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Psiquiatría
¡Dejad de ser psiquiatras!
La psiquiatría somos todes y la gestión colectiva de los momentos difíciles también. Gracias a escuchar las reivindicaciones del movimiento loco y haber entendido hasta el final que lo que pasa en los psiquiátricos no difiere tanto de lo que pasa en las cárceles, ni en los CIEs, ni en las residencias de mayores, ni en cualquier otra institución relacionada con el control social, nosotres, les firmantes de este artículo, decidimos movernos de sitio y dejar atrás nuestros Rolex como psicóloga y psiquiatra en esto de gestionar los momentos difíciles de los que habitualmente se encargan los dispositivos de salud mental. El combo experto decide dejar de ocupar el lugar del saber y entonces se destapa lo que en el fondo ya sabíamos: que no tenemos ni idea de lo que tenemos que hacer cuando las cosas se ponen difíciles, y que menos mal que esto es así.
Algo que consiguen con mucho éxito las instituciones y el aparataje de la salud mental es hacernos creer (tanto a les estudiantes que cursan estudios relacionados, como a les profesionales que trabajan dentro, como a las personas que acuden a ellos, como a la ciudadanía en general) que lo que hay que hacer cuando alguien hace o dice cosas que a priori no entendemos, pega golpes y grita, tiene un miedo atroz, llora durante meses y no sale de la cama, se corta los brazos o se quiere matar, es lo siguiente: llamar a la ambulancia que viene acompañada de por lo menos un coche de policía, que la ambulancia se lleve a la fuerza al hospital a la persona en cuestión (probablemente atada “si no colabora”), que le inyecten drogas psiquiátricas en contra de su voluntad, que le aten a una cama durante horas, que le encierren en una planta, que le quiten sus pertenencias, que le regulen las comunicaciones que tiene con el exterior e, incluso, que le castiguen cuando no acata las normas y le premien cuando sí.
Salud mental
Violencia psiquiátrica La contención mecánica en la sociedad de la coerción
Como hemos tenido y tenemos muy claro que no queremos seguir por ese camino, nos hemos embarcado en el torbellino que implica responder colectivamente a situaciones difíciles de las que habitualmente se encarga la psiquiatría, sin recurrir a los dispositivos de control y estando muy atravesades por la idea de que nadie nos va a venir a salvar. Y sabemos que nadie va a hacerlo porque nosotres, que supuestamente éramos las personas que llegaban con su bata, su sabiduría, sus manuales y criterios de gravedad en la cabeza, sus incontables horas de estudio en intervenciones y terapias progres, no tenemos ni idea de qué hay que hacer para solventar la situación, ni cómo seguir cuando parece que la cosa se calma, pero sí estamos dispuestes a descubrirlo sin atar, medicar forzosamente o aislar a nadie, ni pretender que nadie lo haga.
En estas situaciones se activa una necesidad inmensa de control, tanto a nivel individual como colectivo
Y ha sido entonces cuando nos hemos visto en momentos de muchísima incertidumbre, angustia, miedo, desconcierto, hartazgo, sobrepaso y tristeza, descubriendo sin parar que no tenemos ni idea de lo que hay que hacer para que una situación de mucha intensidad se resuelva, y hemos comprobado repetidamente que en estas situaciones se activa una necesidad inmensa de control, tanto a nivel individual como colectivo. Cuando ya no hay personas expertas con títulos, cuando ya no hay policías con placa, la necesidad de control y de ordenar va saltando de persona en persona que está implicada en la situación.
Incluso hemos vivido cómo el resto de personas empujan a que quien tuvo el papel de policía lo vuelva a ejercer, y nos diga lo que hay que hacer con este, a donde hay que mandarle, que nos diga cómo hacer que se calle de una vez. Sabemos que todes tenemos un policía interior, que sale cuando tenemos la sensación de que la cosa se desmelena, quien exige y dice cómo, cuándo y por qué, a une misme y al resto. Y desde luego, que si renuncias a la psiquiatría las cosas se van a descontrolar, porque precisamente es uno de los dispositivos más eficaces en encargarse de lo contrario.
Sabemos que todes tenemos un policía interior, que sale cuando tenemos la sensación de que la cosa se desmelena
Porque en la práctica se ve que en el fondo de los fondos nos habita una necesidad profunda de que alguien sepa lo que hay que hacer con lo que molesta y se encargue de ello, de guiarnos, de mandarnos, y es por eso también que tantas personas que han librado —por ahora— su entrada en psiquiatría deciden ir a las consultas privadas de psicoterapia y deciden contar con la facilitación en sus asambleas y conflictos, para no tener que apropiarse del todo de lo que pasa en su colectivo y moverse de sitio o echarle más rato de lo que está permitido en el orden del día de sus reuniones (esta es otra historia a profundizar que dejaremos para otro momento).
