Libertad de expresión
Patricia Orozco: “Vivimos una situación de retroceso donde muchos países están en contra del periodismo independiente”

La periodista nicaragüense, exiliada en España por la represión del Gobierno de Daniel Ortega, reflexiona sobre la libertad de expresión con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa.
Patricia Orozco en el Día Mundial de la Libertad de Prensa en Granada
La periodista de Nicaragua, Patricia Orozco, lee el manifiesto por el Día Mundial de la Libertad de la Prensa en Granada, 2022 Susana Sarrión

“Cuando llegué a la Universidad para estudiar periodismo me enseñaron sobre libertad de expresión, lo que no me enseñaron en la Universidad es que el Gobierno de mi país me podría reprimir y desprestigiar”, así se pronuncia la periodista Patricia Orozco sobre la libertad de prensa en su país, Nicaragua. Patricia es periodista hasta la médula, desprende amor y un tremendo respeto por la profesión en cada palabra, defensora de la palabra libre y la información veraz y contrastada, es una comprometida con la justicia y la igualdad en un contexto muy hostil como el que se encuentra Nicaragua.

Patricia formó parte de la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional que en 1979 logró derrocar la dictadura de Somoza en su país. Las derivas autoritarias y sexistas de algunos dirigentes de FSLN, en la década de los 80, “que comenzaron a acosar a las mujeres y nunca dejaron que ninguna mujer tuviera ningún puesto de mando”, asegura a El Salto Andalucía, le alejaron de la militancia pero no de la defensa de los derechos humanos, la igualdad y la libertad sexual.

El año pasado fue llamada por la Fiscalía del país para responder a preguntas como testigo en el caso de la periodista Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta de Nicaragua Violeta Barrios de Chamorro, junto a 100 periodistas más. Según distintas fuentes, el juicio estuvo plagado de irregularidades y Cristiana, líder de la oposición al régimen de Daniel Ortega —actual presidente de la República en su ya quinto mandato— fue condenada a ocho años de prisión y se sumó al resto de candidatos opositores encerrados en prisiones nicaragüenses. Después del juicio, Patricia Orozco pasa de ser testigo a encausada y comienza una campaña de asedio y desprestigio en la que se le acusa de apropiación de dinero ilegal a través de la Fundación Violeta Chamorro. Patricia sabía que no iba a valer de mucho presentar los informes de justificación de gastos de sus trabajos como periodista de investigación. Esta situación, sumada a su estado de salud —es diabética dependiente de insulina— y la información de que había pasado a retención migratoria, le llevó a abandonar su país de forma clandestina después de que el Estado le confiscó su vivienda en Managua, donde cuidaba a sus padres muy mayores y enfermos.

Daniel Ortega pretende desprestigiar lo que hacemos los y las periodistas que no somos adeptos al régimen, que cumplimos con el deber fundamental que nos enseñaron en la universidad

Hace tres meses llegó a España buscando un lugar donde continuar ejerciendo lo que mejor sabe y quiere hacer: informar, porque en Nicaragua ya no puede hacerlo, “Daniel Ortega nos ha llamado minúsculos, golpistas, vende patrias, cualquier cosa. Pretende desprestigiar lo que hacemos los y las periodistas que no somos adeptos al régimen, que cumplimos con el deber fundamental que nos enseñaron en la universidad”. Aunque todavía tiene que esperar un mínimo de seis meses para recibir la resolución del Ministerio del Interior sobre su petición de asilo político en España, no ha perdido el tiempo y ya está emitiendo un programa tres veces a la semana desde el medio digital que creó en febrero de 2021, ‘Agenda propia’.

