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Abusos a la infancia
Covid y abusos a la infancia: “Debemos prepararnos para unas secuelas sin precedentes”
La situación de estrés y tensión derivada de la pandemia ha llevado al extremo las situaciones de violencia en el hogar, abocando a las víctimas a estar aisladas de los servicios de ayuda y asistencia. Estos abusos, que generalmente tardan años en salir a la luz, dejarán consecuencias graves a nivel de salud mental a los menores que tuvieron que confinarse con sus agresores.
“Así como los esfuerzos para contener el virus son vitales para proteger la salud global, esos mismos esfuerzos están exponiendo a los niños y adolescentes a una creciente violencia familiar”. Esta contundente afirmación corresponde a los investigadores Noemí Pareda y Diego Díaz-Faes y forma parte del informe Violencia familiar contra los niños tras la pandemia del covid-19, publicado en octubre, en el que tratan cómo el confinamiento puede haber abocado a niños y niñas a sufrir un aumento de las agresiones físicas, psicológicas e, incluso, sexuales, en el sino del hogar.
El impacto de la crisis económica, la falta de estabilidad y los altos niveles de tensión y angustia generan un cóctel que ha “elevado los niveles de estrés en muchas familias, aumentando el riesgo de violencias”, reza el estudio, que alerta que los confinamientos impuestos pueden haber “atrapado a los niños en sus casas, aislándolos de las personas y recursos que les podrían haber ayudado”. El informe habla en condicional, porque no hay datos de la situación relativa a la violencia infantil. Y eso no es nuevo de la pandemia, sino que la detección de abusos a menores siempre ha sido difícil.
Durante el confinamiento, la Fundación Vicki Bernadet para la prevención del abuso sexual infantil recibió más de 130 llamadas expresando el “miedo a que las víctimas se confinaran con sus agresores”
Durante el confinamiento, la Fundación Vicki Bernadet para la prevención del abuso sexual infantil recibió más de 130 llamadas expresando el “miedo a que las víctimas se confinaran con sus agresores”, explica Vicki Bernadet, directora de la fundación que lleva su nombre, quien denuncia que no hubo una mirada atenta de prevención contra las violencias en el hogar.
La mayoría de las llamadas, según explican desde la Fundación, respondían a “casos que ya estaban siendo tratados o que ya nos habían sido notificados, pero igualmente el encierro conjunto suponía un gran riesgo a que se incrementara la violencia de las agresiones”. La psicóloga Rosa Royo actúa como supervisora externa de diversas instituciones para la prevención y tratamiento de violencias —entre ellas, la Fundación Vicki Bernadet— y corrobora la sensación de aumento de situaciones de riesgo, pero asegura que es sólo eso, una sensación. “Todavía no tenemos datos, pero sí que recibimos muchas llamadas alertando de que la situación se estaba volviendo insostenible”, recuerda Royo, quien asume que, debido a la imposibilidad de realizar seguimiento presencial y la falta de intimidad para hablar con las víctimas, se pueden haber reactivado casos antiguos.
Casos antiguos salen a la luz
Pero, más que denuncias de casos actuales, Royo destaca que lo que más se ha dado han sido casos de personas que denunciaron abusos que se habían dado décadas atrás. “Parece que durante el confinamiento nos hemos encerrado en nosotros mismos y hemos conectado con los recuerdos con intensidad. Muchas personas que sufrieron abusos siendo adolescentes se están animando a denunciar”, explica Royo. Para los casos de violencia, tanto los nuevos como los viejos que salen ahora a la luz, hay que asegurar “el acceso a los recursos y tratamientos y evitar que el aislamiento social de la pandemia derive en contextos de alto riesgo psicológico”, alertan los investigadores Noemí Pareda y Diego Díaz-Faes.Y es que su informe alerta de que las víctimas de abusos pueden sufrir “una grave victimización y debemos prepararnos para unas secuelas sin precedente a nivel de salud mental”. Según Rosa Royo, todavía tardaremos en ver los estragos, pero “todo esto petará”, alerta. Por ello, la psicóloga recomienda estar siempre al lado de los niños y niñas y observar si tienen alguna actitud extraña. “No hay una sintomatología única para detectar los abusos, pero la fórmula es creerles siempre y no dudar en activar los protocolos de atención”, aconseja.
