lo tanto las cosas no podrán cambiar tan rápidamente como creíamos. Paciencia, estamos trabajando en ello”. Y así llevamos toda la vida. En esto nos educan y nos hacen creer.
El tiempo ha demostrado que esa “izquierda” cuando toca o consigue el poder se comporta diferente.
El compañero de La Gato puso como primer ejemplo a la organización italiana ‘El Olivo’ (L’Ulivo) que estuvo activa entre 1995 y 2007. Se trataba de una coalición electoral de “centroizquierda” que se presentó a las elecciones generales de 1996 y logró ganar al partido de Silvio Berlusconi. Toda una campaña mediática se puso en funcionamiento para movilizar a la población contra el “avance” del fascismo en Italia, dándole la victoria a esta coalición y logrando que el partido socialista italiano se hundiera tras las mismas. ‘El Olivo’ prometió que iba a cambiarlo todo pero al año de lograr la victoria las cosas no mejoran y desde esta opción política empiezan a justificar la situación argumentando que los ritmos del parlamento italiano son los que son y no pueden revertirlos.
Llega 1998 y estalla la guerra de Kosovo. Italia, gobernada por un grupo político (L’Ulivo) que había asegurado antes de llegar al poder que como país saldrían de la OTAN, no solo entra como participante de esta guerra sino que además presta sus bases militares para que los aviones de guerra de EE.UU. salgan desde las mismas hacia el país en conflicto. Ya imaginamos para qué. Ser miembro del club OTAN lleva aparejado el deber de cumplir una serie de tratados vinculantes porque si no lo haces te sancionan. Y dichas “sanciones” también están ideadas para que como país no vuelvas a levantar cabeza.
‘El Olivo’ –integrado por pacifistas y antimilitaristas en un primer momento y cuyo símbolo era la ramita que lleva en el pico la paloma de la paz-, entró en el sistema, cambió su discurso y no dudó a la hora de unirse al resto de países con intereses comunes… incluso sumándose al bombardeo de otro país en el que se produjeron “daños colaterales”, es decir, muertes de seres inocentes.
En el Estado español tenemos otro ejemplo bastante reciente: el movimiento 15M. Hace pocos días se cumplía el octavo aniversario de aquel 15 de mayo de 2011 en el que las plazas se llenaron de “indignados” gritando “no nos representan” y “que se vayan todos”. Me contaron en La Gato que, paradójicamente, aquellas asambleas de personas“indignadas” en Madrid terminaron funcionando de manera casi idéntica a como lo ha venido haciendo casi siempre el Congreso de los Diputados. De esta movida “surge” una formación llamada ‘Podemos’. El discurso con el que se “presentan” a la sociedad logra ilusionar a muchas personas (yo fui una de ellas cuando aún pensaba que se podía hacer algo desde las instituciones). Hablan de “casta” para referirse a los políticos “de toda la vida” que llevan, amparados en sus partidos, décadas jodiéndonos con sus leyes y sus decisiones. También critican al “régimen del 78”, rechazando la Constitución que se impone a toda la población ese mismo año. No dejan títere con cabeza cuando critican desde la formación morada el ritmo de vida que llevan algunos políticos de la “casta” a los que acusan de haber vivido por encima de “nuestras posibilidades”. Los líderes de esta formación se posicionan en sus discursos contra los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad que reprimen al pueblo en manifestaciones, desahucios, protestas, etc. Son años en los que las calles tienen bastante movimiento. Años en los que se crean leyes para reprimir a quienes luchan y se rebelan contra el sistema, leyes para limitar derechos y libertades como la Ley Mordaza. ¿Qué queda de todo aquel discurso? No lo sabemos muy bien… lo único que “podemos” constatar es que hoy, a tan solo una semana de estar llamados y llamadas nuevamente a las urnas para elegir cortijeros en los ayuntamientos de todo el país, aquellos líderes han cambiado pisos en barrios obreros por casas de muchos metros cuadrados en urbanizaciones de lujo. Ya no exigen que se derogue la Constitución Española sino piden, al menos, que se cumplan sus artículos e incluso se pasean por los medios de comunicación con un ejemplar de bolsillo para que no olvidar ninguna disposición. También la palabra “casta” ha desaparecido de los discursos y mítines de quienes venían a asaltar los cielos.
