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Partido Popular
La perestroika del PP abre paso al liderazgo enigmático y personalista de Feijóo
“Feijóo llegó a la rueda de prensa en la que iba a anunciar su decisión de irse a Madrid con dos discursos preparados. Uno por el sí a ser presidente del Gobierno y otro por el no”, cuenta Fran Balado, en una de las sorprendentes anécdotas que relata en su libro recientemente publicado El viaje de Feijóo, el niño de aldea que nunca perdió unas elecciones (Esfera de los libros, 2021).
Esta historia de aquellos turbulentos momentos de la sucesión a Rajoy en 2018 (que en el espejo de lo que acaba de ocurrir parece Disneylandia) refleja mucho el estilo del presidente de la Xunta. Enigmático, calculador, reflexivo, un buen jugador de los tiempos políticos y de discurso centrista (aunque en la gestión sea nítidamente conservador y de derechas).
Alberto Núñez Feijóo será muy probablemente el próximo líder de la derecha española, que viene de sus días más agitados y de sus años más inestables, habiéndose fragmentado en tres (primero Ciudadanos y luego la hoy muy potente ultraderecha de Vox) y cargándose prematuramente liderazgos: Albert Rivera en 2019 y Pablo Casado en 2022, este último sin siquiera haber podido acabar su mandato de cuatro años al frente de la presidencia orgánica.
El Partido Popular tuvo los días pasados su mayor perestroika (que significa “reestructuración” en ruso, un idioma que por estos días vuelve a estar de moda, y que remite a los cambios profundos en la URSS de Gorbachov) pero que, en términos generales, esa reforma ha durado tres años. La promesa de Casado y Teodoro García Egea al asumir la Ejecutiva fue transparencia y regeneración. Lo segundo fue puesto en marcha a toda velocidad y fue bien visible en las papeletas de las dos generales de 2019, con muchos candidatos nuevos y pedidos de marcharse a varios dirigentes territoriales (casos emblemáticos en la Comunitat Valenciana y en Euskadi).
Tanto cambio no sirvió e hizo eclosión contra la pareja política y simbiótica Casado-Egea sobre el final. La paradoja fue una muestra más de la crudeza cruel de la política: el único de los “nuevos” que trajeron a la política que manifestó su apoyo y lealtad hasta el final fue Pablo Montesinos, el experiodista que debutó en la arena política como cabeza de lista en Málaga. Todas las demás nuevas apuestas le dieron la espalda. Inclusive la mayor, Isabel Díaz Ayuso, fue artífice del final.
El barón de barones
La reunión del miércoles por la noche en Génova calmó las aguas conservadoras, que no resistían más agitación. El encuentro de Casado con los barones territoriales dio certezas y un objetivo: la renovación del líder en un congreso extraordinario convocado para el 2 y 3 de abril. Resurge así la tranquilidad en las bases de la derecha, que suelen llevarse mal con el caos interno y los períodos asamblearios.
A la salida del encuentro, que acabó entrada la madrugada, el líder territorial con mayor responsabilidad del PP, Juanma Moreno Bonilla (presidente de la Junta de Andalucía, la comunidad autónoma más poblada del Estado), le dio su apoyo a Feijóo y señaló su “solvencia y capacidad”, aunque pidió prudencia para esperar a que sea el presidente de la Xunta quien anuncie su decisión.
El líder del PP de Euskadi, Carlos Iturgaiz, dijo ante los micrófonos que todos los barones autonómicos le habían hecho la petición a Feijóo para que tome las riendas del PP y que le aseguraron que contaba con el respaldo de todos ellos si se decidía a dar el paso. A su salida, el presidente de la Xunta se limitó a decir que no iba a comunicar ninguna decisión hasta que no se convocase formalmente el congreso extraordinario (ello lo hará la Junta Directiva Nacional, que se reunirá el 1 de marzo, posiblemente en Sevilla).
El operativo ya cobraba forma y el consenso iba sumando densidad. Públicamente no existen hasta ahora dirigentes que rechacen el liderazgo del dirigente gallego. La única, cómo no, es Cayetana Alvarez de Toledo, quien a pesar de no tener peso orgánico es actualmente una de las voces más representativas de la derecha española más dura. Ella pide que Feijóo sea un piloto hasta salir de la tormenta pero propone que la candidata a las generales sea Díaz Ayuso.
