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Coronavirus
¡Cuídate de los Idus de Marzo!
2000 años después el coronavirus clava una puñalada trapera en el corazón del imperio capitalista.
En el calendario romano el comienzo de todo estaba consagrado al dios Marte (de la guerra) y corresponde a la primera luna llena del año nuevo. La popular fiesta del buen augurio de marzo se celebraba en honor de Anna Perenna (para que el círculo del año pueda contemplarse felizmente) donde la plebe se entregaban las orgías y bacanales. Según el escritor griego Plutarco en ese año del 44 a.C. Julio César había sido advertido por el oráculo y los nigromantes de que su vida corría peligro. “La sangre correrá a borbotones”. Precisamente en esas jornadas de buenos augurios poca credibilidad podía tener este siniestro anuncio. Hasta su propia esposa Calpurnia tuvo un terrible sueño premonitorio que también ignoró. El arrogante dictador descartó el riesgo ¡si los dioses estaban protegiéndolo! ¿Solo se debe temer al miedo! ¿Tal vez se creía un ser más divino que humano? Cuando Julio César se dirigía al Senado como solía hacerlo a diario, en su camino se encontró con el vidente ciego del oráculo y él le dijo desafiante: “los Idus de Marzo han llegado”. A lo que el vidente le contestó “Sí, pero aún no han acabado”.
Resulta que a sus espaldas se estaba forjando una conspiración por parte de sus más estrechos colaboradores, Bruto (su hijo adoptivo) y Casio, ambos republicanos por naturaleza, que aprovechando una urgente convocatoria en el Senado lo cosieron a puñaladas. “¿Tú también Bruto, hijo mío?” –fue su postrer despedida antes de expirar. Este acto criminal provocó la guerra civil que sembró de muerte y destrucción en el Estado. El asesinato del dictador (había sido nombrado dictador perpetuo) está considerado un punto de inflexión en la historia de la Antigua Roma pues marcó la transición de la República al Imperio. A partir de ese luctuoso evento el Idus de Marzo se convirtió a un maleficio. ¿El azar y la casualidad? ¿Una extraña alineación planetaria? No sabemos por qué la razón se ve sobrepasada por lo sobrenatural.
El asesinato anunciado de Julio César acaecido hace 2000 años puede aplicarse perfectamente a la crisis del coronavirus. No se tomaron en serio la amenaza de la pandemia y se cumplieron los presagios más nefastos.
El escritor y filósofo griego (de etnia romana) Plutarco, experto en lo misterioso y lo dramático, narra que Julio César había sido advertido de la conspiración por los videntes, pero no les hizo caso “¡Si marzo es el mes de la primavera, los campos floridos y el amor libre!”.
Los jefes de Estado de Europa, Norteamérica o Latinoamérica despreciaron la amenaza del virus, “pero ¿cómo podemos tenerle miedo a un insignificante virus chino?” y como Nerón siguieron tocando la lira mientras ardía Roma. Acaso no sabían que estamos en un mundo globalizado y que China ya hace parte del vecindario. No se cerraron las fronteras y continuó el incesante tráfico de aviones, trenes, barcos, o autobuses que propiciaron la expansión exponencial del coronavirus por los cinco continentes. No se tomaron en serio las advertencias ya no de los magos y videntes sino de los médicos y expertos epidemiólogos de reconocido prestigio. El coronavirus era algo lejano surgido en la remota provincia de Wuhan en China. Igual que Julio César ignoraron el peligro, ¿cómo vamos a alarmar a la ciudadanía y detener la recuperación económica mundial? Pero 2000 años después los Idus de Marzo vuelven a apuñalar por la espalda a los arrogantes y prepotentes líderes y mandatarios que no supieron adelantarse a la catástrofe, condenado a muerte a miles y miles de sus ciudadanos inocentes. De nada valieron los grandes avances tecnológicos que se supone iban a neutralizar cualquier amenaza que pusiera en peligro la especie humana.
Ahora en este recién comenzado siglo XXI la historia va a tener que dividirse en dos: antes y después del coronavirus.
Tal y como aconteció en la época del imperio romano, será otro punto de inflexión por el demoledor impacto que tendrá tamaña crisis a nivel planetario. No sabemos el futuro que le deparará a la humanidad después de esta devastadora pandemia, pero sin duda el mundo no va a ser el mismo a nivel político, económico o social; se entrará en recesión, millones de personas perderán el empleo, se irá a pique la economía, se paralizarán la industria, el sistema de producción, los mercados bursátiles, las inversiones. Esta trama perfectamente podría ser el guion de una novela de suspense y terror, pero lo cierto es que la realidad vuelve a superar la ficción.
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