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Sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
Muchos acontecimientos relacionados con la política electoral parecen haber establecido en las últimas semanas una ruta oficial para intentar salir de la crisis política y así generar un nuevo escenario de estabilización general en Venezuela. Esta ruta tiene varios elementos electorales y democráticos que se juntan con decisiones lanzadas por decreto desde instancias institucionales.
La estrategia de las fuerzas oficiales, en líneas generales, intenta generar un nuevo marco democrático que se sustenta sobre algunas decisiones tomadas los últimos días y que adelante mencionaremos.
Si bien este diseño político está lleno de inconsistencias constitucionales y decisiones arbitrarias, siempre en medio de una situación general de crisis económica y asedio financiero internacional, es el único que en los actuales momentos podría resultar factible y que podría tener su clímax en un posible referendo revocatorio presidencial en 2022 que el presidente Maduro ha reconocido como opción. El mantenimiento del interinato de Guaidó, venido a menos, ya pertenece al campo de las aventuras, no de la política.
Para lograr ese escenario deben estar presentes sobre todo dos cosas. Primero, que el gobierno de Estados Unidos, el de Trump o el de Biden, moderen su nivel de ataque hacia Venezuela y dejen de interferir en una salida democrática, llegando al nivel de sancionar a políticos de oposición que deciden dialogar con el gobierno. Aunque hay que reconocer que no lo han hecho con los nuevos nombramientos rectorales ni tampoco con los cambios internos a los partidos opositores.
Y segundo y lo más importante, que las mayorías populares retornen al voto como único modo posible de desactivar el campo minado que hoy representa Venezuela.
Medidas: Entre la cooptación y una salida electoral
Primero. Con tres decisiones diferentes de junio y julio, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) intervino las directivas de los partidos Primero Justicia, Acción Democrática y Voluntad Popular y nombró como sus presidentes a dirigentes de esas toldas que han venido abriendo negociaciones, más o menos abiertas, con el ejecutivo nacional.
Segundo. También el TSJ nombró un nuevo Consejo Nacional Electoral el 13 de junio, una vez no pudieran ponerse de acuerdo las facciones internas a la Asamblea Nacional, órgano encargado por la constitución de hacerlo. La conformación del ente incluye la participación de actores políticos de oposición que decidieron sentarse en una mesa de diálogo nacional con el gobierno que viene operando desde finales de 2019 y donde participan varios partidos minoritarios. Hasta ahora las decisiones del ente han sido tomadas en consenso entre miembros de esta corriente de oposición y oficialismo. Han anunciado el 6 de diciembre como fecha de realización de las elecciones legislativas.
Tercero. El presidente Maduro anunció el 24 de junio la posibilidad de un referendo revocatorio presidencial en 2022, un instrumento contenido en la Constitución para todos los cargos de elección popular. Si bien la intención no ha generado mayores expectativas, sobre todo debido a que en 2016 fue bloqueada su aplicación por el anterior CNE, usando medidas administrativas, es la primera vez que se prefigura un escenario de este tipo desde el propio oficialismo.
Este conjunto de medidas abre dos escenarios posibles de cara a los próximos años.
El primero es un proceso de reoxigenación democrática de todos los actores, incluyendo al gobierno y al chavismo, aunque también a la oposición y las instituciones, de manera que se pueda atender la crisis desde los mecanismos democráticos y constitucionales y pueda crearse un marco general de entendimiento.
La alta jerarquía católica ha dado un paso histórico al salirse de la órbita de la oposición radical. Ha criticado fuertemente al abstencionismo y ha planteado la necesidad de ir a votar
Un referendo puede oxigenar a Maduro para sus últimos años de gobierno o renovar al Chavismo que, de perderlo, podrá en el lapso de un mes presentar una nueva propuesta presidencial frente a una oposición dividida.
El segundo escenario posible es la consolidación del oficialismo como corriente única en el poder, una vez que, con una alta abstención el 6 de diciembre, conquiste la mayoría de curules del único poder público que no controla.
