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La vida y ya
Háblales de la lluvia
Esta semana ha vuelto a llover y a mí me pasa que con la lluvia me vienen las ganas de quitarme todas las cosas que tengo enredadas alrededor del cuello. Porque la lluvia remueve todo por donde pasa y descubre lo que hay debajo del polvo. Y, a mí, me destapona el cuello.
Esta semana, justo la semana en la que ha vuelto a llover, una amiga me envió un mensaje con un estudio que se publicó hace poco sobre la lluvia. “Para tus clases”, decía. El estudio contaba que el agua de lluvia ya no es potable en ningún lugar del mundo. No se pueden beber las gotas de lluvia que caen en los Pirineos. Ni en la Antártida. Ni en el Tíbet. No se pueden beber las gotas que van a caer sobre la arena de cualquier playa, con o sin viento. El agua de lluvia está contaminada por sustancias químicas que son cancerígenas, hepatotóxicas, inmunotóxicas y tóxicas para la reproducción, el desarrollo y el comportamiento. Todo eso a la vez.
¿Cómo hemos conseguido que no haya ningún lugar del mundo donde poder colocar la cara bajo la lluvia para abrir la boca y que salpiquen adentro gotas de agua potable?
La vida surgió en el agua. Las primeras células encontraron en este medio el lugar idóneo para desarrollarse. La vida sigue ligada al agua. El agua donde meter los pies para calmarlos. El agua que se evapora de la ropa recién limpia tendida al sol y al viento. El agua cayendo sobre la tierra húmeda. El agua de un río rodeando toda la piel. El agua dulce en la boca. El agua salada que es la cura para todo. El sudor. Las lágrimas. El mar.
Hablar de la lluvia es, en muchos lugares del planeta, algo muy diferente a la típica conversación que se tiene cuando no se sabe de qué hablar. Hablar de la lluvia es conocer qué necesitan las plantas para crecer, es hablar del alimento, es comprender qué necesitamos nosotras para estar vivas. Es saber que la mitad del agua de lluvia proviene de la evapotranspiración que hacen las plantas. Que las plantas dependen de la lluvia y la lluvia depende de las plantas. Es ser conscientes de que todo está interconectado. De que somos, solo, una parte más de los entramados ecosistémicos. Una parte cuya existencia está ligada al agua.
Nunca fue un secreto. La vida depende del agua. Por eso el agua tiene precio. El agua privatizada hace crecer la economía. El agua concebida como un bien común, no.
Dicen que cuando llueve con burbujas es una señal de que va a llover más. Que cada gota que acaba en burbuja al chocar contra el suelo es como el aire de la mañana, lleno de posibilidades. Hoy llovía así, con pompas.
He decidido que no voy a usar el artículo en las clases. Creo que ya tienen suficientes datos sobre contaminación. Pero el mensaje sirvió para que me recordases que la lluvia existe. Para que les hable de la lluvia.