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Los colegios electorales cerraron sus puertas el viernes a las 22.00 y las encuestas a pie de urna daban una clara mayoría a votantes del Sí, una estimación del Irish Times calculaba un 68% de Sí frente a un 32% del No. A pesar de estos positivos resultados, el gobierno irlandés decidió dejar el suspense hasta el día siguiente tras posponer el recuento oficial a la mañana del sábado. A medida que se fueron contando los votos, la sensación de victoria del movimiento feminista y de los partidarios del Sí era cada vez mayor.
De las 40 circunscripciones del país, tan solo una ha roto la estadística. Donegal, condado norteño fronterizo con Irlanda del Norte, ha sido la única región en la que el No ha ganado por la mínima, con un 51.9% frente al 48,1% del Sí. En el resto de áreas, el Sí supera el 55%, de hecho en Dublín y todas sus circunscripciones alcanza un 77% de apoyos.
Los resultados finales han sido de un 66,4% para el Sí y 33,6% para el No, de un total de 3.367.556 de votantes y con una tasa de participación del 64%. Una victoria clara, que deja entrever que, durante la campaña, los partidarios del No habían tenido una sobrerrepresentación. Y que, sobre todo, deja claro al gobierno irlandés que el país quiere un cambio en la ley del aborto con garantías para las mujeres.
Tras confirmarse el final del escrutinio, el Primer Ministro Leo Varadkar declaraba ante los medios: “Lo que hemos visto hoy es la culminación de una revolución silenciosa que ha tenido lugar en Irlanda en los últimos 20 años”.
Ruarí tiene 28 años y es dublinés aunque vive en Madrid. Es uno de los irlandeses que ha vuelto a casa para ejercer su derecho a voto. “Como ciudadano irlandés, revocar la Octava Enmienda es un hito en la historia del país”, dice. “Un eslabón más para liberarnos de los grilletes de la Iglesia Católica. Hoy me enorgullece decir que soy un hombre irlandés cuyo país es progresista y compasivo con sus ciudadanas”.
“Me gustaría felicitar a todos los que han ayudado a este acto colosal de democracia, incluidos a todos los no irlandeses, que son muchos, y a pesar de no poder votar, se han sumergido en el movimiento porque se preocupan por las mujeres de este país y sus derechos”, explica y recuerda que “no nos podemos olvidar en un día como hoy de todas las mujeres que han sufrido tanto por todos estos años de mal juicio en nuestras leyes”.
“Nadie esperaba este gran resultado, incluso desde mi posición de activista feminista y socialista que está en esta causa hace años”, asegura a El Salto Fiona Ryan, concejal en el Ayuntamiento de Cork y activista del movimiento feminista y socialista ROSA.
“Es un rechazo al poder de la iglesia en este país, un rechazo a la idea de que las mujeres somos vasallos que aceptamos un rol impuesto en la sociedad sin decidir sobre nosotras y nuestros cuerpos. Es sobre todo una victoria, no solo para nosotras por revocar la octava enmienda, sino un victoria global del feminismo y un rechazo hacia los ideales que habían dominado en este país”, añade.
Los voluntarios que trabajaron en la campaña del Sí se reunieron en varios bares de Cork, para seguir el escrutinio y celebrar la previsible victoria. Todos estaban sorprendidos por la respuesta tan masiva. “Esto es increíble, no esperábamos este nivel de apoyo al Sí”, dice Dervla.
“Durante la campaña puerta a puerta los sondeos eran menos positivos, y es que mucha gente era reacia a dar su opinión por tanto presupusimos que habían más votantes del No que los que realmente han sido”, cuenta Ana, au pair madrileña en Cork que ha estado involucrada en la campaña. “Hay todavía mucho estigma al hablar del aborto, la influencia católica y la culpabilidad siguen muy presentes y sigue considerándose un asunto privado, entre la mujer y el médico”, opina Fiona, activista feminista.
Claudia tiene 25 años y es de Cork, segunda ciudad de Irlanda. Cuando le pido una valoración sobre el resultado, se muestra sincera: “Para serte honesta, estaba muy indecisa acerca de mi voto. Pensaba que si legalizamos el aborto en Irlanda, tal vez las chicas jóvenes tomarían decisiones sin pensar y se arrepentirían más tarde. Y es que cuando vuelas a Inglaterra tomas una decisión sólida y la piensas, porque implica más responsabilidad y acceso a unos recursos”.
Sin embargo, explica que tras informarse de que como mujer irlandesa embarazada que piensa en el aborto, debes asistir a unas sesiones de asesoramiento para asegurarte de que estás completamente al tanto de las opciones que tienes si decides proseguir el embarazo en el país o si decides irte a abortar fuera, cambió de opinión. “Realmente se trata de una elección personal y me gustaría tener la opción de ser atendida en mi país si en algún momento me veo en esa situación. Estoy encantada con el resultado”, afirma.
Su amiga Donna, también nacida en Cork, deja claro que siempre pensó en votar al Sí, pero que tiene miedo a que este resultado sea una carta blanca para que la nueva ley acepte la terminación del embarazo más allá de las 12 semanas.