Patricia Orozco ha sido galardonada este año con el XV Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado, concedido por el Sindicato Andaluz de Periodistas (SPA), por su trayectoria profesional en defensa del periodismo y los derechos humanos. Su currículum corrobora lo que podrían ser sólo palabras, ha trabajado en radio, prensa y televisión; divulgadora, investigadora, docente, fue jefa de prensa en los 80 del Ministerio de interior de Nicaragua, directora creativa del sistema nacional de publicidad, directora del Centro de Capacitación de la Mujer... Ha impartido formación, diseñado campañas de comunicación contra la violencia hacia las mujeres, contra el abuso sexual, en defensa de derechos humanos y sobre la promoción de la igualdad de género en los derechos políticos, para instituciones y organizaciones principalmente de Nicaragua pero también de otros países en latinoamérica. Ha publicado numerosos estudios sobre los derechos de la mujer y la infancia, de denuncia de la violencia contra estas. Docente en la Universidad de Nicaragua y Centroamérica, ha realizado y todavía lleva a cabo asesorías , consultorías y evaluaciones sobre comunicación y derechos humanos.

Pegasus se está utilizando con una intención política, se pone en riesgo el ejercicio periodístico que depende de las fuentes

La semana pasada intervino en un acto sobre “Periodismo, libertad de expresión y exilio”, incluído en el programa del Festival Internacional de Poesía celebrado en Granada, y ayer contribuyó a la lectura del manifiesto por el Día Mundial de la Libertad de Prensa en un acto en la capital nazarí organizado por el SPA, en el que participaron Amnistía Internacional, la asociación Comunicadoras Granada y la asociación Verdad, Justicia y Reparación; con el acompañamiento de Juan Pinilla al cante y Antonio Manuel Díaz al toque. Patricia destacó la situación de retroceso que vivimos actualmente, donde “hay muchos países que quieren eliminar la libertad de prensa y están actuando contra el periodismo independiente que brinda información contrastada a la ciudadanía”, y advirtió del uso de programas espía como Pegasus, “que se está utilizando con una intención política, se pone en riesgo el ejercicio periodístico que depende de las fuentes”.

El periodismo sin fuentes se ahoga

Patricia ejerce ahora el periodismo desde nuestro país a través de su medio digital, ‘Agenda propia’, donde tres periodistas “tratan de los temas que le preocupan a la gente, políticos pero también otros como la ansiedad, la salud mental”. Recogen información diaria, la verifican y la suben a la web pero sobre todo debates y entrevistas en formato televisivo a través de la plataforma Stream Yard. Han llegado a un acuerdo con una radio feminista que emite desde el norte del país,Radio Vos, para intercambiar programas y llegar a más gente, desde la radio emiten los de ‘Agenda Propia’ y viceversa.

En Nicaragua se han cerrado más de 20 medios de comunicación locales, según el Movimiento Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua, más de 100 periodistas se han exiliado y muchos han sido presos, como Miguel Mora, periodista y precandidato a la Presidencia de Nicaragua; el periodista deportivo Miguel Mendoza, Jaime Arellano, Pedro Joaquín Chamorro, Juan Lorenzo Holmann Chamorro o Cristiana Chamorro. La única posibilidad para el periodismo independiente ha sido la de emitir semiclandestinamente desde medios de comunicación digitales. Sobre el periodismo en Nicaragua se cierne la Ley del Ciberdelito, “aprobada por Ortega para que la censura ejerciera su rol, aparente destinada a detectar y detener las noticias falsas”. Patricia nos cuenta que es muy difícil hacer periodismo con una dictadura de por medio, “una dictadura que ha visto al periodismo independiente como su enemigo, que cuenta con cinco canales de TV, un canal público incluido, y agencias de publicidad, con presencia en redes sociales y gente pagada para ‘opinar’ contra lo que vaya en contra del discurso oficialista”.

Patricia apunta que uno de los mayores retos que su profesión afronta ahora mismo es la carencia de fuentes, “y sin fuentes, el periodismo está liquidado”. Sólo pueden hablar con las disponibles, que cada vez son más escasas, “gente que ha superado la dura campaña de terror de la dictadura”, dice. El miedo ha llegado a toda la sociedad nicaragüense, a los y las profesionales, a activistas de derechos humanos, “gente que era muy beligerante, con planteamientos muy claros, muy críticos, analíticos”, pero también a la ciudadanía “que anda por la calle”. Las amenazas toman diferentes formas, nos explica, a menudo no son amenazas que llegan directamente a las personas sino que encuentran un vehículo de la policía aparcado permanentemente frente a la casa, dando una señal de miedo, “y lo consiguen”. También se dirigen a la familia, “no puedo hablar porque a mi sobrino le amenazaron, porque tengo un familiar con problemas”.

