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Venezuela
El bloqueo al diésel agudiza la crisis en Venezuela
Sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
El diésel o gasoil es el principal combustible para el traslado de alimentos, medicinas, pasajeros y demás enseres en Venezuela. Al no contar con red ferroviaria para carga, el trasporte es básicamente dependiente de este combustible y se hace imposible la llegada de todo tipo de productos a las ciudades grandes y pequeñas.
Hasta hace pocas semanas, la crisis petrolera no había trascendido hacia el diésel puesto que contaba con una exención que le dejaba fuera de las sanciones del Gobierno de Estados Unidos. Así, Venezuela podía intercambiar crudo por diésel.
Algo que cambió radicalmente tras la iniciativa de Elliott Abrams, represente de la Casa Blanca para asuntos sobre Venezuela del Gobierno de Donald Trump, cinco días antes de las presidenciales en su país, que incluyó al diésel en la lista de sanciones. Una jugada política para dejar una gran mina explosiva al nuevo Gobierno demócrata.
Si esta situación se agrava podremos presenciar, en pocas semanas, catastróficas imágenes de cruda escasez, comida pudriéndose en sus lugares de origen, medicinas y vacunas, masas de personas caminando para poder llegar a sus lugares de trabajo, y mucha hambre
En las grandes ciudades, la crisis del diésel ha pasado hasta ahora inadvertida. Pero ya han comenzado las grandes colas para camiones y transporte en diésel y muchos actores de diverso signo político advierten que lo peor de la crisis económica que ya lleva más de siete años puede estar por llegar.
Los principales efectos comienzan a verse entrado el mes de marzo. Muchos actores políticos y económicos prevén que la situación pueda agudizarse.
Si esta situación se agrava podremos presenciar, en pocas semanas, catastróficas imágenes de cruda escases, comida pudriéndose en sus lugares de origen sin poder ser transportadas, medicinas y vacunas sin repartir a lo largo del país, masas de personas caminando para poder llegar a sus lugares de trabajo, y mucha hambre.
Se agudiza la situación del diésel y la pandemia
Algunos estiman que siete de cada diez camiones ya están paralizados y el gremio de camioneros ha denunciado que pasan hasta una semana para abastecerse en las estaciones de servicio. Los camiones que transportan alimentos y otros enseres permanecen muchos días varados, lo que ralentiza su llegada a las ciudades.
La Federación de Ganaderos de Venezuela (Fedenagas) expresó que “la falta de diésel hace imposible producir y distribuir alimentos (como) la carne, leche y queso”.
El 9 de marzo, los gremios industriales advirtieron que los inventarios de diésel, imprescindibles para operar las industrias, alcanzaban para una semana.
El tiempo corre y la situación se agrava. Los venezolanos corren peligro y la imagen de Biden puede sufrir un revés. Es momento de que el mundo vea lo que ocurre en Venezuela y se pronuncie en torno a esta sanción que no se dirige a funcionarios del gobierno sino al pueblo en general
La Asociación Venezolana de la Industria Química y Petroquímica (Asoquim) planteó que el 80% de la industria tenía problemas graves para abastecerse de este rubro y el 76% tenía problemas con proveedores para obtener materia prima por razones similares.
Esto en medio de la crisis económica mundialmente conocida y en pleno pico de la pandemia que no había golpeado al país tan duramente como en los últimos días.
Una sanción problemática
Una vez el daño —no tan colateral— estaba hecho, Abrams pasó a un extraño momento de reflexión. Claro, ya había asumido el nuevo gobierno y Abrams estaba siendo desalojado de su cargo cuando escribió un artículo publicado en el Consejo de Relaciones Exteriores en el que le pedía al nuevo inquilino de la Casa Blanca, eliminar la sanción contra el diésel.
En este escrito reconocía que este tipo de sanciones hacia Venezuela habían generado un debate interno en el Gobierno estadounidense, debido a que algunos no las consideraban correctas. Pero sobre todo hablaba que con ellas, el presidente Maduro derramaría “lágrimas de cocodrilo”.
Tamaña rectificación no parece cuestión de halcones. ¿Se ha producido un cambio en la política trumpista o el presidente Biden, más bien, va a radicalizar sus posturas hacia Venezuela?
Sanciones al diésel pueden generar mala imagen en el nuevo Gobierno
A diferencia de la crisis petrolera y económica donde hay un debate abierto sobre los principales responsables, con acusaciones mutuas y argumentos de peso de ambos bandos, en el tema del diésel no hay equívocos al respecto: la responsabilidad de la situación obedece al Gobierno estadounidense.
Hasta ahora, el declive de la industria petrolera no había impactado en la distribución de este combustible. El discurso de que Maduro le “regala” el diésel a Cuba o que lo guarda para las fuerzas armadas, esbozado por Juan González, representante de la Casa Blanca para el hemisferio occidental, suena a pura propaganda ideológica y no aguanta una mínima evaluación racional. Como hemos dicho, ni Abrams repite esa tesis, sobre todo porque antes de su medida, el diésel nunca tuvo problemas. Hasta el gremio de los industriales, abiertamente opositores, han reconocido que ‘hasta diciembre, su abastecimiento había sido fluido’. En aquel momento también existía Cuba y el ejército.
Biden tiene difícil desactivar el campo minado que han dejado los republicanos. Sin embargo, sus funcionarios serán los únicos responsables de la situación por venir y eso puede tener efectos dentro de sus votantes más sensibles y comprometidos
Lo cierto es que ahora, mucho más que antes, puede estar en puertas un verdadero desastre humanitario del que tanto se ha hablado en la mediática mundial podría estar por llegar a Venezuela en su máxima crudeza y el responsable ya no será el halconato ni el trumpismo sino las cándidas palomas demócratas.
El presidente Joe Biden tiene difícil desactivar el campo minado que han dejado los republicanos. Sin embargo, sus funcionarios serán los únicos responsables de la situación por venir y eso puede tener efectos dentro de sus votantes más sensibles y comprometidos. Así como dentro de algunos gobiernos latinoamericanos.
Por su parte, el Gobierno de Maduro, quizá con las esperanzas puestas en una eventual negociación con el nuevo Gobierno, no ha evaluado públicamente la situación del diésel ni tampoco ha renovado las sempiternas denuncias contra el Gobierno de Estados Unidos. La gramática de Maduro es, al menos por ahora, postrumpista, aunque la realidad sobre Venezuela nunca había sido tan trumpista.
El tiempo corre y la situación se agrava. Los venezolanos corren peligro y la imagen del Gobierno de Biden puede sufrir un revés si no termina de desactivar la bomba que el trumpismo ha dejado en sus manos.
Es momento de que el mundo vea lo que ocurre en Venezuela y se pronuncie en torno a esta sanción que no se dirige a funcionarios del gobierno sino al pueblo en general.
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PERO NO SE DICE NADA NI SE CONDENA A LOS QUE PIDIERON LAS SANCIONES Y QUE ACTUALMENTE LAS SIGUEN PIDIENDO..