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Perfiles con tiempo
María Silveyro, propietaria de la librería Ocho y Medio: “Tengo muy buenos amigos en el mundo del libro que me han ayudado mucho en momentos duros”
En el número 11 de la calle Martín de los Heros, muy cerca de la plaza de España de Madrid, un edificio de ladrillos oscuros y ventanales verdes alberga en su planta baja una librería distinta: Ocho y Medio. Cualquier habitual de los Renoir o los Golem —las salas de versión original repartidas entre la plaza de los Cubos y la propia calle Martín de los Heros— es probable que acompañe una tarde de cine con una visita a esta librería. Quizá se ha convertido en un clásico como en su tiempo lo fueron las dobles sesiones. Un clásico contemporáneo de Madrid: cine y Ocho y Medio.
¿Cómo nació esta librería especializada en cine? ¿Cuál ha sido su trayectoria? ¿Cómo encara el futuro? Conversamos con María Silveyro, propietaria de la librería, una tarde de septiembre de 2022 para acercarnos a las posibles respuestas. Charlamos en el sofá situado al fondo del local sobre una pequeña tarima. Detrás, una fotografía de Fellini durante el rodaje de Otto e mezzo preside la escena.
La historia de Ocho y Medio es también la de un proyecto compartido entre María Silveyro y su marido, Jesús Robles, fallecido en 2013. Ambos se conocieron en la universidad e iniciaron sus respectivas trayectorias profesionales en campos alejados del mundo del cine. Jesús Robles se licenció en Antropología Social y trabajó como bróker. María Silveyro se licenció en Ciencias Políticas y trabajó en el ámbito de las relaciones internacionales.
El origen de Ocho y Medio se sitúa a principios de los años 90 en un pequeño local ubicado en los sótanos de los cines Alphaville, que ocupaban el lugar de los actuales Golem. “Nosotros conocíamos mucho a la persona que llevaba la librería de los cines Alphaville y siempre nos habían gustado mucho los libros y el cine. Él quería dejar la librería, y el trabajo que tenía entonces Jesús se podía compaginar, porque la librería solo abría por las tardes. Entonces, durante unos años, yo seguí trabajando en otro sitio y él [Jesús Robles] compaginaba su trabajo con la librería”, recuerda Silveyro. Al cabo de cuatro años, el proyecto había crecido y decidieron cambiar de local. Se trasladaron al número 23 de Martín de los Heros, y allí la librería, con dos plantas, comenzó a parecerse a la idea que ambos compartían: un lugar de encuentro especializado en libros de cine. Desde entonces, Jesús Robles se dedicó a tiempo completo al proyecto y la librería siguió creciendo. Pocos años después, se instalaron en la que es su actual ubicación: el número 11 de Martín de los Heros, un local amplio, luminoso, de techos altos. Entonces Silveyro decidió convertir también la librería en su trabajo.
En los más de veinte años en su actual ubicación, la librería ha ido cambiando, pero algunos elementos se han mantenido. Por un lado, el espacio funciona como un lugar de encuentro por el que apetece moverse sin prisa. Por otro, la decoración del local reúne carteles, notas manuscritas y atrezo de películas: un pequeño museo del cine contemporáneo, un museo que siempre se actualiza. Finalmente, no es extraño encontrarse con gente de la profesión. La librería cumple esa difícil función de resultar un lugar recogido para quienes se dedican a un oficio expuesto.
El martes de septiembre en el que mantenemos el encuentro con Silveyro, los pilares de la librería muestran notas manuscritas con dedicatorias y reflexiones sobre el séptimo arte: “El cine también está en los libros” (Víctor Erice), “Los libros son una puerta a lo maravilloso. El cine, una ventana…” (Almudena Grandes), “Mi mejor venganza es no ser como ellos” (Victoria Abril).
La primera década del siglo XXI fue un periodo de expansión y reconocimiento para Ocho y Medio. En torno a la librería se tejió una red de aficionados y profesionales del mundo del cine que encontraron en este espacio no solo libros de referencia (biografías, textos técnicos, clásicos), sino también guiones editados con gran cuidado por el sello Ocho y Medio. Arrebato, Hable con ella, Mar adentro o El orfanato fueron algunos de los títulos de mayor éxito. En 2004, la librería fue distinguida por la Academia del Cine con el Premio González-Sinde por su “extraordinaria labor en la difusión de la cultura cinematográfica a través de los libros, y en particular por su encomiable labor de edición de guiones y otros textos sobre cine español”. En 2007, fue galardonada con el Premio Especial de la Unión de Actores.
La historia de aquellos años está muy relacionada con la personalidad de Jesús Robles, con su entusiasmo y su capacidad para embarcarse en nuevos proyectos. “Yo soy mucho más tímida que Jesús, pero Jesús era un expansivo total”, recuerda Silveyro. Y subraya la impronta de ese carácter de quien fue su pareja: “El camino ya me lo han hecho”.
Esta historia tiene un momento muy doloroso. En julio de 2013, Jesús Robles falleció víctima de un cáncer. Tenía 54 años. En la necrológica publicada en el diario El País, el crítico Diego Galán escribió: “(…) era como un artista más de los muchos que admiraba, poeta más que empresario”.
