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Tenemos que hablar
Quedamos como amigos
No hace falta tener un millón de amigos, como dice la canción, básicamente porque si tienes cinco a los que llamar para contarles a cualquier hora del día lo fatal o fenomenal que se te está dando la vida eres un afortunado.
Y no es moco de pavo. La buena amistad dura a veces más que el amor, porque es amor pero de otra forma y suele ser resistente al tiempo (salvo Pablo e Íñigo, que conjugaron la primera del plural del presente de indicativo del verbo poder y eso mismo les separó).
No hace falta tener un millón de amigos, como dice la canción, básicamente porque si tienes cinco a los que llamar para contarles a cualquier hora del día lo fatal o fenomenal que se te está dando la vida eres un afortunado. ¿A quiénes llamaría Mariano cuando se le vino encima la moción de censura? Por lo visto, se encerró a tope en una marisquería y de allí no salió nadie sin hacer curvas. Me imagino los brindis, los “sé fuerte”, los abrazos y cantos regionales.
Un amigo o una amiga de verdad aguanta carros y carretas y te sujeta la frente cuando se te cae sobre la mesa, odia cual madre siciliana a los que te han hecho daño, odia también cuando te pones estupendo, pero no te lo dice, e incluso a veces sí te lo dice cuando mejor te viene escucharlo. Y precisamente porque es un amigo o amiga te aguanta la pedrá y te critica con otros amigos, porque te critica, pero si alguien de fuera lo hace le saca los ojos sin temblarle el pulso. Por eso no me creí mucho el encuentro en Colón entre Albert, Santiago y Pablo, porque no se les veía colegas de verdad, de los sicilianos, sino de postureo. Y a mí que no intenten venderme amor cuando quieren decir sexo.
Las amistades pueden empezar en el patio del colegio, cuando surge ese inesperado encuentro en el minicampo de batalla que es la infancia, o en la adolescencia, cuando las conversaciones con tu mejor colega son igual de numerosas que los granos que te salen. Pueden surgir en la primera juventud, en los trabajos o cuando menos te las esperas. No deberían tener fecha de caducidad y es muy triste que algunos las descuiden por estar en pareja, porque si tu novio o novia no respeta a tus fieles amigos y fomenta que les pierdas de vista no es buena señal. Yo tengo amigas y amigos con los que me visualizo dentro de muchos años en nuestra residencia cooperativa con karaoke y clases de baile El Dorado Atardecer.
Lo más bonito que me han dicho nunca es “tú para mí eres casa”. Y, atención spoiler, no me lo ha dicho ninguna pareja, sino una de esas amigas con las que nunca se acaba el tema de conversación, ni las risas ni las lágrimas compartidas, que también las hay en las buenas amistades. Así que demos un repasito a la agenda de los amigos antes de que el ritmo y las enésimas elecciones generales nos devoren, porque nunca es tarde para quedar como amigos y hacer un brindis al sol por la familia elegida.
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