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Violencia policial
Mujeres y ‘whistleblowers’: el derecho a violar de los infiltrados policiales
Las últimas revelaciones en Reino Unido sobre la penetración de fuerzas especiales policiales en grupos activistas de izquierdas constatan una vez más la alianza represiva entre Estado, capital y patriarcado. Los policías encubiertos, portando identidades falsas, establecieron relaciones con mujeres a las que luego abandonaron sin dar ninguna explicación.
Las últimas revelaciones en Reino Unido sobre la penetración de fuerzas especiales policiales en grupos activistas de izquierdas constatan una vez más la alianza represiva entre Estado, capital y patriarcado. Los policías encubiertos, portando identidades falsas, buscaron establecer relaciones con mujeres para infiltrarse. Algunas parejas duraron años e incluso crearon familias, que después quedaron destrozadas sin las mujeres recibir explicación o compensación alguna. Hoy, una Comisión de Investigación abre la puerta a obtener justicia.
La contrarrevolución neoliberal y el Estado que nunca se fue
Reino Unido fue uno de los primeros países en abrazar el “neoliberalismo”, una ideología y práctica política que confía en los mercados como herramientas para gestionar la sociedad. Uno de los mitos más extendidos por parte de este consenso neoliberal tras la Guerra Fría es el repliegue del Estado.
Tanto los defensores como los críticos con la globalización asumieron que lo que se produjo durante los años 80 y 90 fue una gradual pérdida de poder de las naciones. Como la bautizara el gurú Thomas Friedman, en este nuevo mundo había que vestir la “camisa de fuerza de oro”: aceptar la oferta y la demanda como principios organizativos y asumir el final de las interferencias políticas sobre la sociedad.
Sin embargo, como se constató durante la gestión de la crisis financiera de 2008, el sistema económico contemporáneo requiere intervenciones masivas. No es que el Estado haya desaparecido. Es que sus funciones se han reorientado para beneficiar a una clase social. Los rescates bancarios, los oligopolios paraestatales, las especulaciones millonarias en propiedades londinenses… todas ellas son, en gran medida, funciones de la gestión política y no resultados aleatorios de las fuerzas de mercado.
En Reino Unido esto se ha visto con Carillion, esa empresa privada que dependía exclusivamente del favor público para subsistir. Se ha visto también en las caóticas negociaciones del Brexit, con una élite conservadora incapaz de tomar las riendas de la situación. Ante el mayor desafío político desde la Segunda Guerra Mundial, el gabinete May confía ciegamente en que la lógica del sistema económico internacional salvará Gran Bretaña. Esto es, los mismos oportunistas que crearon el mito del Estado débil, han acabado creyéndoselo.
Por encima de la gestión económica y diplomática, sin embargo, existe un caso de intervención estatal que revela toda la dureza del llamado “capitalismo de vigilancia” (surveillance capitalism). En las últimas décadas del siglo XX, el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación ha permitido una recopilación y gestión de datos sin precedentes. Las fuerzas de seguridad del Estado no han sido una excepción: de hecho, son el mejor ejemplo de la cara más represiva del capitalismo neoliberal.
Una breve historia de la policía y su función social
El comienzo del capitalismo y el comienzo de la policía están intrínsicamente ligados. En 1829 la Ley de la Policía Metropolitana crea los conocidos “bobbies”. Este mote informal para los policías británicos se debió al impulsor de la Ley, Sir Robert Peel. Igualmente, en 1834 la el Acta de Reforma de la Ley de Pobres elimina toda la ayuda que el Estado proporcionaba a los campesinos sin tierra ni ocupación.Esta ley permitió la creación de la fuerza de trabajo moderno, una masa de desempleados que solo podían elegir entre ser asalariados en condiciones miserables, o servir en una prisión victoriana.
Es decir, en menos de una década, se crearon tanto el proletariado moderno como la institución destinada a reprimir sus acciones de protesta y rebeldía. Durante los dos siglos posteriores la policía, en Reino Unido y el resto del mundo, ha cumplido su función de proteger los derechos a la propiedad y mantener la paz social. Ha quedado grabado en la memoria colectiva, por ejemplo, el conflicto entre los mineros y la policía reflejado en películas como Billy Elliot.
Pero fuera de esta explosión visible de fuerza y represión, ha coexistido una labor policial de vigilancia y supresión. Esto es, la policía encubierta. No es casualidad que la primera gran obra que popularizara el término “thatcherismo” fuese Policing the Crisis (Vigilando la Crisis). Este trabajo colectivo de Stuart Hall y otros describió los inicios de un “neoliberalismo autoritario”: una exitosa combinación populista de libre mercado y mano dura que se puede advertir desde Thatcher hasta Salvini.
