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4 de diciembre
El 4D reverdece bajo las lluvias de Córdoba
La demostración viva de ese resurgimiento se vivió el domingo 1 de diciembre, cuando más de 5.000 personas procedentes de toda Andalucía recorrieron las calles de Córdoba desde la Plaza de Hiroshima y Nagasaki hasta la torre andalusí de la Calahorra a los pies del Guadalquivir. Un “éxito no solo por el número ingente de personas, sino que además se vislumbró diversidad y ciudadania. Y mucha generosidad. Quien vino asumió el rol de una manifestación convocada a partir de un llamamiento ciudadano, algo muy necesario en este momento” valora el profesor Antonio Manuel Rodríguez, portavoz de la joven plataforma convocante Andalucía Viva que buscaba dar un nuevo impulso al 4D tras unos últimos años de fractura.
Sin embargo hay otro factor que demuestra el éxito del 4 de diciembre y es su presencia en la agenda política y mediática. E incluso la pugna por su significado. El portavoz parlamentario del Partido Popular, José Antonio Nieto, reclamaba no dar “cariz ideológico y partidista” a la histórica fecha y reconocía su valor histórico “indudable”. El portavoz adjunto, Pablo Venzal, iba más allá y hablaba de “una gran victoria de los andaluces” que reclamaba que “nadie se arrogue políticamente” porque “no tiene colores políticos”. Unas declaraciones relevantes habida cuenta de que ese legado que hoy reivindica la derecha no se fraguó con su apoyo. Alianza Popular no participó en las movilizaciones del 4D e incluso pidió la abstención en el referéndum de autonomía del 28 de febrero. Por su parte, el PSOE andaluz ha descrito el 4D como “un grito de libertad, igualdad y dignidad” en palabras de Susana Díaz. Pese a la coincidencia del bipartidismo en las connotaciones positivas al 4D y los 37 años de gobiernos socialistas en la Junta, lo cierto es que la fecha aún no está reconocida oficialmente en el calendario andaluz. Razón por la cual Adelante Andalucía presentó el martes una proposición de ley para reconocer el 4 de diciembre como “día histórico de la reivindicación popular del legítimo derecho de Andalucía al autogobierno” y celebrarlo en el Parlamento, las diputaciones y los ayuntamientos.
No sé sabe si prosperará la propuesta de ley, que dependerá de si PP y Cs suman sus votos a la izquierda, lo que sí es seguro es el voto en contra de Vox. “No creemos en el estado autonómico y por ello no nos sumamos a ese tipo de actos” decía su portavoz parlamentario. Y en esa misma línea, la formación de ultraderecha llegó a reclamar a sus aliados del gobierno andaluz que el Día de Andalucía oficial dejase de ser el 28 de febrero y pasase a ser el 2 de enero, día de la Toma de Granada por los Reyes Católicos. Una efeméride reivindicaba por grupos ultraderechistas e islamófobos y que figura en el calendario oficial de festividades del Ayuntamiento de Granada. Una propuesta que no prosperó en el pacto que invistió a Juanma Moreno como primer presidente conservador de la Junta, y que incluso se tildó de disparatada pero que rompe con el consenso forjado entorno al autonomismo andaluz, incluida la figura de Blas Infante y los símbolos andaluces, y devuelve a la escena pública la concepción de que Andalucía es Castilla y no la nacionalidad histórica que se reivindicó y conquistó en diciembre de 1977.Ante ese escenario incierto de regresión o avance, desde El Salto Andalucía le preguntamos a tres referentes del andalucismo actual el cómo mantener al andalucismo unido y el porqué sigue siendo necesario el espíritu del 4 de diciembre. Con respecto a la segunda pregunta, el secretario general del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Óscar Reina, opina que “tristemente hoy aquellas proclamas que se decían en el 77 siguen vigentes”. “En el 77 se salía porque queriamos tener voz propia dentro de lo que se pensaba la nueva democracia, queriamos una Andalucía de primera, al igual que el resto de nacionalidades históricas. No más que nadie pero sí como la que más”, una conquista lograda que sin embargo en opinión de Reina no ha sacado a Andalucía de su situación de precariedad material. “Tristemente hoy dia hoy no nos vamos con una maleta de cartón bajo el brazo, nos vamos con portátiles, como decía Isidoro Moreno en un artículo reciente, pero nos seguimos yendo. Y seguimos condenados. Antes a ser mano de obra jornalera en los campos de Andalucía y ahora a ser mano de obra jornalera en la hosteleria, la sanidad o la educación. Enfrentamos un trabajo cada vez más precarizado. Por eso siguen estando vigentes muchas de esas proclamas”.
En una línea similar, la portavoz de Primavera Andaluza y senadora de Adelante Andalucía, Pilar González, lamenta que “40 años después del 4D y 100 años de Córdoba, Andalucía mantiene su posición de periferia, de falta de poder, de falta de presencia” aunque reconoce que “el Estado del Bienestar ha sido poderoso en Andalucia, aunque los recortes nos retrotraigan a la peor memoria” y pide asumir que “aunque suene muy duro, aquel 4D ha muerto, porque el tiempo presente tiene otras dificultades probablemente igual de importantes pero las condiciones materiales objetivamente han cambiado”. Considera necesario el espíritu soberanista la exdirigente del Partido Andalucista porque “la autonomia tiene que avanzar, porque el titulo octavo esta finiquitado y Andalucia no puede perder el tren de los cambios que vengan”, en referencia a la crisis territorial abierta por el conflicto catalán.