En relación a esta idea también se manifiesta Adrian, asesor legal y trabajador del ámbito sanitario, pero al contrario, cree que no está nada hecho y que la legislación todavía será muy paternalista hacia las mujeres irlandesas. “Personalmente, esta ha sido probablemente la mayor victoria para las mujeres en la historia del Estado; sin embargo, las enmiendas propuestas a nuestra Constitución, en mi opinión, están lejos de ser una victoria completa”, sostiene.
Adrian, además, concuerda con la sensación general: “Esta votación ha marcado la historia de las mujeres en el país. Nunca se había logrado tal mayoría en un referéndum desde la promulgación de la Constitución de 1937 y deja claro que la gente quería un cambio”. Se reafirma y dice que el mensaje es claro: Irlanda nunca volverá a ser la misma. Sin embargo, es cauto: “En una sociedad que ha eludido el tema del aborto durante muchas décadas, confirmar este cambio no quiere decir que se haga realidad en su totalidad”.
Y es que aunque el primer paso ha sido culminado con la opinión de la gente al revocar la enmienda que bloqueaba la regulación del aborto, ahora es el momento de plasmar la opinión de la ciudadanía en una nueva ley que lo regule. El gobierno ha confirmado que tendrán una ley de cara al próximo otoño, y desde los movimientos sociales han alentado a que sea efectiva lo antes posible, porque revocar esta enmienda todavía no evita que nueve irlandesas aborten diariamente en el exterior y sin garantías.
Revocar el artículo 40.3.3 implica que “la ley podrá establecer disposiciones para la regulación de la interrupción del embarazo”. Este será el principio rector supremo en futuros casos de aborto. Sin embargo, la redacción en sí viene con sus propios problemas legales. Y es que conceptos como “puede”, “regulación” y “terminación” en mi opinión provocarán una guerra gubernamental dentro del sistema político irlandés, explica el abogado.
Por su parte, Ryan cree que al haber tenido un mayoría tan alta y contando con el apoyo del Primer Ministro, la regulación se hará efectiva hasta las 12 semanas para todos los supuestos, “y esto es una victoria”.
En términos legales, la propuesta actual del gobierno es que “será lícito llevar a cabo una interrupción del embarazo de conformidad cuando un médico certifique que en su opinión razonable formó de buena fe, que el embarazo en cuestión no ha excedido las 12 semanas de embarazo” y “será necesario que pasen 72 horas entre el momento de la certificación a que se hace referencia en la subpartida anterior y la terminación del embarazo”.
“En mi opinión como ciudadano, abogado y profesional médico demuestra de manera práctica que una mujer aún debe obtener certificación, que es un período demasiado largo en casos de emergencias médicas y/o casos de pensamientos suicidas, lo que causa un riesgo innecesario e inaceptable para la mujer”, explica Adrian.
Otra idea que está sobre la mesa es el acceso real a este derecho, ya que el sistema sanitario irlandés no es completamente público y, además, la nueva ley contemplará la objeción de conciencia por parte de los doctores. “Las mujeres podrán contactar directamente con su médico de cabecera, el que cubra su seguro médico o pagar una consulta externa —unos 50 euros— y pedir una preinscripción de las pastillas abortivas”, explica Fiona Ryan.
Por suerte, a pesar de se contemple la objeción de conciencia, el médico que se abstenga de prescribir las pastillas deberá facilitar a la mujer el contacto con otro doctor que se las prescriba.
La victoria del Sí da pie a otra reflexión, y es que la impresión general durante la campaña es que el No tenía mucha más presencia de lo que los votos han demostrado. Esto se debe, por una parte, a la obligación de los medios de comunicación de informar en igualdad en 50-50%, y por otra, al fuerte apoyo económico que han recibido los partidarios del No. “Los fundamentalistas cristianos de Estados Unidos, y los grupos pro-vida del resto de Europa han ayudado a financiar la campaña del No de forma masiva”, afirman varios de los miembros del Socialist Party de Cork.
Por su parte, los principales líderes del No, como Dawn McAvoy en representación de Both Lives Matters afirman estar entristecidos por el resultado y porque “la protección vital de los no nacidos sea eliminada de la Constitución irlandesa”. Ha criticado en sus declaraciones tras los resultados la idea de que las mujeres hemos ganado hoy y considera que siguen con la atención puesta en Irlanda del Norte.
Y es que tras esta victoria, que dará pie a liberalizar el derecho al aborto de las mujeres irlandesas, la diputada del Sinn Fein, partido republicano y nacionalista irlandés, Mary Lou McDonald ha declarado que es en Irlanda del Norte donde se debe plantear el debate ahora y hacer una legislación equitativa para toda la isla.
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La mujer que aparece en la foto es Savita Halappanavar, una dentista india de 31 años embaraza de 17 semanas que falleció el 28 de octubre en el Hospital Universitario de Galway (oeste de Irlanda) porque los médicos se negaron a practicarle un aborto pese a que estaba muy enferma y el feto no podría sobrevivir. Los médicos esperaron hasta que el feto dejó de latir, cuatro días después de ese diagnóstico, y Savita murió de septicemia.
La muerte de Savita, fue de hecho el detonante de una serie manifestaciones que dieron lugar a la campaña "Derogar la octava enmienda", y forzaron en última instancia la convocatoria del referendum.