Los tentáculos del régimen de Ortega y Murillo han trascendido Nicaragua y hay personas en el exilio que no quieren hablar porque la represión ha llegado a otros países en Centroamérica. La situación, según la periodista, es muy frustrante, “encontrar que en un día llamas a 20 personas y todas te dicen que no, que no pueden hablar”. Afortunadamente hay quienes se prestan a intervenir pero la mayoría les pide que no pongan su nombre, que no muestren su rostro o que distorsionen su voz “por el miedo a ser reconocidos por su vecino, por su vecina, que puede informar al régimen”, asegura Patricia, que respeta su miedo, “respeto su terror, cómo me voy a oponer, con qué moral”.

Cada vez hay más personas que no se creen ese discurso estigmatizante y de descrédito hacia el periodismo independiente

Esta situación sólo beneficia a la dictadura, asegura la periodista, “mientras no se hable de lo que pasa, mientras no haya una crítica social sobre lo que está pasando, los medios nos quedamos, por un lado, sin fuentes y, por otro, se nos obliga a tomar posición y ponernos en el centro de la represión; pasan las dos cosas”. Sin embargo, Patricia tiene esperanza de que “cada vez hay más personas que no se creen ese discurso estigmatizante y de descrédito hacia el periodismo independiente”. Ha encontrado que se ha incrementado la audiencia en medios como 100% Noticias, que transmite desde Colombia y Costa Rica; que la gente no ha dejado de leer y seguir a Carlos Chamorro, director de ‘Confidencial’, galardonado con el premio Ortega y Gasset a la trayectoria profesional por su defensa de la libertad de prensa, también obligado a ejercer desde el exilio; y esta atención está ayudando a demostrar que “el montaje del que acusan a la prensa independiente no es más que otra de las mentiras del régimen”, defiende Patricia.

“Los periodistas nos estamos protegiendo mutuamente frente a la dictadura”

Patricia nos cuenta sobre la solidaridad que el trabajo en común contra la represión de la dictadura ha generado entre los medios de comunicación, “se ha suavizado la competencia histórica entre los medios”. La periodista señala que el periodismo ha desarrollado una relación más estrecha en su misión de oposición a la dictadura, los y las profesionales se llaman y consultan para preguntar y responder cuestiones sobre temas, y la competencia para lograr “la primicia” ha bajado de intensidad, “y todo esto lo ha logrado la dictadura que a menudo divulga “falsas primicias encubiertas” para engañar a los periodistas y acusarlos de propagación de bulos aplicando la Ley de Ciberseguridad”. Patricia siente que en este sentido se ha producido un avance en la circulación y democratización de la información, “ha generado solidaridad en nuestra profesión y nos avisamos de noticias falsas, compartimos documentos e informes que antes se guardaban celosamente”.

Sin embargo, reconoce su preocupación por la inseguridad de los compañeros que quedan allí, “especialmente los que sufren el asedio de los coches aparcados frente a sus casas”, y es que la mayoría de medios de comunicación que siguen informando desde el exilio cuentan con alguien dentro del país que "nos hace de polo a tierra, que nos verifica, que comprueba”.

“Daniel Ortega expulsó a la OEA de Nicaragua para defender a Putin, los dictadores se refuerzan entre ellos”

Patricia Orozco considera que en estos momentos la dictadura de Daniel Ortega trata de mostrar una normalidad en el país que no es cierta y está tomando acciones que ella considera “desesperadas” como el asalto y cierre de las oficinas de la Organización de los Estados Americanos en Managua el pasado 27 de abril. Las oficinas de la OEA fueron ocupadas por la Policía Nacional nicaragüense y requisadas, pese a que eran alquiladas y no propiedad de la organización, para albergar lo que Ortega llamó ‘El museo de la infamia’ después de expulsar a la OEA del país.