El profesor de la Universidad de Córdoba y patrono de la Fundación Blas Infante, Antonio Manuel Rodríguez, profundiza en el análisis y afirma el espíritu soberanista “está latente siempre en Andalucía y preexistía al 77 y al 19” porque “hay una tradición constituyente andaluza que siempre aparece cuando se une con las reivindicaciones sociales y se dirige contra el centralismo como razón de muchos problemas que padecemos”. Sin embargo reconoce que existe una dinámica pendular por la cual esta fuerza pasa desapercibida porque “vienen periodos en los que nos vuelven a aplastar”. Unas horas bajas de las que el profesor responsabiliza al Partido Socialista. “La esperanza que irrumpe el 4D acaba siendo sepultada en el momento en que el PSOE la utiliza y somatiza. La autonomía le pertenece para no ejercerla” considera. Antonio Manuel amplía el prisma temporal y concluye que a lo largo de los años de autonomía, el PSOE ocupó y utilizó el espacio simbólico de patio de la izquierda andaluza y acabó esquilmando sus arriates, por la renuncia del andalucismo orgánico a la izquierda y la renuncia del PCE-IU a Andalucía como valor. Lo que acaba “permitiendo que el fascismo desembarque”. Pero se muestra optimista y considera que “cuando se derechiza y se españoliza Andalucía, vuelve el péndulo. Vuelve a haber gente que no se identifica con esta asfixia y que busca aire, y el aire siempre es verdiblanco. Porque representa la lucha por los más débiles, la justicia social”, y pone de ejemplo el surgimiento de nuevas músicas andaluzas. Un péndulo que Antonio Manuel considera necesario que regrese porque “allí donde hay mayor conciencia de pueblo hay mayor resistencia al fascismo nacional-católico español” asegura, en referencia a la escasa fuerza de Vox en País Vasco, Cataluña y Galicia.
Sobre cómo construir consensos en el andalucismo y hacerlo un movimiento de masas, el profesor de la UCO lo tiene claro “volviendo a coser la conciencia de pueblo a la conciencia de clase. El mejor antídoto contra la extrema derecha es Andalucía. Que Andalucía sea la argamasa de todas las causas”. Opina Antonio Manuel que el andalucismo es indisociable de posiciones progresistas. “O el andalucismo es la reivindicación de nuestra conciencia de clase y pueblo o no es andalucismo. No hay término medio. No hay un espacio neutral, una zona de confort donde la bandera ondee con neutralidad y pueda ser abrazada indistintamente por gente que no cree en la redistribución de la riqueza y los que creen en la justicia social”, valora el académico, argumentándolo en que la autonomía sufre “la mayor brecha social y la mayor ola migratoria de Europa”.
Un componente de clase en el que coinciden Reina y González. “El debate nominal es el más difícil, la forma política del Estado. Empezaría por elementos más sencillos. El índice del paro, empecemos por ahí. Porque seamos andalucistas, o gente de izquierda que no se sienta ni andalucista ni soberanista vamos a coincidir en que los índices de paro y de pobreza hay que bajarlos ya” argumenta la senadora de Adelante. Por eso considera que la forma de mantener consenso en el andalucismo es “primero trabajar en común lo social, porque ahí nos encontramos”.
El secretario general del SAT concreta más y reclama que esa unidad “baje a los pueblos, a las ciudades para construir tejido social que sea capaz de convertir esto en un movimiento realmente potente, que sea algo realmente transversal y con un profundo sentido de clase” y pone de ejemplo, “con distancia y respeto a lo que es Andalucía” a las organizaciones catalanas Omnium Cultural y la ANC. Para ello reclama generosidad “de no querer acaparar el movimiento y poner por delante de las siglas a las personas con la blanca y verde, con de la paz y la esperanza. No dejar que se movilice por intencionalidades partidistas. Creo que ese es el camino correcto”. Un camino que ha comenzado a recorrerse para Antonio Manuel. “En primera linea de la manifestación no había altos cargos de partidos y sindicatos, y lo más hermoso es que estaban detrás. Es la metáfora más hermosa de cómo debe funcionar la política. Sindicatos y partidos al servicio de la ciudadanía, pero detrás de ella. Una radiografía exacta de lo que debe ser políticamente un pueblo”. Con las derechas gobernando la Junta de Andalucía por primera vez en la autonomía, el andalucismo y las izquierdas se enfrentan al reto de presentarse como alternativa institucional y útiles socialmente para el pueblo andaluz frente a una extrema derecha que tiene en Andalucía uno de sus principales caladeros de votos y un PSOE andaluz lastrado por la reciente sentencia de los ERES cuyo impacto aún está lejos de disolverse. Pilar González afirma que en la manifestación del día 1 vivió “sensación esperanzadora”, y que evidenció que “hay materia sobre la que trabajar, hay mimbres para construir un sujeto político andaluz, hay una Andalucia invisibilizada pero latente. Vi que hay pueblo; complejo, diverso”. Óscar Reina pide afrontar ese reto poniendo “la voz blanquiverde encima de en todos los escenarios politicos”. Por su parte Antonio Manuel concluye que “nos hacen falta menos faros y más vigias. Más gente que se de cuenta que tiene que tirar de su colectivo y concienciarlo de que pertenece a un pueblo” en su defensa de Andalucía como argamasa.
En apenas dos meses se cumplirán 40 años del referéndum de autonomía de Andalucía, el 28 de febrero. Una nueva cita para comprobar si el andalucismo continúa caminando la senda de la unidad y la generosidad y el reverdecimiento del espíritu soberanista crece más allá de los brotes verdes para presentarse como alternatiza a la solución reaccionaria y recentralizadora a las crisis en Andalucía.