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Memoria histórica
“Frente a la normalización de los discursos del odio, avancemos en nuestra memoria democrática”
La Memoria Democrática sigue necesitando un verdadero impulso en la provincia de Cádiz y en todo el país. Una sociedad que no conoce y comprende su pasado corre el peligro de repetirlo. Por eso son tan importantes las obras culturales que nos acercan la historia en clave de verdad, reparación y justicia. David de la Cruz (Cádiz, 1987), periodista joven pero de largo recorrido (Diario de Cádiz, El Independiente, Cádiz Directo...) acaba de publicar una dura, bonita y romántica novela sobre los movimientos populares que habitaban Cádiz antes y durante la Guerra Civil. Antes que vuelva a morir (Q-book, 2022) es un merecido homenaje a esa maltrecha generación, con especial admiración por las mujeres, pero también es una exposición de sus propios principios y valores, los cuales expuso con clarividencia en la presentación de la obra. Charlamos con él al terminar el encuentro.
Es muy interesante que hayas partido de una ucronía sobre el destino de Paco El Relojero, que en tu relato sobrevive en primera instancia y que podría personificar la lucha contra el franquismo y el fascismo. ¿Cómo se te ocurrió partir de una reescritura de los hechos y qué objetivos tenías en mente?
Como periodista conocí una historia. Una historia que me atrapó. La del exterminio durante el golpe de Estado de la familia Rendón y de Francisco Rendón, relojero y militante comunista. Maria Luisa, la hija, era practicante en el barrio del Pópulo, y era la que ponía las inyecciones a la gente; mi padre la conoció y me habló de ella. Nunca pude abandonar esa historia, nunca la pude concluir pese a que escribí un reportaje sobre ello. Seguía dando vueltas en mi cabeza, conectándola con otras historias de supervivencia y pensando en los posibles y en los quizás. De ahí nace la novela. Los objetivos, realmente, eran, además de la necesidad personal de escribir, la de hablar de la memoria democrática en su conjunto. La memoria de quienes fueron fusilados y también de quienes sobrevivieron.
¿Puede entenderse Antes que vuelva a morir como una reivindicación del movimiento obrero y vecinal de aquella Cádiz de la posguerra?
Es una reivindicación del movimiento obrero, del vecinal, pero también de la gente que, organizada o no, tuvo que hacer de la supervivencia su forma de vida. Gente diversa, gente que buscaba su sitio, gente que tuvo que hablar en susurros porque no se le permitió alzar la voz.
Últimamente estamos viendo en la ficción; cine y literatura, más historias ambientadas en el sur. Concretamente en Cádiz hemos visto La Maniobra de la Tortuga o Nuestra Señora de la Esperanza, hoy nos encontramos con esta obra tuya. ¿Consideras que hay un gusanillo por contar historias de nuestras tierras del sur con nuestra forma de ser y de hablar?
Pienso que no son nuestras historias si no tienen nuestra forma de ser y de hablar. Y en este caso, tanto Benito Olmo como David Monthiel, además de escribir ambos de maravilla y de contar historias que te atrapan y te identifican, saben crear personajes muy muy reales. Es posible que sea ese gusanillo, pero también es una cuestión de reivindicarse culturalmente, de reivindicar el sur desde nuestro sur. Y además hacerlo como lo hacen estos dos pedazos de escritores.
Literatura
David Monthiel: “Rafael Bechiarelli es un personaje algo golfo"
David Monthiel se está consolidando como uno de los autores de la prolífica cantera de novela negra de la Tacita de Plata. Con Las niñas de Cádiz (El Paseo, 2018) continúa la saga protagonizada por el detective Rafael Bechiarelli.
¿Cómo fue la represión franquista en Cádiz capital, tanto durante la guerra como en la posguerra?
Es curioso, pero aunque en Cádiz no hubiera trincheras, sí que existió una represión franquista. Listas de fusilados, encarcelamientos o purgas de trabajadores municipales y sindicados. En Cádiz la represión comenzó muy pronto. Ten en cuenta, que tanto en Cádiz como en el conjunto de la provincia, apenas hubo resistencia. El golpe de Estado triunfó muy rápido. Y como explican Alicia Domínguez o Santiago Moreno, historiadores de referencia y que hacen un trabajo enorme y generoso por recuperar nuestra memoria democrática, “esto se convirtió en una ratonera”.