Contra la izquierda extraparlamentaria: la lucha por el control de las calles
Es justamente en la época de la “nueva izquierda”, los nuevos movimientos sociales de mujeres, grupos LGBT+ y agrupaciones antirracistas y antiimperialistas que las acciones policiales de infiltración toman más fuerza. Con una izquierda parlamentaria en retirada, el dinamismo político lo lideran las izquierdas no partidistas. 1968 es el año simbólico que da comienzo a esta renovación política. De acuerdo a las investigaciones de los periodistas Rob Evans y Paul Lewis, esto es justamente cuando la policía crea la llamada Special Demonstration Squad (Escuadrón Especial de Manifestaciones), una fuerza secreta dentro de la ya escurridiza Special Branch (Sección Especial).El contacto con whistleblowers (soplones) revela que el lema oficial de este grupo era “A Cualquier Precio”: sus acciones tácitamente implicaban iniciar relaciones sexuales con mujeres en los grupos de protesta. Un tal Mark Cassidy llegó al punto de coordinar dos relaciones con dos familias distintas: la que tenía con su mujer, ejerciendo de policía; y la que tenía con su otra esposa, la activista.
Pero, ¿quiénes eran estos peligrosos grupos infiltrados con la policía? Según la información recogida por los activistas Undercover Research Group, las investigaciones las guiaban sobre todo dos tipos de prejuicios.
Primero, el personal. Durante los años 80, de manera similar al movimiento #BlackLivesMatter, se crearon grupos reivindicativos antirracistas en torno a las familias de víctimas del abuso policial racializado. Estos activistas a menudo centraban sus críticas en la corrupción policial: la desigualdad racial dentro de la policía, la utilización de pruebas falsas, los prejuicios raciales a la hora de perseguir el crimen… Como reacción y prevención, la policía espió las actividades de estos movimientos.
En segundo lugar, la policía claramente actuaba siguiendo prejuicios ideológicos. De la larga lista de grupos infiltrados, la gran mayoría son de izquierda. Antiausteridad, socialistas, comunistas, maoístas, solidarios, ecologistas, antiimperialistas y, por supuesto, feministas. Apenas hay datos anecdóticos de infiltraciones en grupos como el peligroso British National Party, que gozó de un renovado impulso en los años 80 como se retrata en films como This is England.
Ante tremendas revelaciones, la actual Primera Ministra Theresa May (que era entonces Ministra de Interior), encargó la Comisión sobre la Policía Encubierta en 2015. Si bien la Comisión ha otorgado de oficialidad a lo que era una investigación periodística, ha sido criticada en numerosas ocasiones.
Las abogadas de las víctimas de la infiltración han criticado los privilegios de anonimato otorgados a los policías. Consideran que el fiscal está siendo extremadamente pro-establishment en la protección de estos agentes. Además, esta falta de información dificulta que otras mujeres reconozcan a sus agresores y salgan a la luz para esclarecer la historia de una vez por todas.
Por el momento, las víctimas han comenzado una batalla legal contra el Ministro del Interior para complementar la acción del fiscal con un panel plural con expertos en cuestiones de racismo y género.
Una longeva alianza entre el patriarcado, el capital y el Estado
La teórica Silvia Federici ya hace tiempo que estableció la alianza fundacional entre patriarcado y capitalismo. Los incipientes emprendedores hubieron de utilizar la fuerza y la represión ideológica para relegar a la mujer al papel de reproductoras no remuneradas.De la misma manera, la reacción del Estado neoliberal a los movimientos de liberación de grupos subalternos ha sido la represión directa. Por supuesto, la acción policial también siguió los cánones clásicos de represión obrera. Incluyó, por ejemplo, la generación de listas negras de trabajadores “revoltosos” y su difusión en empresas del sector de la construcción durante décadas.
Pero la agresión infringida a estas mujeres es de un carácter especial. Con el beneplácito de las fuerzas de seguridad, estos individuos engañaron y mantuvieron relaciones muy personales durante años. En base a identidades falsas, estas mujeres abrieron su casa y sus cuerpos con plena confianza. Más que las violaciones en situaciones bélicas, esta es una instancia cruda de violación de Estado. Es decir, la absoluta desobediencia al más básico derecho humano a la integridad física y la intimidad.
Es incierto que las víctimas terminen obteniendo justicia. A pesar de ello, estas revelaciones solo han sido posibles por el trabajo combinado del periodismo de investigación riguroso y la colaboración desinteresada de un fuerte movimiento de izquierdas, feminista y antirracista. Por tanto, es un ejemplo esperanzador de que este tipo de alianzas interseccionales pueden hacer temblar incluso a la fuerza policial más longeva de la era capitalista.
Brexit
La desastrosa gestión del Brexit constata el fracaso del Estado neoliberal
Todavía es incierto lo que durará el gobierno actual, pero está claro que pasará a la historia como uno de los más incapaces en la historia parlamentaria de Reino Unido.
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Este problema de las infiltraciones está teniendo mucha repercusión en los medios de comunicación en Reino Unido o el tema pasa desapercibido?
Pues ha sido publicado y difundido por medios liberales como The Guardian y el Independent, más ignorado por el resto que son de derechas. En la twitteresfera de izquierdas sí se han condenado ampliamente y, por supuesto, la gente se pregunta si en la actualidad habrá operaciones del mismo tipo dentro del movimiento Corbyn. Pero para la amplia mayoría que no está movilizada políticamente no es un tema de gran interés.