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Migración
Cinthya Rodriguez: “Las tecnologías que se usan para vigilar a las personas migrantes se usan después con el resto de la población”
Cinthya Rodriguez (Chicago, 1994) es organizadora nacional del colectivo de persones latinas y chicanas migrantes en Estados Unidos Mijente. A través de la campaña #NoTechForICE señalan y denuncian los vínculos entre las grandes empresas tecnológicas y el sistema migratorio de vigilancia y deportaciones en Estados Unidos. La activista participó en la primera edición de las Jornadas DAR (Democracia, Algoritmos y Resistencias) el pasado 29 de mayo, impulsadas por Algorights, Algorace, Espai Societat Oberta y Lafede.cat, celebradas en Barcelona y Madrid, para debatir sobre cómo construir una inteligencia artificial más justa y respetuosa con los derechos humanos.
¿Cómo surge el colectivo Mijente en Estados Unidos?
Es una organización que agrupa personas latinas y chicanas de EEUU y Puerto Rico, que surge en el año 2015. Empieza con la campaña Not1More Deportation (Ni una deportación más). Muchos colectivos llevaban años poniendo el foco en el sistema migratorio de deportaciones y denunciando leyes migratorias injustas. Bajo la presidencia de Obama hubo muchas esperanzas de cambio, pero fue al contrario: el número de deportaciones aumentó y la maquinaria del sistema de deportaciones y detenciones del país se modernizó de forma acelerada. Es en ese momento donde se vio la necesidad de ir más allá de una campaña solamente contra las deportaciones y se creó Mijente como un hogar político y un espacio de organización para acabar con la criminalización hacia nuestra comunidad.
Dentro de esta lucha contra el sistema migratorio estadounidense, Mijente es de los primeros colectivos que pone el foco en la tecnología con la campaña #NoTechForICE, que denuncia la colaboración de las grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley con el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE en sus siglas en inglés) de Estados Unidos. ¿Cómo empezáis a poner el foco en este campo?
Empezaron a llegarnos muchas voces de personas de la comunidad que se preguntaban cómo obtenía cierta información la policía. ¿Cómo es que la Migra [así se llama al Servicio de Inmigración y Aduanas de forma coloquial] supo que tal persona estaba conduciendo un coche determinado? ¿Cómo supieron que esta otra persona vivía en ese lugar si se acababa de mudar y no había dado su dirección a nadie? ¿Cómo se enteraron de que esa persona es familiar de esa otra? Nos dimos cuenta que no se trataba de casos aislados. Y así constatamos que el ICE se estaba modernizando y que algunas empresas tecnológicas y de recolección de datos estaban haciendo el trabajo del Departamento de Migración.
Es en ese momento, en 2018, que creamos la campaña #NoTechforICE. Empezamos intentando hacer comprensible y accesible toda la información y vínculos entre estos dos mundos, y haciendo mucha pedagogía para que la gente entienda que esta recolección y facilitación de datos no tiene que ver solamente con el movimiento de justicia migratoria, sino que es un peligro para toda la población. Nos hemos dado cuenta que las tecnologías que se usan en la vigilancia, detención y deportación luego se acaban traspasando al sistema policial general.
El presidente Trump, tenía muchas conexiones con compañías de datos y de tecnología, y es bajo su mandato que aumentan los contratos lucrativos del ICE con empresas como Amazon Web Services, Palantir, Northrop Grumman, Microsoft o Salesforce
La llegada de Donald Trump a la presidencia del país en 2017 tiene algo que ver en la implementación de la tecnología en el sistema migratorio?
Por supuesto. El presidente Trump, tenía muchas conexiones con compañías de datos y de tecnología, y es bajo su mandato que aumentan los contratos lucrativos del ICE con empresas como Amazon Web Services, Palantir, Northrop Grumman, Microsoft o Salesforce, que contribuyen a hacer más efectivo el engranaje de detenciones y deportaciones y la vigilancia policial. Después de la campaña Not More Deportation, gracias a la movilización popular habíamos conseguido aprobar leyes para impulsar las “Ciudades santuario”, es decir, lugares donde se limita o prohíbe la cesión de datos y la colaboración de la policía local con el gobierno nacional para hacer cumplir las leyes de migración. Esto había hecho que el ICE no pudiera acceder a información personal tan fácilmente, cosa que ahora puede hacer gracias a los contratos con estas empresas tecnológicas.
¿Qué tipo de empresas trabajan con el Sistema de Inmigración y Aduanas?
