Movimiento obrero
El kiosco de los parias de la tierra: Lecturas de izquierdas en un pueblo extremeño de 1936

El kiosco nos envía un mensaje a través del tiempo: el del afán de cultura y emancipación de una clase social que era excluida de los circuitos ilustrados de la burguesía y que participaba en la producción de su propio acervo cultural, como nexo de unión y base de la formación del individuo y del grupo.
Kiosco de Juan Rodriguez Perez, 1936, Montijo
Kiosco de Juan Rodriguez Perez, 1936, Montijo (Badajoz). Cedida por Juan Carlos Molano Gragera.


10 jul 2022 08:10

La fotografía es de Ángel Sánchez Mazarrón, quien firmaba sus trabajos con el acrónimo formado por las primeras sílabas de su nombre: ANSAMA. El lugar y el tiempo, la Plaza de la República de Montijo, pueblo de la provincia de Badajoz, a principios de 1936, hoy día Plaza de España, en una fecha ya más cercana a la primavera, como se puede adivinar por las chaquetas sobrepuestas que lucen el conjunto de personas que aparecen en la composición, una docena de varones entre quienes, en uno de los extremos, hay tres niños, uno de ellos ya entrado para hombre en un tiempo en el que no existía la adolescencia, costumbre que solo se pueden permitir las sociedades y clases acomodadas.

El motivo de la fotografía es el kiosco de prensa de Juan Rodríguez Pérez, el kiosquero, quien posa orgulloso en compañía de quienes se adivinan conocidos, habituales de la corrobla. Juan Rodríguez es el que está sentado en el centro de la fotografía, con camisa y pantalón oscuro, por debajo de la voluta de humo que desprende el cigarro del que fuma detrás, en postura estirada, chulesca, acodado en el mostrador del kiosco, garabato de nube que inmortalizó el ojo del fotógrafo en esta fotografía cedida por Juan Carlos Molano Gragera, historiador montijano y autor del libro donde apareció impresa por primera vez la imagen, en 1982, Introducción a la historia del movimiento obrero en Montijo, editado por la Agrupación del Partido Comunista de España.

La fotografía es todo un testimonio o retrato de la llamada cultura obrera extremeña del primer tercio del siglo XX. Por la ropa y el color atezado de su piel, teñida bajo el sol de la faena, sabemos que es gente trabajadora, gente de campo, gente sencilla, jornaleros, braceros, yunteros, tal vez incluso algún albañil u obrero industrial de La Electro-Harinera, la empresa junto a la estación de ferrocarril de Montijo que en 1934 despidió a unos cuantos trabajadores que acabaron fundando la Tahona El Obrero. Todas las mañanas, el conserje de esta cooperativa salía con un burro a vender el pan por las calles del pueblo. Siguiendo lo recogido en el libro citado, el burro llevaba en su cabeza una banderita roja con una rosca de pan, mientras el conserje iba pregonando su mercancía al grito de “¡Pan del obreeero… burro chapaprieeeta!”, en burla del que entonces, hacia fines de 1935, fuera Presidente del Consejo de Ministros, Joaquín Chapaprieta, ligado al partido radical cedista.

Ese conjunto de obreros que posa con orgullo ante la cámara era gente que tiene una clara conciencia de clase. Saben que, a diferencia de otras clases o grupos, están excluidos injustamente del reparto de la riqueza social y faltos de derechos, a pesar de que el primer artículo de la Constitución de diciembre de 1931 dice que “España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia”. Miran al fotógrafo como si fueran uno solo, con una idea que les une, y esa idea se refleja en los periódicos que cuelgan tras ellos en el kiosco junto al que se retrataron.

Juan Rodríguez Pérez se había significado durante las huelgas de campesinos del año anterior, cuando en junio de 1934 fue detenido por almacenar octavillas, después de que las calles de Montijo aparecieran sembradas de pasquines impresos con el lema “¡Viva la huelga revolucionaria!” y pintadas rojas

Este kiosco tuvo muy corta vida. Por el acta del pleno municipal del Ayuntamiento de Montijo del 27 de julio de 1935 sabemos que Juan Rodríguez Pérez dirige una solicitud al Ayuntamiento en la que pide “licencia para instalar un puesto de venta de periódicos, novelas y revistas, en la Plaza de la República, a continuación del Kiosko de dulce (sic) de don Francisco García”. Dicha licencia se le niega con el argumento de que “su concesión impediría entorpecimiento de la circulación pública por dicho lugar, que ya es de por sí de mucho tránsito”.

