Opinión
El percentil, la pertenencia, las calores y los garbanzos

Hace unos días en la emisora de radio del grupo PRISA escuchaba que según un estudio del Banco de España el primer percentil, es decir el 10% de la población con más riqueza del país poseía más que el conjunto de los 6 percentiles más bajos, es decir que el 60% de la población menos pudiente. Además, concluía el citado estudio que la mayoría social de nuestro país pierde poder adquisitivo desde hace lustros. Escuché más datos, pero no poseía bolígrafo y mi memoria no está para muchos trotes dentro de un vehículo a 50 grados. Tras consultar en un buscador de internet, no fui capaz de encontrar el estudio y eso que era un estudio del Banco de España y no una manipulación del Russia Today.
Neoliberalismo Prada
Fotografía: Max Bohme en Unsplash.
16 oct 2022 15:52

Supongo que estos datos son una buena noticia para el Banco de España, al fin y al cabo su gobernador Pablo Hernández de Cos trabaja para los del percentil 1. Hernández ya nos advertía sobre la subida de 15 euros del SMI que lo elevaba a 965 euros en septiembre de 2021: “Sabemos que incrementos moderados en el SMI generan efectos negativos moderados en el empleo, pero que pueden ser más elevados en colectivos de baja productividad, jóvenes o mayores de 45 años”. Utilizar la expresión “colectivos de baja productividad” por parte de un señor que percibe casi doscientos  euros anuales por presidir el Banco de España, debería ser motivo suficiente para el despido objetivo, sin embargo esta gente de tonta no tiene nada y hasta es capaz de decir que le preocupan las desigualdades. Ellos saben muy bien a la clase a la que pertenecen, incluso Pablo añade un “de” tras su humilde Hernández para distinguirse de la inmensa mayoría de los Hernández, Fernández y Gámez que por supuesto están en percentiles más bajos.

Otros que también saben a lo que pertenecen y nos lo escupen a la cara cada vez que hablan, vomitan o estrenan ropa son los nobles y las nobles. Así Victoria Federica de Marichalar y Borbón, personajillo que se saltaba la cuarentenas trasladándose cuando le venía en gana a Villacarrillo desde la villa que detenta la capitalidad del estado, mientras el resto de los mortales que no tenemos sangre azul o no estamos en el percentil 1 estábamos encerrados en casa por pandemia, es capaz de decir que tiene su elevada posición social gracias a su educación y esfuerzo.

Luego están los que no saben a lo que pertenecen, desde luego muchos de los de los percentiles económicos más bajos. Así, por citar un ejemplo reciente, hace unos días tuve la oportunidad de ver un vídeo en el cual un trabajador de la antigua Santana de Linares consideraba que se lo debía todo a la empresa, que quien dijera lo contrario, era prácticamente un pendenciero. Eso sí, reconocía que tenía que trabajar y bastante y que no entendía de política ni de sindicatos. Parece que tampoco entendía mucho de plusvalía y de que la riqueza de la empresa la generaba él junto al resto de los trabajadores y no sus gerentes situados en Japón o Sevilla. Seguro que estos jefes sí lo entendían.

Este tipo de figura, la del que no sabe a lo que pertenece, no es nuevo, y existe desde luego desde antes de que existieran fábricas de coches y estudios del Banco de España. Nuestra literatura basada en hechos reales nos ofrece relevantes ejemplos, así, en la “Huelga de los garbanzos” de Paco Martínez Aguilar, aparece Frasquito, encargado de una finca en la Medina Sidonia a principios del siglo XX, personaje capaz de no sólo arrastrarse ante su amo sino incluso de arriesgar su vida por él y contra su clase. Pero incluso, Frasquito puede cambiar, como el citado trabajador de Santana o cualquiera que por fin se dé cuenta a qué clase pertenece.

Quizá todo lo comentado carezca de la más mínima importancia porque desde el 28 de junio ya hemos superado las capacidades anuales de nuestro planeta tierra, necesitamos casi dos planetas para mantener el ritmo de consumo mundial. Sin embargo, nos siguen diciendo que hay que crecer y crecer económicamente, lo que supone esquilmar más aún a nuestro planeta, para que las migajas caigan del percentil más alto a los más bajos y además como las distancias son más grandes entre lo alto del edificio social y la planta baja, por efecto de la gravedad, las migajas caerán más rápido.

Pero, si tras tantas crisis desde el 2007, llegando a las actuales con los precios y las temperaturas por las nubes, no nos hemos dado cuenta que ni siquiera ahora estamos en recesión y siempre se ha ido creciendo a nivel global pero los de abajo están cada vez peor y los de arriba cada vez tienen más, ¿por qué no procedemos al reparto?, si hay más garbanzos, ¿por qué tocamos a menos?

Los de abajo están cada vez peor y los de arriba cada vez tienen más, ¿por qué no procedemos al reparto?, si hay más garbanzos, ¿por qué tocamos a menos?

Bueno, la repuesta no creo que la encontremos en ningún buscador de internet, tampoco en un informe del Banco de España ni en un noticiario del grupo PRISA. Está en nosotras, que no sabemos a lo que pertenecemos y ni siquiera creemos que haya una guerra de clases. Ellos sí lo saben, ya lo decía el multimillonario Warren Buffet: «hay una guerra de clases y la estamos ganando los ricos». Pero mientras el planeta resista queda la esperanza, total, hace mucho calor para garbanzos, nos apañaremos con gazpachos, que ya llegará el otoño y los fríos y al precio que están los combustibles no tendremos más remedio que salir a las calles y darnos cuenta de a lo que pertenecemos. ¿O no?

Agarraos por las pelotas, con los huevos por el sueldo
Nos tratarán como idiotas hasta que caigamos muertos
Allá va la despedida, que es de la peor calaña
Cuando se acaben las moscas también morirá la araña

La batalla está perdida
Nuestra bandera pisada
Saca la bota María
Que toquemos retirada

Letra de Jota de la Derrota. Gatillazo

Archivado en: Desigualdad Opinión
Sobre este blog
Alkimia es un espacio de reflexión donde miembros o personas afines al Anarcosindicalismo dan su punto de vista sobre temas de interés general. En una sociedad en la que los medios de desinformación moldean la realidad al antojo de los poderes económicos y políticos, cualquier nueva vía de contrainformación se hace necesaria para lograr que se pueda conocer la realidad de la vida cotidiana de las personas a la vez que pueda servir para su transformación.
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