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En España hay 1.385.900 parados mayores de 45 años. Son muchos, y eso que en la última EPA, la del tercer trimestre, el número ha bajado en 80.000. Pero conviene dar unos pasos atrás para tener una visión con más perspectiva. A principios de 2007 eran poco mas de 400.000, lo que supone un aumento desde entonces del 70%. Sin embargo, es un problema que no parece estar en la agenda. “Lo del discurso de la generación de jóvenes más preparada de la historia es obvio, nadie lo puede negar”, dice el sociólogo Álvaro Briales, “pero eso provoca que los más mayores se sientan cada vez más una puta mierda”.
“He visto a hombres orgullosos de haber ido a trabajar con un infarto”, señala el psicólogo Alfredo Waisblat
En esa fotografía no aparecen todos. Quedan los desanimados, aquellos que ya ni siquiera buscan empleo porque no creen que lo vayan a encontrar. A día de hoy están en esa situación casi 3,6 millones de personas entre 45 y 64 años. De hecho ha subido en todos los tramos en la última EPA, más entre los que tienen de 50 a 54 años, un 3,4% respecto al trimestre anterior. Pero conviene ahondar en los detalles, y se encuentran si se ve la situación según el género.
hombres mayores de 45 años
En el año 2012 los médicos de atención primaria del área de Madrid comenzaron a notar algo raro: las consultas se llenaban de hombres. Eso no es común. Acudían con dolencias de todo tipo (musculares, dolores de cabeza, trastornos del sueño, crisis de ansiedad...), pero no respondían a una patología concreta, ¿o sí?“He visto a hombres orgullosos de haber ido a trabajar con un infarto”, señala el psicólogo Alfredo Waisblat, quien recibió la alerta de los centros de salud. “El hombre ve al médico como al mecánico, va a que le cambien la pieza y ya está”. Es una cuestión que va incluida en el rol de hombre proveedor, el ganapán, bastante común entre los mayores de 45 años. “Son como Supermán hasta que se quedan sin trabajo”. De ahí su aparición en las consultas con el repunte del paro. Son, en definitiva, “hombres desorientados”.
La mayoría de desempleados senior llevan más de dos años en las listas del paro. Suman 370.000 según el último registro, el del mes de septiembre. Ocho de cada diez tienen, como máximo, el graduado escolar. Cuando encuentran trabajo, el 80% lo hace en ocupaciones a jornada completa, según los datos a cierre de 2016.
Su permanencia en las empresas no es fácil. “En las grandes se favorece su salida mediante prejubilaciones u otras posibilidades que pueden ser atractivas”, dice Andrés Toro, presidente de la asociación Observatorio del Trabajo Senior. En las pymes es más complicado porque no existen esos incentivos y “están los primeros en las listas para ir a la calle”.
Por eso Álvaro Briales, que ha estudiado la autopercepción de los parados en su tesis, ve contraproducente “el énfasis sobre los jóvenes”. Con ello lo que se consigue es decir “a los que no son jóvenes que no tienen derecho a volver, que son obsoletos”.
Las mujeres que llevan dos o más años en las listas del antiguo INEM superan en 200.000 a los hombres y cuando encuentran trabajo, un tercio lo hace a tiempo parcial
Una vez fuera, estos hombres sienten mucho frío. Manuel Sanz era un trabajador de la construcción que quedó, como tantos, en paro en 2010. Tenía 46 años y se vio en casa con su mujer y sus dos hijas. “Me sentía inútil, apoltronado en casa y sólo veía como solución volver a encontrar trabajo”. Pero ese empleo no llegaba. “Cuando estás parado, ocupas un sitio en el que nunca has estado, por eso te sientes desplazado.”