En el encuentro con María Silveyro, llega el momento de recordar esa fecha. Han transcurrido nueve años desde entonces. “Fue un momento tan delicado de mi vida. Yo llegué aquí la mañana en la que él murió. Vine a ver a la gente que iba a trabajar y les dije que, por supuesto, no íbamos a abrir ese día... Y de repente me di cuenta de que al día siguiente tenía que estar aquí, que no tenía otra opción”.
De modo que Ocho y Medio continuó. Y lo hizo arropada por todo ese entramado de afectos tejido desde mediados de los años 90. “Tengo muy buenos amigos en el mundo del libro que me han ayudado mucho en momentos duros”, apunta. “Tengo un amigo en Bilbao que es el que me ha salvado la vida aquí”, detalla, y recuerda que ella es natural de Bilbao. Interrogada por el respaldo del mundo del cine, es concluyente sin dar nombres: “Me he sentido muy respaldada y apoyada por alguna gente del cine muy importante de este país”.
También se mantuvo la edición de guiones. “Al morir Jesús, un grupo de guionistas decidió publicar una colección que se llama Setenta teclas, porque son las teclas de la máquina de escribir”. Esa colección es continuadora de la iniciada por Ocho y Medio y publica cada año cuatro títulos.
Manteniendo su carácter de siempre, la librería, como un cuerpo vivo, ha ido cambiando en los últimos años. El café, que al inicio era un pequeño acompañamiento, ha ido creciendo. Hoy en día, el local cuenta con terraza y varias mesas de cafetería al fondo del establecimiento. La librería y la hostelería conviven en un equilibrio que no siempre resulta sencillo. “Para que parezca que no pasa nada, a veces es muy difícil...”, apunta antes de abundar en su preocupación por que la librería siga siendo el núcleo y la razón de ser de Ocho y Medio. “He delimitado muy bien: hay una parte que es la librería y otra parte que es el café. Y esto es la librería, que es intocable”, comenta mientras señala el amplio espacio central del establecimiento, arropado con estanterías repletas de libros y mesas con novedades y títulos escogidos.
Ese equilibrio entre la librería y el café es quizá, en el caso de Ocho y Medio, el signo más representativo de un equilibrio más amplio. Porque en el número 11 de Martín de los Heros conviven también las presentaciones de El Gatopardo —un anexo al espacio principal del local con capacidad para 21 personas—, la creciente sección de narrativa, los turistas de las mañanas, los cinéfilos de última hora, los escaparates temáticos, los objetos de regalo, los focos de la decoración y el tiempo detenido de quien ha quedado con alguien en la librería. Sí, aquella idea inicial —un lugar de encuentro— ha cobrado una fuerza notable. Y, como hilo conductor de este caos controlado, suena siempre de fondo una música sin estridencias: cantautores norteamericanos, pop inglés, folk.
¿Alguna visita ilustre que recordar? “Yo no soy nada mitómana, porque, si no, no podría trabajar aquí, entre otras cosas”, señala Silveyro. Interrogada por alguien que le haya dejado un recuerdo especial, alude al director Rodrigo García —hijo de Gabriel García Márquez— y al escritor italiano Antonio Tabucchi.
En todo caso, quien quiera entregarse a un placer mitómano, puede detenerse ante algunos de los dibujos expuestos en el local: una viñeta firmada por Luis García Berlanga en la que un tanque persigue al motocarro de la película Plácido, un dibujo con estilo de cómic firmado por Javier Bardem, un corazón en una carta remitida por Geraldine Chaplin.
La entrevista termina y planea la inevitable pregunta sobre la pandemia, la crisis de las salas de cine y el futuro. “Esta librería no tendría sentido si no estuviéramos enfrente de los cines, porque la gente viene al cine y entra aquí. Pero, curiosamente, la librería se ha mantenido sin que la gente vaya al cine [en alusión a la etapa de la pandemia en la que las salas estuvieron cerradas o con el aforo muy limitado]”, argumenta la propietaria de Ocho y Medio, que se muestra confiada en seguir innovando.
Nos observan, desde las grandes fotografías que inundan el local, Jack Lemmon en El apartamento, Audrey Hepburn y Pasolini —en su clásica imagen de rostro enjuto y frente vendada—. Nos envuelven, al término de la conversación, miles de historias en libros, películas, libros sobre películas y películas basadas en libros.
Silveyro siente predilección por el cine clásico americano, pero se considera una persona ecléctica, abierta a disfrutar de una buena historia, en versión cinematográfica o literaria.
En un cuento de Antonio Tabucchi titulado Cine, un director habla de su nueva película, que se halla en pleno rodaje, y al final añade: “Solo necesitaríamos que lloviera un poco, sería una lástima rodar las últimas escenas con mangueras”.
En el final de este encuentro con María Silveyro, también estaría bien que lloviera y que el plano se fuera alejando poco a poco de la librería. También podrían intercalarse imágenes en blanco y negro de estudiantes que encontraron refugio en las salas Renoir, de parejas que tuvieron su primera cita en los Golem, de viejos conocidos que se encontraron, después de muchos años, en Ocho y Medio. Y, puestos a imaginar, el último plano podría ser el de una frase manuscrita de Pedro Almodóvar que en estos días (finales de septiembre de 2022) sobresale enmarcada en las paredes de librería: “El cine me educó”.