Kiosco de Juan Rodriguez, Montijo

Sin embargo, la negativa venía justificada claramente por motivos políticos. Por Juan Carlos Molano, sabemos que Juan Rodríguez Pérez era miembro de la incipiente Radio Comunista de Montijo, órgano del PCE que aún contaba en este pueblo con escasos militantes. Se había significado durante las huelgas de campesinos del año anterior, cuando en junio de 1934 fue detenido por almacenar octavillas, después de que las calles de Montijo aparecieran sembradas de pasquines impresos con el lema “¡Viva la huelga revolucionaria!” y algunas paredes con pintadas rojas. También se le acusaba de ser corresponsal de la prensa de izquierdas. Al mismo tiempo, el Ayuntamiento legítimo elegido en Montijo el 12 de abril de 1931, de signo socialista, había sido cesado en pleno por orden del Gobernador Civil el 16 de octubre de 1934, en continuidad a la práctica de la derecha gobernante durante el llamado bienio negro para acabar con los ayuntamientos de izquierda. En su lugar había sido puesta una Gestora municipal de derechas, que fue la que le denegó la licencia a Juan Rodríguez.

El invento de Eduardo Zamacois consistía en poner en circulación novelas cortas de autores españoles contemporáneos con varias ilustraciones con una periodicidad semanal y a un coste reducido, algo asequible para el bolsillo de una familia obrera

En aquellos tiempos los kioscos de prensa se definían por la literatura y periódicos que vendían, mayoritariamente de izquierdas. Abundaban las novelitas baratas, muchas de ellas vendidas en fascículos a un precio muy asequible, que tenían un gran éxito entre las clases populares. Las familias más humildes esperaban con deseo a que se publicara semanalmente la continuidad de aquellos dramones novelados, en los que los señoritos acababan con la virtud de las honradas criadas, en una sociedad donde la radio era aún solo privilegio de las clases acomodadas. Gonzalo Santonja estudió este tipo de productos culturales en su libro La insurrección literaria. La novela revolucionaria de kiosco (1905-1939), todo un subgénero inventado por el escritor Eduardo Zamacois a principios del siglo XX. Entre otras cosas, Zamacois es, junto al extremeño Felipe Trigo, uno de los exponentes de lo que se ha dado en llamar “literatura sicalíptica”, un modelo que denunciaba mediante referencias eróticas y picaronas la falsa moral de la época en las relaciones sexuales.

Anarquismo
Memoria libertaria Aikrana y los libertarios: las publicaciones anarquistas extremeñas desde 1975
Densa y detallada crónica, sentimental y rojinegra, de las publicaciones libertarias en Extremadura. Desde el postfranquismo hasta los primeros 90, sin nostalgia, haciendo memoria.

El invento de Eduardo Zamacois consistía en poner en circulación novelas cortas de autores españoles contemporáneos con varias ilustraciones con una periodicidad semanal y a un coste reducido, algo asequible para el bolsillo de una familia obrera. Para ello recurrió a editoriales como la Casa Editorial Sopena y la Casa Maucci, presente en kioscos y en librerías desde noviembre de 1902, si bien el éxito le llegó con El Cuento Semanal, veinticuatro páginas con varias ilustraciones y una caricatura del autor en la cubierta al precio de 30 céntimos por ejemplar. Iniciada la colección en 1907, en poco tiempo algunos títulos alcanzaron hasta sesenta mil ejemplares de tirada. Todo un éxito.

Este tipo de literatura, con títulos muy relacionados con los intereses y problemas vivenciales de la cultura obrera y de las clases más populares, trajo aparejado el reconocimiento del kiosco como lugar de venta cultural más cercano al pueblo, algo que supieron ver las diversas rotativas de los periódicos de izquierda del momento, que se sumaron al invento y lo aprovecharon, ganándole el pulso a la derecha, que veía en el kiosco un puesto de literatura vulgar y pornográfica.

Al contrario de lo que sucede hoy con la prensa, en aquellos tiempos los periódicos marcaban en buena medida la línea ideológica de los partidos, mostrando posturas más radicales que el partido mismo

A pesar de la negativa del Ayuntamiento de Montijo a conceder la licencia de apertura del kiosco a Juan Rodríguez, el hecho es que finalmente y como atestigua la fotografía que da origen a este artículo, el kiosco fue levantado en la Plaza de la República de Montijo, en el lugar que da acceso al llamado Paseo. Dado que la concesión de la licencia no aparece en los plenos que continuaron a la primera negativa, es de sospechar que la misma le fue dada por concesión administrativa, una vez fue repuesto por orden gubernamental el Ayuntamiento legítimo del socialista Miguel Merino en febrero de 1936, tras el triunfo del Frente Popular.