El escenario de la victoria del levantamiento de Guaidó ha disminuido a casi cero sus probabilidades de éxito.
Básicamente hay dos factores que harán peso en una dirección o en otra: los niveles de abstención, esto es, el nivel de credibilidad que tenga la estrategia política de Maduro y los actores de oposición que fragüen su ruptura con la línea del G4 (principales partidos opositores), y segundo, el papel de Estados Unidos. En la medida que se profundicen las sanciones y la presión internacional siga criminalizando a la dirigencia chavista, el oficialismo tenderá a cerrarse e impedir cualquier cambio democrático, mientras que si se desmontan las sanciones y los actores internacionales garantizan la apertura con Venezuela, se podría estar generando la posibilidad de un escenario democrático y electoral.
¿Una nueva oposición?
El conjunto de medidas y decisiones institucionales no han recibido reacciones contundentes de las corrientes mayoritarias de las fuerzas opositoras, quienes se han visto impotentes de responder, no solo por la desmovilización de la pandemia, sino también por el desgaste político que lucen y el cúmulo de derrotas en fila desde el golpe militar del 30 de abril de 2019 en el que muchos líderes de los partidos participaron de manera pública, hasta el fallido intento de desembarco de comienzos de mayo, llamado operación Gedeón. Y todo ello desde la estrategia de los sectores radicales que gastaron toda la pólvora en el nombramiento de un interinato que no presenta ningún saldo a favor. También debido a la sumisión de los partidos más moderados hacia esta línea política forjada entre Washington y Miami.
Pero puede haber otra oposición.
En paralelo, el gobierno venía reuniéndose y negociando con actores políticos minoritarios en la mesa de diálogo nacional y que ahora son coparticipes de esta nueva estrategia con representantes en el CNE. Sumados a ellos, las siglas y tarjetas de los partidos tradicionales Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular con nueva directiva. El TSJ, por decreto, ha desplazado al liderazgo histórico de oposición y aun no se sabe qué consecuencias electorales esto pueda traer.
La alta abstención en la que se eligió al presidente Maduro en mayo 2018 (54%) dejó el camino abierto para el interinato de Guaidó y la vía violenta para forjar una transición política
La alta jerarquía católica ha dado un paso histórico al salirse de la órbita de la oposición radical. Ha criticado fuertemente al abstencionismo y ha planteado la necesidad de ir a votar.
Con toda la armadura legal e institucional para convocar elecciones, con las tarjetas de los partidos activadas, con múltiples colores y marcas políticas, solo hay algo que aún no termina de verificarse y para ello hay que esperar el día electoral: si los militantes de esos partidos se entusiasman por la nueva situación y deciden acudir en masa, o si por el contrario, rechazan la nueva condición electoral que han armado las instituciones oficiales con actores de oposición y deciden no participar.
Esta es la clave para interpretar el éxito o fracaso de la estrategia oficial porque una alta abstención va a dificultar que esta ruta diseñada saque al país de la crisis. Pero también, una alta movilización de esos partidos podría reeditar un resultado desfavorable para el oficialismo.
El dilema oficial es el grado de participación que no sea tan bajo para deslegitimar el proceso, pero tampoco tan alto como para terminar arrasado nuevamente como en 2015.
Abstenerse o no abstenerse, he allí el dilema opositor
Como era de esperarse, el liderazgo opositor ha cuestionado este grupo de medidas y ha decidido no participar en los comicios de diciembre.
La alta abstención en la que se eligió al presidente Maduro en mayo 2018 (54%) dejó el camino abierto para el interinato de Guaidó y la vía violenta para forjar una transición política, una alta abstención el 6 de diciembre podría mostrar que no solo el partido de gobierno sino que incluso todo el sistema político está entredicho, y que los votantes opositores, que crecieron enormemente en las legislativas de 2015, no aceptan ni esta ruta ni la cooptación de los partidos políticos.
