Personas refugiadas
Solicitantes de asilo denuncian la ineficaz acogida del Ministerio y el Ayuntamiento

Más de 30 solicitantes de protección internacional, acompañadas por integrantes de la Red Solidaria de Acogida y la Parroquia San Carlos Borromeo, han presentado ante el registro del Ayuntamiento reclamaciones ante la mala gestión del Samur Social y la ineficiencia de un sistema de acogida que les deja en situación de calle. 

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Solicitantes de asilo marchan hacia el Ayuntamiento para presentar un requerimiento por la mala gestión del Samur Social David F. Sabadell

Es desesperante la situación de muchas familias solicitantes de asilo en situación de calle que, sin recibir del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad la respuesta que por Ley y derecho internacional les corresponde, tampoco la encuentran en el Ayuntamiento de la ciudad, cuya gestión del Samur Social a través de la empresa Grupo 5, está siendo claramente insuficiente e ineficaz.

Por eso en la mañana de este viernes, más de 30 solicitantes de protección internacional, acompañadas por integrantes de la Red Solidaria de Acogida (RSA) y la Parroquia San Carlos Borromeo, han presentado ante el registro del Ayuntamiento reclamaciones dirigidas a ambas administraciones.

“Hemos venido a hacer dos requerimientos. Uno al Ayuntamiento de Madrid por la cantidad de personas que siguen en la calle, porque nos parece que se sigue alargando mucho el tiempo para reconocer que el Samur Social es incapaz de dar respuesta a las urgencias en la ciudad de Madrid, por lo cual le pedimos al Ayuntamiento que cambie el Samur o que cambie las políticas de acogida, porque si no vale, es que no vale”, reclamó el párroco de la parroquia de Entrevías, Javier Baeza.

“Le pedimos al Ayuntamiento que cambie el Samur o que cambie las políticas de acogida, porque si no vale, es que no vale”, reclamó el párroco de la Parroquia San Carlos Borromeo

En tal sentido, explicó que también presentarían por registro un requerimiento al Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad “porque es el que tiene la competencia del refugio y el asilo, para que ponga en marcha la política necesaria para que el programa de ayuda humanitaria funcione, es decir para que las personas susceptibles de refugio, como dice la Ley y el derecho internacional, puedan ser acogidas en recursos en condiciones, no tan precarios como el que podemos ofrecer desde la parroquia u en las casas de otras familias solidarias”.

Como ya sucediera durante el último verano, el Centro Pastoral de Entrevías ha abierto sus puertas para paliar la situación de tantas familias que quedan en situación de calle ante la ineficiencia de las administraciones. Su acción, junto al trabajo de la RSA, la Mesa por la Solidaridad y la Red de Solidaridad Popular de Latina y Carabanchel, entre otras, está permitiendo que al menos medio centenar de personas marginadas de los programas de acogida, encuentren cada noche un techo donde dormir: en la misma parroquia, espacios similares o en casas particulares que se abren. Además del acompañamiento que hacen a las puertas del propio Samur Social, con familias que consumen las horas allí, esperando encontrar una respuesta que no llega.

Como cada día, en la tarde de este viernes el panorama volvía a ser desolador allí. Más de 30 personas —de ellas 6 menores de edad— se apiñaban entre mantas y maletas, soportando unas temperaturas desconocidas para la mayoría. “En mi ciudad, en verano hace 42 o 45 grados, y ahora mismo, en invierno, no baja de 15 o 17”, cuenta un joven colombiano que lleva 3 días con sus noches esperando. “Hacer esperar hasta desesperar”, podría ser un buen lema para la política institucional.

La propia plantilla del Samur consciente de sus limitaciones aconseja a muchas de las personas no acercarse, que llamen para saber si hay posibilidad de acogida. Así lo hacían minutos después de las doce del mediodía dos chicos venezolanos, mientras esperaban a presentar su reclamación en el Ayuntamiento. La operadora les decía lo mismo a ambos: “no hay plazas, hoy no hay plazas. Prueba a hacerlo mañana”. La ilusión se les desvanecía con la misma velocidad con que el viento helado se lleva la poca fuerza del sol invernal.

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Solicitantes de asilo muestran los requerimientos que presentaron en el Ayuntamiento David F. Sabadell

“Hemos estado yendo al Samur y durmiendo en la calle. Gracias a la parroquia tenemos un techo donde dormir. En el Samur solo nos dicen que ‘mañana llamemos’, pero siempre vamos y no hay respuesta”, detalló John Alexander, un líder social colombiano que llegó en busca de protección hace ocho días, tras varios meses de desplazamiento forzado dentro de su país.

“Me tocó salir escoltado por la policía desde mi residencia, si salimos es por algo, cada uno con su situación. Agradecemos a la parroquia que nos ha abierto sus puertas, pero no es el sitio indicado. Hay familias con niños, hay familias que llevan más de cautro meses esperando. Hay compañeros que son separados de su familia, son parejas con hijos, la mujer y los hijos a un albergue y el marido a la calle. Hay compañeros con la planta de los pies lastimada de tanto caminar, es inhumano. Nosotros lo que necesitamos es respeto e igualdad como personas. Que tengamos derecho al alojamiento, que es lo que nos corresponde por la legislación internacional. Están violando nuestros derechos”, denunció.