La definición de la fotografía realizada por ANSAMA, que dejó retratada la voluta de humo del que fuma, nos ha permitido conocer con nitidez algunas de las publicaciones que se vendían en el kiosco, reflejo histórico del interés cultural de la clase obrera montijana y extremeña de aquel momento. Su disposición de cara al público no era fortuita. El paso del tiempo y los archivos nos permiten dar una pequeña pincelada histórica y exegética a tales publicaciones que, seguramente, se leían en la plaza del pueblo, en corrillos bajo la voz de quien sabía leer ilustrando a quienes estaban faltos de letras.

Justo sobre la cabeza del dueño del kiosco, Juan Rodríguez, podemos adivinar tres publicaciones de carácter socialista: Democracia, La Verdad Social y Claridad.

Periodico El socialista
La mayor parte de la prensa obrera había sido suspendido a finales de 1934 a consecuencia de la represión ejercida tras la huelga revolucionaria de octubre

Al contrario de lo que sucede hoy con la prensa, en aquellos tiempos los periódicos marcaban en buena medida la línea ideológica de los partidos, mostrando posturas más radicales que el partido mismo. Tras el fracaso de las izquierdas en las elecciones legislativas de 1933, en el PSOE surgió una pugna entre tres corrientes muy bien definidas: una de centro-derecha, liderada por Julián Besteiro y los intelectuales del partido, otra en el extremo izquierdo, significada por Largo Caballero y secundada por las Juventudes Socialistas, y una última integrada por Indalecio Prieto, a quien muchos tildaban de oportunista sin una definición clara de ideas.

El Socialista, el órgano oficial del PSOE, había sido suspendido a finales de 1934, junto a la mayor parte de la prensa obrera, a consecuencia de la represión ejercida tras la huelga revolucionaria de octubre. Dado el vacío de propaganda escrita, mientras buena parte de los cuadros socialistas están en la cárcel a causa de la represión de Lerroux-Gil Robles, Julián Besteiro lanza el 15 de junio de 1935 el periódico Democracia, dirigido por Andrés Saborit, cuyo título hace referencia al modelo de socialdemocracia alemana y propugna la alianza republicana. En sus líneas se aboga por un socialismo reformista que se aleje de los “extremismos” que llevaron a la revolución de octubre. Cabe decir que, mientras buena parte del PSOE está en la cárcel y muchas casas del pueblo clausuradas, en un ambiente de feroz represión, Julián Besteiro, profesor de Lógica, ingresa en la Academia de Ciencias Morales y Políticas con un discurso sobre “Marxismo y antimarxismo”, contestado por el entonces Presidente de la República Niceto Alcalá Zamora, quien –en palabras de Amaro del Rosal- con su conducta, había determinado la huelga general de octubre como consecuencia de haber incorporado al Gobierno a las fuerzas de la reacción vaticano-fascistas de la CEDA, que no habían aceptado la República ni jurado la Constitución.

Periodico Democracia 1935
Abad de Santillán, contó de Largo Caballero que “en alguna ocasión, en un ambiente de cordialidad y de franqueza, nos ha confesado que a Bakunin lo entendía perfectamente, pero que a Marx no lo había entendido jamás”

Apenas un mes después, el 13 de julio de 1935, cuando ya hay cinco números de Democracia en la calle, sale Claridad, dirigido por Carlos de Baraibar y con tendencias “anarquizantes”, tal y como las definió Francisco Olaya (Historia del Movimiento Obrero Español), impulsado por Luis Araquistain y con una plantilla a la que se agregaron los bolchevizantes Julio Álvarez del Vallo, Rafael Vidiella y Margarita Nelken. A diferencia de Democracia, Claridad es un periódico que surge desde la cárcel, donde se encuentran sus colaboradores, con Largo Caballero a la cabeza, que lee durante ese tiempo de prisión El Capital de Marx y que poco a poco se ha ido radicalizando, desde su colaboración con el gobierno de Primo de Rivera hasta ser reconocido, en 1935, con el apodo del “Lenin español”. Diego Abad de Santillán, que le trató, dijo de su marxismo que “era una nebulosa”. El que fuera director del semanario Tierra y Libertad y de la revista Tiempos Nuevos, el mencionado Abad de Santillán, contó de él que, “en alguna ocasión, en un ambiente de cordialidad y de franqueza, mientras leía unas obras de Miguel Bakunin que editábamos en Barcelona, nos ha confesado que a Bakunin lo entendía perfectamente, pero que a Marx no lo había entendido jamás”. (Diego Abad de Santillán, Alfonso XIII, la II República, Francisco Franco, Ediciones Júcar, Madrid, 1979, p 265).

