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Opinión
El poder, los poderes: división, sin reparto
El que nos hayan bombardeado mediáticamente con el poder judicial no creo que responda a una casualidad. Evidentemente, se trata de hacernos ver que la división de poderes se tambalea porque los del poder ejecutivo, el Gobierno, y, los del poder legislativo, los partidos que apoyan al Gobierno y los de la oposición, pretenden controlar el poder judicial, que debe de ser árbitro y neutro en materia política.
Seguro que algo debe de haber de eso, pero, eso de las divisiones de los poderes en plural que se controlan entre sí, me suena a algo así como cuando dicen que los mercados se regulan solos, o que el rey arbitra y hace guardar la Constitución.
Ver al poderoso monarca como cada año pidiendo la unidad de todos los españoles y felicitando la Navidad delante de un belén y, que al día siguiente los portavoces del principal partido de Gobierno y de la oposición babeen mientras loan las palabras del rey sin disimular que son súbditos y dando a entender que su poder ejecutivo o legislativo está subordinado al borbón, hijo del emérito y nieto del caudillo por la gracia de Dios, es ya una costumbre que aguanta poco más de una día en los noticiarios. Pero, no debemos de olvidar que la realidad es así, las élites económicas, las que mandan de verdad, a veces no tienen el Gobierno, pero siempre tienen el poder y en el caso del reino de España, además cuentan con un representante que se dedica a pedir unidad a todos los españoles en la cena de Navidad.
Como decía al principio, los medios son los que nos han ofrecido el culebrón del Consejo General de Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, lo mismo que nos siguen vendiendo una guerra, la de Ucrania, y obviando otras, el resto. Estos medios de comunicación nos ofrecen, además de sus pretendidos programas serios, una serie de programas de entretenimiento que, presuntamente, pretenden que nos evadamos un poco de las cosas importantes, las del poder legislativo, ejecutivo o judicial.
Los medios son los que nos han ofrecido el culebrón del Consejo General de Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, lo mismo que nos siguen vendiendo una guerra, la de Ucrania, y obviando otras, el resto
Así, hace unos días en un programa con título de rogatoria a dios para que no caigamos en el infierno, tras una interminable secuencia de anuncios publicitarios que se sucedieron tras la interesante cuestión que iba a responder una invitada sobre si estaba o no bien “armado” un supuesto ex guardia civil con el que había mantenido relaciones tras una cena de empresa navideña, nos aparece de golpe y porrazo, y sin que nos enteremos del tamaño del “arma” del ex benemérito, un cantante venezolano. El cantante, no tarda en despotricar contra el Gobierno bolivariano de Maduro y la presentadora aprovecha, dado el poder que le da tener a una audiencia relajada, para afirmar que con el régimen comunista de Maduro no puede ni siquiera contactar telefónicamente y hablar con libertad con varios familiares que viven en Venezuela. Se une a la tertulia, Jimmy Jiménez Arnau, famoso por haber estado casado con una nieta de Franco y contar sus intimidades, que afirma, sin dar opción a ninguna réplica, algo así como que nosotros dejamos que los comunistas vivan en libertad, pero si los comunistas llegan al poder nos quitan la libertad, todo ello refiriéndose al Gobierno venezolano de Nicolás Maduro. No sé si la señora presentadora del “Sálvame” y el tal Jimmy saben que en su país (el Reino de España) hay ministros del partido comunista y que en Venezuela desde el año 2020 los comunistas son opositores al gobierno de Maduro. Desde luego esto último no nos lo van a explicar en un programa de cotilleos. En realidad, sólo aspirábamos a saber lo bien o mal “armado” que estaba un supuesto famoso y no la opinión sobre el “comunismo” de personajes de la farándula que viven de despellejar al prójimo.
Esta táctica del poder mediático ya la utilizaban, aunque de forma más sibilina, los tertulianos de los programas deportivos. Así, siempre me acordaré de cuando José Ramón de la Morena dirigía “El Larguero” de la Cadena Ser, uno de sus objetivos era darnos a entender que a la izquierda de Comisiones Obreras no existía nada y cada vez que entrevistaba a alguien que pudiera haber sido de joven algo de izquierdas, no dudada en hacer chanzas y chistes mencionando a la citada central sindical. El otro objetivo del presentador era, por supuesto, darnos a entender que el progresismo es una enfermedad que se pasa con la edad. Desde luego, no es precisamente Joserra comparable al autor de El izquierdismo, la enfermedad infantil del comunismo. No me imagino a Lenin votando, como José Ramón de la Morena ha confesado, por la lideresa de la extrema derecha del PP en Madrid.
En otros programas, supuestamente más serios, los poderes mediáticos nos siguen demostrando que no hacen mucho caso a animar a la unidad de los españoles, como nuestro rey nos recomienda, sino a enfrentarnos unos contra otros. Así un tertuliano en la Cuatro y la presentadora del programa supuestamente serio arremetían contra la nueva ayuda de 200 euros entrevistando a una jubilada que por su condición de persona que ya recibe una prestación no iba a cobrar esa paga. Obviaban, por supuesto, que una paga única de 200 euros es sensiblemente inferior a la subida del 8,5% de las pensiones en 2023, incluso si hablamos de las más reducidas. Evidentemente, el objetivo del tertuliano y de la presentadora no era otro que hacer que los espectadores odiemos a los beneficiarios de la paga única de 200 euros y que nos caguemos en cualquier medida del gobierno central.
Sin embargo, debemos de estar contentos con el fin del año 2022. Nuestros poderes locales, con alcaldes y alcaldesas al mando, echan el presupuesto municipal por la ventana para agasajarnos con la programación navideña del último año de mandato, que para mayo hay elecciones y ya sólo queda una semana santa y una romería para entretener al electorado antes de las urnas.
Y es que por mucho que nos hayan repartido el poder estatal en ejecutivo, legislativo y judicial y lo hayan parcelado a nivel territorial, en comunidades autónomas y entidades locales, los verdaderamente poderosos, no están en los parlamentos, las magistraturas o los gobiernos, tampoco están tras las cámaras de televisión o tras los micrófonos de las radios. Controlan todo este conglomerado de poder, y es nuestra obligación como ácratas repartir de forma proporcional el poder entre los 8000 millones de personas que habitamos la tierra, para conseguir de esta manera que el poder se diluya. El orden natural de las cosas que pregona la anarquía descubre que nuestro Estado (el Reino de España) es un Estado fallido, como todos los demás, porque se sustenta en la falacia del reparto equilibrado del poder, de los reyes que arbitran y hasta de los mercados que se regulan. Cada persona tenemos nuestro conocimiento y el poder quiere que nos creamos que sin los poderosos no podríamos gobernarnos ni juzgarnos. Vamos a darle una oportunidad a la razón, no dividamos el poder, eliminémoslo.
Contra el poder
Que debilita y nada da que sólo quita
Y deshace lo que está
Contra el poder
Contra el poder
En cualquier forma que se dé
Contra la fuerza y mal uso de la fe
Desde el poder
Contra el poder de Pedro Guerra