La estrategia para conducir el PP estatal y llegar a Moncloa se está confeccionando, como ha comprobado El Salto en rueda de consultas con fuentes del entorno de Feijóo
En Santiago de Compostela también el operativo ya está en marcha, por más que el líder del PP gallego se muestre aún dubitativo. La estrategia para conducir el PP estatal y llegar a Moncloa se está confeccionando, como ha comprobado El Salto en rueda de consultas con fuentes del entorno de Feijóo.
Ante la pregunta sobre el procedimiento al que aspiran para llegar a la presidencia del comité nacional, altas fuentes del PPdG responden que el nuevo cargo de Feijóo tendrá que ser refrendado “con la militancia en forma inequívoca” y que las versiones de la voluntad de ser ungido por una aclamación son falsas. “Feijóo no le tiene miedo a la democracia interna”, aseguraron.
Además, explican que Feijóo sigue manteniendo contactos para conocer con qué tipo de apoyos cuenta y espera que “los que piden cambios verbalicen qué cambios quieren”. “En esos movimientos se va percibiendo si tiene respaldo. Está recibiendo muchos inputs y hay mucha gente del partido que le está animando a dar el paso”, añaden desde el PPdG.
También dejan trascender que la preocupación del líder nacido hace 60 años en Ourense es “que se siga perdiendo tiempo porque no hay tiempo que perder, faltan unos 500 días para las generales”. La sangría de votos en favor de Vox es una preocupación que alarma.
Una de las razones que aparecen en la mencionada biografía sobre Feijóo que escribió el periodista Fran Balado sobre aquel rechazo del presidente gallego a dar el salto en Madrid fue que iba a tratarse de un líder de la oposición a Sánchez sin escaño (el socialista acababa de asumir por la moción de censura) con casi tres años de legislatura por delante.
Ahora, desde Galicia el entorno de Feijóo afirma que eso no sería problema y citan como ejemplo que Ciudadanos eclosionó sin tener Rivera escaño y lo mismo Podemos sin estar Iglesias todavía en el hemiclo. Asimismo, ya están pensando una posibilidad para asegurarse un cara a cara Sánchez-Feijóo: el Senado.
“Feijóo puede tener perfectamente un escaño para confrontar con Sánchez en el Senado, solo que en vez de ser una vez por semana sería cada dos semanas”, deslizan. Esta posibilidad la tienen gracias a que la Constitución asigna 57 escaños de la Cámara alta a la decisión de los parlamentos autonómicos (los 208 restantes son por voto directo).
Algunos movimientos tácticos en el PP ya suenan al son del líder gallego. Muestra de ello es que en el pacto de salida ordenada acordado con Casado está incluido que en la Junta Directiva se proponga al valenciano Esteban González Pons como presidente del comité organizador del Congreso Extraordinario.
El ascenso de Pons debe ser entendido como uno de los primeros hitos de la nueva era porque el eurodiputado había sido elegido por Feijóo en 2018 como su número dos del partido si daba el salto a Madrid. Finalmente eso no fue así y el vicepresidente del grupo parlamentario del PPE en Bruselas quedó relegado de los altos cargos de la ejecutiva. En su pasado, fue exconseller de la Generalitat valenciana en tiempos del president Francisco Camps. Con la ida de Casado parece que también acaba el tiempo de regeneración.
Fuentes de la Xunta señalan a El Salto que Pons seguramente tendrá un lugar relevante en el organigrama de Feijóo. Otro nombre que está sonando fuerte como posible secretario general (sustituto de García Egea) es el de Elías Bendodo, malagueño y consejero de la Junta andaluza.
“Feijóo no quiere aduladores, es una de las grandes diferencias con Casado, que no se siente consolidado y ve fantasmas en todas partes”, opinael periodista Fran Balado
Preguntado por El Salto, Balado explica el estilo de Feijóo en lo que hace a la confección de sus equipos. “Una de las obsesiones de Feijóo fue rodearse de gente que tuviera la absoluta confianza para decirle si se equivocaba. No quiere aduladores, es una de las grandes diferencias con Casado, que no se siente consolidado y ve fantasmas en todas partes”, opina.
