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La vida y ya
No es anecdótico
No es anecdótico. La noche acaba con un mensaje que escribes o que recibes. “Ya llegué”. “Estoy en casa”. “Dentro!”. “Sana y salva”. “Estoy a 5 min pero ya atravesé el parque”. “De regreso en el hogar”. “Casa!”. “Tirada en la cama”. “¿Habéis llegado vosotras también?”.
No es anecdótico. El paso acelerado. El corazón acelerado. La respiración acelerada. Mirar hacia atrás. Todos los sentidos alerta. La llave en la mano. Apretada. La sensación de alivio cuando cierras la puerta detrás de ti.
No es anecdótico. Un taller. Entre mujeres. No se conocen. Hablan de los mandatos de género que les han configurado. Ella lleva las uñas pintadas. 67 años. “No me dejaba salir de casa ni pintarme las uñas, pero por lo menos no me pegó nunca, en eso se portó bien conmigo”.
No es anecdótico. Varias adolescentes hablan. Son todas chicas de 16. “A mí me pasó hace dos semanas, es que si ya te has metido en la cama luego no le vas a decir que no te apetece”. “A mí me pasó igual, pero menos mal que iba con una amiga y cuando vi que no me iba a apetecer el plan nos fuimos juntas, si llego a estar yo sola no me hubiera atrevido a irme”. “Es que si pasas un punto ya no les puedes decir que no, los tíos no entienden que te pueda apetecer y luego no”.
Repito. No es anecdótico.
No es anecdótico. Los compañeros del trabajo se enfadan porque un grupo de compañeras han organizado talleres y actividades no mixtas. “Joder, ¿qué más queréis? ¿Es que os creéis también con el derecho de impedir que nos enfademos cuando nos discrimináis?”.
Y la verdad es que sí, quiero que no te enfades. Que no te enfades porque una chica que creyó que le apetecía tener sexo contigo te diga que no quiere, porque sabes perfectamente cuando no quiere, aunque no lo diga. Que no te enfades porque una mujer decida pintarse sus uñas. Que no te enfades si no encuentras un culo al que piropear. Que no te enfades cuando nos juntamos para hablar entre mujeres sobre cómo pasar de tus enfados.
Pero quiero también que me dejes caminar tranquila por la noche. Quiero que no hables por mí. Quiero que no me digas que ya lo tenemos todo. Que hemos avanzado mucho. Quiero que no pienses que nos vamos a conformar con lo que hemos conseguido hasta ahora.
Quiero que te pongas en mi lugar. O no, mejor en el de una mujer racializada. O mejor, en el de una mujer, racializada y que no llega a fin de mes.
Quiero que veas lo fuerte que nos agarramos de la mano entre nosotras. No es anecdótico.
Quiero que sepas que nosotras estamos convencidas de que esto sólo puede avanzar en un sentido. No es anecdótico.
Quiero que te impliques, que formes parte de este torrente. Que no seas una anécdota.