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Ocupación israelí
Las palestinas también existen
En general, las personas que se dedican al cuidado de las personas se exponen más que otras a ciertas consecuencias físicas y emocionales como el cansancio, el dolor, el estrés y la depresión. Las mujeres que llevan a cabo esta tarea en el ámbito doméstico, es decir, que no reciben ninguna retribución por ello, todavía están más expuestas al cansancio, el dolor, el estrés y la depresión. Si estas mujeres que cuidan a sus seres más queridos sin recibir salario forman parte del Sur Global explotado por las transnacionales; soportan la injusticia de no ser consideradas ciudadanas de pleno derecho porque viven en un territorio que ha sido ocupado; cuidan del hogar o de lo que les queda de éste bajo el estruendo de las bombas; y, además, aceptan la terrible idea de volver a ser desplazadas; entonces estas mujeres tienen una alta probabilidad de sufrir ataques de ansiedad, infartos de miocardio y depresiones. Incluso la morbilidad femenina tiene múltiples ejes de discriminación: no es lo mismo dicha morbilidad en Suecia que en Palestina.
La morbilidad femenina es el conjunto de enfermedades, factores de riesgo y motivos de consulta recurrentes en las mujeres que merecen una atención específica. Ahora bien, estas mujeres que han sido explotadas por las transnacionales, desposeídas de la ciudadanía, despojadas de sus casas y amenazadas por el desplazamiento forzado, necesitan urgentemente una atención específica. Pero dicha atención específica solo es posible en el territorio y la paz, no en la amenaza de desplazamiento forzado y en la guerra.
A nivel jurídico existe una gran diferencia entre las personas desplazadas internas (Internally Displaced Person, IDP) y las personas refugiadas. Esta diferencia es vital para comprender el drama de las mujeres palestinas. Las personas IDP son aquellas que han abandonado y/o huido de sus hogares, pero no han cruzado la frontera de su país, por lo que reciben una protección jurídica difusa. Las personas refugiadas, en cambio, se hallan amparadas en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de la ONU. Otra cosa es que finalmente se les permita acogerse a dicho amparo. De todas formas, el actual gobierno de Israel, en sus ansías por anexionar los territorios conquistados en 1967 y expulsar así a la población palestina, deja al pueblo palestino sin ningún tipo de amparo jurídico. Sin tierras, sin derechos: la ausencia como táctica de conquista.
La posibilidad de una nueva Nakba nos hace pensar en la tremenda desgracia que va a suponer para toda la población gazatí, especialmente para las mujeres
En Contrageografías de la globalización (2003), Saskia Sassen define la contrageografía como los espacios no mencionados por la literatura de la economía internacional que se hallan fuera de toda protección jurídica internacional: slums, zonas francas y zonas transfronterizas difusas. Veintiún años después de dicha obra, podemos añadir los campos de personas desplazadas y refugiadas, y las rutas generadas por dichos desplazamientos.
Precisamente la guerra de Siria ha conllevado la proliferación de estas contrageografías de la globalización: campos de personas desplazadas al norte del país y refugiadas en los países colindantes como el Líbano y Jordania (el campo de Zaatari es uno de los campos más extensos del mundo). Pero, además, Sassen afirma que en dichas contrageografías de la globalización los circuitos de supervivencia están basados en la sobreexplotación y en el aumento del tráfico de mujeres. Las condiciones macroestructurales patriarcapitalistas determinan el proceso de feminización de la supervivencia, especialmente dura para las mujeres. La posibilidad —cada vez más terriblemente posible— de una nueva Nakba, nos hace pensar en la tremenda desgracia que va a suponer para toda la población gazatí, especialmente para las mujeres gazatíes, esta nueva contrageografía impuesta por Israel.
Múltiples investigadores e investigadoras del ámbito de la salud afirman que la morbilidad prevalente en el sexo femenino está muy relacionada con anemias, enfermedades autoinmunes y violencia machista. Es lo que se denomina morbilidad invisible por las dificultades de su diagnóstico. Lamentablemente, es difícil diagnosticar la ocupación, el hacinamiento, los bombardeos, las expulsiones, el genocidio y el silencio internacional como principales causas de la morbilidad de las mujeres palestinas. Sin embargo, es de vital importancia desechar estas epistemologías de la ignorancia —que son epistemologías del privilegio—, y avanzar hacia las epistemologías de la visibilización. Las palestinas también existen.