Claridad

Ambos periódicos penden sobre la cabeza del kiosquero Juan Rodríguez, con La Verdad Social entre medio de ellos, un periódico extremeño histórico que comienza a publicarse en Azuaga en 1916 y se acaba convirtiendo en el órgano de la UGT en la provincia de Badajoz, con el subtítulo de Órgano de la Federación Provincial de los Trabajadores.

Era este, La Verdad Social, un periódico ampliamente leído entre los obreros extremeños y resulta significativo por quien fuera uno de sus últimos directores, Pedro Rubio Heredia, diputado socialista por Badajoz desde 1933, con solo 23 años. A raíz de un artículo escrito contra la oligarquía extremeña, Pedro Rubio fue asesinado el 10 de junio de 1935 en el bar La mezquita de Badajoz, por un sicario del Gobernador Civil. Manuel Cañada narró este luctuoso hecho en un excelente artículo.

Memoria histórica
La doble muerte de Pedro Rubio

Tenía 26 años cuando lo mataron. Era diputado socialista por Badajoz. ¿Cómo es posible que un hecho de esta trascendencia sea desconocido por la inmensa mayoría de los extremeños e, incluso, por el gremio de los historiadores de la región? ¿Cómo es posible que no figure en ningún libro de texto sobre la historia de Extremadura y que ni siquiera los dirigentes del partido en el que militó lo reivindiquen?

A la derecha de Juan Rodríguez, en uno de los extremos, apartado de esta gresca periodística, encontramos El Socialista, el diario orgánico del PSOE, que reaparece en escena, tras la suspensión ejercida por el Gobierno de Lerroux, el 18 de diciembre de 1935, con una clara postura conciliadora y abogando por la unión de todos los socialistas.

La revista Estudios, continuadora de otra de nombre Generación Consciente, era una revista claramente libertaria, que llegó a tener tiradas de 75.000 ejemplares, distribuyéndose, a pesar de su apariencia elitista, entre las clases más populares y obreras de izquierdas

No todo eran publicaciones socialistas en el kiosco de Juan Rodríguez. A mano derecha, de forma bien vistosa y en un formato mayor al resto de las publicaciones, encontramos el almanaque para 1935 de la revista Estudios. Revista ecléctica.

Esta revista, dirigida por José Juan Pastor, continuidad a partir de diciembre de 1928 de otra con el nombre de Generación Consciente, que comienza publicándose en Alcoy y después en Valencia, era una revista claramente libertaria, que recogía los motivos, intereses y propuestas de la sociabilidad ácrata del momento, hasta el punto de que, como afirmó Antonio Turón, un antiguo lector, “cuando te veían con la revista en la mano, todo el mundo sabía que eras anarquista, que eras del mundo anarquista. Aquello era anarquismo puro” (testimonio de Antonio Turón a Francisco Javier Navarro Navarro en El Paraíso de la razón. La Revista Estudios (1928-1937) y el mundo cultural anarquista, Edicions Alfons el Magnànim, Valencia, 1997, p. 76).

Siguiendo con el libro de Francisco Javier Navarro, Estudios llegó a tener, en la época que estudiamos, tiradas de entre 65.000 y 75.000 ejemplares, distribuyéndose, a pesar de su apariencia elitista, entre las clases más populares y obreras de izquierdas. De entre todas las regiones, Extremadura era la sexta en el orden de mayor distribución. Entre sus contenidos destacaban muchos y muy diversos temas relacionados con la eugenesia, el neomalthusianismo, la educación sexual, la abolición de la prostitución, la lucha antivenérea y difusión de medios para prevenir este tipo de enfermedades, la libertad sexual de la mujer, el control de la natalidad, la desintoxicación de las ideas religiosas sobre el sexo, etc. Su periodicidad era mensual y el precio 50 céntimos, con la edición de números extraordinarios y almanaques anuales coincidiendo con los meses de diciembre o enero. Contaba también con una editorial que publicaba libros de carácter científico y social muy asequibles al gran público, distribuidos por apartados: anticlericalismo, divulgación científica, literatura, medicina y naturismo, mujer y feminismo, etc.