mujeres mayores de 45 años
Cuando los hombres quedan fuera del mercado laboral después de tanto tiempo, lo único que desean es volver. Pero no siempre es posible. Entonces se sienten peor y dejan de buscar. Es en ese momento cuando muchas mujeres que cumplen el papel de cuidadora del hogar salen a buscar lo que sea, lo que justifica en parte el aumento de la tasa de actividad durante la crisis. “Esa es una explicación”, confirma Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad Pablo de Olavide y directora del observatorio de género GEP&DO.Aun así, que haya más mujeres dispuestas a trabajar, no quiere decir que acaben haciéndolo. Las paradas mayores de 45 años presentan un nivel formativo muy parecido al de los hombres. Pero hay diferencias: las que llevan dos o más años en las listas del antiguo INEM superan en 200.000 a los hombres y cuando encuentran trabajo, un tercio lo hace a tiempo parcial.
Estas mujeres encuentran oportunidades en el sector de los cuidados, aunque principalmente los puestos forman parte de la economía informal. “Las condiciones son tan malas y precarias que, cuando se recupera el empleo, abandonan el mercado de trabajo”, dice Gálvez.
El descenso se viene dando últimamente en la tasa de actividad en mujeres. En la última EPA hay pocas variaciones: entre 45 y 54 años queda en el 76,8 (una décima menos) y en mayores de 54 años en el 20,6% (una décima más que el trimestre anterior). Aun así, está muy lejos de los registros previos a la crisis. A cierre de 2007, antes de que estallara la burbuja inmobiliaria, estaba en el 64,4% en mujeres de 45 a 54 años y en el 13,1% para mayores de 54 años.
Los sindicatos “han tenido un papel muy activo en la consolidación del modelo del hombre como ganador de pan”
Cuando trabajan, continúan encargándose de las tareas del hogar. “Cuentan con el agravante de tener que cuidar de hijos o de sus padres, por lo que les resulta más complicada la conciliación familiar”, dice Ana Beltrán, trabajadora social que ha desempeñado su labor en Benidorm y Villajoyosa, poblaciones alicantinas con fuerte presencia del sector servicios. Al final “se ven abocadas a trabajar en la limpieza, servicios de ayuda a domicilio y, en muchos casos, sin contrato”.
Asumiendo que continúe habiendo empleos mayoritariamente desempeñados por mujeres, una solución a la precariedad se encuentra en la profesionalización y mejora de las condiciones, “algo que hace tiempo que consiguieron los hombres en sus empleos”, dice Gálvez.
La economista señala directamente a los sindicatos. Estos, por la composición de su afiliación, “han tenido un papel muy activo en la consolidación del modelo del hombre como ganador de pan” y se han preocupado más por mejorar las condiciones de sus empleos. Pero las cosas están cambiando: “La afiliación del sindicato se está feminizando”. Sobre esto, Gálvez pone como ejemplo que en regiones como Andalucía o Extremadura haya mujeres al frente de las dos centrales mayoritarias, UGT y Comisiones Obreras.
Soluciones y asistencia del Estado
Ante tal panorama surge una cuestión incómoda: ¿cómo decir a esa masa de parados mayores de 45 años que, en su mayoría, nunca van a poder volver al mercado laboral? Esto “puede ser muy complicado”, dice Ana Beltrán. A pesar de ello, “nunca decimos que es imposible. De hecho, en casos en que en el equipo técnico hemos pensado que era casi imposible, luego nos han sorprendido y se han empleado”, sentencia.Desde la Asociación Observatorio del Trabajo Senior proponen cambios legislativos como penalizar la temporalidad o favorecer el contrato de relevo, ese por el que un trabajador próximo a la jubilación forma al más joven que le debe sustituir. “Ya casi no se usa”, dice Toro.
Otra posibilidad es poner freno al aumento de la productividad a costa del trabajador, al menos que la empresa no tenga el incentivo de sustituirles por máquinas. Desde UGT proponen que los robots paguen cotizaciones a la Seguridad Social. Un estudio del sindicato calcula que la caja de la Seguridad Social deja de ingresar anualmente casi 6.000 millones sólo con los mayores de 55 años que están en el paro.