Hay un aroma latente en la novela a romanticismo que desemboca, en ocasiones, en el idealismo democrático. ¿Te era necesario para afrontar un pasado tan duro?
Al final escribimos a través de lo que somos y a través de lo que deseamos. Y en una novela de hipótesis, de lo que pudo ser y de lo que podría haber sido, es imposible no recoger también lo que hubiéramos querido: esos debates en torno a la revolución, a la emancipación y a un mundo más igual, más justo y más bonito.
Se acaba de aprobar el proyecto de Ley de Memoria Democrática, y Cádiz ha sido precisamente una de las ciudades en las que, no sin dificultades —véase el caso de Ramón de Carranza, uno de los grandes represores de los barrios obreros—, se ha conseguido avanzar en la verdad, la justicia y la reparación de las personas represaliadas en la dictadura. ¿El libro intenta poner su granito de arena en la memoria democrática de la ciudad?
El libro toma partido. No es inocente ni es involuntario. El libro expresa la necesidad de que frente a la normalización del discurso del odio y la legitimación del fascismo, se avance en la Memoria Democrática, se cicatrice y se conozcan esos retales de la historia que se arrebataron. Que quienes fomentaron, facilitaron y protagonizaron los fusilamientos no tengan honores en una ciudad en la que existieron víctimas con nombres y apellidos. Cada vez que se intenta avanzar en memoria democrática, se argumenta que “no es el momento”. Claro que no es el momento. El momento es tarde, no pronto, y más vale ahora que mañana.
El libro expresa la necesidad de que frente a la normalización del discurso del odio y la legitimación del fascismo, se avance en la Memoria Democrática
El libro derrocha cotidianidad, utiliza el lenguaje de la época y describe con sentimiento el día a día de una ciudad tan costumbrista y “de barrio” como es Cádiz. Ya la portada del libro ofrece ideas de qué puedes encontrar en sus páginas. ¿Te interesaba plasmar esa estampa ocre de Cádiz?, ¿cómo ha sido la labor de investigación y recreación?
Quería sobre todo reflejar el contraste. Quería que Cádiz, en sí mismo, fuera un personaje más de la novela. Un Cádiz que contrasta en ocasiones con lo que se vive en el resto de Europa y del mundo. Y quería, sobre todo, que fuera un reflejo fiel. La investigación, en realidad, viene de muchos años, de muchas fuentes y muchos testimonios. Imagínate, hay una fuerte labor periodística, pero también una labor de militante, de hijo que escucha, de amigo que queda con gente que quiere recuperar nuestra memoria. Es una labor que no podría limitar porque parte de la búsqueda pero también de la experiencia.
Tienen gran peso en el relato voces femeninas como los de la Cuqui, la Antoñita, la Milagros, etc. Se describe también esa red de cuidados entre las mujeres que luchaban por sobrevivir en una sociedad fuertemente masculinizada. ¿La derrota de los demócratas fue menos dura gracias a los cuidados de las mujeres?
Yo diría que las derrotas. Sin apellidos. Las derrotas de los demócratas y las derrotas del día a día. Mujeres que tuvieron que sobrevivir con un doble yugo, el de la época, el antidemocrático, pero también el machista y patriarcal que recaía sobre ellas con una agresividad y una violencia enorme. Uno de los motivos por lo que escribí esta novela fue por una anécdota que viví al poco de nacer mi hijo. En mi caso, venimos de una familia de seis hermanos (tres hermanas y tres hermanos). Durante la cuarentena, como padres primerizos, vivíamos estresados, acostumbrándonos al cambio de vida. Una tarde que no éramos capaces de calmar al niño, lo cogió mi madre en los brazos con mucha paciencia. Entonces, mi pareja, le preguntó a mi madre cómo había vivido ella y cómo había podido criar a seis niños. Mi madre, con mucha tranquilidad, respondió: “Yo es que no he tenido vida”. Imagínate, la historia de mujeres que pese a que le arrebataron la vida, sostuvieron la sociedad con sus cuidados.