Pero también quienes apuntan a una política abstencionista tendrán que recordar el otro hito de 2005 cuando la oposición llamó a no votar y dejó solo en el poder legislativo al chavismo que terminó de ocupar todas las instituciones y salió tremendamente fortalecido, decisión que distintos voceros opositores han autocriticado con el paso del tiempo. Sin embargo, todo parece indicar que volverán a tropezar con la misma piedra.
Para intentar persuadirlos, Maduro ha dejado un anzuelo con la jugosa carnada de un posible referendo revocatorio para 2022. ¿Podrá la nueva oposición navegar hasta allá o naufragará antes de tiempo?
Para saberlo primero habrá que pasar por diciembre de 2020 y confrontar una nueva situación.
Parlamentarias 2020
Las masas opositoras pueden acatar el llamado a la abstención que sumada a la abstención tradicional de este tipo de comicios (suele aumentar en las elecciones de tipo no presidencial) y permitir al partido de gobierno convertirse en una mayoría aplastante dentro de la única institución que le ha sido esquiva los últimos años, la Asamblea Nacional, afianzará su control férreo sobre el Estado. Esto es lo más probable.
La alternativa es que los sectores opositores que han decidido participar, usando el argumento de un posible revocatorio en 2022, pueda generar entusiasmo para que las bases opositoras no acepten el llamado a la abstención de sus líderes históricos y acudan masivamente a votar para así coparticipar con el oficialismo en la Asamblea Nacional e impedir que este tenga el control total. Estarían emergiendo nuevos factores de oposición que le den sentido a la ruta oficial.
En paralelo, los sectores radicales mantendrán el mantra de derrocar a Maduro como condición sine qua non para incorporarse a la esfera política lo que se traduciría, avivados por un “triunfo” del abstencionismo, que la oposición radical mantenga el control interno y siga produciendo hechos violentos y apueste por la profundización de las sanciones e incluso intentar nuevas aventuras militares.
Todo está por verse, cualquier opción pasa por diciembre de 2020.
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Análisis Mirar Venezuela desde el realismo político
En el artículo se habla de un 54% de abstención, recordar que en España ha habido elecciones en Galicia, Catalunya y P. Vasco donde la abstención ha sido de casi del 50% en algun caso. En resumen, cuando los capitalistas gobiernan no importa la abstención, por el contrario si el gobierno no es de su agrado, importa, ya no es democracia.Todo tiene su logica, los defensores del capitalismo, las elites, no están dispuestas a perder sus privilegios, haran lo que sea necesario.
Es un sistema que no funciona, pobreza en un pais rico mal gestionado.fin
Te interesa olvidar las sanciones económicas puestas por el tirano Trump, la apropiación de bienes venezolanos en el extranjero (USA, Gran Bretaña), la imposibilidad de comprar medicinas y alimentos en el exterior, el boicot de empresas venezolanas en la distribución de mercancías, las devaluaciones fraudulentas de la moneda llevadas acabo desde USA, etc. etc. Ahora vas y lo cuentas.
Ni fascistas, ni chavismo. Basta de tener que elegir el mal menor
¿Tú quién eres para decidir por el pueblo venezolano? La gente elige a los partidos que quiere que los represente. Los partidos sólo tienen que presentarse a las elecciones; pero, claro, sí prevén que las van a perder, entonces no se presentan.
*El pueblo necesita estabilidad para proseguir con su vía revolucionaria al socialismo. Y si desde el exterior capitalista no se va a permitir, internamente debe de lograrse. Esa es la única manera de recuperar la movilización, esperanzas e ilusiones de la clase trabajadora venezolana
La estrategia seguida por el chavismo creo que es un acierto. Por un lado, busca la negociación y la salida democrática con los sectores más moderados de la oposición, a la vez que les ofrece un futuro revocatorio. Por otro lado, deja en evidencia a la oposición más ultraderechista y violenta, use sigue en su camino antidemocrático y a las órdenes del imperio. En todo caso, es notorio el papel implosión de EEUU, dónde todo lo que sea salida pacífica y consensuada, es algo a evitar. El pueblo necesita estsbi