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Guatemala
Los 106 días en que los pueblos indígenas salvaron a Guatemala
El 20 de agosto de 2023 Bernardo Arévalo, líder del partido socialdemócrata Movimiento Semilla, ganó con más de 25 puntos porcentuales de ventaja las elecciones presidenciales en Guatemala.
Luego de ratificar los resultados, el denominado “pacto de corruptos” (élite económica, narcotraficantes y políticos de extrema derecha) utilizó a Consuelo Porras, fiscal general de la nación, como ariete para dar un golpe de Estado judicial y mantener así al país en crisis constante.
Pero este golpe de Estado no cuajó, sobre todo debido a las manifestaciones pacíficas convocadas y lideradas por las autoridades indígenas de 48 cantones en Totonicapán y la alcaldía indígena de Sololá, sostenidas durante 106 días.
Desde el 2 de octubre hasta el 15 de enero, las autoridades indígenas montaron un plantón frente a las instalaciones de la fiscalía general en la ciudad de Guatemala. De igual forma, se produjeron múltiples plantones pacíficos en diversas carreteras del país, con la intención de exigir la renuncia de la fiscal general y el desmantelamiento del golpe de Estado.
El 15 de enero del presente año, luego de una convulsa y agitada transición de gobierno que duró casi seis meses desde la primera vuelta electoral, Bernardo Arévalo y Karin Herrera lograron tomar posesión. Lo hicieron prometiendo cambios en la sociedad guatemalteca que, de manera muy especial, se centraron en la corrupción y la impunidad.
Los pueblos originarios no estaban defendiendo a Arévalo y al Movimiento Semilla: su labor ha sido resguardar la democracia
Cabe recordar que Arévalo es hijo del primer presidente electo de forma democrática en 1945, Juan José Arévalo, lo que ha generado muchas expectativas sobre su futuro gobierno.
Pero esta asunción al poder no hubiese sido posible sin la incansable e inquebrantable movilización del pueblo k’iche’, junto a las autoridades indígenas y ancestrales del conjunto del país.
Han sido ellos y ellas, los pueblos, quienes por más de 532 años han sostenido un largo caminar en la resistencia frente al colonialismo y al capitalismo, que ha sido la norma y el génesis del Estado moderno guatemalteco.
Los pueblos originarios, como en diversos momentos se ha recalcado, no estaban defendiendo a Bernardo Arévalo y al Movimiento Semilla. Su labor ha consistido en resguardar la democracia, esa democracia que a lo largo de cientos de años les ha mantenido en la completa exclusión económica, esa democracia que les reprime, robándoles los ríos para ser usados por hidroeléctricas de capital europeo y estadounidense para producir energía “limpia”, mientras las comunidades aledañas no tienen acceso a la electricidad. Es esa democracia que ha provocado la desnutrición crónica que afecta a uno de cada dos niños menores de cinco años.
Arévalo tiene una oportunidad histórica ante los pueblos y los ojos del mundo están sobre Guatemala
A pesar del racismo, el clasismo y la eterna invisibilidad, los pueblos originarios en Guatemala, organizados desde hace miles de años, pusieron nuevamente sus cuerpos, sus mentes y su organización comunitaria al servicio de todas las personas en el país para defender el proceso democrático.
El reto que tiene el nuevo presidente en Guatemala es gigantesco y, nuevamente, los pueblos le han ofrecido todo el apoyo necesario para gobernar. De esa forma, la responsabilidad de Arévalo y Herrera con los pueblos originarios es muy grande, y la sociedad guatemalteca está a la expectativa del porvenir del país.
532 años de colonialismo y 70 de dictaduras militares y civiles de derechas no serán fácil de borrar y superar. Arévalo tiene una oportunidad histórica ante los pueblos y los ojos del mundo están sobre Guatemala, el país de la eterna primavera que rompió con la dictadura.
Parafraseando al libro insignia del pueblo k’iche’, el Popol Wuj: los pueblos se levantaron y nadie se quedó atrás.