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En el inicio de esta temporada, nos propusimos tratar asuntos clave de nuestro presente. En un contexto en el que nuestras alternativas políticas se encuentran algo estancadas, tiene sentido indagar acerca de cómo mutan las racionalidades políticas dominantes. En este episodio, lo haremos de la mano del libro de Melinda Cooper, “Los valores de la familia. Entre el neoliberalismo y el nuevo social-conservadurismo” ( Traficantes de Sueños, 2022).
La hipótesis central de Cooper es que entre el neoliberalismo y el neoconservadurismo existe una relación no sólo intensa sino constitutiva del capitalismo contemporáneo. Esto descarta algunas perspectivas políticas y estratégicas que, aunque cómodas, yerran el tiro. Cómo, en primer lugar que haya contradicción entre los dos modelos. Es decir, que por ejemplo, el neoliberalismo quisiera disolver todo vínculo social en la dinámica de mercado, mientras que el neoconservadurismo quisiera reconstituirlo o protegerlo. En segundo lugar, que sobre estos asuntos se pueda hacer una mirada material o económica, que tendría como principal enemigo al neoliberalismo, o, por otro lado, una mirada afectiva, cultural o identitaria, que tendría como principal oponente al neoconservadurismo. Y, por último, que los avances en asuntos propios del conservadurismo – enaltecimiento de las relaciones familiares, por ejemplo – tengan un componente anti-capitalista.
Para contrastar esta hipótesis Cooper desarrolla una mirada mixta – económica de asuntos familiares-afectivos y afectiva de asuntos económicos – sobre distintos aspectos del conflicto social. Muestra cómo el punto de partida del Estado del Bienestar ya contaba con ese cóctel liberal-conservador, del que fue clave de bóveda el salario familiar: un ingreso familiar proveniente del empleo masculino y del trabajo doméstico femenino, completado por prestaciones, seguros sociales y aumentos salariales progresivos, pero desplegado en el interior del espacio iliberal-patriarcal de la familia. Desde los años 1970, neoliberalismo y neoconservadurismo identifican aquí además un enemigo común, puesto que la libertad económica y afectiva introducida por las mejoras sociales – salariales y prestacionales – pone en riesgo la doble coacción – laboral y heteropatriarcal –, con la correspondiente amenaza del orden social capitalista.
En concreto, Cooper despliega esta argumentación a propósito de distintas realidades sociales que permiten estructurar esas estrategias conjuntas. En este episodio, nos hemos ocupado del algunas, como la inflación, las herencias y el rigor en las obligaciones parentales. A partir de la década de los 1980s, todas ellas delimitan un nuevo pacto social entre las élites y las clases medias por la protección de las rentas financieras y del perímetro de transmisión familiar de la riqueza y del status frente a los riesgos económicos y morales de la inflación - cancelación del futuro de los ahorradores – y la necesidad creciente de endeudamiento para acceder a bienes básicos como la vivienda, la educación superior o la sanidad. Todo ello en mitad de un deterioro inducido en la capacidad redistributiva del Estado social.
En síntesis, es impresionante cómo discusiones y conflictos políticos que tienen casi 50 años de antigüedad siguen vehiculando los principales problemas y reivindicaciones de nuestras sociedades. Anímense a este paseo.