Existen cuatro tipos de empresas en el ámbito tecnológico que facilitan el trabajo del ICE. Primero, están las compañías que son vendedoras de datos; es decir, que colectan, venden y comparten nuestra información personal. La segunda categoría es la de las empresas que se dedican al análisis de datos. Los datos son el nuevo petróleo o el nuevo oro: hay más dinero invertido ahora mismo en comprar y vender datos que en el sector petrolero. Si las compañías tienen toda esa información y no se puede descifrar, no vale nada, de ahí la importancia de estas empresas. En tercer lugar, tenemos compañías que recolectan información de nuestro cuerpo, es decir, datos biométricos. Y por último, están las empresas que almacenan la información y la guardan en la nube.
Hay muchas empresas tecnológicas que colaboran facilitando información al ICE. En vuestras investigaciones, ponéis el foco especialmente en la multinacional Palantir. ¿Puedes ponernos algún ejemplo de cómo la tecnología de esta empresa ha influido en la vigilancia y deportación de personas migrantes?
Sí. Por ejemplo, en octubre de 2019, el ICE hizo una redada masiva en el estado de Mississipi, entre los trabajadores de unas fábricas de pollo. En esa redada, una de las más grandes de la historia de Estados Unidos, se detuvieron a 680 personas y muchas fueron arrestadas, llevadas a juicio y deportadas. En este caso, descubrimos que la empresa Palantir había proporcionado la tecnología necesaria para efectuar esas redadas. La empresa puso a disposición del Departamento de Migraciones un sistema de base de datos para encontrar e identificar a las personas migrantes y una línea telefónica de la empresa a la cual se podía llamar anónimamente si se sospechaba que una persona estaba en situación irregular. Es decir, Palantir hizo de Facebook de la policía. Es una compañía que tiene una historia y un origen militar, vinculada a la CIA y que produce armamento militar como drones. Hay muchos casos más que demuestran que esta y otras empresas recopilan y proporcionan información rápida y centralizada al Departamento de Migraciones.
La empresa Palantir había proporcionado la tecnología necesaria para efectuar redadas en unas fábricas de pollos en el estado de Mississipi
Habéis señalado a otro gigante de la tecnología: Amazon ¿Cuál es la colaboración de esta gran multinacional en el sistema de vigilancia y deportaciones del país?
Todos sabíamos que Amazon hace muchas cosas mal. Pero lo que no sabíamos es que mucho de su dinero viene de contratos con el ICE y con otros departamentos del gobierno de Estados Unidos para guardar su información en la nube. Es la empresa que más contratos ha ganado de ese tipo con el gobierno, después de una fuerte presión de sus “lobbistas” en Washington. Para ellos es fácil decir “nosotros no estamos deportando ni dando información al departamento de Inmigración”. No, pero están almacenando toda su información en sus servidores, por lo tanto también están alimentando la maquinaria de detenciones y deportaciones.
En lo que respecta a los datos biométricos, ¿en qué tecnologías en concreto os habéis fijado?
Con los datos biométricos estamos muy enfocados en dos tecnologías que se han implementado como alternativa a la detención por el nuevo gobierno de Biden: los grilletes electrónicos y la app móvil SmartLink. Hemos investigado que estos grilletes, además de localizar en todo momento a la persona, pueden grabar voz y comunicarse. Por lo que respecta a la app SmartLink, los oficiales del ICE siguen permanentemente los pasos de las personas migrantes, y estas tienen que reportarse frecuentemente (semanalmente, diariamente, incluso varias veces al día) y hasta enviarles una selfie. Esta app vulnera derechos de privacidad de las personas y es inquietante que se pueda usar para detener o vigilar a otras personas de la comunidad.
Con la app SmartLink los oficiales del ICE siguen permanentemente los pasos de las personas migrantes, y estas tienen que reportarse frecuentemente, incluso enviarles un selfie
Hay que señalar que, con la llegada del presidente Biden, las cosas no han cambiado mucho. El “paquete” del sistema de Migraciones pasa de presidente a presidente y, aunque se van haciendo pequeños cambios, siempre se desarrolla más la maquinaria y se invierte más dinero.
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En Mijente recordáis que estas tecnologías que se usan para vigilar a la población migrante luego se acaban aplicando en el resto de la población. ¿Puedes ponernos algún ejemplo?