Orozco afirma que puede entender y aceptar que tengan diferencias políticas con la OEA pero de ahí a “sacar a un organismo internacional por la vía de la fuerza es muy distinto”. Puntualiza que esa es la diferencia con un Gobierno democrático donde se dan diferencias “pero actuar en contra de otras ideas de esta manera es lo que critica mucha gente tanto dentro como fuera del país”. Patricia lo atribuye a dos razones, la primera es una respuesta de refuerzo y apoyo a Rusia, país que fue suspendido por la OEA como observador permanente hasta que retirara las tropas de Ucrania, “Remedios Murillo, la señora vicepresidenta, la señora de los anillos, como la llamamos allá, llamó diabólico a un organismo internacional precisamente porque expulsó a Rusia y ellos han respondido con un ‘ahí te va de vuelto’, como decimos en Nicaragua”. La segunda razón es que, según las fuentes de Patricia, “el dictador y la familia están enterados que la gente ya no les quiere, que no tienen el apoyo popular que tuvieron en algún momento y cada vez hay más personas de su propio partido, simpatizantes que se van saliendo y tienen una posición crítica con respecto a la represión que han realizado".

Ante la pregunta quiénes quedan cómo aliados, Patricia señala la alianza internacional con distintos países como Rusia, Cuba, China, Venezuela. En Nicaragua cuentan con el apoyo de distintos sectores empresariales, “que, como decimos en mi país, están mamando la teta”, y algunos grupos que reciben beneficios monetarios o en bienes inmuebles por parte de la dictadura. Según Orozco, el régimen ha quitado la personalidad jurídica a casi 200 ONG y, en la mayoría de casos sus propiedades han sido requisadas por el Estado, y se pregunta “¿qué van a hacer con esas propiedades que han requisado?”.

“Solo habrá futuro logrando que la dictadura salga”

Para Patricia Orozco, cualquier posibilidad de futuro en Nicaragua sólo podrá lograrse con el fin de la dictadura actual, “y no hablo de la muerte de Daniel Ortega porque es una dictadura familiar, sus hijos tienen cargos públicos y en medios de comunicación oficialistas. Sólo con la salida de esta dictadura podremos lograr debates públicos sobre un nuevo país, sólo con un espacio democrático podremos tener un debate informado”.

La ayuda desde afuera puede empujar, pero no podemos poner toda la responsabilidad en la cooperación internacional

Y para que esto se produzca, la periodista entiende que es tarea de la gente del país, “la que está afuera y la que está adentro. La ayuda desde afuera puede empujar, pero no podemos poner toda la responsabilidad en la cooperación internacional”. Orozco apunta a todas las vías posibles con las que ejercer presión a la dictadura, “Yo no digo que las redes sociales sean la panacea, pero por ahora nos han servido a los periodistas como medios de comunicación; y también a la ciudadanía, que se ha dispuesto a contar lo que pasa a través de Twitter o Facebook y a ejercer una presión sistemática contra la dictadura que genera debate y llaman la atención a nivel internacional”.

En este sentido, celebra la decisión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de crear una comisión que investigará las violaciones a los derechos humanos del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo desde 2018, “estamos a la espera de saber qué profesionales especializados en DD.HH. van a formar esa comisión y si se les va a dejar entrar en el país, si no les dejan, hay organismos que tienen listas las pruebas palpables: vídeos, grabaciones que lo demuestran”. Desde 2018 hasta ahora hay contabilizados 355 muertos a causa de las protestas contra el Gobierno del presidente Daniel Ortega, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque organismos locales elevan la cifra a 684. Solo en 2021, más de 100.000 nicaragüenses fueron empujados al exilio y, desde 2018, unos 120 periodistas se exiliaron.

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