Volvemos al principio. El sistema está perfectamente ideado y construido para que nada ni nadie pueda revertir su funcionamiento desde dentro.
Quien entra de una manera no puede salir igual. Y si no que se lo digan al alcalde de Cádiz, José María “Kichi”, que defendió la producción de corbetas para Arabia Saudí ante el dilema de fabricar armas o comer. Tela.
Esta gente dice que todo sistema tiene contradicciones, y supongo que será así… pero o eres un imbécil por no saberlo antes de entrar a formar parte de él o bien eres un mentiroso que sabiéndolo entras y vendes que puedes cambiar las cosas. Y esto es lo que hace precisamente la mal llamada “izquierda” de este país. La “izquierda” termina haciendo lo de la derecha. Se encarga de realizar el trabajo sucio al sistema porque se presenta como la opción de la mayoría social, de la gente con menos recursos, para luego olvidar sus promesas.
La mal llamada “izquierda” de este país ha desmotivado, desmovilizado, a la gente. Ha apartado de las calles a muchas personas válidas y necesarias para colocarlas en parlamentos y ayuntamientos. Ha apagado fuegos y enterrado luchas. Ha traicionado y vendido a quienes auparon a sus líderes vendiéndonos la “democracia” que no es otra cosa que una dictadura encubierta que se sustenta en una gran mentira, el mito de las mayorías, y cuyo último garante es el ejército. Es falso que bajo el paraguas de nuestra democracia y de nuestra Constitución todas las ideas tienen cabida. Es completamente mentira y la actual ley de partidos lo demuestra. La democracia, como bien decían mis compas de La Gato, “es un juego de especialistas, un juego de minorías que deciden por nosotrxs sí o sí”. La “democracia” la articula el Estado y hasta hoy no hay ninguno que haya atendido realmente las necesidades de la gente. Además tiene el monopolio de la violencia y el poder de redistribuir la riqueza en forma de impuestos, salarios, producción, etc. Es el Estado el que regula la economía a través de una burocracia impenetrable para controlar todo y a todas.
Ahora que estamos nuevamente inmersas en otro proceso electoral para el 26M debemos saber que los partidos que se han presentado a las elecciones generales el pasado 28 de abril han obtenido 1 euro por cada voto y 32.000 euros por escaño. Sumad un poco teniendo en cuenta la representación por partidos políticos en el Congreso de los Diputados, en el Senado, las Autonomías y ahora, en unos días, en los consistorios españoles.
No votes. No alimentes este sistema. Organízate (como y donde quieras)… no olvides quién eres y no dejes de luchar.
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De acuerdo en (casi) todo. Sólo un matiz a modo de pregunta: ¿Y si, siendo plenamente consciente de todo lo que planteas, siendo lúcidx, vamos, decides que, a pesar de lo poco que se puede hacer desde dentro del sistema, votas por cambiar al menos con ese acto lo poco que se puede cambiar y sigues manteniendo tus luchas en el ámbito social? Yo también creo que la estructura de la casa no se puede (de momento) cambiar, pero si podemos elegir el color de la pintura para pintar sus paredes...Hay que elegir entre no participar nada o ser consciente del poco margen de cambio que tenemos y ejercerlo. Salud!
Tal vez el camino democrático sea crear un partido asambleista, donde cada decisión de se toma en asamblea y los representantes parlamentarios trasladan esas deciciones al recinto. Complicado? creo que la tecnología en eso puede darnos una mano.
Entonces la solución es no votar a la izquierda (porque la derecha lo hace siempre y en masa) y dejar que los partidos neoliberales manejen a su antojo las instrucciones, recorten más los escasos derechos sociales y laborales, los demás salgamos a las calles a que nos muelan a palos y a multas. Pienso que la calle y el acompañamiento de partidos afines en las instituciones son además de compatibles necesarios. Dejar el campo libre a la derecha no votando para que gobierne la derecha es hacer sufrir con sus políticas neoliberales a las clases populares, trabajadores, pensionistas, personas dependientes.... Como lo de parar la producción no se nos da últimamente muy bien prefiero votar opciones de izquierdas.