País Vasco
Tubacex amenaza a una comarca en pie de guerra

Los municipios de Llodio y Amurrio, donde se ubican las tres plantas de Tubacex, celebraron ayer paros en el comercio y en la hostelería y sendas manifestaciones para defender el futuro de una comarca amenazada por el desempleo, pero organizada socialmente.
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Alrededor de 2.000 personas recorrieron Llodio en el mediodía de ayer reclamando un futuro para la comarca de Aiaraldea. Gessamí Forner

En 1994, la empresa Tubacex prejubiló a Kepa Hurtado y a otros 40 trabajadores cuando este tenía casi 54 años. También estuvieron en huelga. Ahora, con una pensión del 65% debido a la prejubilación forzosa de entonces y con 81 años recién cumplidos, Hurtado ha vuelto a manifestarse por los trabajadores de Tubacex junto con sus compañeros del Movimiento de Pensionistas, del cual forma parte. La empresa realizó un comunicado el martes: o los trabajadores abandonan la huelga indefinida que hoy cumple 113 días y se acogen al plan de Tubacex o las tres plantas alavesas cerrarán. Un órdago lanzado a una comarca en pie de guerra. No estaba programada como respuesta, pero la movilización convocada ayer resonó fuerte en las calles de Llodio, con una manifestación en la que participaron alrededor de 2.000 vecinos de una localidad de 18.000. 

El martes, la empresa lanzó un comunicado: o los trabajadores abandonan la huelga indefinida que hoy cumple 113 días y se acogen al plan de Tubacex o las tres plantas alavesas cerrarán

La mayoría de los comercios secundaron el paro de cuatro horas de una jornada cuyo lema era reivindicar un futuro para la comarca, ‘SOS Aiaraldea’. Hasta la oficina de Correos permaneció con las persianas bajadas de 10 a 14h. La hostelería cerró un poco menos —solo durante la manifestación—, por deferencia a un sector apurado por el covid. La dirección y el AMPA de la escuela Zabaleko (Amurrio) portó su propia pancarta; la pasada semana, el Departamento de Educación del Gobierno vasco les comunicó inesperadamente su cierre, en vez de renovación, al considerarla demasiado pequeña. La empresa Tubos Reunidos también llevó pancarta propia. Es otra industria que alimenta a muchas familias de la zona y acumula nueve ERE desde 2009, con sus correspondientes huelgas e incertidumbre. El movimiento feminista —las mujeres fueron las más afectadas en el despido colectivo de Tubacex— y el pensionista redondearon una manifestación en el que la clase trabajadora mostró su unión y ofreció su solidaridad a los más de 700 trabajadores en huelga indefinida. Toda la plantilla, a excepción de la dirección y cargos intermedios, debido al ERE de 129 compañeros —95 despidos, 22 bajas incentivadas y 12 prejubilaciones—, que ya se ha hecho efectivo y se resolverá en los tribunales en los próximos meses. 

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A la derecha, Kepa Hurtado con sus compañeros del Movimiento Pensionista. Gessamí Forner

El discurso leído al final de la manifestación lo escribió Aiaraldeko Greba Batzordea, la plataforma surgida en esta comarca alavesa para la huelga general del 30 de enero de 2020. “Esto es una carrera de fondo, y están esperando que nuestras fuerzas flaqueen, pero no saben que esta comarca tiene a las jóvenes más preparadas de los últimos años, a los cuarentones más cabreados de los últimos meses y a los pensionistas más tenaces de la historia”, indicaron en un texto consensuado entre movimientos sociales, asociaciones locales y comités de empresa. 

“Estamos hartas de ver cómo las distintas generaciones siguen luchando por los mismos derechos que hace 40 años y ¿qué ha cambiado? Nada. Nos han dado un goteo de treguas para llevarnos a la mayor de las sequías”, advirtieron sobre el proceso de desindustrialización que avanza en una comarca con una tasa de paro más elevada que la media del País Vasco —17% en Llodio, frente al 11% de media—.