Revista Estudios 2

Escribían en sus páginas, profusamente ilustradas, el elenco de pensadores y pensadoras ácratas de la época, con Isaac Puente a la cabeza, Antonio García Birlán (Dionysios), Antonia Maymon, María Lacerda de Moura, Felipe Alaiz, Diego Abad de Santillán…

Contigo empezó todo
Contigo empezó todo Isaac Puente: medicina y revolución
Isaac Puente fue el médico más destacado del movimiento revolucionario español hasta la fecha de su fusilamiento, el 1 de septiembre de 1936.

Entre sus secciones destacaba el Consultorio médico, por lo general en la última página, donde los lectores y lectoras planteaban preguntas que la medicina al uso, sujeta a la falsa moral de las clases burguesas de la época, no se atrevía a contestar.

En el numero de Estudios de la foto, aparecen artículos sobre sexualidad y matrimonio, inteligencia infantil, contra la guerra, el desarrollo de la prostitución, el origen de los números, la acupuntura, el auge del fascismo, las prisiones o, entre muchos otros, la compulsión religiosa en relación con el instinto sexual

Uno de los inspiradores de ese consultorio y colaborador esencial fue Félix Martí Ibáñez, médico y psiquiatra licenciado en Medicina con solo 19 años, humanista laico y anarquista, como fue definido por la sociedad científica de Estados Unidos cuando falleció en 1979, en dicho país, donde se exilió tras la Guerra Civil.

Félix Martí Ibáñez formó parte del equipo de la anarquista Federica Montseny cuando fue ministra de Sanidad y Asistencia Social, entre noviembre de 1936 y mayo de 1937. Entre otras muchas fuentes, sabemos de su excepcional trabajo por su estrecha colaboración con la doctora Amparo Poch y Gascón, cuya biografía publicó La Linterna Sorda con autoría de Antonina Rodrigo. Según esta fuente (corroborada por otras muchas), el aborto fue legalizado en Cataluña en diciembre de 1936 a iniciativa del doctor anarquista Félix Martí, siendo director general de la Conselleria Sanitat i Assitència Social de la Generalitat catalana (Antonina Rodrigo, Amparo Poch y Gascón. La vida por los otros. Guerra y exilio de una médica libertaria, La Linterna sorda, Madrid, 2020, p. 226).

A él se le atribuye la redacción del primer decreto, circular o instrucción sobre interrupción artificial del embarazo, en diciembre de 1936, en el que decía, en referencia a la norma: “Su finalidad primordial es facilitar al pueblo trabajador una manera segura y exenta del perejil de regular la natalidad. Existen causas poderosas, sentimentales, eugénicas y terapéuticas que exigen la interrupción artificial del embarazo”.

A raíz de esta circular o decreto, se pusieron en marcha dispensarios donde se practicaría la interrupción voluntaria del embarazo por personal sanitario cualificado. El doctor Félix Martí Ibarra declaraba: “El aborto podrá verificarse no sólo por causas terapéuticas o eugénicas sino también con la finalidad de limitar voluntariamente la maternidad. (…) La mujer quedará liberada de la tiranía egoísta masculina y tendrá unos derechos, de los cuales destaca el derecho a disponer de sí misma y a decidir sobre su maternidad”.

En el kiosco de Juan Rodríguez aparece la portada del número 137 de Estudios, correspondiente al almanaque de enero de 1935, con un dibujo precioso de Manuel Monleón Burgos, quien después de la guerra, tras ser condenado a muerte, absuelto y sufrir años de prisión en los penales franquistas, acabó fundando junto a su compañero de cárcel Antonio Castaño, la agencia de dibujo artístico Diarco, desde la que harían la cabecera y maquetación de la revista Triunfo (FAL, Gráfica anarquista. Utópica tinta (1931-1939), Ajuntament de Barcelona, 2022). El contenido gráfico de Estudios, en el que también participaba Josep Renau, era de carácter excepcional, con una gran atención a los cuerpos desnudos tanto de mujeres como de hombres, sin límites de edad, de un estilismo insuperable, muy lejos de la pornografía que algunos quisieron atribuirle.

