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Opinión
Inocentadas institucionales
En nuestros tiempos, sin haber desaparecido del todo celebración jocosa del día de los Santos Inocentes, la cosa ha venido a menos porque la circulación de bulos, informaciones sin contrastar y fake news es tan habitual que no resulta fácil inventarse inocentadas que superen en falta de rigor a los contenidos habituales de medios y redes sociales.
Precisamente el mismo día de los inocentes del año recién acabado se daba a conocer la aprobación por el Gobierno de la última -por ahora- reforma laboral. Lamentablemente no era una inocentada, aunque lo pudiera parecer vistos los adornos con los que se ha querido presentar como una victoria para el conjunto de los trabajadores. Pocos días después, como si de una semana de la inocentada se tratase, la Comisión Europea nos dice que la energía nuclear y la derivada del gas serán consideradas energías verdes. Como si ante una competición de desvaríos nos encontrásemos, a continuación el Tribunal Constitucional español avala una sentencia del Tribunal Superior de Baleares, que con anterioridad había dictaminado que una deuda económica se puede saldar con sexo oral. Son solo unos ejemplos, pero buscando un poco se suelen encontrar multitud de estos casos que demuestran cada día que la realidad misma nos ofrece titulares que bien podrían ser burdas inocentadas.
Precisamente el mismo día de los inocentes del año recién acabado se daba a conocer la aprobación por el Gobierno de la última -por ahora- reforma laboral. Lamentablemente no era una inocentada
Del sistema judicial español nada nos puede sorprender ya, acostumbrados como nos tiene a aplicar con escandalosa normalidad la ley del embudo; comprensión y benevolencia con los ricos y poderosos que se saltan las normas y mano dura con los infractores de poco monta. En cuanto a las políticas de la Unión Europea (cada día más Mercado Común, a pesar de haber sustituido ese nombre original) tampoco puede extrañarnos que trabaje para los intereses de grandes empresas y bancos, por lo que la ocurrencia de convertir en limpias las energías más peligrosas y contaminantes solo puede tener el objetivo de abrir el caudaloso grifo de las subvenciones previstas para las renovables a todo tipo de industria energética, a pesar de los vigentes acuerdos europeos para el cierre progresivo de las centrales nucleares.
Pero es seguramente la muy anunciada y ahora olvidada derogación de la reforma laboral del PP (2012) la decepción más gorda de estas fechas, tan propicias para aplicar medidas impopulares sin que el pueblo se entere mucho. Y si las compras de Navidad y las rebajas solapan cualquier otra realidad, la avalancha de valoraciones positivas de la nueva reforma laboral que nos han soltado políticos, tertulianos y agentes sociales en los principales medios también ha contribuido a que el personal, aun sin creerse del todo las bondades de la reforma pactada, no tenga una idea exacta del alcance real de la medida.
Afortunadamente existen otros medios y otros sindicatos que ya están publicando valoraciones rigurosas de todo el articulado de la reforma laboral, poniendo en evidencia las limitaciones de las supuestas mejoras y, sobre todo, resaltando todos aquellos recortes de 2012 y de 2010 (la reforma del PSOE que no quieren ni nombrar) que siguen en vigor y que han sido los culpables de que nuestro país sea líder europeo en precariedad laboral, mientras nuestros salarios, condiciones laborales y servicios sociales siguen muy por debajo de los existentes en los países más desarrollados del continente.
En fin, otra promesa incumplida la de derogar la reforma laboral, que se une a la de eliminar la ley mordaza, los desahucios y otros tantos compromisos electorales que el gobierno progresista ha olvidado.