El esquema de toma de decisiones también es algo peculiar que lo caracteriza, como se recordaba en el primer párrafo. “Otro elemento que lo hizo desistir en 2018 fue ver que Rajoy no daba señales de elegirlo como sucesor. Feijóo no suele precipitarse. Sus respuestas suelen poderse entender para un lado o para otro, ser ambiguas, y no toma decisiones hasta el último instante”, comenta Balado.
Ayuso, Vox y los preparativos de la izquierda
La presidenta de Madrid es hoy una pieza clave del PP y se ha transformado en el fenómeno político más importante de la derecha española en mucho tiempo. Muchos citan en este hecho el verdadero motivo (y no el cobro del hermano por la venta de mascarillas) en la ofensiva sobre ella que perpetraron Casado y Egea y terminó devorándolos.
De hecho, en un sondeo de hace dos meses de la encuestadora Electomanía en el que los votantes respondían ante un hipotético escenario con una nueva marca electoral liderada por Ayuso y Alvarez de Toledo, las respuestas eran contundentes: ellas conseguían 83 escaños, el PP bajaba a 52 y Vox caía a 34. En el informe de la encuesta, el 47% de los votantes del PP y el 52% de los votantes de Vox respondían que si aparecía en el mapa político estatal esa opción ayusista, la votarían. A la vista está que los poderes fácticos toman nota de este termómetro social y Feijóo no escapa a esa percepción.
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Un dirigente cercano a Feijóo responde a El Salto que Ayuso “es un valor incuestionable y sin ella no se pueden ganar las elecciones generales”. En la charla que tuvieron ambos la semana pasada no cabe duda que habrán pactado espacios y, sin Casado, Ayuso conseguirá darse el gusto y ser la presidenta del PP de Madrid. ¿Dirigentes ayusistas tendrán un lugar destacado en la nueva ejecutiva? Nadie lo duda.
Pero de trasfondo en esta perestroika también está la relación con la ultraderecha, algo que puede enfrentar a Feijóo con Ayuso. Si bien ella se ha manifestado más de una vez en que el PP debería poder gobernar en coalición con Vox si lo necesitase (en oposición a la teoría de Casado y Egea), también es verdad que cuando ella ha visto que había que dejar claro que no se cruzan líneas rojas, lo hizo.
Claramente bien asesorada, hay ciertas líneas rojas del conservadurismo democrático español que ella se cuida de no cruzar, como el europeísmo, las leyes LGBTI (que finalmente se negó a cambiar) y la retórica racista (el otro día se llevó aplausos de la izquierda por su pedido a Rocío Monasterio que dejara de insistir en la nacionalidad de las denominadas “bandas latinas” y su relación con el delito).
Sea como sea, la misma fuente asegura que Feijóo buscará grandes pactos de Estado con el PSOE antes que con Vox. “Se siente más cómodo con eso y hará lo que sea para conseguirlo”, recalca. Galicia es uno de los dos parlamentos autonómicos (el otro es el de Canarias) en los que la ultraderecha no tiene ningún escaño y si bien eso puede tener razones sociológicas en la cultura política gallega, es insoslayable que tiene relación con el tipo de liderazgo de Feijóo, que aunque personalista, logra pactar y acumular a todo el centro-derecha y derecha bajo su ala.
Desde el otro frente del arco político se empieza a tomar nota de que el caos interno del PP se acerca a su fin y que pronto habrá un nuevo (y fresco) jugador en la cancha. No es casual que la líder de Unidas Podemos, Yolanda Díaz, anunciara esta misma semana que a partir de primavera pondrá en marcha su proyecto político y comenzará a recorrer los rincones del Estado para “escuchar” a colectivos y movimientos sociales.
El soberanismo también se despereza y ya organizó una reunión de las direcciones políticas de Esquerra Republicana y EH Bildu en la sede central de ERC en Barcelona, encuentro del cual participarán Oriol Junqueras y Arnaldo Otegi y los portavoces Gabriel Rufián y Mertxe Aizpurua.
En un año comienza de facto la precampaña electoral por las municipales y comienzan a ponerse en marcha los engranajes partidarios. Nadie quiere ser pillado de imprevisto. No vaya a ser que Sánchez vuelva a desdecirse y recuerde que en política el manejo de los tiempos vale oro y que mejor unas generales anticipadas que darle oxígeno al nuevo capitán de esa compleja nave llamada derecha española.