En ese número de enero de 1935, aparecen artículos sobre sexualidad y matrimonio, inteligencia infantil, contra la guerra, el desarrollo de la prostitución, el origen de los números, la acupuntura, el auge del fascismo, las prisiones o, entre muchos otros, la compulsión religiosa en relación con el instinto sexual.

En el golpe de Estado, los fascistas de Montijo se dirigieron a la Plaza de la República, en compañía de soldados o guardia civiles y a golpe de mosquetón, derribaron por completo el kiosco. Con los periódicos, novelas y resto del género hicieron una pira en el centro de la plaza que ardió durante horas ante los vecinos

Pero no todo eran periódicos políticos o revistas culturales en el kiosco de Juan Rodríguez. En el extremo izquierdo de la fotografía según la miramos, en primera línea, podemos encontrar la revista Cinegramas, dirigida por Antonio Valero de Bernabé (1897-1949). Cinegramas era una revista dedicada al cine y a las estrellas del cine, con portadas en color y contenido muy fotográfico, ocupado por los grandes artistas y actrices de la época, desde estrellas como Clark Gable a Marlene Dietrich, pasando por Greta Garbo, en cuyas páginas se narraban los rodajes de sus películas y estrenos, sus aventuras y líos amorosos, una prensa del corazón con mucho glamur que no tenía nada que envidiar a la que se hizo después y que hoy día tanto deja que desear. En la portada de este número, del 1 de septiembre de 1935, aparece la actriz Dolores del Río, quien fuera pareja sentimental de Orson Welles.

Cinegramas

Las portadas de los periódicos y revistas nos dicen que la fotografía de ANSAMA fue hecha, muy posiblemente entre febrero y mayo de 1936. Juan Rodríguez pudo abrir por fin su kiosco en la plaza tras las elecciones de febrero de 1936, una vez repuesto el Ayuntamiento legítimo de Miguel Merino. Por las chaquetas sobrepuestas sabemos que aún debía de refrescar, pronto a llegar el tiempo caluroso que a partir de mayo hace en esta población pacense.

El kiosco nos envía un mensaje a través del tiempo: el del afán de cultura y emancipación de una clase social que era excluida de los circuitos ilustrados de la burguesía y que participaba en la producción de su propio acervo cultural, como nexo de unión y base de la formación del individuo y del grupo. La disposición de los periódicos no era fortuita: respondía, de forma gráfica, a la experiencia del Frente Popular, la coalición de diversos partidos políticos y tendencias ideológicas que llevó al triunfo de las izquierdas en las elecciones libres de febrero de 1936.

El 13 de agosto de 1936 las tropas golpistas del ejercito franquista tomaron el pueblo de Montijo, donde no se había dado represión alguna contra las fuerzas de derechas, salvo su encarcelamiento en un convento de monjas. Una vez liberados los fascistas del pueblo, se dirigieron a la Plaza de la República, en compañía de soldados o guardia civiles y allí, a golpe de mosquetón, derribaron por completo el kiosco de Juan Rodríguez Pérez. Con los periódicos, novelas y resto del género hicieron una pira en el centro de la plaza que ardió durante horas ante los vecinos.

Extremadura
El bibliocausto extremeño

La destrucción de libros y la censura fueron dos características esenciales del franquismo. En Extremadura, bibliotecas y kioscos de prensa fueron arrasados por una hueste brutal interesada en borrar cualquier vestigio cultural de la República.   


Juan Rodríguez Pérez corrió la misma suerte que su kiosco. Su nombre se pierde entre los asesinados en Montijo por los falangistas, guardiaciviles y entusiastas vecinos que comenzaron a ejecutar sus crímenes la noche del 28 de agosto, tras oficiar una misa en la plaza del pueblo, con motivo del traslado de la Virgen de Barbaño. En apenas unos meses más de 200 vecinos y vecinas de Montijo fueron asesinados. Es de suponer que entre los asesinados estaban quienes aparecen en esta fotografía, donde se señalaron como de izquierdas y firmaron su sentencia de muerte, niños incluidos. A día de hoy sus cuerpos aún siguen sin aparecer.

Su memoria ha sobrevivido al paso del tiempo en la fotografía de ANSAMA. Entre las páginas de sus lecturas se guarda el deseo truncado de libertad y cultura de unos cuantos parias de la tierra.

Memoria histórica
Verdugos conocidos: la represión fascista en Montijo en 1936

Un escrito anónimo dejado en la puerta del autor detalla los nombres y los apellidos de la represión franquista en las calles de Montijo.

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ricardo-3
11/7/2022 12:37

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