Sí. En otoño de 2021 publicamos el informe El mortal muro fronterizo digital donde hablamos sobre las tecnologías que se usan en la frontera entre México y los Estados Unidos. Nos enfocamos en la parte suroeste de la frontera. Ahí pudimos comprobar que había modelos de drones que se utilizaban en frontera que luego fueron utilizados en las protestas de Black Lives Matter en todo el país. Hay muchos otros ejemplos como este. Normalmente, las tecnologías que se usan para vigilar a las personas migrantes, se usan luego también con el resto de la población, especialmente con activistas.
Además, hay que concienciarse que esa frontera digital ya no solo existe entre EEUU y México, sino en todo el país. Existe la norma de las 100 millas de control fronterizo, que quiere decir que en cada lugar donde pueda entrar gente al país (aeropuertos, frontera con México y Canadá, costas Este y Oeste…), la vigilancia se extiende a 100 millas (160 km). Por lo tanto, con esta normativa, el país entero se convierte en una frontera. 2 de cada 3 personas viven en el país en una zona de vigilancia fronteriza.
El lema de la campaña #NoTechForICE es “Si queremos un futuro de libertad, debemos reapropiarnos de la tecnología”. Después de todo lo que nos has explicado, ¿cómo lo hacéis?
Primero, es importante destacar la organización colectiva. Todo el trabajo de investigación de Mijente no lo hemos hecho solas: trabajamos con abogados, con investigadores, con profesores y académicos, y con la comunidad latina y chicana que da respuesta a las preguntas que nos planteamos. Hace cinco años nadie estaba hablando de datos de la manera en que lo estamos haciendo, y ahora ya es mucho más común que se hable. Incluso en los informativos en prime time ya hablan de vendedores de datos.
También es importante que cambiemos las narrativas y usemos la tecnología para explicarnos. En Mijente nos hemos dado cuenta que no existen muchos datos sobre la comunidad latina. Estamos explorando cómo creamos datos sobre nuestra comunidad para poder usarlos en nuestras investigaciones y en nuestro trabajo. La tecnología en sí no es el problema, sino cómo se ha usado hasta ahora para perpetuar el sistema de 500 años de racismo y supremacía blanca en Estados Unidos.
Profesorado de universidades y personal de bibliotecas hacen presión para que las escuelas o centros universitarios no firmen contratos con empresas que colaboran con el departamento de Inmigración
También hacéis hincapié en el trabajo en universidades. ¿Cómo articuláis la incidencia en estos espacios?
Han surgido diferentes grupos en escuelas de Derecho, por ejemplo, y también trabajamos con profesorado y personal de bibliotecas. Estos grupos hacen presión para que las escuelas o centros universitarios no firmen contratos con empresas que colaboran con el departamento de Inmigración. Muchas veces, cuando interpelamos desde Mijente a las empresas tecnológicas y les pedimos explicaciones o les señalamos por qué es un problema colaborar con el departamento de migraciones, la empresa no nos hace caso. Pero sí que les responden a los estudiantes. Por ejemplo, cuando 25 escuelas del país se juntan y hacen una semana de acciones, protestas o eventos virtuales, la compañía se preocupa por su negocio y se ve obligada a responder.
En las Jornadas DAR, en las que participaste el pasado 29 de mayo, una de las cosas que las entidades organizadoras demanadaban es la creación de una agencia pública independiente que supervise los algoritmos y el uso de la Inteligencia Artificial. ¿Existe algo equivalente en Estados Unidos?
No, no existe. Es un proceso muy interesante y queremos aprender y ver cómo podemos compartir información. En Europa hay mejores leyes de privacidad y supervisión que las que tenemos en EEUU. Sí que hemos podido vehicular quejas a través de la Agencia de Protección del Consumidor para pedir que se protejan nuestros derechos como consumidores y se supervise el trabajo que hace ICE y el sistema policial.
¿Hay otras campañas como #NoTechForICE más allá de Estados Unidos?
Estamos viendo que hay muchas organizaciones en diversas zonas del mundo que ya están haciendo campañas para denunciar el uso de las tecnologías en políticas públicas que vulneran derechos humanos. He visto el movimiento que alerta de la implementación de fronteras digitales en la frontera sur de España, y también se han creado campañas parecidas como #NoTechforTyrants en el Reino Unido o #NoTechforApartheid, para denunciar los contratos de las empresas tecnológicas con Israel. Esto va tomando forma a nivel internacional, y va más allá de las organizaciones que luchamos contra el sistema de control migratorio. Si las empresas de tecnología siguen creciendo y haciéndose más ricas, la única manera de plantarles cara es haciendo crecer también nuestras organizaciones.