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En su gira estelar por España, Alemania y República Checa, Milei ha cosechado sonrisas y palmaditas en la espalda. Contento como un cachorrito al que por fin mucha gente quiere acariciar, hace sus cabriolas ante el auditorio. Ladra ¡viva la libertad carajo! y la ultraderecha aplaude, ¡es tan mono! ¡tan auténtico! , aúlla ¡la justicia social es aberrante! y los neoliberales se excitan: ¡viva la libertad de sembrar miseria entre la plebe! ¿viva la libertad de matar de hambre?
No pasa nada, una vez se asume, retener alimentos mientras rugen de desesperación los estómagos de la infancia no es para tanto. Ya lo aprendió Javi de su amigo Bibi, el bulldog sionista, que sorprendentemente puede seguir durmiendo cada noche en una cama segura sin que nadie haya podido encarcelarlo o cargárselo, las únicas opciones que parecieran razonables a estas alturas.
Netanyahu duerme a pierna suelta mientras las niñas palestinas que sobreviven a las bombas, mueren de desnutrición. No te pases perro malo, le dicen como mucho los mandatarios aliados
Netanyahu durmiendo a pierna suelta mientras las niñas palestinas que sobreviven a las bombas, que no son quemadas vivas en sus tiendas, mueren de desnutrición. No te pases perro malo, le dicen como mucho los mandatarios aliados. En realidad le tienen miedo, no se atreven ni a darle un golpecito disciplinador en el hocico no vaya a morderles.
Y además, después de todo, ahora se sienten ellos también más libres de matar de hambre a quien toque. Como Milei, aprendiz aventajado, que de tan visionario ha dado una vuelta de tuerca más a la política de la inanición. El sabueso libertario es capaz de hacer pasar por anecdótica o necesaria el hambre de su propio pueblo. Quizás tenga razón, y como dijo el lunes en Praga, antes o después le caiga un Nobel de economía. No olvidemos que se trata de la misma institución que laureó como adalides de la paz a Obama, Kissinger o la Unión Europea.
¿Hemos dicho Unión Europea? Aquí otra gente que practica políticas similares, aunque con disimulo: Matar de hambre y de sed en el desierto a quienes intentan llegar a la fortaleza Europa, pagando para ello a otros: Subcontratando el exterminio de migrantes, que aún no hemos llegado al Mileinato en el viejo continente y eso, hay que guardar las formas. Mirar a la gente que ya no puede alimentarse, porque su tierra yace exhausta, arrasada por la guerra, el extractivismo o la crisis climática, y decirle, mala suerte, aquí no cabe nadie más, tendrás que morirte de hambre.
Matar de hambre es como los trajes transgresores y llamativos que se pasean por las pasarelas top antes de que empiece la temporada. Nadie se anima a ponerse tales prendas, pero orientan la tendencia
Hay estados miembros que saben hacer de avanzadilla con sus prácticas: por ejemplo negando la alimentación a las personas refugiadas, como ha hecho el gobierno griego, como hacen en realidad todos los gobiernos que invierten millones de euros en armas, mientras desfinancian los programas de ayuda humanitaria, obligando a las agencias y ONGs a achicar las raciones, dejando que las tripas de quienes se salvaron de la guerra resuenen, que no lleguen nunca a un lugar seguro.
Y es que matar de hambre está de moda, es como los trajes transgresores y llamativos que se pasean por las pasarelas top antes de que empiece la temporada. Nadie se anima a ponerse tales prendas, pero orientan la tendencia. Y entonces los demás, con menos estridencias, lucen políticas inspiradas en esos extravagantes modelos: pues lo que se lleva en estos tiempos fascistas es eliminar a los sobrantes sin aspavientos.
Si Milei puede seguir prometiendo que hará a Argentina grande sobre los cuerpos mal alimentados de cada vez más argentinos, y por ello le dan medallas, si Netanyahu puede seguir enterrando en metralla, escombros e inanición a un pueblo entero, y todavía hay quienes afirman sin sonrojarse que solo se está defendiendo, está claro que matar de hambre renta. Es el último grito en la gobernanza mundial, un faro que alienta las políticas que vendrán, en distintos grados de crueldad y sufrimiento, si no les detenemos.
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