“Nuestro futuro está en manos de políticas capitalistas que degradan sistemáticamente los derechos de las y los trabajadores y esas políticas no las hacen en lugares inalcanzables. Tienen nombres y apellidos”, recordó la plataforma Aiaraldeko Greba Batzordea

La semana pasada crearon la Kutxa Solidaria de Tubacex. Particulares y empresas han aportado dinero para afrontar económicamente la huelga mediante préstamos a los trabajadores. El 25% de la cuantía solicitada es a fondo perdido; el 75%, a devolver sin intereses en el plazo que fije el solicitante. El objetivo, que nadie se quede sin secundar la huelga por necesidades económicas.

“Nuestro futuro está en manos de políticas capitalistas que degradan sistemáticamente los derechos de las y los trabajadores y esas políticas no las hacen en lugares inalcanzables. Tienen nombres y apellidos. Por ello interpelamos al Gobierno vasco y a las instituciones públicas y entidades locales a que atiendan las reivindicaciones de la ciudadanía y de los movimientos sociales y asuman sus responsabilidades”, concluyó la plataforma. 

País Vasco
Fiscalidad Seis de las principales empresas vascas han pagado cero euros en el Impuesto de Sociedades
Un total de 22 grandes empresas obtuvieron en 2019 beneficios que ascendieron a 1.295 millones. Solo abonaron 98,7 millones a las arcas públicas. ELA solicita una reforma fiscal.

Transicionar sin despedir

La transición ecológica resuena de fondo en este conflicto. La empresa aduce que desde 2014 los encargos han descendido debido a la menor demanda de tubos para petróleo y gas, por lo que debe desprenderse del 20% de la plantilla. Olvida contar que en 2019 obtuvieron solo en el País Vasco seis millones de beneficios, de los cuales abonaron 0 euros en conceptos de impuestos, como alertó Mikel Noval, investigador económico del sindicato ELA. Tubacex es una de las grandes empresas vascas exentas de impuestos mediante un entramado fiscal auspiciado por el PNV. 

La crisis estructural en el sector es el motivo que argumenta la empresa para justificar el ERE, un razonamiento que de poco le sirvió a la aeronáutica ITP Aero de Sestao, a la que el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco obligó en mayo a readmitir a 90 trabajadores despedidos al razonar el tribunal que el marco jurídico establecido en la pandemia es el que debe prevalecer en los ERE actuales. Mientras el mismo tribunal, pero diferente sala, el 29 de abril hacía pública la sentencia de Aernnova, que básicamente decía lo contrario: “Existe una causalidad” de carácter “productivo y estructural” para el ERE, por lo que consideró los 55 despidos ajustados a derecho y los calificó como “un sacrificio laboral desgraciado”. 

El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco debe resolver sobre la pertinencia o nulidad del ERE en Tubacex. Existen dos sentencias anteriores contradictorias sobre despidos colectivos similares en ITP Aero y Aernnova

De una forma más sencilla contraargumenta Nortxu Iturrioz los planes empresariales de Tubacex: “Los coches de gasolina no desaparecerán de un día para otro. Hay que pensar en hacer una transición, pero no de hoy para mañana”, explica esta trabajadora afiliada al sindicato LAB. Considera que la actual dirección es “autoritaria” y “no ha querido negociar nada, quería despedir a gente y así lo ha hecho”. A lo que añade que “seguiremos luchando hasta la readmisión o hasta que un juez diga que el ERE es nulo, esto es un pulso de a ver quién tiene la sartén por el mango”. 

El 31 de mayo era el último plazo para que el comité de empresa de Tubacex ofreciera su respuesta a la propuesta de la empresa, que les conminó a abandonar la huelga, salir del ERTE e incorporarse en las mismas condiciones laborales de 2020 prepandemia, pero sin sus 129 compañeros, los cuales recibirían mejores indemnizaciones. El comité respondió: o vuelven todos a las fábricas o no vuelve nadie. Lanzaron la moneda al aire y la pelota cayó definitivamente en los tribunales, que han reunificado las cuatro demandas —una por sindicato: ELA, LAB, STAT y CC OO— . 