Precisamente, el hecho de no creer a la víctima es una “constante” en los casos de agresión sexual, tanto en el caso de la infancia, como de la violencia machista, tal y como recuerda Royo. “Los agresores de menores no suelen amenazar con violencia, sino con la vergüenza social de que nadie vaya a creer a la víctima, con que se quedarán solos por mentirosos...y esos miedos calan muy hondo en la infancia y, a menudo, permanecen durante años”, explica la psicóloga.
Alrededor del 90% de los abusos no se denuncian hasta que la víctima llega a la edad adulta, debido a que se producen en los círculos más íntimos de confianza
Tanto es así que, según la Fundación Vicki Bernadet, alrededor del 90% de los abusos no se denuncian hasta que la víctima llega a la edad adulta, debido a que se producen en los círculos más íntimos de confianza. “Muchas víctimas no tienen noción de serlo, porque ven los abusos sexuales como un juego de ternura, que no llega a las amenazas hasta que el niño o niña empieza a notar que pasa algo raro. Pero incluso así, muchas veces no se denuncia, porque prima el miedo a traicionar a alguien a quien quieres, como tu padre, tu abuelo o tu madre”, explica Royo.
Tener al abusador en casa
“Hay muchos niños y niñas que no tienen ni el uso de la palabra cuando son abusados y otros tantos que no tienen desarrollado el concepto de sexualidad”, asegura la psicóloga. Es por ello que la responsabilidad de denunciar recae sobre un adulto cercano. “Pero muchos no lo hacen, ya sea por vergüenza o por no acabar de querer creer que en su familia se ha dado un caso de abuso sexual infantil”, explica Vicki Bernadet.Y es que, según estimaciones de la Fundación a partir de diversos informes, el 80% de agresiones se dan en los círculos de confianza de los menores y hasta el 70% son intrafamiliares. Todo esto hace muy difícil que los casos lleguen a la policía: “Significa acusar a alguien cercano de un delito muy grave sin más pruebas que una actitud errática de un niño o niña”, apunta la psicóloga. Además, alerta de que la “revictimización” que se sufre durante la investigación policial, con preguntas reiteradas o haciendo revivir episodios traumáticos, causa que en muchos casos, cuando se denuncia ya de adulto, no se recurra a la policía, sino a centros de atención como la Fundación Vicki Bernadet.
A todo esto, se suma que en el contexto de la pandemia la detección se ha hecho todavía más complicada. La falta de socialización en entornos como la escuela o la familia más extensa ha eliminado la posibilidad de que otros adultos detectaran comportamientos extraños y denunciaran posibles abusos. “Hemos vivido meses de impunidad para los agresores, protegidos por la intimidad de sus hogares”.
1 de cada 5 menores sufre abusos
Según estimaciones de la OMS, el 20% de niños y niñas sufre algún tipo de violencia sexual antes de cumplir los 17 años. “Hay más víctimas que enfermos de Covid”, apunta Vicki Bernadet. “Estamos ante una pandemia, pero nadie pone el grito en el cielo porque es un tema tabú”, añade. Según la directora de la Fundación, la sociedad es consciente que el abuso sexual infantil existe, “pero no en mi casa. No en mi familia. Aunque con estas cifras, todos tenemos un caso más cerca de lo que pensamos”, alerta.
La visibilización, pues, es clave para erradicar esta lacra. “No se trata de hacer campañas de urgencia, sino de concienciación en administraciones, hospitales o escuelas. Partiendo de los datos de la OMS, en una clase hay demasiadas víctimas de abusos sexuales”, resalta Rosa Royo. Es por eso que la Fundación Vicki Bernadet cada año lanza una campaña con motivo del día mundial para la prevención del abuso sexual infantil. Este año el mensaje se centra en “no abandonar más a los niños. Ya los dejamos solos durante el confinamiento y no podemos volverles a fallar”, asegura Bernadet.