De mal en peor

Todas las consultas realizadas en las organizaciones que trabajan junto a estas familias confirmaron que en el correr de los meses y con la llegada del frío la situación va empeorando. “Llegamos al Samur y no nos informan nada. Nos mandan a unos hostales, que obviamente tienen un coste económico que no podemos pagar”, resumió John Alexander. Está esperando para el 22 de noviembre a acudir a la cita ante las oficinas de policía, en la que formaliza la solicitud de asilo y le entregan la denominada “tarjeta blanca” que lo acredita como solicitante. Ese trámite, parece ahora haberse complejizado.

“Cuando estas personas iban a la policía, inmediatamente podían solicitar la cita para ser incluidos en el sistema de protección internacional. Desde ayer, al menos son los primeros casos que nos llegan, la gente tiene que esperar al menos un mes para solicitar la inclusión en el programa de ayuda humanitaria, con lo cual podemos volver a hablar de una demora de dos y tres meses para ser incluidas en el sistema de asilo”, reprochó Javier Baeza y añadió que a entender de las asociaciones “con lo mal que está funcionando el sistema de ayuda humanitaria, dilatar días y días para poder acceder a los recursos sociales agudiza y socava más que cabe, ese derecho que tienen las personas que han llegado perseguidas de sus países. No se está reclamando ninguna medida de gracia, sino simplemente que se cumpla la legislación internacional”, sentenció.

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John Alexander, líder social colombiano solicitante de protección internacional David F. Sabadell

“Llegamos al Samur y no nos informan nada. Nos mandan a unos hostales, que obviamente tienen un coste económico que no podemos pagar”, resumió John Alexander, líder social colombiano que tuvo que huir de su país

“En nuestra lectura creemos que todo esto se hace porque si ustedes los medios se dirigen a la administración seguramente les dirán que han disminuido las solicitudes de asilo. No es que hayan disminuido, sino que si cada vez se ponen más trabas, la gente se desespera y se muere en el intento”, exclamó.

Asimismo, esta misma semana el delegado del área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, Pepe Aniorte, insistió en que la administración local “está desbordada” y cuestionó por enésima vez al Ministerio de Trabajo que de los siete espacios que le habían ofrecido para ser utilizados para la acogida, solo se hubieran seleccionado dos.

Desde la Red Solidaria de Acogida le cuestionaron la veracidad de sus afirmaciones. “De esos siete lugares ofrecidos hay varios que no están en mínimas condiciones de acoger gente”, afirmaron desde la organización en sus redes sociales y demostraron con fotografías que el Pabellón Asturias y el Pabellón Segovia (ambos ubicados en Casa de Campo) no reúnen las condiciones para los fines pretendidos. El primero porque tiene un plan de obras de 10 meses, es decir que no estaría disponible, al menos, hasta julio de 2020. Y el segundo porque “desde afuera es evidente su deterioro y la necesidad de obras”, aseguraron desde esa iniciativa ciudadana.

Además, señalaron que el centro recientemente habilitado en la localidad de Cercedilla “se ha llenado con las personas hasta ahora acogidas en los denominados recursos de frío”, que se vacían en esta época para ser reabiertos a partir del 25 de noviembre para las personas en situación de calle. “En rigor de verdad, por ahora Madrid no cuenta con más plazas, sino que se ha vaciado un espacio para llenar otro”, aseguraron desde el twitter de la RSA.

Respecto al Samur Social, el párroco Baeza cuestionó que no se haga ninguna concesión a la gente que pasa largas horas frente a sus puertas. “La otra noche, por ejemplo, cuando llovía, el Samur social ni siquiera se dignó a abrir la verja que da acceso al pequeño soportal y la gente, lógicamente, se fue a la acera de enfrente a resguardarse de la lluvia. Algunos medios pudisteis ver cómo el propio Samur dijo que no había gente en la puerta. No, hombre, no se puede jugar con la dignidad de las personas, no somos tontos. Las personas estaban justo en la puerta de enfrente porque ni siquiera lloviendo el Samur se digna a abrir esas puertas para que no se mojen”, aseveró.

“El nivel en el que estamos de reclamar dignidad es tan bajito, tan bajito, que nos sorprende que el concejal de asuntos sociales que en la oposición estaba muy cercano a esta realidad, ahora cuando tiene las competencias, esté en silencio y haga tan poco para la acogida a estas personas, sin quitar responsabilidad al ministerio y su mala aplicación del sistema de ayuda humanitaria”, concluyó Baeza.

A las 17 horas de este viernes, la cola seguía manteniéndose frente a las puertas del Samur Social, en el corazón del barrio de La Latina. Niños llorando, por el frío y el hambre. Y algunas familias que empezaban a caminar hacia las casas de vecinas y vecinos que les abren sus puertas o hasta la parroquia San Carlos Borromeo. Mañana volverán para ver si la acogida institucional es algo más que las palabras vacías que hasta el momento encuentran como respuesta.

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