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La vida y ya
Pequeñas victorias cotidianas
No quedarte callada cuando ves una injusticia. Hacer la comida con lo que acabas de recoger del huerto. Dar un paseo por un bosque y comprender que todo está interconectado. Ir a trabajar en bici. Bañarte en un río y sentir la importancia del agua para la vida. Reconocer la importancia del trabajo que hacen las mujeres que limpian los lugares por los que te mueves diariamente y agradecérselo. Explicarle a tu hija cómo viven los animales en el zoo. Participar en la asociación de vecinas de tu barrio. Unirte a una organización formada por personas migrantes. Formar un colectivo nuevo en tu instituto. Salir de tu casa para unirte a la concentración a favor de la sanidad pública del centro de salud al que vas cuando estás enferma.
Pasar la noche soñando entre risas esos otros futuros posibles. Darte cuenta de que tienes más opciones de las que crees para luchar contra ese cansancio que llevas pegado a ti desde hace demasiado tiempo.
Hay muchas pequeñas victorias cotidianas. Vistas así, una a una, suman un montón de pequeñas victorias. Está claro que estas no son las victorias grandes, las que desmantelan el poder corporativo, las que paran el extractivismo y acaban con los ejércitos, las que frenan el acaparamiento y las privatizaciones, las que rompen las leyes injustas. No son las que ponen en el centro del tablero el declive de la energía y de los minerales ni las que frenan la pérdida de biodiversidad. Tampoco son las que resuelven la urgencia cotidiana: decir a tu hijo que no tienes más comida que ponerle en el plato, vivir al otro lado de una frontera que te impide el paso y la posibilidad de respirar, no tener tiempo para pensar cómo quieres vivir, sentirte vulnerable por ser mujer o por ser una persona racializada o por ser lo que quieres ser.
Pero, aún así, aunque no sean de las grandes, suman un montón de victorias.
En un encuentro que tuvimos con alumnado de secundaria que está movilizado para trabajar temas ecosociales, un chico tomó el turno de palabra y dijo que reciclar o cerrar el grifo no vale para nada con la que está cayendo, que tenemos que hacer otras cosas más transformadoras. Yo estoy de acuerdo con él. Los datos del último informe del IPCC gritan urgencia. La situación vital que viven millones de personas grita urgencia. El resto de seres vivos con los que compartimos el planeta gritan con urgencia.
Pero, quizás, para conseguir esas victorias grandes, las que hacen temblar las piernas de los que deciden las reglas con las que se mueve el mundo, es importante pararnos a pensar en todas esas pequeñas victorias cotidianas y celebrarlas. Celebrarlas para tomar impulso. Para saber que somos muchas personas.
Para generar ganas de juntarnos para conseguir victorias de las grandes. Para, después de haberlas conseguido, celebrarlas juntas.