“Toda la vida había estado trabajando para que no les faltara de nada, pensaba que era el mejor padre del mundo y realmente el que faltaba era yo”, dice Manuel
Briales critica el “aparato burocrático” que gira alrededor del paro. “Los trabajadores sociales son como psicólogos que se dedican a decirle al desempleado 'cuéntame lo que tienes dentro', pero lo que en realidad tienen es que hay un 20% de paro. No es un problema individual, es un problema social”, denuncia Briales. Ante esta cuestión, este sociólogo aboga por una desvinculación del trabajo: “La pérdida del salario es muy importante, pero cuando más se reduzca el desempleo a justamente dejar de cobrar el sueldo y ya, menos efecto destructivos tendrá”.
Alfredo Waisblat, que trabaja en el centro Marie Langer de Madrid con grupos de hombres parados mayores de 45 años, piensa que es parte del rol. “Un hombre que se queda sin trabajo, al ser el centro de su identidad, siente que deja de ser un hombre”. Por eso, cuando se supera, “uno se reencuentra con la paternidad, se ocupa de la casa junto a la pareja y deja de decir aquello de 'yo ayudo en casa' para encargarse conjuntamente del hogar”.
Manuel Sanz participó en uno de esos talleres del centro. Al terminarlo “me di cuenta de que tenía dos hijas, una de 27 y otra de 20, que no conocía. Toda la vida había estado trabajando para que no les faltara de nada, pensaba que era el mejor padre del mundo y realmente el que faltaba era yo. Incluso con tu pareja se va deteriorando la relación sin darte cuenta. Das por hecho que está ahí, pero no haces nada más”. Manuel es ahora presidente de la asociación Grupo Hombre Siglo XXI, de la que inicialmente formaban parte sus compañeros de taller y que hoy cuenta con casi 140 socios. Entre todos imparten talleres de autoestima y ayudan a parados de larga duración de Fuenlabrada y otras poblaciones de Madrid. Empezaron hace cuatro años, “pero el problema continúa a día de hoy”.
Aun así, la cuestión económica sigue sin resolverse del todo. Para Briales, las condiciones de las distintas ayudas al desempleo, pagas contributivas o subsidios, conllevan el mantenimiento de una especie de “subasta en la que mucha gente queda fuera”. Por eso “el máximo de gente generando la máxima presión sobre el mercado laboral hace que se dinamice la competencia y surja la precariedad”.
Es evidente que no todos están protegidos. La tasa de cobertura, las personas que reciben alguna prestación sobre el total de parados inscritos, está ligeramente por debajo del 60%, según el último dato disponible (agosto de este año). Pero las ayudas son muy distintas. De esos parados, la mitad recibe subsidios, es decir, las pagas más bajas. Ese nivel asistencial ha ido aumentando desde 2008 por el paro de larga duración: las pagas contributivas, que son más altas y duran como máximo dos años, se terminan.
No acaba ahí todo. Los cálculos pueden mostrar situaciones peores. Un estudio de la Fundación 1º de Mayo de CC OO afirma que la cobertura no alcanzaría ni al 30% de los parados. Su autor, Enrique Negueruela, se fija no en los parados registrados sino en todos los desocupados que aparecen en la EPA. El número es mayor y por eso la realidad empeora. Es cuestión de numerador y denominador. Matemática pura. Es también una forma de hacer ver que todavía podemos salir más feos en la foto si nos lo proponemos.
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La situación esta complicada, y viendo estas cifras duele aun más lo que pasa. Yo usé una página llamada https://es.gowork.com/ cuando estaba desempleado, donde la gente comenta sobre sus empleos y empleadores, y sirve mucho para encontrar de forma individual trabajo. Se las recomiendo. Esperemos que España progrese y supere esta barbaridad.
Porque el de 45 años no enseña al joven? Tiene el gobierno que cambiar el modelo de trabajador porque así los de ese rango no se quedan fuera y emcima ayusan a la siguíen te generación!
Otra lacra del sistema capitalista. Abandona a su suerte a la mitad de la población.