We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Seguro que has escuchado, e incluso dicho, la típica frase que menosprecia y ridiculiza a la mujer, siempre en tono de broma: “¿qué te pasa, estás con la regla?”. Porque emocionarse, sentir y exteriorizar inquietudes es ridículo para nuestra sociedad.
La cineasta Diana Fabianova aseguró en su filmografía Monthlies, sobre el periodo en la adolescencia, que “el tabú de la menstruación ha sido sustituido por una definición social de cómo debemos vivirla”. Dejamos atrás las creencias populares del tipo: mientras menstrúas no hagas mayonesa porque se corta, ni amamantes porque sale agria la leche, ni toques plantas porque se mueren. Pero cambiamos estos tabúes por la utopía que lidera la publicidad de compresas y tampones. Blanco, con olor a limpio, alegre y que no muestra sangre sino un líquido azul que parece detergente. Somos mujeres, no lavadoras. Hablamos de un proceso biológico y natural que vive más de la mitad de la humanidad. Seguramente muchas se han enfadado consigo mismas preguntándose: “¿Por qué siento con tanta fuerza? ¿Estoy loca? ¿A qué vienen esos cambios de humor tan repentinos? ¿Por qué mi mente no para de darle mil vueltas al mismo pensamiento, como una bailarina encerrada en una caja de música? ¿Por qué algunos días tengo ganas de comerme hasta a Cristo por los pies y otros sobrevivo a base de picos de glucosa? ¿Por qué a veces saboreo la comida de una forma tan sensorial?” Porque a ti, igual que a mí, nos enseñaron que Inés -la que viene cada mes- es un problema que se soluciona con ibuprofeno y compresas. Pero lo cierto es que ni Inés es un problema, ni debes ignorar a tu cuerpo y las señales que te manda.
Fingir que la menstruación no existe y que se debe disimular, que nadie debe notar lo que somos, nos hace daño como sociedad
El ejemplo de sororidad El camino rubí, proyecto de Erika Irusta, ayuda a las mujeres a no avergonzarse de su naturaleza con el lema: “Tienes razón. No estás loca. Eres cíclica.” “Cíclica, cambiante, única”. La regla mancha, emociona, duele y huele. El ciclo menstrual tiene cuatro fases, que coinciden con cuatro estados y que generalmente se han ligado a las cuatro estaciones. Lo escrito a continuación son generalidades, ninguna mujer siente su ciclo igual que otra, ni cada mujer siente de la misma forma en todos sus ciclos o en todas las etapas de su vida:
-La fase de ovulación, o verano. Es el periodo fértil, la mujer está llena de energía y vitalidad, se siente activa y tan guapa que ofende. Es una fase expresiva, sociable y empática. Mención especial en esta etapa a las ganas de procrear, Dios sabe que por falta de empeño no pecaremos.
-Premenstruación, u otoño. Son los días antes del sangrado, se acerca el invierno. Es una preparación, el cuerpo generalmente demanda más comida y azúcares para lo que vendrá, las sombras van saliendo a la luz, nos liberamos. Algunas sexólogas han identificado esta fase como un periodo en el que nuestros pensamientos descienden hacia el Averno de nuestra mente para alzar la cabeza con curiosidad y ver todo con mayor perspectiva, como si fuese la primera vez. Siendo esta una fase de cambio donde valoramos lo que queremos eliminar de nuestra vida, son momentos decisivos para cualquier mujer.
-Menstruación, o invierno. Es la fase más oscura, de introspección, donde algunas deciden hacer botellón con su soledad y se atrincheran en la cama. El cuerpo nos pide distancia respecto a nuestra vida social. Aparecen rasgos de victimismo en nuestro carácter, nos sentimos incomprendidas y agotadas por todos los cambios que sentimos, el exterior nos molesta y nos encerramos física y emocionalmente.
-Preovulación, o primavera. Es una etapa de renovación, aumentan notablemente nuestra energía física y las capacidades analíticas, como la concentración y la planificación. Es un estadio dinámico, según Miranda Gray en The optimized woman, es el mejor momento para empezar proyectos y obtener resultados.
Fingir que la menstruación no existe y que se debe disimular, que nadie debe notar lo que somos, nos hace daño como sociedad. Sabemos identificar nuestros estados de ánimo, ahora aprendamos de nuestras emociones, a saber manejarlas, liberarlas y disfrutar de ellas con inteligencia. Conozcamos nuestro cuerpo y enorgullezcámonos de ser mujeres en todos los ámbitos de la vida.
“La sangre verdaderamente sucia no es la sangre de la menstruación, sino la de las guerras.”
Hildegarda Von Bingen, religiosa, filósofa, música, doctora y escritora del siglo XI.
Texto: Alba Puerto | Ilustración: Ben