Cuidados
En el ring del malestar: terapia versus política
En los últimos años he visto cómo mis espacios politizados se van terapeutizando sin ninguna resistencia e, incluso, dejamos que eso ocurra como si se tratase de un triunfo.
Aun así, no todo está perdido, ni muchísimo menos. Estes dos ex-policías que escriben esta reflexión conjunta os quieren decir que qué bien que no sabemos qué hay qué hacer, ni les que se supone que deben saberlo ni les que no. Qué bien que no sabemos hacerlo. Qué bien que no hay fórmula mágica, ya que eso mismo va a permitir que diseñemos en común cómo salir de esta. Y qué bien que tú tampoco sabes, y que eso va a permitir que te lo inventes todo, que hagas nuevo, también con la gente que te rodea. Seguro que no acertaremos siempre, y se nos cuelen el fondo y las maneras de la psiquiatría y la policía a la hora de atravesar los momentos difíciles, porque nadie se libra, pero así por lo menos sé que el policía soy yo, que el enemigo está aquí al lado, y podemos encarnar progresivamente en la práctica el cambio que queremos ver en el mundo y no en una pancarta.
A ti, que estás leyendo esto, y que crees que no sabes qué hay que hacer, te queremos decir también que sí que sabes, que sí que sabemos más de lo que parece. Seguro que ya has hecho algo antes para que alguien no acabe en una planta de psiquiatría. Que has desobedecido, y que en vez de llamar a la ambulancia cuando la cosa se ponía difícil has llamado a tu colega para que te ayude a pensar qué hacer, y le has pedido que se acerque a dónde estás y piense contigo en cual es el siguiente paso; que has visto a una persona haciendo cosas raras por la calle y que, en vez de llamar a la policía, les has pedido que se vayan y te has acercado a preguntarle si necesita algo; que has escuchado una pelea en la casa de al lado y en vez de hacer como que no pasa nada, te has acercado con une vecine a tocar la puerta y preguntar qué pasa; que has escuchado el malestar de alguien querido sin mandarle a terapia; que tu compañera de piso te ha dicho que no puede dormir porque está dándole a la cabeza sin parar y no le has dicho que se tome una pastilla sino que has interpelado a sus amigues; que ha salido una persona de tu vida de un ingreso en psiquiatría y no le has tratado de enfermo ni has permitido que su familia le fiscalice la vida; que has pasado momentos muy duros y que no has llamado al servicio de salud mental para pedir una cita.
Autogestión
Antipunitivismo De la policía a la política (o cómo hacerse cargo del conflicto “sin poli”)
Seguro que se te están ocurriendo más ejemplos de situaciones que hayas podido vivir, porque estamos segures de que los tienes. Y seguro también que alguna vez no sucedió la catástrofe que te habían contado que iba a suceder si no acatabas la norma social, si no llamabas a la ambulancia y mandabas a la gente a los servicios de psiquiatría. Y estamos segures de que hacerlo alguna vez te ha sentado bien, que has sentido algo diferente cuando te has atrevido. No es gratis, pero psiquiatrizar tampoco. Sale bien, sale mal, según para quién, casi nunca hay consenso, a ver quién lo mide y el qué. Las crisis desde luego pasan a ser de todes, las reglas del juego desde luego se transforman.
Violencia policial
Sin policía Crear y fortalecer tejidos comunitarios en los barrios o cómo resolver nuestros problemas sin policía
Nosotres dos, cuando perdemos el rumbo, la esperanza, tenemos miedo y sentimos un dolor casi inconsolable, nos recordamos mutuamente que hay más gente ahí fuera, como nosotres, que lo está intentando, sin psiquiatría y sin policía. Gente que aunque diga que no tiene ni idea o que no entiende lo suficiente para hacer lo que se supone que hay que hacer, lo hace. En los barrios, los grupos de amigues, las asambleas, las casas, las escuelas, las calles, los trabajos, las familias, las fiestas, los pueblos okupados. Y por eso nos las tenemos que contar entre nosotres, para aumentarle la voz a lo que sí y dejar de perdernos en lo que no. Que no se nos olvide que lo estamos haciendo.