“La clase trabajadora estamos obligados a unirnos, porque sino, nos pasan por encima. Otra cosa es que algunos no lo vean”, alertó el pensionista Juanjo Sainz
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Elena Muro y su familia. Gessamí Forner

La empresa tiene la sede social en Llodio y se creó en 1963. En 1970 salió en Bolsa, en 1975 abrió su primera sede en Houston (EE UU), expandiéndose por todo el mundo. Sus planes de futuro son tan difusos como opacos los del Gobierno vasco con los fondos Next Generation. Tubacex explica en su web que ha “diversificado” las líneas de trabajo, “apostando por el desarrollo de soluciones específicas para sectores de energías limpias, como transporte y almacenamiento de hidrógeno, renovables o sectores no vinculados con el sector energético, como transporte o aerospacial”. Mientras, el Gobierno de Iñigo Urkullu ha propuesto el Corredor Vasco del Hidrógeno-BH2C, uno de los proyectos estrella para aspirar a las ayudas europeas, que lidera Repsol a través de su filial vasca Petronor. 

Los pensionistas se arremolinan juntos. Su pañoleta roja atada en el cuello les distingue en cualquier lugar. Antes nos burlábamos de los jubilados, que si matan el tiempo mirando obras. Ahora se les admira en cualquier manifestación. En realidad, siempre han estado ahí, pero ahora su presencia ha cobrado entidad como sujeto político. “Los despidos son un problema que nos afectan a todos. A los parados de hoy, a los trabajadores precarios, a las mujeres que no han podido trabajar y que mañana tendrán una pensión baja. Afectan a toda la clase trabajadora y la solidaridad es el arma que los trabajadores tenemos para poder defendernos del capital y de los Gobiernos que lo secundan”, lanza de corrillo Juanjo Sainz. “La clase trabajadora estamos obligados a unirnos, porque sino, nos pasan por encima. Otra cosa es que algunos no lo vean”, refunfuña.

A dos pasos se encuentra Elana Muro, junto con su marido y sus tres hijos (6, 5 y 3 años de edad). Ella está afiliada a CC OO, él al sindicato independiente STAT. Ella está en ERTE, él en ERE; ambos en huelga. Explica el funcionamiento de la Kutxa Solidaria y detalla que, de momento, tiran de ahorros, aunque este mes él cobrará el paro al hacerse efectivo el ERE. 

Ainhoa Renteria y Maria José Iglesias recorren la manifestación juntas. La primera ha sido despedida, la segunda mantiene el puesto. Ambas secundan la huelga. “En la portería tenemos mucha unión”, describe Iglesias. Se refiere a los turnos que tienen montados delante de las plantas, de 5 a 12, de 12 a 17 y de 17 a 22h, para recordarle a la dirección que la huelga sigue. Pero Renteria reconoce que, “después de 21 años trabajando, te puedes imaginar cómo llevo el ERE, malamente”. “Es complicado, muy duro psicológicamente, pero mi intuición me dice que seguiremos hasta el final”, augura su amiga.

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Tere Martínez y Fabiola Yahari, de la Cafetería Avenida, durante el paro secundado por la hostelería. Gessamí Forner

Mientras caminan, desde las tabernas con las persianas bajadas les mandan ánimos. Saben que un trabajador en paro come menos pintxos. “Es la pescadilla que se muerde la cola”, resume la pescatera Ohiane Aldama en un guiño a su oficio. 

El medio de comunicación Aiaraldea Gaur grabó y midió la manifestación de Llodio: 11 minutos desde la salida de la cabecera hasta la cola. Unas 2.000 personas, calculan. Los paros en el comercio y la hostelería, así como la manifestación, se repitieron en la tarde de ayer en el municipio vecino de Amurrio. La huelga siguió y otro pueblo, les acompañó.

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